Despedíamos el año con la triste
noticia de la aparición del cuerpo de Diana Quer. No tengo la menor duda de que
la joven fue asesinada - y las pruebas
realizadas a sus restos me dan la razón - por mucho que se empeñe su presunto
asesino en negarlo. Diana es una de las víctimas de este machismo que nos
invade, que nos aterroriza y nos hace prisioneras en una jaula cuyos barrotes
nos impiden escapar
Ha sido un año duro, muy duro. El
patriarcado y sus secuaces están cada
día más envalentonados. Violencia, acoso, abuso, violaciones, asesinatos…forman
parte del entramado criminal en el que
estos individuos se desenvuelven. Si hace un tiempo podían sentirse
avergonzados de sus actos, ahora se presentan como las víctimas de un feminismo
que, no dudan en afirmar, les arrebata todos aquellos “derechos” (véase la
ironía) de los que antes disfrutaban. Y claro, hasta ahí podíamos llegar.
Ellas, que se han puesto la armadura para aguantar los golpes, no dejan de ser
unas pobres mujeres e ilusas mujeres –pobres porque no saben a lo que se
enfrentan e ilusas porque creen que pueden ganar- que se han atrevido a cuestionar un orden y
unas normas establecidas que pretenden derribar, aunque les vaya la vida en ello
Y eso, el patriarcado no lo
entiende. En un principio estaba asustado, el movimiento feminista conquistaba espacios que antes eran de su
propiedad, pero ahora es el miedo el que les domina: miedo a perder sus
privilegios, a perder protagonismo y convertirse en espectadores mudos ante una
nueva realidad, a perder el poder y la palabra, a compartir ….Y es ese miedo,
el que les convierte en delincuentes dispuestos a proteger su zona de confort aunque para ello tengan que llevarse por
delante las vidas de ellas e incluso, de sus criaturas
Toda acción conlleva una
reacción. Nuestras acciones, las que día a día realizamos las mujeres, están
sujetas a la reacción del patriarcado. “No sin respuesta”, podría ser su lema,
una respuesta que debería sonrojar a quienes les protegen y les defienden, a
quienes utilizan su misma artillería para difundir mentiras e intentar cubrir de
fango a las víctimas y a quienes con su
silencio se convierten en cómplices necesarios del terror y la crueldad.
Sus reacciones, ante nuestros
avances, son cada vez más terribles. Su nivel de respuesta supone un peligro
real para nosotras; pero, aun así, no vamos a parar. 2017 ha sido el año del despertar, porque por
primera vez en muchos años, hemos visto como se unían a nuestra lucha algunos
medios de comunicación y periodistas que, por primera vez, ponen el foco sobre
el agresor, y personas destacadas del ámbito cultural y artístico de este país.
Que la violencia machista abra los
informativos de las tv o que ocupe las primeras páginas de los diarios, que en
las tertulias y debates se comience a alzar la voz contra quienes tienen la
obligación de proteger a las víctimas y que haya nacido una corriente crítica
que anima a las mujeres a derribar la barrera que les impide señalar a sus
agresores, significa que algo está cambiando
Es necesario que todos y todas
nos sumemos a esta corriente, por eso os animo a formar parte activa en esta lucha que pretende
convertirse en una gran ola que arrastre, hasta lo más hondo, la violencia que
sufrimos las mujeres.
Aurora Valdés Suárez
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