Fadwa Tuqan Nació el 1 de marzo de 1917 en Nablus ( Palestina ) , murió el 12 de diciembre de 2003. Su poesía aparece como espléndido desvelamiento de su sensibilidad femenina : lírica e intimista, apasionada y contenida, frágil, transparente y dramática, su lírica adquirió un tono nacionalista después de la guerra de 1967, que dejó a Nablus bajo el dominio israelí.
Ha publicado varios libros de poemas, entre otros: Sola con los días, 1952; La encontré, 1957; Danos amor, 1960; Ante la puerta cerrada, 1967; El comando y la tierra, 1968; La noche y los jinetes, 1969; Sola en la cumbre de este mundo, 1974; y una apasionada biografía de su hermano, Mi hermano Ibrahim (1946).
Cómo nace la canción
Cogemos las canciones
de tu cansado y derretido corazón,
y bajo el denso mar de las tinieblas,
con amorosa luz,
holocaustos e inciensos, las amasamos.
Insuflamos en ellas la fuerza del pedernal y de la roca,
y luego las tornamos a tu límpido y puro corazón,
¡oh, pueblo combatiente y paciente!
Mi ciudad esta triste
El día en que conocimos la muerte y la traición,
se hizo atrás la marea,
las ventanas del cielo se cerraron,
y la ciudad contuvo sus alientos.
El día del repliegue de las olas; el día
en que la pasión abominable se destapara el rostro,
se redujo a cenizas la esperanza,
y mi triste ciudad se asfixió
al tragarse la pena.
* * *
Sin ecos y sin rastros,
los niños, las canciones, se perdieron.
Desnuda, con los pies ensangrentados,
la tristeza se arrastra en mi ciudad;
el silencio domina mi ciudad,
un silencio plantado como monte,
oscuro como noche;
un terrible silencio, que transporta
el peso de la muerte y la derrota.
¡Ay, mi triste ciudad enmudecida!
* * *
¿Pueden así quemarse los frutos y las mieses,
en tiempo de cosecha?
¡Doloroso final del recorrido!
A G.H. en nuestra cita
Extraño amigo mío...
Si pudiera llegarte como ayer.
Si asesinas serpientes
no hubieran alborotado todos los caminos,
cavando tumbas para mis gentes y mi pueblo,
sembrando muerte y fuego.
Si no hubiera regado la derrota la tierra de mi patria
con piedras vergonzosas, injuriantes.
Si este corazón que tú conoces
fuera el mismo que ayer,
y no sangrase por la puñalada.
Si hoy, amigo mío, como ayer,
pudiera envanecerme de mi gente,
de mi casa y mi fuerza,
ya mismo me tendrías a tu lado.
Amarrando a las playas de tu amor el barco de mi vida.
Y seríamos igual que dos pichones.
El diluvio y el árbol
El día en que el diabólico ciclón se propagó tiránico.
El día en que costas salvajes arrojaron
el oscuro diluvio
contra la tierra buena y verde,
gritaron (y a través de los aires, sus “albricias”
resonaron por todas las agencias):
Ha caído el árbol.
El poderoso tronco está aplastado.
Ya, ni un asomo de vida para el árbol
dejó la tempestad.
* * *
El árbol ha caído...
¡Perdón, rojos arroyos!
¡Perdón, raíces regadas
con el vino que sangran los cadáveres!
¡Perdón, raíces árabes,
hundidas como rocas en la entraña,
y que cada vez más os entrañáis!
* * *
El árbol se alzará.
El árbol se alzará, y sus ramas,
al sol, irán creciendo;
en risas verdeciendo, y en hojas,
cara al sol.
Y el pájaro vendrá,
no tiene más remedio que venir.
El pájaro vendrá.
El pájaro vendrá.
SOLO QUIERO ESTAR EN SU SENO
Sólo quiero morir en mi tierra,
que me entierren en ella,
fundirme y desvanecerme en su fertilidad
para resucitar siendo hierba en mi tierra,
resucitar siendo flor
que deshoje un niño crecido
en mi país.
Sólo quiero estar en el seno de mi patria
siendo tierra
hierba
o flor
(Fadwa Tuqan, Nablus, 1917-2003, trad. Mª Luisa Prieto)
http://obstinados.wordpress.com/2008/10/07/poesia-palestina-poesia-de-resistencia/
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Revista/ultimas_ediciones/79/tuqan.html
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