Las mujeres nos preguntamos porque ese menosprecio a nuestra persona, porque esos valores machistas que impregnan la sociedad ? Porque ese pretender permanentemente pensar que somos menores de edad y negarnos el derecho a gestionar nuestras vidas
La respuesta esta en la educación que se dio o se nos quito
Reflexionamos aquí sobre la construcción del arquetipo femenino en España en el XIX . ¿ Cuanto de este arquetipo sigue en el país y en el mundo?
Lo primero que queremos poner de relieve es que, a pesar de que las actividades permitidas o prohibidas variaron ostensiblemente de una época a otra, existió, en cambio, un concepto que no se alteró durante siglos. Nos referimos a aquel que señalaba el lugar que correspondía a la mujer: tanto en su infancia como en su madurez, fuese joven o vieja, casada o soltera, la mujer tenía asignado un sitio para el desempeño de sus labores. Porque lo esencial en el pensamiento de los siglos que van del XVII al XIX era que “la mujer ideal” debía asumir que en el hogar se hallaba ‘su lugar en el mundo’; era en él en donde tenía que mostrarse discreta, hacendosa, ahorradora…; y a estos rasgos se le sumaría, llegados al siglo XIX, el de ilustrada.
Tal pensamiento quedaría firmemente rubricado con la concepción esencialista de la naturaleza humana que Rousseau concibió. En efecto, Emilio y Sofía poseen rasgos esenciales diferentes acordes con su naturaleza sexual diferenciada; argumentación en cuya base se sustentaba que la naturaleza femenina era inferior a la masculina y, por ende, justificable su subordinación.
Los espacios público y doméstico-privado quedaban escindidos y asignados en función del sexo. Este modelo se correspondió con el nuevo modelo social, esto es, el de la burguesía y el de la mujer burguesa, madre y esposa. Por el contrario, las mujeres de los estratos más deprimidos económicamente, como por ejemplo, las mujeres campesinas que se veían obligadas a trabajar debido a sus escasos ingresos, no fueron tenidas en cuenta, no encajaban, por lo tanto, en el modelo de mujer ideado por la gran mayoría de pensadores de los siglos XVIII y XIX.
El icono femenino de mayor expansión en los discursos académicos y medios de comunicación a mediados del XIX fue el de la mujer como “ángel del hogar”, respaldado por un rígido sistema patriarcal de valores orientado a someter a las mujeres a la sumisión y obediencia al marido, al tiempo que este ideal constituía un modo de preservar la institución burguesa más preciada: la familia.
En el último tercio del XIX y comienzos del XX, las transformaciones económicas y sociales que acontecieron en Europa y, aunque en menor grado, también en España, demandaron mano de obra femenina y, por lo tanto, la incorporación paulatina de las mujeres al mercado laboral. En este contexto, se incluirían las vindicaciones de mujeres como Concepción Arenal y Pardo Bazán, quienes defendieron para las mujeres, contraviniendo a los pensadores de su época, la compatibilidad entre los quehaceres domésticos y el cultivo de su inteligencia; esto es, la necesidad de no considerar a las mujeres inferiores a los hombres.
M. Ángeles Cantero Rosales(Universidad de Granada)
http://www.um.es/tonosdigital/znum14/secciones/estudios-2-casada.htm
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