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jueves, 19 de enero de 2023

Respetando la voluntad de las mujeres

 

Cuando son pequeños preguntamos a nuestros hijos e hijas que quieren ser de mayores. Es importante para todos los que los queremos, que su futuro lo vayan construyendo poco a poco. Su voluntad por tomar una dirección o otra sabemos que será importante para construir su felicidad. 

Detrás de esa expectativa confiada sobre nuestras criaturas se han venido escondiendo mandatos sociales que a las mujeres nos enviaban directamente al hogar. No había opción, ni siquiera a formarse si eras mujer, en algo que no tuviera relación con el hogar hace muy pocos años. Mi abuelo a mi madre y tía no les dio oportunidad de mayor formación que unos cursos para "señoritas" en la Milagrosa. No veía sentido a que sus hijas estuvieran más formadas.

El respeto a los deseos de las niñas, no era tal e iba bien encaminado a la reproducción de la sociedad. Los niños también tendrían descendencia, pero el cuidado de su familia quedaba en manos de ellas. A la par, la sociedad ensalzaba los logros masculinos y nos colocaba a las mujeres en la posición de seres necesitadas de depender.

 Las mujeres somos conscientes de que somos imprescindibles para que el mundo siga, pero también queremos no depender. Entendemos que la crianza, que es una labor temporal, debe ser un esfuerzo colectivo y que, aunque parta de la familia (madre, padre, abuelas, abuelos, tías y tíos…), tenga el apoyo de la sociedad, pues al fin la beneficia.

Somos conscientes del papel vital que las mujeres tenemos en la crianza; que nuestros aportes determinan seres más o menos sanos o felices. Por eso, en determinados momentos, no nos vemos en condición de ser madres. Y al igual que cuando queremos serlo se acepta nuestra voluntad, queremos que se acepte en el caso contrario. Dañamos a nuestro cuerpo con el aborto, lo sabemos, y lo entendemos, pero en algún caso lo consideramos un mal menor.

En Castilla León, de los 2597 abortos practicados en 2022, se realizaron el 65.8 % en las 9 primeras semanas, con embriones no mucho mayores que el ovulo que estamos acostumbradas a perder cada mes en nuestra menstruación. 

Es hora de ser conscientes que vivimos en un país laico y de respetar la voluntad de las mujeres, en lugar de someterlas a trabas absurdas, confiando en su criterio. Es hora de apoyarlas a reponerse de un proceso ya difícil de por sí, pues en otro momento puede que sigan poniendo su cuerpo en juego, con riesgo de muerte, no olvidemos, para regalar un nuevo ser a la sociedad. 



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