Trabajar en la prevención y el tratamiento de la violencia hacia las mujeres exige tomar postura ante la injusticia esencial de la experiencia traumática y la necesidad de devolver a la víctima alguna sensación de justicia lo que implica el entendimiento de la problemática de la violencia y a esto contribuye el claro posicionamiento profesional contra la violencia (Herman, 2004; 214).
Por otro lado, desde las instituciones promotoras de las acciones formativas debe explicitarse una política activa y comprometida en la identificación, prevención y erradicación de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones. Para lo cual es imprescindible la implicación de las instituciones.
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