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lunes, 13 de mayo de 2024

El futuro político de México será autónomo y con perspectiva de género?

 


En este año de elecciones mi inquietud crece como ciudadana mexicana, pero también como parte de la comunidad latina radicada en la Unión Americana, y lo mismo que como feminista. Anteriormente fui un tanto optimista en cuanto al panorama político aquí en Estados Unidos y en México, pero definitivamente a estas alturas del partido no se trata de ser optimista sino de ser realista.

Y aunque no soy analista política ni pretendo serlo, puedo darme cuenta de que en ambos países la situación que se vislumbra no pinta bien para una buena parte de la población en general, y en particular para las mujeres y para el movimiento feminista, sin embargo, esta vez me quiero enfocar únicamente en lo que está sucediendo en México y las próximas elecciones presidenciales, tomando en cuenta la enorme influencia que Estados Unidos ha tenido y tiene sobre el acontecer político mexicano.

Recientemente sostuve una conversación sobre estos asuntos con la destacada periodista, política, feminista y activista mexicana Abril de la Fuente a la que iré citando a lo largo de este texto,  respecto al peso político de nuestro vecino del norte mencionó: 

“Históricamente se ha dicho que Estados Unidos es quien mueve la política de México y el mundo”,(por algo será).

Con la intromisión americana o sin ella, en retrospectiva y desde mi experiencia de ciudadana mexicana puedo decir que la cantidad de veces que el pueblo mexicano se ha ilusionado durante las campañas y la elección de un nuevo presidente, es igual al número de veces que se ha tenido que decepcionar ante la realidad no sólo de la falta de cumplimiento del gobierno con los intereses, bienestar, seguridad, desarrollo y prosperidad de la ciudadanía, sino también por el aumento de la violencia, la delincuencia organizada, la corrupción e impunidad, la complicidad gobierno-narco, el uso abuso y desvío del presupuesto público y en consecuencia el descarado e impune enriquecimiento ilícito del mandatario en turno y de todos sus allegados, mientras que el país sigue sumido en la pobreza.

Y para decepción de muchos/as (entre quienes me cuento yo), en estas y otras tantas “irregularidades” el sexenio del Presidente López Obrador no ha sido la excepción a la regla.

Baste mencionar la complicidad de su gobierno con los carteles del narcotráfico para someter y saquear a los pueblos indígenas de Chiapas y de otros estados de la República, los miles de millones de pesos invertidos supuestamente en la construcción del tren maya con “materiales de altísima calidad”, pero que a las primeras de cambio terminó descarrilado a causa del barato tipo de grava utilizada en las vías, construcción que dicho sea de paso cobró la vida de 7 millones de árboles en la selva maya.

Y para continuar con la lista negra el total desabasto de las mega farmacias, la irresponsable aplicación de la bien sabida dañina vacuna contra el COVID-19, y para rematar, aunque no para terminar, el repentino y gigantesco enriquecimiento empresarial de los hijos del presidente junto con sus primos y amigos, etcétera. 

Existen cifras, documentos, y videos totalmente fidedignos que se han hecho públicos, así como incontables testimonios ciudadanos que demuestran que el éxito de Morena en el poder es un show bien montado todos los días desde la mañanera por su carismático líder, mismo que al ser confrontado con claras y contundentes evidencias se limita a responder cínicamente: “no es cierto…esas pruebas mienten…yo tengo otros datos”.

Así haciendo uso de su habla seductora, cotidianamente le dice al pueblo lo que a este le gusta oír y no lo que realmente necesita saber.

Con el fin del mandato del romantizado Presidente López Obrador a la vuelta de la esquina, se podría pensar que la situación va cambiar para bien sobre todo con la al parecer inminente llegada de una mujer a la presidencia, sin embargo, un buen ejercicio del poder no depende del sexo de la persona electa, sobre todo si es verdad que en este país el mandatario a cargo es el que por debajo de la mesa decide a su sucesor o sucesora en este caso y no hay vuelta de hoja. 

Por otro lado, si bien es cierto que la candidatura a la presidencia de Xóchitl Gálvez (Frente Amplio por México), y de Claudia Sheinbaum (Movimiento de Regeneración Nacional) significan un triunfo feminista en materia de los derechos políticos de las mujeres, también lo es que la llegada de una mujer al poder no necesariamente se traduciría en un gobierno pro mujeres, niñas/os y otros grupos vulnerables, como ya lo he dicho en anteriores artículos.

No es lo mismo ser una mujer política que ser una política feminista, de ahí que la forma de hacer política de las mujeres puede ser una confrontación absoluta con el poder de los hombres, o ser una alianza con ellos para eliminar el peligro que representa a su soberanía patriarcal, la presencia de una mujer feminista en los altos puestos de la toma de decisiones.

Llevar a cabo un sexenio con perspectiva de género sería asumir el cargo presidencial con la convicción de querer deconstruir para construir desde adentro revolucionando las leyes y la política en general, con temáticas e implementaciones importantes para las mujeres y por consiguiente para la familia y la sociedad, sería tener una visión nueva auténtica propia, y verdadera voluntad política para la real transformación.

Y todo esto en mi muy particular opinión son atributos políticos y objetivos que no posee ni propone la candidata de Morena: Claudia Sheinbaum, todo su discurso de campaña carece de autonomía teniendo el sello inconfundible del obradorismo y de su postura antifeminista, una de las muchas pruebas es que en uno de los debates ni siquiera se atrevió a pronunciar claramente: “los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”, no pudo decirlo así con todas sus letras balbuceando entre dientes algo que ni ella sola logró entender.

Esta evidente falta de compromiso y de propuestas propias nos da una idea de lo que podemos o no esperar en el caso de que esta candidata resultara electa.

Algo probable más allá del voto ciudadano si tomamos en cuenta la acertada observación de Abril de la Fuente cuando dice: “Claudia tiene todo el poder y el dinero del gobierno, ese es el reto, vencer ese monstruo!”. 

En cuanto a la candidata Xóchitl Gálvez concuerdo totalmente con la opinión de esta experimentada política y periodista, quien está convencida de que Gálvez es la única esperanza de cambio en beneficio del pueblo mexicano si gana la presidencia.

En torno a esta Abril añade: “Xóchitl tiene posibilidades y muchas, sobre todo por la unión de los viejos partidos y si logra despertar la conciencia de quienes nunca votan,  de los abstencionistas que nos abandonan como compatriotas en momentos de conflicto tan decisivos que son cada 6 años”.

Sobre los objetivos y promesas de campaña de los partidos de izquierda y derecha comenta:

 “Sólo los guardan en papel, ya que en el ejercicio del poder hacen todo lo contrario a sus ideales. Hoy se necesita de candidatos ciudadanos sin partido, y con la preparación necesaria para palear tantas problemáticas que nos afectan a todas y todos por igual aunque de diversas formas”. 

Personalmente creo que la candidata Xóchitl Gálvez tiene la preparación académica, la experiencia y coraza política necesarias para hacer frente al sistema patriarcal y a la estructura criminal que conforman los tres niveles de gobierno, y su proyecto apunta a trabajar desde la perspectiva de género y desde la horizontalidad, pero carece del poder político económico y mediático del que goza la hija política y elegida del presidente López Obrador, Claudia Sheinbaum.

Sin embargo, nada está dicho todavía, la moneda está en el aire y cualquier cosa puede suceder en las urnas electorales, millones de ciudadanos/as, la periodista Abril de la Fuente y yo, apostamos por el poderoso despertar del pueblo mexicano para que a tiempo salga del embeleso obradorista y vea la real cara del Presidente, de su partido, y el lado oscuro que ha tenido su gobierno, el cual podría prolongarse a través de su candidata.

El equilibrio que la balanza política mexicana necesita en la recta final del período de las campañas electorales , es el respaldo económico empresarial, el apoyo masivo de los medios de comunicación independientes, y de la eliminación de la neutralidad política, entender a nivel ciudadanía que el abstenerse de votar ya no puede seguir siendo una opción para la población, puede marcar la diferencia entre más de lo mismo o el inicio de la verdadera transformación en pro ciudadano y la construcción de una alternativa de vida para las mujeres y las niñas que garantice su seguridad, bienestar, desarrollo y una vida libre de todas las formas de violencia.

Para concluir y a riesgo de ser considerada ilusa, quiero creer que el futuro político inmediato y posterior de mi querido país (México), no depende de Estados Unidos ni del designio amañado del actual mandatario perteneciente al partido de Morena, sino a la decisión de millones de mexicanas y mexicanos que acudiremos a votar en México y en el extranjero este próximo 2 de junio!.

Galilea Libertad Fausto.

 

Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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lunes, 6 de mayo de 2024

Algunas causas-efecto del conflicto madre-hija

“Las raíces son las venas que llevan el alimento y también llevan historias y tesoros,  a tu abuela a tu madre y a ti…a todas las une un vínculo invisible, ignorar ese vínculo es coartar tu lado femenino, tu creatividad, tu compasión, tu habilidad para dar y recibir”. (De la serie Mi otra yo)

Escuchar esta afirmación y creerla tanto racional como emocionalmente nos puede resultar algo hermoso, poético e inspirador, o por el contrario, algo negativo y amenazante sobre todo para las madres y las hijas cuya forma de relacionarse ha sido o es fría, distante, retadora e hiriente.

En la cercanía del día en que internacionalmente se celebra a las mamás, y entendiendo que la profundidad y variabilidad de esta problemática no se puede abarcar en unos cuantos párrafos, he querido tocar este sensible tema con el ánimo de ofrecer un breve espacio de identificación, comprensión y si es posible, de motivación para la búsqueda de sanidad y reconciliación.

No sé si en épocas pasadas las mujeres eran conscientes de lo difícil que generacionalmente en su familia había sido la relación madre-hija, no sé si se lo cuestionaban, si lo hablaban entre amigas o simplemente lo aceptaban viviéndolo como parte natural de la vida femenina.

Y no es que la confrontación entre una mamá y su hija sea la regla general en todas las familias de antes y de ahora, pero esta fracturada convivencia es algo que adolece a un gran número de ellas.

Hoy en día este conflicto materno filial es algo que reconocemos nos ha atravesado y nos atraviesa a muchas, y es un asunto del que estamos cada vez más dispuestas a hablar. De ahí que actualmente está herida interior es un tema recurrente entre mejores amigas, en las salas de terapia, en grupos círculos y talleres de ayuda para mujeres, pero también estas difíciles  vivencias se están viendo reflejadas en la literatura y entre rendijas van colándose en los guiones del teatro cine y televisión.

De todas estas y otras formas es que hijas y madres no sólo buscamos desahogarnos para soltar la carga emocional, sino también buscamos respuestas sanadoras a  las preguntas que constantemente nos hacemos tratando de entender, porqué tanta ruptura y abismo donde debería existir unión y entrañable cercanía?, quiénes son las buenas y las malas del cuento…nuestras madres o nosotras?, somos responsables de tan caótico desencuentro o lo son ellas?.

En un ejercicio de objetividad un buen comienzo sería preguntarnos si esta es una historia de inocentes y culpables?, o si es una problemática de género que hemos heredado en donde las unas y las otras somos víctimas?.

Personalmente me quedo con la segunda opción, por mi propia experiencia de vida y mi experiencia profesional puedo decir que este doloroso conflicto aunque con algunas terribles excepciones, en la mayoría de los casos no es una cuestión de falta de amor, o de villanía en ninguna de las contrincantes.

La antropología, sociología, teología y psicología femenina nos dicen que la multitud de causas están más bien en la educación, creencias y costumbres familiares, religiosas, sociales, culturales y psicológicas; todas enmarcadas en los márgenes patriarcales que históricamente han determinado no sólo lo que es ser mujer, sino también lo que es ser una buena madre y una buena hija.

Respecto a esto de ser buenas la escritora Sheila Heti en su libro Maternidad, muy acertadamente hace y responde dejándonos sobre la mesa para reflexionar lo siguiente:

“Qué diferencia hay entre ser una buena madre y ser una buena hija?, en la práctica muchas…en lo simbólico ninguna”.

Será por esta conceptualización de diferencias e igualdades aprendidas en el jerárquico y disfuncional parámetro de comportamiento que nos han enseñado,  el que una buena madre y una buena hija terminan enfrentadas y sintiéndose injustamente tratadas la una por la otra. 

La primera considerándose lastimada en su maternidad, desafiada en su autoridad y enojosamente frustrada por los inútiles intentos de seguir dictaminando los pasos de su niña- adolescente, la segunda adolorida en su hijidad, sintiéndose atacada, prisionera y gravemente irrespetada en su derecho a la libertad.

Estos lastimosos sentires y pensares  a menudo producen un sentimiento de fracaso personal en las progenitoras, que se preguntan qué fue lo que hicieron mal?, en qué fallaron como madres?, mientras que sus hijas experimentan una sensación de culpabilidad y de no ser nunca suficientes.

Y son precisamente esta clase de heridas unas de las que más duele emocionalmente, una de las que más tiempo tarda en sanar, y quizá sea la que mayor impacto y trascendencia tenga para una mujer en las diferentes etapas de su vida afectiva.

En cierta reunión de uno de los grupos de ayuda para mujeres de los que fui facilitadora, una de las asistentes expresó: “Durante mucho tiempo mi madre y yo hemos estado recibiendo terapia individual y conjunta, pero aún no logramos sanar ni cambiar todo lo negativo que sentimos, yo por ella y ella por su madre “.

Situaciones así son el resultado de ese complejo conflicto al que la escritora Elena Ferrante llama “el amor molesto”. Refiriéndose a ese cúmulo de sentimientos encontrados en una complicada relación de amor-odio, necesidad-rechazo, admiración-celos, alianza-rivalidad y competencia.

A las causas de esta infortunada hostilidad que algunas madres sienten hacia sus hijas, y que ya antes fueron mencionadas, podemos añadir posibles traumas debido al rechazo materno en su propia niñez, maltrato y/o abuso sexual en la infancia, violación y embarazo no deseado, violencia de pareja, maternidad obligada o no planeada, proyección en su hija de sueños no cumplidos o de complejos rencores y miedos.

A estos posibles orígenes podemos añadir la creencia de que su pequeña debe ser la prolongación de si misma y no un ser independiente con personalidad propia, algo que la filósofa Simone de Beauvoir analizó en 1949 en El Segundo Sexo, llamándole: la teoría de la doble.

En cuanto al sentir y reaccionar rebelde de las hijas es parte normal de la adolescencia, etapa de cambios emocionales y físicos pero también de una necesidad de expandir sus horizontes en busca de nuevas experiencias y sobre todo, en busca de su propia identidad. Es en ese proceso transformativo ansioso de libertad en el que ellas menos desean ser una copia de sus madres, ni sus damas de compañía y mucho menos responsables, enfermeras, cuidadoras o confidentes de sus progenitoras, como tampoco quieren ser asistentes domésticas ni nanas de sus hermanos pequeños. 

Si como mamá demandamos de nuestra hija lo que no es y a decir verdad no tiene por qué serlo, exigiéndole una madurez a destiempo, exclusividad y total obediencia; y si como hija espectamos de nuestra madre un comportamiento inmaculado, perfecto, complaciente y permisivo en todo, lo único que conseguiremos será decepcionarnos y herirnos mutuamente dando paso a la separación emocional y física tan difícil de superar después.

Como mujeres adultas sanar la herida afectiva madre-hija hija-madre no es sencillo, es un proceso a veces largo y siempre doloroso de reflexión, diálogo interior, de hablar pero también de escuchar a la otra. Algo indispensable en este proceso independientemente de que recibamos o no terapia profesional es la empatía, ponernos en el lugar y zapatos de la otra en su situación particular, su edad, estado de salud, y grado de madurez o de ignorancia, en su contexto familiar, educativo, económico, sociocultural y psicológico.

Si como hija de nuestra madre y mamá de nuestra hija vemos nuestras respectivas circunstancias internas, y los factores externos que rodearon el conflicto entre nosotras, nos será más fácil llegar a reconocer que desde nuestra imperfección humana cada una expresó y expresa su amor de la manera que sabe y puede, y que no deja de ser amor sólo porque no haya sido o sea de la forma en que necesitábamos o que nos gustaría que hubiera sido o fuera.

Comprender esto es una forma de empezar a caminar hacia la sanidad emocional, y poder así recibir a la vez que heredar la abundante nutrición de nuestro linaje femenino, tal como lo dicen las líneas con las que inicié este escrito y con las que quiero terminarlo:

“Las raíces son las venas que llevan el alimento y también llevan historias y tesoros,  a tu abuela a tu madre y a ti…a todas las une un vínculo invisible, ignorar ese vínculo es coartar tu lado femenino, tu creatividad, tu compasión, tu habilidad para dar y recibir”.

 

Galilea Libertad Fausto.

 

Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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