09-08-2011
El 13 de agosto de 21011, el Código del Estatuto Personal cumplirá 55 años. Desde hace dos generaciones, las mujeres viven al abrigo de este texto del Túnez moderno que les otorga derechos desconocidos hasta hoy en el resto del mundo árabe. Otra originalidad de Túnez en comparación con su entorno árabe musulmán: sus leyes fundamentales no consideran la Charia como fuente de Derecho.
Es cierto que no esta totalmente liberado de la norma religiosa, la desigualdad de género ante la herencia es una de sus desgraciadas ilustraciones, el CSP y las leyes que lo han completado desde entonces atañen, sin embargo, a una lógica de secularización del Derecho.
En la segunda mitad de los 70, la primera generación de mujeres educadas a la sombra de este texto y de la política de escolarización llevada a cabo a golpe de tambor desde la independencia, llega a la edad adulta. coincidencia, es también en ese momento cuando aparecen los primeros signos de la emergencia de un Islam político opuesto, entre otras cosas, a la igualdad de género. Desde entonces, las tunecinas luchan al mismo tiempo para preservar los logros y para aumentarlos, a fín de conseguir la plena igualdad con los hombres, en derecho y en los hechos.
En efecto, sin menospreciar los avances de su condición, estamos todavía lejos: la lista de las discriminaciones que siguen padeciendo es larga.
Si continúan estando privadas de parte de sus derechos, la revolución del 14 de enero 2011 no ha hecho más que demostrar con proeza el lugar que ocupan las tunecinas en el seno de la sociedad. Todas las imágenes las muestran en las primeras filas de las manifestaciones, en las grandes ciudades como en las aldeas. Desde la caída de la dictadura, están en todos los sitios donde se piensa y se reacciona. Participan - y a menudo son las iniciadoras- en todas las iniciativas que florecen para preparar la construcción de un régimen democrático secular, único garante de la libertad y de la igualdad de todos los ciudadanos.
Sin embargo, El Túnez de después del 14 de enero da, en lo que las atañe, signos contradictorios, y los principales actores de la escena política tienen, sobre este capítulo, posiciones cuanto menos ambiguas. Sin duda, con la instauración de la paridad en las listas electorales, el país puede jactarse de estar otra vez más a la vanguardia, más aún cuando la sanción en caso de no respetar la regla paritaria es la anulación pura y simple de la lista en cuestión.
Es una gran victoria, que viene a coronar años de lucha para una presencia femenina más amplia en la vida política. Pero, por otro lado, el gobierno de transición es casi completamente masculino, La Alta Instancia para la Salvaguarda de la revolución cuenta sólo 20% de mujeres en su seno, y la Instancia electoral sólo cuento dos sobre dieciséis miembros. El antiguo sexismo de la mayoría de los tunecinos se ve confirmado por estos resultados mediocres.
Además, aunque el gobierno de transición ha anunciado la adhesión de Túnez a muchas convenciones internacionales relativas al respeto de los derechos humanos, se ha quedado mudo en cuanto al levantamiento de las reservas tunecinas a la CEDAW, a pesar de las demandas reiteradas de parte de las asociaciones de mujeres y de la Liga de los Derechos Humanos. La cuestiona ha sido, sin embargo, planteada por el gobierno Ghanouchi II, pero algunos ministros de entonces se han opuesto a que se vuelva a cuestionar el dogma de la igualdad sucesoria. Prueba, desgraciadamente, de que el referente religioso sigue siendo hegemónico.
Hoy, los peligros acechan: los derechos de las mujeres son espectacularmente amenazados por una franja de la población adscrita a las interpretaciones más obscurantistas del Islam. Mientras que el Partido Ennahdha cultiva la ambigüedad sobre esta cuestión, prometiendo aquí respetar el CSP y jurando allí que el Coran es la Constitución, la galaxia reunida alrededor del partido Ettahrir recorre los barrios para intentar imponer el velo, impedir a las mujeres trabajar fuera del hogar, o para alabar los efectos benéficos de la poligamia. Como la bandera tunecina que no han dudado en quemar, el CSP es para ellos un texto que hay que abolir.
En esta víspera del 13 de agosto, la movilización se impone entonces para proteger todo lo que ese representa. hay que confiar en que el conjunto de la sociedad civil et de los partidos democráticos, y no sólo las mujeres, se encargarán de esta tarea. Porque es el futuro de Túnez el que está en juego aquí.
Sophie Bessis.
traducción : Leila Hicheri
Fuente: http://www.leaders.com.tn/article/femmes-les-dangers-se-precisent
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