“Lo que realmente me dio rabia
fueron los 10 azotes, pues aunque la pena de flagelación no es mucho si se la compara
con la de prisión, constituye un insulto a la sociedad civil y al movimiento de
las mujeres.”
Delaram Ali, directora de la
Unidad de Trabajo Social del Centro Cultural contra el Trabajo Infantil en
Teherán, 2008.
Quienes defienden los derechos humanos en numerosas ocasiones
resultan molestos para los perpetradores. Por ello, reciben amenazas,
coacciones, sufren persecución e incluso tortura. Las defensoras están
doblemente expuestas: por su trabajo y por ser mujeres. Con frecuencia son
menospreciadas y sus actos son considerados impropios de una mujer, a la que en
ocasiones se le presupone un rol social distinto, como es el cuidado de sus
hijos e hijas y la atención del hogar.
En China, la tortura y otros malos tratos
son prácticas endémicas en todas las formas de detención, a pesar de que el
país ratificó en 1988 la Convención contra la Tortura de la ONU. La tortura se
aplica tanto a hombres como mujeres, tanto a defensoras y defensoras de
derechos humanos, como a activistas, líderes de minorías étnicas, miembros de
la práctica espiritual de Falun Gong, personas a las que se quiere extraer una
confesión, por mencionar algunos casos.
Ni Yulan es una abogada china
que se ocupa de muchos casos de personas que protestan por la demolición de
viviendas. Ha pasado 4 años en la cárcel y ha sufrido un especial ensañamiento
por parte de las fuerzas de seguridad de su país. Torturada hasta el punto de
que en la actualidad está en silla de ruedas, ha sido obligada a vivir en la
calle y le han retirado su licencia de abogada. Es una presa de conciencia
encarcelada por el ejercicio pacífico de sus derechos. Ni Yulan ha vuelto a ser
condenada el 10 de abril 2012 a otros dos años y medio de prisión por “buscar
pelea y provocar problemas” y “fraude”. En el mismo juicio, manifiestamente
injusto, su marido, Dong Jiqin, también ha sido condenado a 2 años.
En Irán la tortura y otros malos
tratos en prisión preventiva son prácticas comunes que, además, quedan impunes.
Los detenidos sufren golpes en las plantas de los pies y en el cuerpo, a menudo
estando colgados boca abajo; quemaduras con cigarrillos u objetos metálicos
candentes; simulacros de ejecución; violaciones, incluso por parte de otros
detenidos, o amenazas de violación; reclusión en espacios muy pequeños y falta
de luz, alimentos, agua y tratamiento médico adecuados.
Hengameh Shahidi, periodista y
activista de los derechos de la mujer, fue condena a pasar seis años de prisión
en la cárcel de Evin, en Teherán, tras ser detenida poco después de las
disputadas elecciones presidenciales iranís de finales de junio de 2009.
Permaneció durante 50 días incomunicada en una celda minúscula y sometida a
torturas y otros malos tratos durante los primeros cuatro meses de detención.
Fue considerada por Amnistía Internacional presa de conciencia dado que
permanecía encarcelada exclusivamente por el ejercicio pacífico de su derecho a
la libertad de expresión. Debido a que necesitaba medicación a causa de una
afección cardíaca, Hengameh Shahidi consigó salir de la cárcel en mayo de 2011
tras prescripción médica.
26 de junio de 2012 : Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura
Fuente : Amnistía Internacional. Gracias a Maria Isabel Tellado
http://www.compromisorse.com/upload/noticias/006/6798/informetortura_y_genero_2012_final.pdf
http://www.otromundoesposible.net/derechos-humanos-vulnerados/torturadas-por-lo-que-son-torturadas-por-lo-que-hacen
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