“Afirmo que fui acosada y abusada sexualmente por Daniel Ortega Saavedra, desde la edad de 11 años, manteniéndose estas acciones por casi veinte años de mi vida. Afirmo que mantuve silencio durante todo este tiempo, producto de arraigados temores y confusiones derivadas de diversos tipos de agresiones que me tornaron muy vulnerable y dependiente de mi agresor”, narró Zoiloamérica Narváez en el desgarrador testimonio en el que daba cuenta de las vejaciones infligidas por Ortega.
Zoiloamérica Narváez retiró la demanda que había interpuesto ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, acusando al Estado de Nicaragua por denegación de justicia asegura que lo hizo de buena fe, para reintegrarse a una vida social después de años de desgaste. Asegura que hubo un arreglo con el Estado de Nicaragua, pero no una reconciliación familiar. Asegura que no renunció a su lucha, sino que “simplemente hice un cambio de método”
Recordamos que las denuncias se mantuvieron por más de 10 años.
En todas las sociedades los abusos sexuales son castigados y más si estos se realizan a menores Todas tienen leyes que establecen penas claras y castigan a los culpables.
Pero en estas situaciones lo primero es establecer la existencia de un delito tan íntimo. Hay sociedades, como algunas islámicas, que solicitan para culpar al varón, la existencia de varios testigos con lo que es casi imposible que se establezca el delito, en otras no se pide tanto, pero casi.
La palabra de la mujer-niña vale poco. Un ejemplo es el caso de Zoilamérica Narváez Murillo hijastra de Daniel Ortega, gobernante de Nicaragua, al que denunció en 1998 por abusos sexuales continuados desde que ella tenía 11, acudiendo a tribunales nacionales e internacionales siendo desoída e inadecuadamente atendida, hasta que retiro la denuncia.
Duele ver lo injusto de la justicia en casos como este, que no es el único frente a ese gobernante. Duele ver como se manipula la justicia contra los que la demandan. Duele ver con qué rapidez se calla a cualquiera que hable sobre los abusos sexuales de los poderosos.
El machismo habla por boca de mujeres y hombres. Incluso madres de agredidas son víctimas de estos valores y muchas juezas también están en estos procesos. Vemos las diversas formas de medir que nos quieren hacer creer que un injusto abusador gobernará de forma justa una sociedad, como si de dos personas se tratara una pública y otra privada sin conexión entre ellas.
La sociedad machista es leal con los agresores e inexplicablemente sobreentiende que ellos pueden controlar todo menos sus propios instintos. Se olvida a la agredida, cuando ella, está demostrado, llevará el dolor por años.
Entretanto la descendencia de estos” poderosos”, llevará el nombre que les venga bien ponerles, pues el control sobre la maternidad de las mujeres sigue, como los abusos sexuales, bajo su decisión, sin que la sociedad tenga una respuesta cabal de protección a esas niñas y de repulsa a esos DELINCUENTES.
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