131. En muchos Estados y en muy diversas culturas el aborto se considera contrario a las tradiciones y se percibe como una actividad ilegal que no admite ninguna excepción, incluso cuando se trata de salvar la vida de la madre o su salud o en caso de violación o de incesto; en otros Estados el aborto, aunque es legal, está regido por leyes restrictivas. En este caso también las tradiciones culturales son las que dictan tal o cual postura jurídica. Como en el caso de la poligamia, puede haber países de la misma religión que tengan posiciones diferentes sobre el aborto: tal es el caso de Túnez, que aprobó muy pronto una legislación favorable a la interrupción voluntaria del embarazo, a diferencia de otros países musulmanes, si bien en el islam no hay ninguna prescripción precisa sobre esta cuestión, y sigue vigente cierta controversia doctrinal al respecto.
132. En otros casos los representantes oficiales de la jerarquía religiosa condenan el aborto o la utilización de medios anticonceptivos, incluso cuando las mujeres han sido violadas o han estado expuestas a la violación en situaciones de conflicto armado
133. Las prácticas tradicionales están vinculadas entre sí e incluso se hallan agravadas por la intervención de varios factores cuyo telón de fondo es una visión retrógrada y peligrosa del lugar de la mujer en la sociedad y en la familia. Por ejemplo, la violencia puede constituir un obstáculo a la planificación de la familia: en Zimbabwe, en Kenya, en Ghana, en el Perú y en México las mujeres a menudo se ven obligadas a esconder sus píldoras anticonceptivas porque están aterrorizadas por las consecuencias violentas que podria tener el descubrimiento por parte del marido de que ya no controla la fecundidad de su esposa
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