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martes, 3 de diciembre de 2013

La familia desde una perspectiva de género,


Examinada desde una perspectiva de género, la familia se revela como un espacio donde se destacan las asimetrías internas de poder, recursos y capacidad de negociación entre los distintos miembros de la familia. El mayor poder se asocia con la persona (habitualmente el jefe de hogar) que genera o debiera generar –según los mandatos culturales– los ingresos monetarios de la familia. Asimismo, se ha puesto de relieve que la distribución de recursos, poder y tiempo influyen en la participación diferencial de las mujeres en el mercado de trabajo, en la esfera política y, en general, en la esfera pública, y se ha destacado la desigualdad entre miembros de la familia con grados de poder disímiles dados por el sexo y por la edad, mostrando la persistencia de asimetrías de género. Estas asimetrías de género se presentan desde el momento que nace un niño o una niña y va marcando sus oportunidades y limitaciones dentro de la familia y la sociedad –a lo largo de su ciclo vital– a través de los roles de género que se les asignan.
En la región de América Latina y el Caribe se observa una creciente flexibilización del modelo tradicional de familia nuclear en diferentes sectores sociales y por diferentes razones: en los sectores altos y medios más escolarizados, como resultado de procesos modernizadores relacionados con una mayor autonomía e individuación personal, mientras que, entre los grupos socioeconómicos más desfavorecidos, como respuesta a la nueva caracterización de la pobreza o a fenómenos como la migración interna e internacional. Aunque la unión y/o matrimonio permanece como una alternativa central en la vida de los hombres y mujeres jóvenes latinoamericanos, el proceso de emancipación femenina ha contribuido a una disminución, aunque discreta, del porcentaje de mujeres que deciden no unirse en matrimonio o unión consensual, así como a una mayor participación femenina en la toma de decisiones relativas a las disoluciones conyugales (divorcio, separación o abandono) en caso de relaciones conflictivas (García y Rojas, 2001).


Creciente prevalencia de hogares con jefatura femenina

La adopción del enfoque de género en el estudio de las familias ha destacado la diversidad de arreglos familiares poniendo en tela de juicio el modelo conyugal familiar encabezado por un jefe varón, proveedor exclusivo del hogar, como patrón de validez universal (Oliveira, Eternod y López, 1999). La consideración de este tipo de unidades en los análisis de género ha sido relevante para constatar los cambios ocurridos en los roles familiares de hombres y mujeres, así como la contribución de éstas y su papel crucial en la organización de los hogares y las familias. La presencia de este tipo de unidades evidencia formas alternativas de autoridad y sustento económico en las familias.
La creciente presencia de hogares con jefatura femenina guarda estrechos vínculos con los patrones de disolución de uniones ya no solo por viudez –como ocurría mayoritariamente en el pasado– sino producto de la creciente presencia de separaciones y divorcios.
Para evitar este sesgo, se ha propuesto la consideración simultánea de jefatura femenina/masculina de facto y de jure (Gammage, 1998) (utilizado habitualmente en censos y encuestas). Una construcción de facto suele hacerse con la determinación de la persona que hace el mayor aporte al ingreso familiar.

http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/1/26731/Guia%20asistencia.pdf

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