En este año de elecciones mi inquietud crece como
ciudadana mexicana, pero también como parte de la comunidad latina radicada en
la Unión Americana, y lo mismo que como feminista. Anteriormente fui un tanto
optimista en cuanto al panorama político aquí en Estados Unidos y en México,
pero definitivamente a estas alturas del partido no se trata de ser optimista
sino de ser realista.
Y aunque no soy analista política ni pretendo serlo, puedo darme cuenta de que en ambos países la situación que se vislumbra no pinta bien para una buena parte de la población en general, y en particular para las mujeres y para el movimiento feminista, sin embargo, esta vez me quiero enfocar únicamente en lo que está sucediendo en México y las próximas elecciones presidenciales, tomando en cuenta la enorme influencia que Estados Unidos ha tenido y tiene sobre el acontecer político mexicano.
Recientemente sostuve una conversación sobre estos
asuntos con la destacada periodista, política, feminista y activista mexicana
Abril de la Fuente a la que iré citando a lo largo de este texto, respecto al peso político de nuestro vecino
del norte mencionó:
“Históricamente se ha dicho que Estados Unidos es quien mueve la política de México y el mundo”,(por algo será).
Con la intromisión americana o sin ella, en retrospectiva y desde mi experiencia de ciudadana mexicana puedo decir que la cantidad de veces que el pueblo mexicano se ha ilusionado durante las campañas y la elección de un nuevo presidente, es igual al número de veces que se ha tenido que decepcionar ante la realidad no sólo de la falta de cumplimiento del gobierno con los intereses, bienestar, seguridad, desarrollo y prosperidad de la ciudadanía, sino también por el aumento de la violencia, la delincuencia organizada, la corrupción e impunidad, la complicidad gobierno-narco, el uso abuso y desvío del presupuesto público y en consecuencia el descarado e impune enriquecimiento ilícito del mandatario en turno y de todos sus allegados, mientras que el país sigue sumido en la pobreza.
Y para decepción de muchos/as (entre quienes me cuento yo), en estas y otras tantas “irregularidades” el sexenio del Presidente López Obrador no ha sido la excepción a la regla.
Baste mencionar la complicidad de su gobierno con los carteles del narcotráfico para someter y saquear a los pueblos indígenas de Chiapas y de otros estados de la República, los miles de millones de pesos invertidos supuestamente en la construcción del tren maya con “materiales de altísima calidad”, pero que a las primeras de cambio terminó descarrilado a causa del barato tipo de grava utilizada en las vías, construcción que dicho sea de paso cobró la vida de 7 millones de árboles en la selva maya.
Y para continuar con la lista negra el total desabasto de
las mega farmacias, la irresponsable aplicación de la bien sabida dañina vacuna
contra el COVID-19, y para rematar, aunque no para terminar, el repentino y
gigantesco enriquecimiento empresarial de los hijos del presidente junto con
sus primos y amigos, etcétera.
Existen cifras, documentos, y videos totalmente fidedignos que se han hecho públicos, así como incontables testimonios ciudadanos que demuestran que el éxito de Morena en el poder es un show bien montado todos los días desde la mañanera por su carismático líder, mismo que al ser confrontado con claras y contundentes evidencias se limita a responder cínicamente: “no es cierto…esas pruebas mienten…yo tengo otros datos”.
Así haciendo uso de su habla seductora, cotidianamente le dice al pueblo lo que a este le gusta oír y no lo que realmente necesita saber.
Con el fin del mandato del romantizado Presidente López
Obrador a la vuelta de la esquina, se podría pensar que la situación va cambiar
para bien sobre todo con la al parecer inminente llegada de una mujer a la
presidencia, sin embargo, un buen ejercicio del poder no depende del sexo de la
persona electa, sobre todo si es verdad que en este país el mandatario a cargo
es el que por debajo de la mesa decide a su sucesor o sucesora en este caso y
no hay vuelta de hoja.
Por otro lado, si bien es cierto que la candidatura a la presidencia de Xóchitl Gálvez (Frente Amplio por México), y de Claudia Sheinbaum (Movimiento de Regeneración Nacional) significan un triunfo feminista en materia de los derechos políticos de las mujeres, también lo es que la llegada de una mujer al poder no necesariamente se traduciría en un gobierno pro mujeres, niñas/os y otros grupos vulnerables, como ya lo he dicho en anteriores artículos.
No es lo mismo ser una mujer política que ser una política feminista, de ahí que la forma de hacer política de las mujeres puede ser una confrontación absoluta con el poder de los hombres, o ser una alianza con ellos para eliminar el peligro que representa a su soberanía patriarcal, la presencia de una mujer feminista en los altos puestos de la toma de decisiones.
Llevar a cabo un sexenio con perspectiva de género sería asumir el cargo presidencial con la convicción de querer deconstruir para construir desde adentro revolucionando las leyes y la política en general, con temáticas e implementaciones importantes para las mujeres y por consiguiente para la familia y la sociedad, sería tener una visión nueva auténtica propia, y verdadera voluntad política para la real transformación.
Y todo esto en mi muy particular opinión son atributos políticos y objetivos que no posee ni propone la candidata de Morena: Claudia Sheinbaum, todo su discurso de campaña carece de autonomía teniendo el sello inconfundible del obradorismo y de su postura antifeminista, una de las muchas pruebas es que en uno de los debates ni siquiera se atrevió a pronunciar claramente: “los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”, no pudo decirlo así con todas sus letras balbuceando entre dientes algo que ni ella sola logró entender.
Esta evidente falta de compromiso y de propuestas propias nos da una idea de lo que podemos o no esperar en el caso de que esta candidata resultara electa.
Algo probable más allá del voto ciudadano si tomamos en
cuenta la acertada observación de Abril de la Fuente cuando dice: “Claudia
tiene todo el poder y el dinero del gobierno, ese es el reto, vencer ese
monstruo!”.
En cuanto a la candidata Xóchitl Gálvez concuerdo totalmente con la opinión de esta experimentada política y periodista, quien está convencida de que Gálvez es la única esperanza de cambio en beneficio del pueblo mexicano si gana la presidencia.
En torno a esta Abril añade: “Xóchitl tiene posibilidades y muchas, sobre todo por la unión de los viejos partidos y si logra despertar la conciencia de quienes nunca votan, de los abstencionistas que nos abandonan como compatriotas en momentos de conflicto tan decisivos que son cada 6 años”.
Sobre los objetivos y promesas de campaña de los partidos de izquierda y derecha comenta:
“Sólo los guardan
en papel, ya que en el ejercicio del poder hacen todo lo contrario a sus
ideales. Hoy se necesita de candidatos ciudadanos sin partido, y con la
preparación necesaria para palear tantas problemáticas que nos afectan a todas
y todos por igual aunque de diversas formas”.
Personalmente creo que la candidata Xóchitl Gálvez tiene la preparación académica, la experiencia y coraza política necesarias para hacer frente al sistema patriarcal y a la estructura criminal que conforman los tres niveles de gobierno, y su proyecto apunta a trabajar desde la perspectiva de género y desde la horizontalidad, pero carece del poder político económico y mediático del que goza la hija política y elegida del presidente López Obrador, Claudia Sheinbaum.
Sin embargo, nada está dicho todavía, la moneda está en el aire y cualquier cosa puede suceder en las urnas electorales, millones de ciudadanos/as, la periodista Abril de la Fuente y yo, apostamos por el poderoso despertar del pueblo mexicano para que a tiempo salga del embeleso obradorista y vea la real cara del Presidente, de su partido, y el lado oscuro que ha tenido su gobierno, el cual podría prolongarse a través de su candidata.
El equilibrio que la balanza política mexicana necesita en la recta final del período de las campañas electorales , es el respaldo económico empresarial, el apoyo masivo de los medios de comunicación independientes, y de la eliminación de la neutralidad política, entender a nivel ciudadanía que el abstenerse de votar ya no puede seguir siendo una opción para la población, puede marcar la diferencia entre más de lo mismo o el inicio de la verdadera transformación en pro ciudadano y la construcción de una alternativa de vida para las mujeres y las niñas que garantice su seguridad, bienestar, desarrollo y una vida libre de todas las formas de violencia.
Para concluir y a riesgo de ser considerada ilusa, quiero creer que el futuro político inmediato y posterior de mi querido país (México), no depende de Estados Unidos ni del designio amañado del actual mandatario perteneciente al partido de Morena, sino a la decisión de millones de mexicanas y mexicanos que acudiremos a votar en México y en el extranjero este próximo 2 de junio!.
Galilea Libertad Fausto.
Créditos de la ilustración a quien corresponda.
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