Cada octubre, en el lunes más próximo al 15 que es el día de Santa Teresa de Jesús, (figura simbólica de la escritura mística y femenina), se celebra el Día de las Escritoras. La elección de esta fecha une la espiritualidad y la creatividad con la reivindicación cultural, siendo así, una conmemoración que honra la creación literaria femenina y recupera las obras de tantas mujeres que escribieron desde los márgenes y la censura, desafiando en cada letra las “buenas costumbres” de su tiempo, yendo de la sombra a la voz.
Esta iniciativa, surgida en 2016 por impulso de la Biblioteca Nacional de España junto con la Asociación Clásicas y Modernas (una asociación para la igualdad de género en la cultura, entonces presidida por la escritora y crítica literaria española Laura Freixas (1958-) ), nació con el propósito de recuperar el legado de escritoras dejado a lo largo de la historia y fomentar su lectura, dándole visibilidad y reconocimiento. Desde entonces, cada edición propone un lema temático y una cuidada selección de textos que nos recuerdan la vigencia y la potencia de la voz femenina en la literatura.
Esta conmemoración es también un acto político y simbólico que relee la historia con otros ojos, devolviéndole el nombre y la presencia a quienes fueron omitidas. Evidenciando a la vez, cómo la escritura de las mujeres ha sido para ellas una manera de resistencia y una forma de libertad.
La nacionalidad española de esta conmemoración me da la oportunidad más que perfecta para hacer un viaje-homenaje a través de las letras de autoras españolas, una de finales del siglo XIX seguida por algunas de las que escribieron ya en el siglo XX tan marcado por guerras, dictaduras y silencios impuestos, y otras más del siglo XXI caracterizado por nuevas narrativas, debates y horizontes feministas.
El siglo XX fue un tiempo convulso y determinante en la historia de España, con dos repúblicas, una guerra civil, una dictadura de casi cuarenta años y la transición hacia la democracia. En este escenario inestable, las escritoras españolas tuvieron que abrirse paso entre desigualdades estructurales y obligados modelos de feminidad convirtiendo así su escritura en un acto íntimo de supervivencia, pero también de testimonio social.
Durante el franquismo (1939–1975), la mujer fue relegada física y psicológicamente al ámbito doméstico bajo el ideal de la esposa y madre católica, abnegada y sumisa, no obstante, muchas mujeres lograron emancipar sus mentes y no sólo escribieron, sino que también publicaron arriesgándose en ese peligroso contexto y tiranos discursos oficiales.
Pero regresemos a las pioneras de la escritura rebelde, mujeres españolas poseedoras de un pensamiento crítico y de compromiso social, entre las que se encuentra Concepción Arenal (1820-1893), cuya producción abarcó el ensayo, el periodismo y la reforma social. Fue una de las primeras mujeres en asistir a la universidad y lo hizo vestida de hombre, su vida y obra son símbolo de lucha por la igualdad, escribió sobre la condición femenina reclamando educación y derechos civiles para las mujeres, anticipándose al feminismo moderno en España.
Siguiendo esta línea, Emilia Pardo Bazán (1851-1921) se alza como una figura imprescindible en la historia de las letras españolas. Fue novelista, ensayista, periodista, catedrática y defensora incansable de los derechos de las mujeres. Introdujo el naturalismo en España con obras como Los Pazos de Ulloa, y reflexionó sobre la condición femenina en textos como La mujer española. Su figura es hoy símbolo de inteligencia, valentía y libertad.
Y cómo no hablar de María Zambrano (1904–1991), filósofa, intelectual, ensayista y poeta del pensamiento. Ella representa la voz exiliada tras la guerra civil siendo además una de las grandes pensadoras del siglo XX. En su propuesta une la razón con la intuición, la emoción, lo poético y lo simbólico. En un mundo filosófico dominado por hombres, abrió una vía profundamente femenina y humanista para pensar la realidad. Fue la primera mujer en recibir el Premio Cervantes (1988), ya muy cerca del final de su vida. Antes, en 1981 le había sido otorgado el Premio Príncipe de Asturias.
Tenemos también a Carmen Laforet (1921–2004) que con su primera novela: Nada, publicada cuando tenía apenas 24 años de edad, marcó un antes y un después en la narrativa femenina española. Ambientada en la Barcelona de posguerra, la obra narra el despertar existencial de una joven en medio del vacío emocional y la decadencia social. Nada ganó el primer Premio Nadal, (1944), y el Premio Fastenrath (1948). Hoy es leída como una novela fundacional de la literatura escrita por mujeres en el siglo XX. En toda su obra, Carmen retrató una subjetividad femenina compleja y alejada de estereotipos.
Otras mujeres españolas que lograron abrirse paso en el mundo literario fueron María Lejárraga, autora de gran parte de las obras firmadas por su marido, y Carmen de Burgos, primera mujer periodista profesional en España. Ellas también nos revelan hasta qué punto la autoría social y política femenina estuvo silenciada. El Día de las Escritoras recupera precisamente estas voces olvidadas.
En el siglo pasado también brilló con luz propia María Moliner (1900-1981), bibliotecaria, lexicógrafa y autora del Diccionario de uso del español en el que trabajó arduamente durante 15 años hasta completar las 3.400 paginas que lo componen. Aunque no fue escritora en el sentido tradicional de la ficción, el ensayo o la poesía, su aportación al pensamiento y al lenguaje es simplemente incalculable…invaluable, pero muy poco reconocida.
Por su parte, Ana María Matute (1925–2014), y Carmen Martín Gaite (1925–2000) fueron dos figuras clave de la literatura española del siglo XX estableciendo puentes entre lo personal y lo colectivo. La primera fue miembro de la Real Academia Española, y en su obra exploró la posguerra, la infancia y la fantasía, con un estilo lírico y profundo. La segunda destacó por su aguda mirada sobre la vida cotidiana, el papel de la mujer y la memoria. Las obras de ambas son indispensables en el estudio de la literatura contemporánea.
De esta maravillosa genealogía femenina proviene Almudena Grandes (1960–2021), y es una de las voces más importantes de las últimas décadas, fue una escritora profundamente comprometida con la memoria histórica y la justicia social. En su serie de libros: Episodios de una guerra interminable, ofrece una visión tan sensible como cruda sobre la resistencia antifranquista. Fue una autora feminista en toda la extensión de la palabra, llena de humanidad , humildad y compromiso con los derechos sociales. Su fallecimiento fue sentido en el corazón del pueblo español como una gran pérdida nacional , pero también dejó un vacío enorme en la literatura española y universal contemporánea.
Otra perteneciente a este linaje literario es Rosa Montero (1951-) periodista, articulista y novelista con un trabajo que mezcla ensayo, autobiografía y ficción. Un ejemplo claro es su libro La ridícula idea de no volver a verte (2013), en el que entrelaza su propio duelo con el luctuoso diario de Marie Curie, tejiendo una profunda reflexión sobre la pérdida , el dolor, el amor, y la identidad femenina.
La raíz de letras rebeldes que une a tantas mujeres españolas es más que evidente en Nuria Varela (1967-), periodista y escritora especializada en historia del feminismo y violencia de género. Con títulos como Feminismo para principiantes, Cansadas, Feminismo 4.0, y El síndrome Borgen entre otros, resulta una autora feminista indispensable de leer.
Por otro lado, Irene Vallejo (1979– ) autora de El infinito en un junco (2019) sorprendiéndose a sí misma, logró convertir este ensayo sobre la historia del libro en un fenómeno editorial. Sus letras delicadas, eruditas y poéticas han conquistado a millones de lectores y lectoras alrededor del mundo. Irene representa una nueva intelectualidad femenina y feminista, que desde el amor y el respeto por la tradición clásica reivindica el papel de las mujeres en la historia del pensamiento y la cultura. Su escritura tiende puentes entre lo académico, lo popular y lo poético; entre el mundo antiguo y el actual.
En esta nueva generación de escritoras españolas se encuentra la poeta, ensayista y editora Luna Miguel (1990-), demostrando también que la literatura escrita por mujeres no es un género aparte, sino un espacio lleno de temáticas, matices, y estilos tan diversos como la existencia humana.
El actual éxito editorial y el paulatino reconocimiento institucional de la literatura escrita por mujeres, indican un cambio en la comunidad lectora y la crítica. Aun así, muchas escritoras siguen denunciando desigualdades en cuanto a la visibilidad de su trabajo, el acceso a publicaciones , promoción, y premios. A este respecto, una de las voces denunciantes más fuertes es la de Laura Freixas.
El camino abierto por las pioneras de las letras sigue siendo necesario de recorrer, releer, repensar y reestructurar.
Termino este modesto homenaje a las literatas españolas y del mundo, diciendo que celebrar el Día de las Escritoras no es sólo mirar al pasado, es también entender el presente y sembrar el futuro de la literatura con otras voces, otros relatos, otras memorias!
Galilea Libertad Fausto.
Créditos de la ilustración a quien corresponda.
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