Partimos del supuesto de que la exposición reiterada en la infancia a un ambiente de abuso y violencia hacia su madre constituye una forma grave de maltrato psicológico.
En el diseño de las acciones formativas debe considerarse el daño que padecen los niños y niñas testigos por el hecho de vivir en un entorno con modelos inadecuados de identificación parental, y el efecto que sin duda esto tiene en etapas posteriores de su desarrollo. En la infancia se necesita la protección de personas adultas para un buen desarrollo, ya que se trata de una etapa muy vulnerable a las situaciones de violencia y al miedo que se apodera del hogar.
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