38. El paso a economías sostenibles y transiciones justas también ha sido un elemento clave del cambiante mundo del trabajo. La atención que se presta a la economía verde y a los empleos sostenibles ofrece oportunidades potenciales para el empleo de la mujer. Por ejemplo, se calcula que el número de puestos de trabajo en el sector de la energía renovable podría aumentar de 10,3 millones en 2017 a casi 29 millones en 205027. Los datos disponibles indican que es más probable que las mujeres trabajen en el sector de la energía renovable que en el de los combustibles fósiles, lo que sugiere la existencia de un potencial de nuevas oportunidades para las mujeres. No obstante, los datos también muestran que las mujeres tienden a ocupar puestos de menor categoría y peor remunerados, ya que es más probable que desempeñen funciones administrativas, en lugar de aquellas que requieren conocimientos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
39. Más allá del crecimiento de los empleos verdes, la rápida aceleración e intensificación de las crisis ambientales está generando un sentimiento de urgencia en torno a un nuevo modelo económico basado en la sostenibilidad ambiental. Una transición justa consiste en garantizar que el paso de una economía extractiva a una economía ambientalmente sostenible y regenerativa no ponga en una situación difícil a los trabajadores. Sin embargo, hasta la fecha se ha hablado poco sobre las dimensiones de género de una transición justa y se ha producido un marcado aumento de las represalias contra quienes se pronuncian en contra de esas crisis y situaciones difíciles. Las mujeres marginadas, en particular las de los países pobres, son las más afectadas por la degradación del medio ambiente, debido a la discriminación estructural subyacente, que incluye la desigualdad en el acceso de las mujeres a la tierra y los recursos naturales, las infraestructuras sostenibles y los servicios públicos, lo que pone en peligro su seguridad alimentaria y de los ingresos, su salud y sus medios de vida. La disminución del acceso a los recursos naturales en el contexto del cambio climático incrementará la carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado de las mujeres y las niñas más pobres, ya de por sí intensa y pesada.
40. Al mismo tiempo, las mujeres suelen desempeñar un papel importante, sobre todo en los países en desarrollo, en la conservación del entorno natural. La participación de las mujeres hace que las intervenciones climáticas y de conservación forestal sean más eficaces y que los beneficios se repartan de manera más equitativa. En la agricultura las trabajadoras ya están desempeñando un papel importante en la gestión de los recursos naturales, lo que resulta fundamental para la adaptación al cambio climático. Sin embargo, con frecuencia se ven excluidas de la toma de decisiones y no tienen acceso al trabajo decente, además de que por lo general no se reconoce su conocimiento de los saberes locales y tradicionales. En los países en desarrollo las mujeres ya están muy concentradas en el trabajo informal de recolección y reciclaje de residuos. Su labor de recolección de materiales reciclables en las calles de las ciudades y de limpieza de los espacios públicos supone un coste mínimo para los presupuestos públicos, pero representa una parte importante de la gestión, el reciclaje y la eliminación de los residuos sólidos. Sin embargo, están muy estigmatizadas como trabajadoras, sufren acoso y trabajan con una remuneración y unas condiciones deficientes. Además, la creciente formalización de la recolección y el reciclaje de residuos, mediante, entre otras cosas, la introducción de nuevas tecnologías como las incineradoras, pone en peligro el trabajo de las mujeres si no se les ofrecen oportunidades de mejorar su cualificación o si no existen estrategias para integrar a las recicladoras en los sistemas formalizados28 .
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