Por Nadia Chaabane, tunecina, miembro del Colectivo Nacional por los Derechos de las mujeres.
Igualdad de las mujeres: ¿el desafío del siglo XXI?
Olympe de Gouges fue la primera, al día siguiente de la Revolución francesa, en decir: "Una mujer tiene el derecho a subir al andamio, debe tener también el derecho de subir a la tribuna." Las mujeres tunecinas están en su derecho de preguntarse acerca de su lugar en la sociedad tunecina al día siguiente del revuelo que conoce el país.
La revolución tunecina es la expresión por todo un pueblo de la sed de dignidad, de libertad y de democracia. La igualdad de derechos de los ciudadanos es la piedra angular del sistema democrático y la igualdad mujeres-hombres, un previo sin el cual no habrá democracia. Las mujeres se encuentran en Túnez en el medio de un desafío mayor y en el corazón de los combates políticos fundamentales. Activas en la revolución, se comprometen para contribuir en la construcción del Túnez democrático.
Sin embargo, al verlo de cerca, en el derecho tunecino actual, a pesar del principio de igualdad de los ciudadanos (art.6), conviven en tres verdaderas categorías de ciudadanos: Los hombres musulmanes titulares de derechos universales, las mujeres musulmanas, para quienes ciertas cosas son prohibidas de derecho o de hecho (desigualdad en la herencia, casarse con un no musulmán...), y las mujeres no musulmanas, que no pueden heredar de un musulmán, por ejemplo.
Para una igualdad real entre ciudadanos, el principio de igualdad entre mujeres y hombres tiene que ser consagrado constitucionalmente. Esto pasa obligatoriamente por la separación de lo político y lo religioso por dos razones:
- El estatuto de las mujeres en Túnez sigue marcado por la religión, pese a su papel en la vida civil y política, y su participación activa en el proceso de desarrollo. Los impedimentos para la igualdad jurídica son de inspiración religiosa y las discriminaciones lo son también;
-La presencia de partidos políticos de carácter religioso, buscan hacer valer su visión de la sociedad y que afirman inscribirse en el proceso democrático. Sin embargo, sin pretiles, la democracia puede llevar a la teocracia, más aún cuando para estos partidos la democracia es la ley de la mayoría, un mecanismo de acceso al poder y no de los valores a defender.
Estos partidos son prisioneros de un pensamiento anquilosado y formateado por un pensamiento identitario que niega la igualdad entre mujeres y hombres y se esconde detrás de una visión culturalista y limitada de la sociedad.
En este contexto, los derechos individualizados de las mujeres tunecinas como ciudadanas sin consideración de su pertenencia religiosa real o supuesta, y garantizados por la constitución son un imperativo.
Desde el 14 de enero, estamos frente a un gran desafío: construir un Túnez que queremos, es una obra que necesita un trabajo sobre el contenido y el continente y que no tolera ni contradicción, ni oportunismo.
Ahora bien, el período es complejo, las posturas de los actores políticos y sus estrategias no son siempre legibles. Los demócratas y progresistas deben, más allá de las divergencias sobre el proceso de transición democrática, clarificar sus posiciones sobre este principio para nosotros central de la igualdad mujeres-hombres.
Algunos nos dirán que los logros de las mujeres tunecinas serán preservados, sería una respuesta que transpira cobardía, porque estos logros son desigualitarios.
Otros dirán que el país tiene unas prioridades diferentes, pero ¿hay realmente un orden de prioridades cuando se trata de valores universales de igualdad y de libertad?
A todos, sobre todo a las mujeres, decimos, si no es ahora, no lo será nunca.
Nadia Chaabane
Leila Hicheri, traductora de arabe, fracés, castellano: leila.hicheri@gmail.com
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