Quisiera
presentar una denuncia, pero no sé por dónde empezar. Vi a unos abogados llegar
en unos vehículos de la ONU para hablar de lo sucedido. No sé quiénes son. Pero
no tengo testigos de lo que me pasó y no puedo identificar a los responsables.
Ojalá castigaran a los responsables; eso animaría al resto de la población a
denunciar.
Sophie, de 45 años,
madre de siete hijos fue violada en 2005 por las Fuerzas Democráticas para la
Liberación de Ruanda y en 2009 por las Fuerzas Armadas congoleñas.
En los conflictos armados, las mujeres y las niñas en numerosas
ocasiones son víctimas de la violencia sexual como instrumento de terror
(violación pública, violación a manos de bandas, incesto forzado, propagación
deliberada del VIH), son torturadas (actos de crueldad extrema, inserción de
objetos como cañones de armas, palos, botellas, porras embadurnadas con
picante), son ofrecidas como “botín” a las tropas tras una batalla y tratadas
como esclavas sexuales, y las menores son utilizadas como niñas soldados.
La violación y otras formas de violencia sexual cometidas por
combatientes en el transcurso de un conflicto armado ya sea internacional o no
internacional son consideradas por el derecho penal internacional crímenes
contra la humanidad y crímenes de guerra.
En la República Democrática
del Congo en 2011 se cometieron violaciones masivas y otras formas de
violencia sexual, acompañadas a menudo a otras violaciones de derechos humanos,
como el saqueo y la tortura, tanto por las fuerzas de seguridad
gubernamentales, incluida la Policía Nacional, como por grupos armados. Aunque
en julio de 2011 se promulgó una ley que penalizaba la tortura, su aplicación
es un desafío fundamental, ya que los servicios de seguridad siguen cometiendo
a menudo actos de tortura y otros malos tratos. En los numerosos casos de
violaciones masivas, la impunidad sigue siendo generalizada y las pocas
investigaciones abiertas avanzan con gran lentitud.
Entre noviembre de 2010 y enero de 2011,
unos combatientes de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda violaron
al menos a 102 mujeres y una niña durante ataques contra localidades de las
provincias de Katanga y Kivu Meridional.
El 31 de diciembre de 2010 y el 1 de enero
de 2011 hubo violaciones masivas, cometidas, según la información recibida, por
soldados de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC)
en las poblaciones de Bushani y Kalambahiro, territorio de Masisi, Kivu
Septentrional.
Los días 1 y 2 de enero de 2011, soldados
de las FARDC cometieron violaciones masivas en la población de Fizi, Kivu
Meridional.
En junio 2011, tras los enfrentamientos
entre Mayi-Mayi Sheka y la Alianza de Patriotas por un Congo Libre y Soberano,
elementos de ambos grupos armados cometieron presuntamente violaciones masivas
en Mutongo y poblaciones circundantes, en el territorio de Walikale, Kivu
Septentrional.
En Colombia las mujeres y las
niñas son objeto de una violencia sexual generalizada y sistemática por parte
de todos los bandos del largo conflicto armado: paramilitares, miembros de las
fuerzas de seguridad y combatientes de la guerrilla. La impunidad es casi absoluta.
El 1 de enero de 2001 varios paramilitares
del Bloque Sur llegaron a la casa de la familia Galárraga Meneses en La Dorada,
en el departamento de Putumayo, y se llevaron a cuatro de las hermanas: Jenny
Patricia, de 19 años; las gemelas Nelsy Milena y Mónica Liliana, de 18, y María
Nelly de 13. Su madre y una de sus hermanas lucharon para que se investigara lo
ocurrido y se hiciera justicia, sin embargo, lo que recibieron fueron amenazas
por parte de la policía para que cesaran en sus demandas. A pesar de ello, la
madre de las hermanas secuestradas, no desistió e investigó durante años lo
sucedido con sus hijas. En febrero de 2010, la Unidad de Justicia y Paz realizó
una exhumación en La Dorada y encontró una fosa con los restos de cuatro
mujeres y niñas; en mayo confirmó que eran los cuerpos de las cuatro hermanas
Galárraga. Los peritos forenses informaron de que los cuerpos estaban
semidesnudos y que las cuatro habían sido torturadas. A tres las habían
descuartizado antes de que murieran, probablemente con un machete, y a la
cuarta la habían matado a golpes. Según el Instituto Nacional de Medicina Legal
y Ciencias Forenses, el estado en el que fueron hallados los cuerpos, incluida
la ropa rasgada, deja pocas dudas de que “haya ocurrido penetración u otro tipo
de maniobras sexuales”. Si bien hubo una ceremonia pública para la devolución
de los cuerpos, la Fiscalía General de la Nación no investigó si habían sido
víctimas de violencia sexual.
En Costa de Marfil
la agitación ha persistido durante casi diez años. Sin embargo, con las controvertidas elecciones
presidenciales de noviembre 2010 y la violencia postelectoral, se han reanudado
las violaciones y otras formas de violencia sexual contra las mujeres.
Desde el principio del conflicto en 2002 muchas mujeres
han sufrido violaciones por grupos de hombres o han sido secuestradas y
sometidas a esclavitud sexual por combatientes. Se ha recurrido con frecuencia
a la violación para humillar a la comunidad a la que pertenecen las mujeres y
niñas que la sufren, y a menudo se acompaña de palizas u otras torturas
(incluidas más torturas de carácter sexual) a la víctima. Se han cometido
violaciones en público y en presencia de los familiares de la víctima, incluidos
menores de edad. Algunas mujeres han sido violadas junto a los cadáveres de
miembros de su familia. Las mujeres y niñas han sufrido violencia sexual por
parte de las fuerzas de seguridad y milicias partidarias de Laurent Gbagbo y de
las leales a Alassane Ouattara, incluso ha habido denuncias de violencia sexual
por parte de las operación de la ONU.
En Libia, durante los últimos meses de Gadafi en el poder, las personas detenidas y
recluidas por los cuerpos de seguridad sufrieron tortura o malos tratos,
especialmente en el momento de la captura y durante los interrogatorios
iniciales. Las golpeaban con cinturones, látigos, alambres metálicos y
mangueras de goma; las suspendían en posturas forzadas durante periodos
prolongados, y les negaban tratamiento médico incluso para heridas sufridas a
consecuencia de la tortura o de disparos. A algunas las torturaron aplicándoles
descargas eléctricas; a varias les dispararon tras la detención, pese a que no
representaban ninguna amenaza; a otras las dejaron morir asfixiadas en
contenedores de metal.
En
las zonas controladas por el Consejo Nacional de Transición antes de agosto,
así como en las que quedaron bajo su control a partir de ese mes, cuando
Trípoli cayó en manos de las fuerzas opositoras a Gadafi, las milicias que
controlaban los centros de detención sometían con impunidad a tortura o malos
tratos a los detenidos, aparentemente para castigarlos por sus presuntos
delitos o con el fin de obtener “confesiones”. Entre los métodos denunciados
con mayor frecuencia figuraban los golpes por todo el cuerpo con cinturones,
palos, culatas de fusiles y mangueras de goma; los puñetazos y patadas, y las
amenazas de muerte. Las personas de piel oscura, ya fuesen libias o
extranjeras, estaban especialmente expuestas a sufrir abusos.
El 26 de
marzo de 2011, Eman al Obeidi contó
a periodistas internacionales que había sido violada por soldados leales a
Gadafi. Tras ser detenida varias veces por las fuerzas de Gadafi, quedó en
libertad y huyó de Libia en mayo de ese mismo año. En junio la devolvieron de
Qatar a Bengasi, pero posteriormente le permitieron abandonar el territorio
controlado por el Consejo Nacional de Transición.
26 de junio de 2012 : Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura Fuente : Amnistía Internacional. Gracias a Maria Isabel Tellado http://www.compromisorse.com/upload/noticias/006/6798/informetortura_y_genero_2012_final.pdf http://www.otromundoesposible.net/derechos-humanos-vulnerados/torturadas-por-lo-que-son-torturadas-por-lo-que-hacen
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