Este año la ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección
integral contra la Violencia de género cumple 10 años .
Nos dotamos de esta norma pero a la norma no la hemos dotamos de
recursos para que su efectividad fuera real ; y nos
encontramos, 10 años después , con que
el amplio catálogo de medidas de prevención que contenía en los ejes de educación formal, medios de
comunicación y publicidad , son papel mojado.
Y ya sabemos que el aspecto coercitivo no es suficiente,
que sin una pedagogía social continúa
imponiéndose el paradigma de la mujer
como ser subordinado, y su imagen erotizada utilizada como reclamo comercial
de cualquier producto puesto a la venta.
Estamos hablando de la violencia simbólica, violencia
tolerada e invisible, Violencia que no se ve pero que se padece.
Aquélla que repugna y se rechaza es la que provoca
heridas o la muerte, pero la violencia simbólica es la que marca el camino.
¿Y cuál es el recorrido para llegar a ese nivel de
violencia visible e intolerable?
Comienza en el momento de nacer, con la filiación,
que en lugar de otorgarse directamente a la madre por ese indiscutible vínculo
biológico que es el parto, se sigue atribuyendo al padre, haciéndose invisible a la única persona de
cuya filiación hay certeza, la madre.
Esto seguramente se produce por parte de las
mujeres por rutina, por temor al
conflicto o por tolerancia a que nos subordinen; y por arte de ellos por mantener un
privilegio histórico.
La repercusión del nacimiento sobre el cuerpo de los
hombres es cero. Ni controles ni medicación, ni cuidados ni renuncia al
alcohol y a la carne , ni deformaciones en su cuerpo, ni pruebas dolorosas ,
ni reposos absolutos por embarazo de riesgo… ; y esto, así de entrada,
otorgaría mejor derecho a las mujeres.
A los pocos días de semejante concesión, se produce
otro hecho normalizado y tolerado, pero
no por eso menos brutal: taladrar las orejitas de un ser recién
nacido para preparar ese cuerpo a su
destino último, agradar a los hombres.
Ahí ya no hay confusión.
Si como dice Simone de Beauvoir no se nace mujer, aquí
ya está puesto en marcha el proceso de fabricación que consiste en tolerar la violencia sobre
nosotras hasta un grado indeterminado, que cada hombre concretará según su
propio baremo
La construcción del género femenino pasa por naturalizar,
justificar, ejercer y aceptar distintos grados de violencia según el momento de
nuestras vidas.
Violencia tolerada es naturalizar el piropo como algo aceptable,
cuando no deja de ser un derecho de los hombres a evaluar nuestra imagen.
Violencia tolerada es dedicar más tiempo que los
hombres a a la actividad doméstica sin contraprestación ni reconocimiento
personal ni social alguno.
Violencia tolerada es una jornada reducida para cuidar a
nuestra prole, en apoyo de la carrera profesional de él y en detrimento de la
nuestra.
Violencia tolerada es tener la certeza de estar siempre nosotras más cerca de la pobreza.
Violencia tolerada es infravalorar nuestras aficiones,
y nuestros intereses mientras las de ellos se imponen con megaconstrucciones de campos de futbol o
plazas de toros a los que las mujeres solo acudimos como espectadoras para
admirar a los hombres
Violencia tolerada es la exigencia de un rol maternal alienante
lleno de obligaciones, socialmente ensalzado en el plano teórico y devaluado y
sojuzgado en la práctica, y al que se atribuyen
unos niveles de sacrificio y
renuncia en nada comparables a los del padre.
Violencia tolerada es que recaiga la sospecha de la
culpa de la provocación sobre nosotras, en todos aquellos procesos en que siempre
somos víctimas y ellos agresores.
Violencia tolerada es la hipersexualización de todo como si fuera un interés compartido y
aceptado por nosotras.
Violencia tolerada es fabricar y prescribir solo a
mujeres los tratamientos anticonceptivos, y llamar a ese atiborrarnos de hormonas
liberación sexual femenina; o la hipermedicalización generalizada de la menopausia,
también es violencia tolerada
Violencia tolerada es tener en
cuenta la opinión de un hombre por el hecho de serlo, respetar sus valores como
dignos de tal e infravalorar los nuestros como cuestiones banales, secundarias
o frívolas.
Violencia tolerada es asumir como cierto que es más
importante el dinero que la vida, la economía que los cuidados.
Violencia tolerada es estudiar unos textos en los que
las mujeres y su historia han sido borradas.
Es que nuestras calles y plazas tengan nombres de
hombres con valores de hombres por méritos de hombres.
Violencia tolerada es la cosificación de las mujeres,
utilizadas como parte de la decoración, como reclamo comercial, como ser “al
servicio de”, como carne mercantilizada y carente de emociones.
Violencia tolerada es crear un género, el nuestro, el
de las mujeres, con menos valor, y no repararlo a pesar de las evidencias y de
las leyes que nos protegen.
Quizá después de todo esto, y muchas cosas más que no
menciono, podamos entender como se ha
naturalizado e invisibilizado esa
violencia que hasta nosotras aceptamos sin ser conscientes de ella.
Y ¿qué pasa si un hombre sintiéndose socialmente avalado para violentar a una mujer sobrepasa esos niveles convencionales de
violencia tolerada?
Pues pasa que no tiene muy claro si puede
permitírselo
¿Y qué le pasa a ella? Que no tiene muy claro si ese
nivel debe tolerarlo
Porque, antes de las agresiones físicas y de las
vejaciones psicológicas más brutales, hay unos escalones que son tierra de nadie,
y que a nosotras nos duelen sin estar segura de que podamos quejarnos.
El control, el aislamiento, el dirigir nuestra vida…,qué
nivel de toda esta violencia es aconsejable
tolerar?
¿En qué momento es ya alarmante, y entonces nos culpabilizan por
haberlo soportado?
Esa
violencia velada, soterrada, invisible y callada, esa violencia de la que la
sociedad es cómplice muda, a la que el poder público no hace frente, y
permite, y apuntala con normas que no nos
igualan , o nos presentan como menores incapaces de decidir sobre nuestros
cuerpos y nuestras vidas, es la causa de la otra, de la visible , de la
insoportable, de la que despachan acusándonos de no haber denunciado.
Creo que después de esta reflexión, la conclusión es inequívoca,
no pueden pasar otros 10 años sin que se cumplan las medidas preventivas que
establece la ley1/2004: Prevención en los ejes de la educación formal, los
medios de comunicación y la publicidad.
Para que no haya violencia visible e
intolerable , la tolerancia de la violencia sobre las mujeres tiene que ser cero, porque
cuando se ha recorrido tanto, se ha permitido tanto, socialmente se ha
ninguneado tanto el dolor de las mujeres, es muy fácil recorrer otro pasito más, hasta quizá matarnos.
Rosalía Hernández Sánchez
Rosalía Hernández Sánchez
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