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jueves, 31 de agosto de 2017

Escuchamos a nuestras hermanas de Nicaragua: Nos están matando .


Carta a la Nación: Nos están matando
Escrito por Movimiento Feminista de Nicaragua  
Jueves, 24 de Agosto de 2017 


En lo que va del mes de agosto, 7 mujeres han sido asesinadas atrozmente, con saña y crueldad, a manos de hombres y en lo que va del año, se informa de 38 femicidios ejecutados y 45 femicidios frustrados, convirtiendo la violencia en una epidemia de gravedad para las mujeres, independientemente de la edad, el área de residencia, la ocupación, el estado civil de las mismas. Muchas de éstas han sido violadas, otras dejan hijas e hijos en la orfandad; en la mayoría de los casos han puesto denuncias previas por violencia sin obtener respuesta alguna. Dos de estos femicidios fueron niñas, uno a manos de la policía.



Ante tal situación, las organizaciones de mujeres  y feministas hacemos un llamado a:

· La Policía Nacional a tomar con seriedad las denuncias que presentan las mujeres por violencia; a clasificar adecuadamente y dar el trámite correspondiente a los femicidios y los femicidios frustrados, así como a perseguir y encarcelar a los agresores y femicidas, muchos de ellos  siguen en libertad, aunque se conoce su paradero.

· Al Ministerio Público, a que cumpla con su papel de representación de las víctimas y busquen el castigo ejemplar para los femicidas, violadores y agresores.

· A juezas y jueces para que apliquen con todo el peso,  la Ley 779, protegiendo a las mujeres, a niñas, niños y familiares.

· A la población para que no se muestre indiferente a la violencia hacia las mujeres, las proteja y reaccione cuando vea que las están agrediendo. Muchos de los femicidios frustrados se deben a la intervención oportuna de vecinas y vecinos.

· A los medios de comunicación, hombres y mujeres para que respalden y traten con respeto y seriedad las noticias acerca de los femicidios y la violencia contra las mujeres.

· A las mujeres para que continúen denunciando cualquier tipo de violencia y buscando el apoyo y acompañamiento para evitar convertirse en una estadística más.

Justicia para las mujeres, cárcel para los agresores
Por una vida sin violencia, castigo a los femicidas y agresores
Ni Una Muerta Más, Ni una mujer menos
#AlertaNiUnaMenos

Organizaciones de mujeres y feministas
Colectivo de Mujeres 8 de Marzo, Managua
Colectivo de Mujeres Xochilt, Managua
Colectivo de Mujeres ISNIN, Managua
Colectiva de Mujeres de Masaya
Fundación Entre Mujeres, Estelí
Voces Caribeñas (RAAS-RAAN)
Asociación de Mujeres Profesionales por el Desarrollo Integral (AMPDI)
Programa Feminista Centroamericano La Corriente
Colectivo Feminista Panteras Rosas
Grupo Feminista de León
Asociación de Mujeres Trabajadoras del Sector Informal
Fundación Puntos de Encuentro
Fundación Grupo de Mujeres Sacuanjoche
Espacio de Mujeres Feministas de Esquipulas
Grupo de Teatro Hijas de la Luna
Grupo Lésbico Artemisa
Espacio Feminista de Mujeres Jóvenes



http://movimientofeministanicaragua.org/index.php?option=com_content&view=article&id=156:2017-08-24-21-50-10&catid=14:noticias&Itemid=27
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miércoles, 30 de agosto de 2017

El arduo camino de las españolas hacia la justicia

No fue  hasta  1981 que  las españolas alcanzamos la patria potestad sobre nuestras  hijas e hijos.


El voto no lo conseguiríamos  hasta la Constitución del 31. 

Fue el 9 de diciembre  en una votación "sumamente reñida", como recuerda la catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Amelia Valcárcel, en la que apunta que fue la primera Carta Magna que reconoció la igualdad de derechos políticos entre los ciudadanos.

El 1 de octubre de ese mismo año, las Cortes ya aprobaron por primera vez en la historia de España el artículo constitucional que consagró el derecho al voto femenino, por 161 votos frente a 121, y en el hemiciclo sólo había tres mujeres, dos de ellas, Clara Campoamor y Victoria Kent, defendieron posiciones muy distintas.

Valcárcel opina que entonces se dio por primera vez una situación que más tarde se ha dado con frecuencia y es que "cuando el Parlamento se quiere oponer a un avance significativo para los derechos universales de las mujeres se manda a una mujer a defender esa posición"  Añadimos desde aquí que esta situación no se da solo en el Parlamento 

En este momento el Código civil establecía «El padre y en su defecto la madre tienen potestad sobre sus hijos legítimos no emancipados»

La normativa patriarcal sobre atribución de la patria potestad producía  graves consecuencias en numerosas ocasiones.  En los supuestos de separación de los cónyuges, la mujer perdía incluso el derecho de visita respecto de sus hijas e hijos  y, por consiguiente, las y  los menores también quedaban sin poder relacionarse con su madre con las consecuencias perjudiciales para su desarrollo emocional y afectivo.

La circunstancia de que la patria potestad la ostentase el marido, producía consecuencias gravísimas no sólo para la mujer, también para los hijas e hijos menores de edad, puesto que el Código civil disponía que si la esposa enviudaba y contraía nuevo matrimonio, perdía la patria potestad sobre ellos, salvo que el difunto marido (padre de los hijos) hubiera previsto expresamente en testamento ese extremo, habiendo ordenado, en tal caso, que conservase y ejerciese la patria potestad sobre sus hijos a tenor de lo dispuesto en el artículo 168 del Código. De no ser así  sólo si volvía a enviudar de este segundo matrimonio, recuperaba la patria potestad sobre todos los hijos no emancipados según disponía el artículo 172 del mismo Texto legal.


La situación marginal de la mujer casada respecto a sus bienes privativos y matrimoniales producía también infinitas limitaciones en su autonomía persona.



Las cosas comenzaron a cambiar en julio de 1971 cuando bajo la presidencia de María Telo Núñez se creó la Asociación Española de Mujeres Juristas (AEMJ) desde la que se solicitó la incorporación de mujeres juristas Comisión General de Codificación(CGC)

En diciembre de 1972 María Telo fue nombrada junto a tres mujeres más para formar parte de  dicha comisión  cuyos  trabajos culminaron con la promulgación de la Ley 14/75 de 2 de mayo de 1975 que devolvió a la mujer su capacidad plena de obrar al eliminar la obediencia al marido, la licencia marital y todas las discriminaciones por razón de sexo excepto dos, la patria potestad conjunta y la administración conjunta de los bienes gananciales.  


La patria potestad conjunta y la administración conjunta de los bienes gananciales, fueron objeto de la ley de 13 mayo de 1981 sobre «Filiación, patria potestad, y régimen económico matrimonial», en cuyo estudio María Telo participó activamente en la CGC. 

En dicha ley de 13 de mayo de 1981  se estableció en su Artículo 154: Los hijos no emancipados están bajo la potestad del padre y de la madre.

Como mujer, cuesta a ojos de hoy, creer que esto haya pasado, pero quizá sea una clave que nos ayude a comprender realidades que nos siguen subordinando a las mujeres en la aplicación de la justicia: derechos básicos políticos y civiles fueron obtenidos hace nada.
No es raro que en nuestro sustrato cultural permanezca ese machismo de siglos integrado como una violencia simbólica más o menos sutil de la que nosotras también participemos contra las otras y contra nosotras mismas. 


La gran María Telo siguió trabajando y  tuvo una destacada participación en los estudios previos a la aprobación de la ley de 7 de julio de 1981 sobre «Clases de matrimonio, separación, nulidad y divorcio» que supuso otro avance importante en nuestros derechos. 

Sobre la situación en de la mujer en España recordamos la vida de de nuestra gran escritora Ana María Matute : ... Se casó con un poeta muy culto y muy interesante, pero también muy egoísta y muy mala persona. Se lo hizo pasar muy mal y a los tres años de casarse ella ya sabía que no le quería nada, pero aguantó siete más. Decidió separarse a los diez años de la boda. Pero en la dictadura, ya lo saben, no había mujer que se divorciara de su marido. Ella lo hizo. Y no calculó las consecuencias: divorciarse de su marido, con Franco, suponía perder a su único hijo, algo que ella comprobó con inmenso dolor cuando se lo quitaron. “Eso fue lo más terrible del mundo, me quitó a mi hijo en 1963 y no lo pude volver a tener hasta que pasaron tres años”, cuenta, “aunque tuve la suerte de que mi suegra era muy buena y me permitía verlo sin que su padre se enterara…”


http://mujerdelmediterraneo.heroinas.net/2015/03/la-experiencia-intelectual-de-las.html

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Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones

Desaparecidas hoy en España 

En el 30 de agosto, Día  Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, instamos  a los Gobiernos a apoyar a los familiares de las personas  desaparecidas mediante la eliminación de todos los obstáculos que dificulten la búsqueda de sus seres queridos.

La violencia de género como expresión de una relación desigual da lugar a feminicidios esclarecidos y a otros aún encubiertos que mantienen a las familias de las víctimas en un sufrimiento que es preciso termine.    Al tratarse de un problema recientemente afrontado se precisa formación en género de todas las  personas involucradas en  todo el proceso de investigación para actuar con celeridad y no permitir que pruebas determinantes se pierdan o que testigos involucrados se fuguen. Igualmente la dureza de las penas de quien ponga trabas para encontrar pruebas determinantes para hallar los cuerpos de las mujeres  deben ser máximas. 

La búsqueda de personas desaparecidas y, en muchos casos, la debida identificación de restos descubiertos, es el pedido más urgente y uniforme de los familiares, quienes sobrellevan un sufrimiento tremendo en su larga espera por conocer la suerte o el paradero de sus seres queridos.

Muchos familiares se enfrentan a obstáculos injustificados en su búsqueda, debido a la falta de voluntad política, o porque las investigaciones son insuficientes e inadecuadas.


Los Estados deben garantizar que los familiares, sus representantes y todas las personas con un interés legítimo en saber lo que ocurrió, tengan total e inmediato acceso a los mecanismos nacionales, regionales e internacionales encaminados a establecer la verdad sobre las desapariciones. Esto no sólo significa la eliminación de obstáculos para el acceso a estos mecanismos, sino también promover activamente y facilitar su utilización. También es esencial expandir el uso de los avances y experiencias forenses y las pruebas de ADN, y hacer una utilización apropiada de todas las técnicas tecnológicas y científicas disponibles.

La Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas es clara: las familias y los amigos de una persona desaparecida son víctimas y tienen el derecho a conocer la verdad sobre las circunstancias de la desaparición forzada, la evolución y los resultados de la investigación, y fundamentalmente, el destino de la persona desaparecida.

Por esta razón, el Comité contra las Desapariciones Forzadas alienta a los Gobiernos, cuando corresponda, a crear organismos ad hoc y unidades especializadas para investigar los casos de desaparición forzada, y a crear bancos de ADN nacionales que contengan muestras genéticas de todos los casos reportados.

Los Estados deben abordar con urgencia la angustia de los familiares de los desaparecidos y revitalizar las investigaciones sobre casos de desapariciones. 

Se lo debemos a los desaparecidos y a sus familiares y amigos que despiertan todos los días con la esperanza de conocer la suerte y el paradero de sus seres queridos”.

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La inclusión del concepto de violencia hacia las mujeres con perspectiva de género 6/13

La aplicación de la perspectiva de género supone interpretar la realidad con el objetivo de intervenir sobre ella para reducir las desigualdades entre hombres y mujeres, realizando un análisis que trascienda la biología como único determinante de las desigualdades entre sexos. Más específicamente, implica reconocer la categoría “género” como determinante de salud, identificar y desmontar los mandatos de género, aceptar la existencia de desigualdades de poder entre hombres y mujeres y tratar de contrarrestarlas en la actividad profesional, potenciar la autonomía y empoderamiento de las mujeres y mantener una actitud de compromiso que no dé opción a la neutralidad en la práctica diaria.
Así, en las acciones formativas deberán tenerse en cuenta los condicionantes de género para acceder a la comprensión del fenómeno de la violencia hacia las mujeres, tanto en lo que respecta a su origen como a las razones que explican el mantenimiento de estas situaciones.


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lunes, 28 de agosto de 2017

La complejidad del encuentro entre profesional y paciente 5/13

“Todos los profesionales, sea cual sea su especialidad, deben reconocer que la violencia hacia las mujeres es un problema de salud que requiere una capacitación específica para su reconocimiento, para la intervención adecuada y para neutralizar los efectos subjetivos que genera la atención de víctimas de violencia” (Velázquez 2003; 222).
El encuentro entre profesionales y mujeres expuestas a la violencia es complejo y difícil ya que está atravesado por una serie de condicionamientos y obstáculos que se han de considerar en los espacios formativos.
Este impacto es lo que se denomina actitud contratransferencial, es decir lo que pasa en el mundo interno de quien realiza una intervención profesional, en su propia subjetividad en el momento del encuentro con una paciente, en este caso violentada, lo que le provoca, lo que le suscita, lo que le hace sentir.
Estas actitudes contratransferenciales son habitualmente ignoradas o rechazadas por el personal de salud, porque cuestionan aspectos de la relación profesional-paciente, sobre todo el lugar que ocupa cada persona en dicha relación.
El discurso de una víctima puede llevar a una situación de confusión y conflicto en el rol profesional. Por un lado, cuestiona el marco en el que se ha desarrollado la atención profesional tradicional, caracterizada por una relación asimétrica entre quien ejerce el rol profesional, a quien se le supone en “posesión de la verdad, del poder y del control” y la usuaria que se encuentra en una posición subordinada, vulnerable a la enfermedad, el sufrimiento, la duda, la dependencia y el miedo. Por otro lado, en relación al trabajo con personas violentadas en el ámbito de una relación íntima, quien interviene profesionalmente puede sentir, que algo de lo que observa tiene que ver con un reflejo de sus vivencias personales y que algo de lo que escucha puede haberlo sentido o vivido. Es decir, no es del todo ajeno a su experiencia.
Ante estos riesgos, el personal de salud busca inconscientemente cuál es la postura o la distancia profesional que debe adoptarse posicionándose o demasiado cerca, con el temor o el riesgo de ser atrapado por las escenas de violencia detectadas, o demasiado lejos, con una actitud indiferente (Velázquez, 2003; 221). Así, su postura puede oscilar entre estas posiciones:
Sobreidentificación, con un máximo de implicación personal que puede exceder las posibilidades concretas de abordar el caso, y con lo que se puede aumentar la angustia del otro.
Rechazo, por “miedo al contagio”. Debe entenderse como una forma de defensa ante la angustia que genera el encuentro con el problema de otra persona. Una de las formas sutiles del rechazo consiste en la falta de compromiso o, aún más, la neutralidad. De esta postura suele desprenderse la consideración de la víctima como culpable. (O lo que es muy frecuente en estas situaciones, considerar a las víctimas como rentistas, como receptoras de beneficios secundarios. Actitud que debe entenderse como contratransferencial). Es decir, “en la práctica asistencial se compromete particularmente el posicionamiento subjetivo de las y los profesionales” (Velázquez, 2003).

Para terminar, una cita de Bleger (1997) citado en Velázquez (2003)” el contacto directo con seres humanos, como tales, enfrenta al técnico con su propia vida, con su propia salud o enfermedad, sus propios conflictos o frustraciones. Si no gradúa ese impacto su tarea se hace imposible: o tiene mucha ansiedad y entonces no puede actuar, o bien bloquea la ansiedad y su tarea es estéril”.
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sábado, 26 de agosto de 2017

El Contexto institucional en las actividades de formación sobre violencia 4/13


La violencia hacia las mujeres, no es una “patología” identificada por parte del sistema sanitario. El conocimiento acerca de su magnitud e impacto en salud es relativamente reciente, por lo que generalmente, se espera a que se manifiesten los daños para tomar la decisión de intervenir.
Así mismo, existe ausencia de un discurso institucional, situación que se suele producir ante problemáticas socio-sanitarias complejas, como la presente y que requieren un abordaje interdisciplinar, consensuado y coordinado por parte de las diversas instituciones y agentes implicados. Al no estar incorporada en las agendas y objetivos de salud, se vive como un trabajo extra con carencias importantes en el nivel profesional y en las condiciones estructurales desde las que se desarrolla la atención sanitaria (carga asistencial, falta de recursos específicos, falta de protocolos).
Si la institución no introduce explícitamente el “tratamiento” del maltrato en el ámbito de las responsabilidades de sus profesionales es imposible que se pueda avanzar al respecto. El tiempo que se invierte en la atención no es valorado como parte de la actividad asistencial, y esto lleva a afrontar el problema desde el lado personal, más que desde el profesional y este tipo de implicaciones pueden conllevar el riesgo de que termine “quemando” a quien las realiza si la institución persiste en no reconocer esa acción. El riesgo de quemarse -y la consecuente justificación para la inacción- se evidencia más cuanto mayor es el número de casos de maltrato que se identifican y conforme mayor es su gravedad, tal como ocurre en las Urgencias Hospitalarias, ya que si el personal de salud se implica personalmente en cada caso agotaría no sólo su tiempo disponible sino que se agotaría psicológicamente.
El colectivo sanitario no se siente competente ni legitimado institucionalmente sobre cómo abordar el tema de la violencia; aún así emite, en la mayoría de las ocasiones, recomendaciones a la mujer que pueden ser iatrogénicas en la medida que no vienen articuladas técnica y profesionalmente. la formación es clave al respecto ya que el riesgo de equivocarse en un caso de maltrato es elevado.
la atención a las situaciones de violencia implica el conocimiento de los circuitos y recursos existentes para la gestión de los casos. Una cuestión es cómo detectar y tratar precozmente las situaciones de maltrato que son parte del aprendizaje que se ha de incorporar, y otra, saber cuándo, cómo y dónde es recomendable o ineludible realizar la derivación para evitar que las mujeres expuestas a la violencia puedan perderse por una gestión inadecuada. El personal de salud, por tanto, necesita constatar que existe una cobertura adecuada a la naturaleza de los problemas con los que prevé que se puede encontrar.
Así mismo y para que esto sea posible, debe facilitar la competencia profesional, lo que implica asumir espacios de formación y capacitación profesional. Por último, ha de articular recursos y herramientas pertinentes para la gestión de los casos, controlando los efectos derivados de las intervenciones, la victimización secundaria y las intervenciones potencialmente iatrogénicas.

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jueves, 24 de agosto de 2017

BUSCAMOS A JOHANA desaparecida hace un mes en La Plata ( Argentina )


Hace casi un mes que no se sabe nada de Johana, que fue vista por última vez en las calles 1 y 63 en La Plata. Entendemos que es el Estado quién debe hacerse responsable de su búsqueda e investigar su desaparición.

Nos solidarizamos con la familia y nos colocamos a su entera disposición.

Convocamos y llamamos a todas las organizaciones sociales, políticas, sindicales, organismos de derechos humanos y organizaciones feministas de mujeres y de las disidencias, a movilizar el viernes 25/8 a las 16hs desde la Fiscalía (7 y 56) hasta la Gobernación de Buenos Aires.

Al momento de su desaparición Johana llevaba un jean negro con blanco nevado, una campera marca Reebok y zapatillas blancas Nike.

APARICIÓN CON VIDA YA DE JOHANA!

EL ESTADO ES RESONSABLE.

Para aportar datos:
Línea 145
Línea 911
221-3040179
221-6188000
Facebook: Buscamos a Johana Ramallo



Enviar adhesiones abuscamosajohana@gmail.com

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La respuesta profesional ante la violencia hacia las mujeres 3/13

El personal de salud juega un papel fundamental en la prevención, detección precoz e intervención de cada caso de violencia.

En el caso de la Atención Primaria, el conocimiento y contacto continuado del personal de salud con las personas, sus familiares y amistades les sitúa en un lugar privilegiado a la hora de detectar precozmente situaciones de violencia cuando una mujer se hace atender por alguna razón. los servicios de urgencias tanto hospitalarios como extrahospitalarios pueden ser también los primeros en examinar a una mujer víctima de la violencia. Por todo ello, es fundamental que dispongan de herramientas y capacitación para afrontar y gestionar de manera efectiva este problema de salud.
El colectivo de profesionales sanitarios, como parte de la sociedad, participa de los mismos mitos y prejuicios que favorecen la persistencia del maltrato. la investigación cualitativa sobre el discurso de profesionales sanitarios y de mujeres víctimas de violencia, llevada a cabo por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid (2004) pone de manifiesto diferentes modelos de comprensión del fenómeno en la respuesta profesional ante dicha problemática, en función del sexo y la propia conformación de la identidad de género.

Por tanto, quienes intervienen en la atención a mujeres víctimas de la violencia de género tienen, sean o no conscientes de ello, su propio posicionamiento frente a los hechos de la realidad, y esto determina su actuación. El abordaje de las situaciones cotidianas a las que se enfrentan en su práctica clínica dependerá en gran medida de la conceptualización que tengan del problema y de cuál sea su postura ante el mismo.

Este problema al que nos enfrentamos no es sólo un asunto clínico sino que primeramente es un asunto fuertemente impregnado de ideología, es decir de la particular manera que cada cual tiene de entender y conceptualizar la realidad social en la que vive y, por tanto, de actuar.

En el ejercicio profesional se implementan determinados marcos teórico-técnicos, pero también subyacen criterios valorativos respecto a la problemática. El colectivo de profesionales de la salud se enfrenta a menudo con situaciones que ponen en conflicto su pensamiento y la acción, puesto que, tal como señala Velázquez (2003; 243), “existen fenómenos residuales que remiten a creencias y mitos que ya se creen superados pero que se aferran a conservar su existencia y pugnan por manifestarse. En esta tarea concreta de la violencia de género, el efecto residual de esos mitos, creencias y prejuicios puede filtrarse en la escucha, el pensamiento y la intervención, operando como obstáculos en las formas de actuar”.

Como conclusión, esta “formación es en realidad una concienciación, porque lo que está en juego no es tanto adquirir nuevos conocimientos, cuanto desmontar una forma habitual de ver las cosas y adquirir una nueva forma de percibirlas” (Seoane y Gálvez 2004).

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miércoles, 23 de agosto de 2017

Dificultad para visualizar la violencia 2 /13

La dificultad para visualizar la violencia se debe a una serie de operaciones simbólicas que se utilizan para su ocultación, de manera que pueda ser admitida. Estas operaciones son: la naturalización, la invisibilización, la legitimación, la insensibilización y la banalización. 

Todas ellas son mecanismos de protección ante la angustia que pueden provocar estas situaciones en quienes trabajan con mujeres. Estos mecanismos, efectivamente protegen a quien se enfrenta profesionalmente a estas situaciones, pero a la vez, le distancian y le dificultan la percepción y la comprensión de su tarea. De ahí la necesidad de detectarlos y desactivarlos para que no resulten un obstáculo en su quehacer profesional.
Esto se debe a que el abuso que aparece en una pareja, lo hace “de forma insidiosa, indetectable, con unos primeros incidentes de baja intensidad que no pueden calificarse como violentos por normales y por aislados. Estas primeras conductas resultan banales e inofensivas, pero poco a poco van creando un clima de coacción en el que todo adquiere otro significado, y van dando paso a manifestaciones más graves a la vez que debilitan a la mujer” (lorente Acosta, 2001).
Así mismo, el origen de la violencia hacia las mujeres, su desarrollo, su mantenimiento, las creencias y relaciones que la perpetúan tiene que ver con aspectos, mitos, creencias, prejuicios, actitudes presentes en la sociedad y en todos los sujetos que la componen.
las operaciones realizadas para invisibilizar la violencia deben ser detectadas y desarmadas, y esto requiere ejercer un juicio crítico sobre muchos e importantes mecanismos sociales y personales. Esta reflexión crítica debe ir dirigida a destacar la anormalidad de esas situaciones: “no debemos dejar que se instauren en las relaciones entre hombres y mujeres ese tipo de conductas impositivas que en un principio parecen ser totalmente inocuas, pero que por ese modelo de relación basado en un desequilibrio de fuerzas a favor del hombre, son consideradas como territorio al que nunca se renunciará” (lorente, 2001).
Múltiples dolencias y problemas psicofísicos considerados habitualmente como femeninos no son debidamente interpretados al desconocer su conexión causal con el sometimiento a relaciones de abuso, y por tanto pueden ser atribuidos, de forma estereotipada, a supuesto déficit o patologías de las mujeres. 
Como se menciona en el libro Blanco de la Salud Pública de la Comunidad de Madrid, la Salud Pública desempeña una función de mediación entre lo individual y lo colectivo debiendo ejercer como traductor entre ambos lenguajes: medicalizar lo político, lo que implica traducir el coste en salud que suponen los problemas sociales como el que estamos abordando y politizar lo sanitario, es decir, transformar el conocimiento sobre la distribución de la violencia en medidas sociales y políticas para luchar contra ellas. 
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martes, 22 de agosto de 2017

Avanzamos con las mujeres de Chile en el disfrute de nuestros derechos


Celebramos el éxito obtenido por las mujeres chilenas en un ambiente aun difícil  preñado de neoliberalismos y fascismos, a pesar de muchos avances en el país.

En Chile, el aborto terapéutico fue legal desde 1931 hasta 1989, año en el que la dictadura de Pinochet lo prohibió.

Aunque la prohibición del aborto afectaba a todas las chilenas, de diferentes edades y sectores socioeconómicos, las pobres son las más castigadas. De acuerdo a la Defensoría Penal Pública, que tiene en sus manos la defensa de un 80% de los imputados por diversos delitos que se cometen en Chile, entre 2006 y febrero de 2015 un total de 506 personas fueron acusadas por los delitos de aborto contemplados en el Código Procesal Penal. La mayoría había sido denunciada en un hospital público, que en Chile es utilizado por los sectores con menos dinero que no tienen acceso a las clínicas privadas.




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domingo, 20 de agosto de 2017

LA VIOLENCIA DE GÉNERO COMO PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA 1/13


La violencia de género, manifestación de las relaciones históricamente desiguales entre mujeres y hombres y fruto al mismo tiempo de las desigualdades sociales y culturales, es un fenómeno de enorme calado por su carácter estructural que tiene la función de reforzar el control que tradicionalmente han ejercido los hombres sobre las mujeres.
la violencia de género es una realidad que ha estado presente en todos los momentos históricos y en todas las sociedades como un reflejo de la asimetría existente en las relaciones de poder entre hombres y mujeres, perpetuando la subordinación de las mujeres y la desvalorización de lo femenino frente a lo masculino. Es, en definitiva, la violencia que se ejerce contra las mujeres por el hecho de serlo.

la violencia hacia las mujeres ha existido siempre y para muchas de ellas constituye parte de su forma de vida. Ha sido el modo utilizado por los hombres para someterlas y dominarlas. El hecho de que durante mucho tiempo haya permanecido oculta se debe a que con frecuencia las mujeres son maltratadas por miembros de su propia familia (Hilberman, 1980; OMS, 1998). la invisibilidad de la violencia hacia las mujeres está relacionada con el prestigio social que ha tenido y tiene la institución familiar y la creencia de que los hechos que ocurren en su seno pertenecen al ámbito de lo privado. A pesar de las dificultades que existen para detectarla, las investigaciones llevadas a cabo en las últimas décadas han puesto de manifiesto que la violencia hacia las mujeres es un problema generalizado que lejos de ser controlado continúa creciendo (Watts & Zimerman, 2002).
la magnitud de la violencia hacia las mujeres ha alcanzado tal dimensión y gravedad que ha llamado la atención de distintas organizaciones internacionales llegando a ser considerada como un grave problema de salud pública que atenta contra la integridad y los derechos humanos de las mujeres.
la dificultad para visualizar la violencia se debe a una serie de operaciones simbólicas que se utilizan para su ocultación, de manera que pueda ser admitida. Estas operaciones son: la naturalización, la invisibilización, la legitimación, la insensibilización y la banalización. 

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viernes, 18 de agosto de 2017

La justicia machista y el Estado español


Es verdad que machista es todo el sustrato en el que vivimos con valores androcéntricos, pero frente a esta situación, muchas personas están intentando cambiar sus propios esquemas de vida para conseguir una sociedad más igualitaria y poco a poco hemos ido conformando leyes que nos ayudan a salir de ese atraso.
Son múltiples las asociaciones de hombres por la igualdad y de mujeres que igualmente la buscan.

Para que los cambios sean posibles la formación es vital, y ya desde 2012 veníamos pidiendo una justicia feminista. El informe que elaboró Amnistía Internacional  titulado  ¿Qué justicia especializada ? era claro de cómo se sentían las mujeres frente al sistema judicial e instaba al Estado español a  rendir cuentas sobre el cumplimiento de sus obligaciones internacionales concernientes al acceso y la obtención de justicia y protección para las víctimas de violencia de género, a todas las demás instituciones* , se les pedía  según sus competencias:


• que lleven a cabo un estudio en profundidad sobre la garantía de los derechos de las víctimas ante la justicia en los Juzgados de Violencia sobre la Mujer, y de las cifras que se están dando en estos siete años de funcionamiento.



• que aseguren la especialización real, no sólo nominal, de los órganos judiciales encargados de violencia de género.


• que garanticen la disponibilidad y la calidad de la asistencia letrada a las víctimas de violencia de género, incluida la violencia sexual y la trata de personas desde la interposición de la denuncia y durante todo el proceso judicial. Para ello se debería fijar el número de letrados y letradas adscritos a estos turnos, en función del número de población del territorio correspondiente.

• que mejoren los mecanismos de formación inicial y continua de jueces, fiscales, abogados e intérpretes en materia de derechos humanos y violencia contra las mujeres desde un enfoque de género.


Sabíamos que en los cursos de formación a abogadas y abogados se tenían unos planteamientos machistas de toda la vida, que hicieron a alguna mujer abandonarlos y que algunos-bastantes de los profesores no tenían formación en género.

Hoy en 2017, con el caso de Juana Rivas delante, me hablan de cientos de mujeres que han sufrido los reveses de la justicia patriarcal, de vidas de niñas y niños destrozados tutelados por padres maltratadores, que se sirvieron de distintos síndromes para desacreditar a sus excompañeras madres de sus hijos.
Me dicen de varias mujeres condenadas a prisión por querer proteger a sus pequeñas y pequeños y no quererlos entregar a su progenitor y otras que se salvaron por casualidad. Me hablan en fin de cientos de mujeres víctimas de la justicia machista. Me dicen que el caso de Juana no es el peor.
Me pregunto ¿se ha formado y se está formando al sistema judicial adecuadamente en género?

¿Se están cumpliendo las leyes en cuanto a formación en género e igualdad, incluso desde el instituto, a nuestros hijos e hijas? ¿Quién imparte estos cursos? ¿de cuántas horas hablamos? ¿cómo se controlan sus resultados de esa formación y quien lo hace ?

He visto recientemente una denuncia de unas alumnos de un Instituto en Madrid  sobre la formación que le dieron varios miembros del Cuerpo Nacional de Policía, hablando de denuncias falsas en contra de los  datos de los informes elaborados por la Fiscalia  que indica que son mininas, he oído de otros institutos  en los que se hablaba que los hombres tenían las de perder …y de que la formación estaba asignada a la Policía . Vivimos en un país que para cualquier trabajo se exigen múltiples titulaciones, ¿tendrán esos policías alguna maestría  en género e igualdad ?
Si no formamos a nuestra adolescencia en un tema tan importante ¿que nos encontraremos a futuro? 

Oí el año pasado a un representante del gobierno español hablando de la lacra de la violencia de Genero en Naciones Unidas en Ginebra y casi me da la risa, por no llorar, después de ver lo serio que se venían tomando el problema, reduciendo recursos económicos incluso en el apoyo a víctimas.

Un ímprobo trabajo por parte de mujeres y hombres defensores de la igualdad nos hace avanzar ligeramente y el resultado ha sido por ahora un Pacto de Estado descafeinado pero cambiar los usos y costumbres, conseguir, por ejemplo, que se prohíba el vídeo de Despacito que hoy arrasa y que denigra a la mujer y no que gratuitamente lo anuncie Televisión española en uno de sus telediarios con la excusa de que venía el cantante a España, llevara tiempo y mucho trabajo.
Muchas personas estamos empeñadas en ese esfuerzo y no dejaremos de denunciar la situación acompañando casos como el de Juana, el cada una de las mujeres que este machismo asesina cada semana y las múltiples violencias que un sistema machista nos infringe cada día, en cada espacio en el que vivimos, claras de lo ilegitimo de muchos actos aunque se definan como legales pues están fundado es criterios que minusvaloran y que no apoyan suficientemente a las mujeres.

Recordamos del informe de Amnistía Internacional de  2012  que citaba seis ámbitos de especial preocupación en los que se ponía de manifiesto la grave desprotección y/o falta de diligencia en la protección a las mujeres y niñas víctimas de violencia que han decidido denuncia :

 1.No todas las mujeres son adecuadamente informadas sobre sus derechos. La Ley Integral garantiza el derecho a la información de las víctimas.

2. Déficit en la disponibilidad y la calidad de la asistencia letrada.

3. Falta de diligencia en la investigación judicial.

4.   Sin “marcas físicas”, los obstáculos se multiplican.

5. La contradenuncia como estrategia de impunidad.

6.  Prejuicios y trato irrespetuoso en la obtención del testimonio de las víctimas.
 
Preocupaciones que surgían de esta frase” Me pueden dar un golpe, me pueden llevar un pedazo, pero yo no vuelvo a denunciar”. dicha por una mujer dominicana que vio denegada la orden de protección y archivadas sus dos denuncias por violencia de género en 2012.


¿Cuánto ha cambiado el sistema judicial desde 2012? ¿Alguien cree que este sistema da garantías en 2017  a las mujeres que a él tienen que acudir para protegerse y proteger a sus hijas e hijos?

*(Parlamento, Ministerio de Justicia, Consejerías de Justicia, Consejo General del Poder Judicial, Fiscalía General y Fiscalías especiales y  los Colegios de abogados)

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Rebeldías y alternativas feministas latinoamericanas


Varias son las dimensiones presentes en las luchas y las rebeldías históricas feministas en Latinoamérica:
Se caracterizan por el pasaje de luchas puntuales, rebeldías y denuncias, a la asunción de propuestas generadas por movimientos feministas de otras partes del mundo, así como a la creación de alternativas locales y regionales a la problemática de las mujeres a partir de indagaciones propias y de conocimientos generados en las vidas personales, los movimientos sociales, civiles y políticos, en la academia y en las instituciones.
Se trata del paso constante, a manera de vaivén, de la rebeldía y la subversión a la construcción práctica de alternativas. Dentro del orden hemos armado un desorden y abierto fisuras que metamorfosean al mundo.
Los feminismos que hoy llamamos latinoamericanos no nacieron con esa identidad. El latinoamericanismo previo era androcéntrico y referido a grandes episodios emblemáticos que se erigían simbólicamente como latinoamericanos.
Latinoamérica era de los hombres. Por primera vez en la historia es un territorio simbólico y político para y de las mujeres gracias a la acción práctica de las feministas y a la voluntad del encuentro.
Los feminismos latinoamericanos son todos sincréticos y más aún, son arrítmicamente sincréticos, como sincréticas somos nosotras al pertenecer a una tajada de mundo que nadie sabe si pertenece a Occidente a no ser por las lenguas dominantes que se hablan en ella (castellano, portugués, ingles, francés) las religiones hegemónicas, y la organización de sociedades y estados conforme a la tradición occidental.

Sin embargo aquí se hablan más de 200 lenguas precolombinas, prevalecen religiosidades, tradiciones, y formas de vida cuyos remotos orígenes son pre occidentales.
Hay quienes nos colocan en el Tercer Mundo, aunque para nosotras sea el primero, porque es el que pretendemos hacer nuestro. Unas latinoamericanas vivimos con los recursos de la modernidad y el desarrollo y la inmensa mayoría anhelan y luchan por su probada de modernidad. Antes, las latinoamericanas vivíamos del Río Bravo hacia el sur, hoy la migración ha llevado a millones hasta Chicago, Los Angeles, Nueva York. Y, algunos canadienses reivindican su latinoamericanidad.
¿Será por nuestra diversidad histórica que tenemos ricas y variadas corrientes ideológicas y políticas?
Los feminismos locales han vivido, sin resolver, una tensión entre lo capitalino, lo urbano, lo provinciano y lo rural. Enmarcados en esas tensiones y ante el asombro del entorno, se han producido oleadas de encuentros de mujeres de países distintos, signados por el descubrimiento, la cooperación, el conocimiento y la solidaridad. Se ha dado también la alianza política representada en los congresos feministas latinoamericanos, en el sin fin de reuniones organizadas por temas y frentes de acción política. En ellos, feministas recién llegadas, anhelantes, se han encontrado con las fundadoras, las caribeñas con las del Sur, las centroamericanas entre ellas mismas. El debate de las prioridades ha suscitado conflictos además con quienes no son feministas y participan. Y, cuando ya creíamos que no habría otro encuentro más, asoma el siguiente en el horizonte.

Las feministas empezamos en pequeños grupos, aisladas, inconexas e ignorantes de las otras y, poco a poco, caminamos enredadas con la creación de vínculos y redes sin los cuales sería impensable el flujo de información, el intercambio y la sintonía en las acciones políticas concretas. Hemos devenido
latinoamericanas por necesidad y por nuestra voluntad.
Sin embargo, surgen preguntas inevitables acerca de si somos una fuerza política latinoamericana. Si esas experiencias han creado un capital político frente a otros poderes y, si tienen señas de identidad comparadas con feminismos de otras latitudes. Si el tamaño de esos poderes es tan grande que podemos constituir un frente e incidir continental, nacional y localmente. Si los feminismos latinoamericanos mantienen un diálogo y acciones conjuntas más allá de cumbres y eventos internacionales.
Feministas de otros lares, admiran en nosotras aspectos que, a su parecer nos definen, como nuestra organización en redes, las acciones conjuntas, una actitud de lucha y fandango, el desarrollo académico, literario y artístico sólido, la multiplicidad de temas de nuestras agendas, las formas variadas de ser feminista y la presencia de mujeres de edades, generaciones, colores, tradiciones y culturas diferentes.
Como antropóloga me pregunto si tenemos marcas de identidad o si los feminismos son universales, indiferenciados más allá de su cronología histórica y pienso en respuestas en ambos sentidos:
A nivel macro, enarbolamos las mismas causas que movimientos de otras latitudes porque el feminismo configura una cultura transnacional, transétnica y secular. Los temas políticos del feminismo se definen prácticamente de manera cada vez más global y la filosofía feminista ha dado unidad a la diversidad.
Al mismo tiempo los feminismos en América Latina están marcados por su liga con la democracia y con el desarrollo y, desde luego, con la diversidad de mundos, lenguajes y puntos de vista.
Marcela Lagarde y de los Ríos 

http://www.cotidianomujer.org.uy/sitio/pdf/ElFeminismoenmiVida.pdf
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jueves, 17 de agosto de 2017

Todas con Juana en Callao (Madrid) 17 de agosto a las 20 horas


#RetiradaGuardaYCustodiaAMaltratadores
#RetiradaRégimenVisitasAMaltratadores
#UnMaltratadorNuncaSeráUnBuenPadre

LA PLATAFORMA 7N LLAMA A ACUDIR A LA CONCENTRACIÓN EN APOYO A #JUANARIVAS MAÑANA, JUEVES 17 DE AGOSTO, A LAS 20 HS EN LA PLAZA DE CALLAO DE MADRID Y EN OTRAS CIUDADES

El TC tenía razones fundadas para aceptar el recurso de amparo.

Madrid, a 16 de agosto de 2017

La Plataforma 7N, tras conocer la decisión del Tribunal Constitucional de rechazar el recurso de amparo solicitado por Juana Rivas, ha llamado a acudir a la concentración en su apoyo que tendrá lugar mañana en Callao.

En opinión de la Plataforma, el Alto Tribunal perfectamente podía haber aceptado el recurso ya que tenía razones fundadas como es la protección de los menores, velar por el interés superior de los hijos.

 Asimismo, considera que no se está aplicando el artículo 31.2 del Convenio de Estambul del Consejo de Europa, ratificado por España, que exige tomar medidas “para que el ejercicio de ningún derecho de visita o custodia ponga en peligro los derechos y la seguridad de la víctima y de los niños”, que también rige en Italia, país al que –por los artículos 63 y 64 del mismo Convenio- España debe transmitir “sin demora” y “sin necesidad de petición previa” toda la información y pedir cooperación, con el fin de asegurarse de que se toman las medidas protección apropiadas para la madre y los hijos.


 Además, el Tribunal Constitucional no ha interpretado las leyes a la luz del Pacto de Estado contra la Violencia de Género recién aprobado en el Parlamento (Boletín Oficial del Congreso de los Diputados de 08.08.17), cuyo punto 4 llama a “intensificar la asistencia y protección de los menores”, y mucho menos alguna de las comparecencias, como la de la Jueza de Violencia Paloma Marín que propuso “con relación a la mejora de la protección de los menores, dado que el artículo 48.2 del Código Penal prevé la suspensión del régimen de visitas, propone establecerla con carácter imperativo en todos los casos en que el/la menor hubieran presenciado, sufrido o convivido con manifestaciones de violencia”.


 Este caso recuerda al de Ángela González Carreño, ante el que la comunicación 47/2012 el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de Naciones Unidas CEDAW señaló en julio de 2014 que la falta de empatía y diligencia de los Juzgados, después de haber recibido entre diciembre de 1999 y noviembre de 2001 más de 30 denuncias y solicitudes de órdenes de alejamiento para la madre y la niña, incidió en el asesinato de la niña a manos de su padre el 24 de abril de 2003. El Comité señaló que entre 2008 y 2014 fueron 20 los niños asesinados por sus padres en el ejercicio de sus derechos de visita. Y en 2015 “El Comité observa con preocupación la falta de comprensión por el Estado parte (España) de su obligación de diligencia debida y la falta de seguimiento de los dictámenes del Comité sobre la comunicación núm. 47/2012, González Carreño c. España. Observa que las medidas adoptadas por el Estado parte para capacitar a los jueces y los abogados sobre la Convención y su Protocolo Facultativo y para incorporar sus disposiciones en su ordenamiento jurídico son insuficientes. Le preocupa además que las propias mujeres, especialmente las mujeres de las zonas rurales y las mujeres migrantes, no conozcan sus derechos con arreglo a la Convención y, por consiguiente, carezcan de la información necesaria para reivindicarlos”.


 Porque hoy es Juana Rivas, pero también por todas las Juana Rivas que pueda haber en el futuro, es necesario acudir a la Plaza de Callao mañana a las 20hs. a decir fuerte y claro que un maltratador no es un buen padre.




https://plataforma7n.wordpress.com/2017/08/16/la-plataforma-7n-llama-a-acudir-a-la-concentracion-en-apoyo-a-juanarivas-que-tendra-lugar-manana-en-callao/

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Soy más que mis manos. Los diferentes mundos de la mujer en la maquila.


Empezaré reconociendo el aporte metodológico que brindan las historias de vida para reconstruir las trayectorias laborales y cotidianas de las mujeres que participan en buena medida en la economía fronteriza en Tamaulipas con su labor en las maquiladoras, al igual que en aquellos lugares de México en donde se han localizado tales fuentes de empleo. Son estas historias las que permiten acceder a los rincones de la intimidad que muestran los sentimientos, esperanzas, temores y aflicciones de esas mujeres que comparten tantas cosas y que, de alguna forma, influyen en su manera de concebir y desarrollar el trabajo.

Considero que la ciencia social no se hace desde el exterior de quienes actúan o independientemente de ellos. Es necesario rescatar su propia perspectiva: su palabra y vida subjetiva individual. Las y los sujetos individuales y colectivos son sociales y mueven este ámbito, así que lo que existe de social interesa a nuestra mirada. Si penetramos en sus escenarios, pensamientos, ilusiones, deseos y palabras, es para rescatarlos y, si es posible, para hacer transitar lo social hacia una condición más digna. Quien entra a un lugar de la cultura o de la intimidad no debe hacerlo para ultrajarlo, corromperlo, sino para volverlo más humano, mínimamente para entenderlo en sus motivos y motores como lo instaura la perspectiva weberiana.

Las historias que rescatan Cirila Quintero y Javier Dragustinovis, tratan de la vida de cuarenta mujeres; de aquéllas que han invertido buena parte de su tiempo y existencia en un proyecto económico regional vinculado directamente a la economía internacional como es la maquila. Son historias de quienes han dejado la juventud –algunas desde los quince años–, con esperanza de mejorar la calidad de vida y sobre todo la salud. Mujeres que han renunciado a sus sueños de estudiar, de compartir los mejores momentos al lado de hijos y familia, al goce del tiempo libre, a vivir en condiciones diferentes.

Lo que el libro nos muestra es que las manos de las mujeres de la maquila en Tamaulipas fabrican balastras, juguetes, motores, volantes de automóviles, overoles, batas de médicos, partes eléctricas, entre otros productos. Son las mismas manos que limpian la casa, cambian pañales, bañan niños, atienden maridos, lavan ropa, preparan comida y a veces realizan otras labores para obtener un ingreso extra.

Así se mueven las manos de las mujeres que han venido a formar parte de las cifras que hablan del incremento de la participación femenina en la fuerza de trabajo en México, que se aceleró dramáticamente durante los últimos veinte años del siglo pasado en todos los rangos de edad y distintos estados civiles.

A ello se suma que la disminución en la tasa de fecundidad de las mujeres les permite dedicar más tiempo a sus labores extradomésticas, ya que ocupan menos años y menos horas a la crianza de los hijos. Lo mismo sucede con el hecho de que la propensión al aumento de las rupturas conyugales ha convertido a muchas de ellas en jefas de familia y que desafortunadamente por la persistencia en la segregación del empleo por sexo, o a la distribución desigual de los puestos de trabajo entre hombres y mujeres (hay tareas socialmente consideradas como propias de los hombres, mientras otras se suponen adecuadas para las mujeres), ubica a éstas últimas en los puestos de más bajos ingresos en la maquila.

Existe, además, entre las propias trabajadoras de la maquila, la idea generalizada de que sus manos son para trabajos delicados, no como las toscas manos masculinas que no sabrían desarrollar como ellas esa labor cotidiana en la fábrica.

No obstante, alguna de ellas señala que aprendió a pulir, actividad de hombre, labor de fuerza con los brazos, y que lo hizo tan bien que la ascendieron a supervisora de pulido en el área de volantes para automóviles.

Como ya se sabe, este tipo de industria ha sido generadora de empleo para gran cantidad de mujeres, ello no es por casualidad, pues representan la mano de obra más barata y fácilmente reemplazable. Sin embargo, es importante señalar que, pese al incremento de la participación femenina en la economía, esto no representa una mayor autonomía de las mujeres para tomar decisiones, ni la equidad de género. De hecho, tampoco implica la conquista de tiempo libre para las mujeres trabajadoras, ya que por las obligaciones familiares deben desempeñar una doble jornada laboral, dado que no existen las condiciones que hagan compatible el trabajo doméstico con el extradoméstico. Así, de acuerdo a cifras oficiales, en el 2003, 96.1% de las mujeres que participaban en el trabajo extradoméstico, efectuaban también actividad doméstica, y dedicaban en promedio 62.2% de sus horas semanales a ambas labores, de las cuales 24.8% corresponde al trabajo doméstico.

Pero ¿Qué significa ser mujer cuando se es madre y trabajadora en una maquila? De acuerdo al apartado "El hogar", que nos presenta el libro, es ésta la obligación que no perdona.

Quintero y Dragustinovis apuntan que el trabajo en la maquila no ha liberado a la mujer de sus labores domésticas: son ellas las que continúan cuidando a los hijos y encargándose del hogar; y si bien es cierto que hoy alcanzan más participación en las decisiones de la casa, no es porque cuentan con una pareja comprensiva, sino porque ellas han asumido el papel de padre y madre en muchos hogares. Han tenido que equilibrar el papel de trabajadoras y madres, y en este balance el tiempo resulta ser el reto principal a vencer.

La polivalencia requerida en la planta se repite en el hogar: "yo lavo, yo hago la casa, yo cuido bebés". La infinidad de labores hogareñas, donde el cuidado de los hijos resulta central, lleva a que las mujeres vean como una sola jornada laboral las distintas actividades que realizan diariamente. Para algunas, la jornada inicia con el alistamiento para ir a trabajar, para otras con el regreso al hogar después de trabajar toda la noche; no para dormir, sino para cumplir con sus actividades de enviar a los hijos a la escuela; es entonces cuando la noche se convierte en día y el día en noche.

El tiempo para descansar no existe, y el fin de semana es para ponerse al corriente de los quehaceres rezagados durante la semana. A pesar del desarrollo de las actividades, las evidencias muestran una insatisfacción y una culpabilidad de las trabajadoras por no cumplir del todo con sus actividades familiares y hogareñas; existen remordimientos por no ser la madre perfecta, la esposa ideal, ¿Pero, quién puede serlo cuando existen tantos roles por cumplir?

La realidad de las mujeres que laboran en la industria maquiladora es que no cuentan con el tiempo necesario para la recuperación de las energías gastadas durante la jornada asalariada; tal jornada cotidiana les implica levantarse entre las 4:30 y 5:00 de la mañana diariamente –algunas incluso los sábados–, preparar lonche, dejar listo el desayuno de los hijos, entre muchas actividades más, y correr a buscar transporte público que las lleve a la fábrica, pero que a esa hora va lleno y quizá no las levante para que puedan llegar a la maquila a las 6:30 de la mañana. Significa laborar bajo presión para cumplir con ciertos estándares de productividad que son generalmente más elevados de lo humanamente posible, además, realizar un trabajo repetitivo, siempre en la misma posición y que requiere en mucha ocasiones de grandes dosis de concentración para no accidentarse. Esto entraña posturas de trabajo incómodas, jornadas de más de ocho horas de pie, estrés y desgaste físico que a la larga, y a veces no tan a la larga, cobran factura.

Significa también, salir de prisa de la maquila para llegar a la casa a lavar ropa, preparar la comida del día siguiente para los hijos, ayudarlos con la tarea –si es posible–, limpiar la casa y dormirse lo más temprano que se pueda –que la mayoría de las veces no se puede–, para empezar al día siguiente la misma rutina. Eso si no se tiene otro trabajo adicional, como el de algunas de ellas que todavía cosen ropa en casa para obtener otro ingreso.

Esto es lo que sucede si acaso se tiene la suerte de cubrir un turno laboral por la mañana, porque si es el tercer turno las cosas son todavía más difíciles, ya que hay que batallar con un transporte público que las lleve a altas horas de la noche a la maquila, caminar a solas y con temor por calles obscuras donde ya otras mujeres han vivido incidentes de agresiones sexuales, y llegar a las empresas donde las casetas de vigilancia no están instaladas para proteger la seguridad y la integridad de las empleadas, sino para vigilar la seguridad de la producción.

A ello hay que sumar el problema de tener hijos pequeños que requieren mayor atención y necesitan guarderías para casi todo el día, mientras la madre está en la maquila; guarderías que, por cierto, no abundan.

La mujer asume que el varón cuenta con un tiempo privado para sí mismo y ejerce dominio sobre su tiempo libre; en cambio, la mujer lo tiene hipotecado.

Ésta ha asociado siempre lo privado con lo doméstico, es decir, el espacio en su casa cuando no está cumpliendo con una jornada de trabajo, pero en tanto realiza actividades en el hogar, como cuidar de los hijos, hacer la limpieza, organizando.

Pero lo privado no es igual a lo doméstico, pues aquéllos o aquéllas que disfrutan de algún tiempo privado es porque tienen resuelto de alguna forma lo doméstico, ya sea delegándolo a otra persona o resolviendo ellos o ellas mismas la infraestructura doméstica.

Entonces, carecer de vida privada no es sólo un matiz, sino un aspecto que incide en un desigual reparto de oportunidades personales hay consecuencias discriminatorias al efectuar la división entre lo público, lo privado y lo doméstico, ya que al asumir cada espacio, sea una responsabilidad masculina o femenina se está en contra de la igualdad de oportunidades.

En otras palabras, a la jornada pública de trabajo productivo, asalariado, bajo contrato, desempeñada en un espacio destinado para su ejecución, como la fábrica, se suma la jornada privada de trabajo reproductivo que realizan las mujeres en el ámbito doméstico, como una obligación que la sociedad les ha impuesto en función de su sexo; una actividad que se constituye como socialmente no reconocida y por lo tanto no remunerada. Faenas ambas que representan la situación de opresión que vive la mujer en la cultura dominante.

En suma, hablar de la doble jornada laboral de las mujeres de la maquila es muy distinto a vivirlo: significa tiempo, tiempo que corre muy aprisa y rebasa las capacidades de cualquiera para hacer todo lo que se supone que hay que hacer durante las 24 horas. Significa además, como ya se mencionó: culpa, culpa por no dedicarle suficiente tiempo a los hijos, por dejarlos solos, por no educarlos ellas mismas, por ponerlos en manos ajenas; por no ser una buena madre y ama de casa, que se supone que es lo que todas las mujeres debemos ser.

Una de ellas declara: "Las mujeres somos bien responsables, porque las mujeres somos madres, esposas, y tenemos la obligación de lavar la ropa y hacerles la comida... llevarlos a la escuela, hacerle lonche al esposo. Todo eso. Y el hombre nomás se levanta y se va".

Los principales problemas que señalan las trabajadoras de la maquila son: el bajo sueldo que perciben por el esfuerzo realizado, las deficiencias del transporte colectivo y la inseguridad pública cuando tienen que trasladarse de noche o durante las primeras horas del día a trabajar.

En lo que se refiere al espacio de la vida y las identidades laborales, los testimonios de que da cuenta el texto nos señalan que la formación de identidades maquiladora es posible, aun con la inestabilidad que caracteriza a estas empresas. Los autores plantean que ya existen familias donde las hijas están trabajando en la maquila y se consideran familias de obreras.

A diferencia de la identidades laborales tradicionales, como las de los mineros o ferrocarrileros, el orgullo por el oficio no es tan evidente; es decir, se es obrera por necesidad, no por elección. Además, el ser mujer le concede al espacio laboral otra perspectiva; ellas entrelazan cambios en su fábrica con etapas vitales, es decir, la introducción de tecnologías y la elaboración de productos se entremezclan con el nacimiento de los hijos, la celebración de cumpleaños, matrimonios, fiestas y otros eventos. A partir del trabajo, la mujer no sólo se identifica como trabajadora de estas plantas, sino reconstruye su vida y sus proyectos.

Estas mujeres tienen ya una experiencia sindical, algunas son delegadas del sindicato y están comprometidas con el mismo. Muchas de ellas han renunciado a sus estudios porque la necesidad las obligó a migrar y luego a trabajar. Lo que pasa, dice una de ellas, es que la gente se sale a buscar la vida donde haya más vida.

Pero luego viene el problema de la edad, porque en las maquiladoras las quieren de menos de 30, y a la gente de 40 la hacen a un lado, dice Rita. No obstante, reconoce que las maquiladoras han progresado por el trabajo de las mujeres.

"¿Y de casualidad" dice otra de ellas "no las quieren de 90–60–90?, porque para trabajar no se necesita la edad sino que quieras trabajar, el empeño, las ganas que tengas".

"Las expectativas" es el último apartado del texto, y trata sobre los sueños, las insatisfacciones los retos y los sentimientos que albergan los corazones de las mujeres de la maquila. Aquí se percibe su aceptación al trabajo como una necesidad, como una elección; el miedo a envejecer por temor a perder el empleo, los esfuerzos por completar el gasto dado el poco sueldo que reciben, así como la necesidad de ser reconocidas por la empresa gracias al esfuerzo; el deseo de ganar más, y la certeza de que a pesar de ser un empleo intensivo con bajos salarios, las maquiladoras siguen siendo la fuente principal de trabajo para estas mujeres; y seguirán allí hasta que las liquiden o hasta que las maquiladoras se vayan.

Mientras tanto, las manos de las mujeres de la maquila continúan moviéndose en los distintos ámbitos de las labores cotidianas: la fábrica y la casa, para responder a los fuertes requerimientos que una sociedad basada en criterios paternalistas y masculinos les han marcado.

A estas mujeres la sociedad les exige ser trabajadoras excelentes, madres modelo, sindicalistas participativas, ciudadanas responsables, etc. Ellas son evaluadas en función del cumplimiento de tales tareas. De no cumplir con ellas son sancionadas en el trabajo, en su sindicato y, por supuesto, en la sociedad en la que se desenvuelven.

Si bien, como dicen los autores, muchas de estas características podrían ser comunes a la gran mayoría de las trabajadoras mexicanas, la pertenencia a un espacio fronterizo, donde mucha de ellas son migrantes, y el trabajo en empresas vinculadas directamente a la economía internacional les asigna características muy propias a las respuestas que ellas dan a los requerimientos sociales.

Sus testimonios también señalan otro aspecto central: la absorción de la mayor parte del tiempo de las trabajadoras de la maquila en el cumplimiento de estas obligaciones sociales. El tiempo dedicado a las expectativas, a sus sueños, a sus planes, es mínimo. Para ellas todo es obligación, cumplimiento, responsabilidad pero pocas veces los evaluadores de esos comportamientos, y la sociedad en general, les pregunta acerca de sus expectativas y sus sueños.

No obstante, han aprendido a compaginar sus mundos no sólo para responder a exigencias sociales, sino para sentirse satisfechas y felices con ellas mismas, aunque la sociedad y sus empresas no les reconozcan los esfuerzos.

 Reseña de Gabriela García Figueroa sobre el libro cuya imagen se publica
Quintero, Cirila y Javier Dragustinovis (2006). Soy más que mis manos. Los diferentes mundos de la mujer en la maquila, México: Fundación Friedrich Ebert Stiftung, Representación en México y SJOIM (Sindicato de Jornaleros y Obreros de la Industria Maquiladora de Matamoros), 199 pp.




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