En Túnez , al hacer prevalecer la religión y las legislaciones nacionales sobre las convencionesinternacionales, se multiplica el derecho aplicable y se introducen discriminaciones entre derechos a causa de las múltiples lecturas y tendencias, pero, sobre todo, se privilegia la aplicación del derecho interno en detrimento del derecho internacional.
En consecuencia, a pesar de la ratificación de la CEDAW, el estatuto de las mujeres en la familia no ha cambiado: la autoridad de los maridos, en su calidad de jefes de familia, sigue siendo predominante. El apellido familiar es el del marido, así como el domicilio conyugal. La nacionalidad de los hijos e hijas es la del padre, a menos que consienta que su esposa otorgue su nacionalidad a sus hijos e hijas, o si él mismo fallece o desaparece. La responsabilidad de los hijos e hijas incumbe en primer lugar al padre y la mujer puede ejercer únicamente prerrogativas de tutela a su respecto. Podrá ser tutora de pleno derecho sólo en caso de carencia o fallecimiento del padre.
La madre soltera, por su parte, sigue siendo ignorada jurídicamente, así como su hijo o hija natural, que nació fuera del matrimonio.
Asimismo, las mujeres no se benefician en términos de igualdad de la herencia, en nombre de un principio religioso introducido en el Código del Estatuto Personal que establece que a las mujeres sólo les corresponde la mitad que a los hombres.
La discriminación se mantiene entre hombres y mujeres y entre los derechos reconocidos en la Convención. Los derechos de las mujeres en la familia no son iguales a los de los hombres, mientras que en los otros ámbitos sí lo son. Así se establece una distinción entre la familia, cuestión predilecta del Islam y del patriarcado, y los demás espacios privados y públicos de los que la mención a la religión suele estar ausente.
http://www.acsur.org/IMG/pdf/Taqarir3_Web.pdf
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