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viernes, 13 de enero de 2017

La imagen que de nosotras, las mujeres, transmiten los medios de comunicación


"Era muy esperado. Tanto, que incluso se hicieron apuestas. Nosotras intuíamos que, una vez más, Cristina Pedroche iba a dar la campanada (nunca mejor dicho) Su esperada aparición el 31 de diciembre no defraudó a nadie. A unas porque ya conocemos los gustos de esta chica, a otros porque les alegró, de nuevo, la vista. El vestido de Cristina es la noticia que ha acaparado más titulares en estos 5 días de este recién inaugurado 2017
La susodicha –dicho con todo respeto– ha soliviantado las redes sociales tras mostrar su envidiable anatomía, embutida en una especie de bañador, tres tallas menos, que parecía dificultar su respiración y que podría haberle causado serios problemas de salud, ya que la temperatura que la ciudad de Madrid tenía en esos momentos era bajo cero. A su lado, un gordito feliz, Alberto Chicote, lucía un traje muy propio para el acto en el que iba a participar. La imagen no podía ser más esperpéntica: una mujer semidesnuda y un hombre vestido.
Desde las redes sociales, como ya he dicho, se han emitido todo tipo de opiniones, unas sobre el vestido y otras sobre la libertad de la chica para elegir lo que se quiere poner; pero han sido muy pocas las personas que han centrado el debate sobre lo que verdaderamente importa: la imagen que de nosotras, las mujeres, transmiten los medios de comunicación¿Por qué ese vestido? ¿Por qué esa chica? ¿De qué hablamos cuando decimos que es libre para ponerse lo que quiera? Contesto a la primera pregunta: porque ese vestido pretende mostrar el cuerpo perfecto de una mujer. Contesto a la segunda: porque la chica es joven, bella y tiene un físico espectacular. Y respondo a la tercera: decimos que es libre porque entendemos que ella ha dado su aprobación para llevar ese vestido, incluso diría que se siente muy orgullosa de poder lucirlo. Pero no nos engañemos, la capacidad para decidir o para elegir no nos corresponde a nosotras aunque lo parezca. No podemos hablar de libertad cuando nos han alienado para que nuestras decisiones sean aprobadas por los demás. Puede ser una decisión voluntaria, pero no libre, porque carecemos de capacidad para elegir otra cosa, si realmente queremos ser aceptadas en el sistema dominante. No podemos hablar de libertad cuando se nos niega la capacidad para decidir sobre nosotras y sobre nuestros cuerpos. Y esa falta de libertad es la que, durante siglos, los hombres –el patriarcado- ha utilizado para someternos, doblegarnos y convertirnos en obedientes objetos de sus deseos.
Respecto a la imagen que de nosotras transmiten los medios ¿qué puedo decir? Para ellos somos mujeres trofeo, florero, objeto, trozos de carne, productos a la venta al mejor postor. Utilizan nuestros cuerpos como mercancía que forma parte de un escaparate visual al que todo el mundo tiene acceso, al que todo el mundo se engancha y en el que la dignidad de quienes se prestan a ello se transforma en una palabra vacía de contenido"

Aurora Valdés Suárez

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