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miércoles, 1 de junio de 2022

Las mujeres pacifistas y la I guerra mundial 3/3

 

Reflexiones sobre la guerra y el Congreso de La Haya de mujeres españolas

La Gran Guerra estaba muy presente en la sociedad española, dividida entre francófilos y germanófilos, dando lugar a polémicas encendidas, que podían darse por ser España un país neutral, al decir de un escrito de la época:  “Nuestra neutralidad ha sido política en el orden internacional. En cambio, literariamente, la lucha de ideales o de intereses no ha cesado en los periódicos, en las revistas y en los libros… Unos hablan del derecho y otros de la fuerza. Como no nos cohíbe la censura ni la misma neutralidad, España es donde más sinceramente se ha escrito acerca de la guerra europea.[13]

Mientras se está celebrando el Congreso de Mujeres de La Haya, el periódico ABC[14] se hace eco de él en una amplia noticia, donde dice que España está entre los países representados en el mismo. En realidad, la única asistente de aquí fue “Madame J.M. Gay”[15], de Barcelona, que lo hizo a título individual.

La Condesa Pardo Bazán no creía que los acuerdos del Congreso de La Haya fueran a alcanzar un resultado práctico; compartía el contenido de las resoluciones y la crítica a la locura de la guerra pero terminaba afirmando que la guerra iba a traer beneficios a las mujeres, porque están ejerciendo oficios que antes no hacían y “… porque la guerra es, ante todo, dinámica y para la mujer, lo peor es la estática[16]Sabemos que este argumento no acaba de sostenerse, que el supuesto avance de las mujeres en las guerras, su entrada en nuevas profesiones, por ejemplo, no siempre se consolidó tras la guerra, más bien cuando volvieron los hombres del frente las mujeres fueron empujadas de nuevo hacia las tareas domésticas.

A lo largo del XIX y principios del XX, distintas mujeres escribieron sobre la guerra en España. Josemi Lorenzo Arribas ha identificado algunas de ellas[17], destacando a Carmen de Burgos y María Lejárraga que, dice, aportaron “las reflexiones más sistematizadas sobre el tema”, la primera en Guerra a la guerra y la segunda en Feminismo, feminidad, españolismo y Cartas a las mujeres de España.[18]  En una de las publicaciones mencionadas, María Lejárraga[19] incluye varias crónicas del Congreso de La Haya, con fragmentos de los discursos que se dieron en él y de las lecciones aprendidas por las mujeres. A saber:

Los hombres tienen casi toda la culpa de la guerra; pero las mujeres tampoco estamos exentas de responsabilidad; hemos faltado a nuestro deber de dos maneras: Primera: Consintiendo que se eduque a nuestros hijos en una falsa idea del heroísmo y de deber patrio. Hasta ahora mismo se ha glorificado en las escuelas el valor militar, las hazañas de sangre, la injusticia de la conquista, el egoísmo colectivo; se ha hecho de la bandera un símbolo, no de patriotismo, sino de imperialismo… Segunda: Por temor al ridículo, hemos dejado de poner en nuestras reivindicaciones todo el empeño necesario. El día en que las mujeres intervengan en la gobernación de los pueblos en número igual al de los hombres, la guerra habrá concluido de una vez para siempre; esto lo sabemos y lo sentimos”.[20]

Para Lejárraga, el que llama Congreso de las mujeres pacifistas en La Haya, tal vez haya tenido poco impacto práctico pero

“Su significación moral es, sin embargo, interesante, porque afirma una vez más el decidido propósito de las mujeres de no consentir que sigan arreglándose los asuntos de interés general para la vida de los pueblos sin intervención suya, como representantes que son de más de la mitad del género humano. Una vez más las mujeres levantan la voz para pedir la paz…”.[21]

Carmen de Burgos y Sofía Pérez Casanova, nuestras primeras reporteras de guerra, que veían lo que sucedía en los frentes y en la retaguardia, el sufrimiento de la población civil, fueron abiertamente anti-guerra.[22]

Virginia Woolf plasmó sus reflexiones sobre la guerra desde las vidas de las mujeres en el imprescindible Tres Guineas. Sobre su pensamiento, escribió Elena Grau:

 “Virginia habla muy poco de la experiencia, de las consecuencias y del horror de la guerra porque parte de una idea, nunca la guerra, y no necesita argumentarla. Yo diría que ella pone la guerra como medida de todas las acciones humanas. Su esfuerzo es medir la acción humana, de mujeres y hombres, en presencia de este horizonte. Y al poner la guerra como medida, o como horizonte de nuestra acción, trasciende la idea de guerra como hecho bélico y se interesa por todo aquello que en nuestro hacer apunta en última instancia a sostener unas relaciones, una cultura y un mundo simbólico que albergan la violencia y conducen a la guerra”.[23]  

De modo diferente, escribe Josemi Lorenzo, que cita también el análisis de Elena Grau, las escritoras españolas pusieron el acento en el sufrimiento y el dolor que provocan las guerras.  Con todas las distancias, concluye, por la singularidad y brillantez de la inglesa, esto puede ser debido a que, en las distintas guerras que vivió España –con sus consiguientes levas y muertes de jóvenes varones- las españolas, a diferencia de la Woolf, la sufrieron en carne propia: “Las continuas sangrías humanas que supusieron las guerras a las que se aferraba el estamento militar y político, el injusto sistema de recluta, el dolor multiplicado en familiares y amistades de los soldados ... no podían dejar indiferentes a estas mujeres intelectuales…”.[24]

Núcleos del feminismo pacifista en España: su relación con WILPF

Los tres núcleos de mujeres organizadas que hemos podido identificar en relación con las mujeres del Congreso de La Haya y WILPF, se configuraron en Valencia, Barcelona y Madrid.

En Valencia, en el núcleo feminista pacifista destacaron las hermanas Ana y Amalia Carvia Bernal. Formaban parte de la Asociación General Femenina (AGF), que abogaba por un feminismo laicista y librepensador, defendía la importancia de la instrucción de las mujeres a todos los niveles y estaba al tanto de cómo se organizaban las feministas ‘en los países europeos más avanzados’.[25] En 1915, las hermanas Carvia fundaron la Asociación Concepción Arenal y la revista Redención que defendía el sufragio, la laicidad y el librepensamiento, presentándose como pacifista y feminista.  En el informe del Congreso de WILPF celebrado en Viena en 1921, en la sección de saludos recibidos se incluye uno de la Asociación Concepción Arenal en el que esta asociación muestra su adhesión a los acuerdos del congreso anterior, celebrado en Zurich, en 1919.[26]

En Barcelona, Carme Karr Alfonsetti (1865-1943), escritora, reformadora social y feminista, integrante del Comité Internacional de la Liga de los Países Neutrales, en octubre de 1915,  fundó el Comité Femení Pacifista de Catalunya (CFPC) que recibió la adhesión de personalidades y entidades y se propagó a otras ciudades de Catalunya. La idea había sido de la pintora Antonia Ferreras y su presentación se hizo en el Ateneo de Barcelona. El CFPC se proponía “recullir un a un aquells sentiments qui sens dubte bateguen en el cor de les dònes d’Espanya, sentiments de germanor per el dolor d’aquelles dònes espartanes (voluntaries ó nó) qui veuen desertes y enrunades les llars familials, morts ó matant, els esposos, els fills, ells germans… (uniéndose al anhelo de paz de) aquelles nombroses agrupacions femenines pacifistes de l’extranger, qui escampen pel món llurs manifests, y alhora a les dònes d’Espanya, ens demanem amargament el per què nostra veu no s’ha alçat ja demanant el fi de la tragedia, com si no existís en tota Espanya una sola dòna amant de la Pau…”.[27]

Entre las iniciativas que lanzó el CFPC destacó la campaña de la Postal de la Pau, una postal ilustrada por el dibujo que resultara premiado por un jurado, simbolizando los horrores de la guerra y conteniendo un pensamiento en los idiomas de los países beligerantes. La postal era para enviarla a los jefes de Estado y a personas que pudieran influir en poner fin a la guerra.[28] La revista Feminal (1907-1917) que dirigía Karr difundió esta y otras iniciativas y dio cabida a las polémicas que se fueron dando en relación con la paz.

En 1929, en Madrid, mujeres del Lyceum Club fundaron la Liga Femenina Española por la Paz,[29] que mantuvo lazos y colaboración con WILPF. Su presidenta, Isabel Oyarzábal, así como Clara Campoamor,   conocía a las mujeres de WILPF a través de su pertenencia común a la Alianza por el Sufragio. También a través de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias y de las reuniones de la Liga de las Naciones. 

En 1930, en Barcelona, se fundó la Lliga catalana per la pau i la llibertat. Presidida por Montserrat Graner, la Lliga fue una organización vinculada a WILPF, con la que colaboró de manera destacada en la campaña por el desarme de 1932. Su revista Evolució, en el corto periodo de su existencia, apenas un año, proclamó esa vinculación y difundió los objetivos de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad.  

 Epílogo

 

Las mujeres que se reunieron en el Congreso de La Haya constituyeron una voz disidente con voluntad de incidir en la política internacional. Fueron pioneras en muchos aspectos, también en su desempeño académico y profesional. Eran mujeres ideológicamente dispares, unidas por su rechazo a la guerra y la reclamación del voto. En la encrucijada de la guerra, eligieron seguir organizadas por la paz y la libertad, opción que dividió al movimiento sufragista. La división de las sufragistas ante la I Guerra Mundial puso de manifiesto, una vez más, que no todas las mujeres son pacifistas, que optar por la paz no es algo ‘natural’ en ellas. Como tampoco lo es la guerra o la violencia en los hombres. Tanto para mujeres como para hombres, optar por la paz es una opción libre.

Como movimiento de mujeres, el feminismo fue y es una fuerza importante contra la guerra y contra la violencia pero tampoco todos los feminismos son pacifistas. Existe consenso en el rechazo de la violencia contra las mujeres, pero el debate sobre la legitimidad o no del recurso a la fuerza sigue dentro del movimiento. Tampoco todos los feminismos se han expresado como defensa de intereses exclusivos de las mujeres como grupo excluido. El feminismo internacionalista pacifista del Congreso de La Haya es una expresión de que la política de las mujeres, como escribió Alexandra Bochetti, es la política.

Erosionar la idea de que es glorioso morir por la patria, que tan a menudo ha supuesto en la práctica morir para defender los intereses de las élites dominantes, costó muchas décadas. Pero aún hay culturas en las que los hombres se ven impulsados a inmolarse en defensa de algún paraíso prometido. En la nuestra, ya no es así. Es posible que morir por la patria se haya sustituido por vivir para consumir, pero el desapego del pedestal de la muerte es una resistencia que está afirmando que la muerte, ‘morir por’, ya no es un valor. Crece la convicción de que es mejor ‘vivir por’. La vida es lo que tenemos. Las mujeres conscientes, el feminismo pacifista, siempre han puesto la vida y su sostenibilidad, no la muerte ni bienes de otro rango, en el centro de los valores. La corriente feminista pacifista que nació en La Haya sigue empujando en esa dirección. En abril de 2015, en los mismos días que hace cien años, el mismo número de mujeres de todo el mundo, 1136, nos reuniremos de nuevo en un Congreso en La Haya: todavía no hemos logrado erradicar la guerra, en sus múltiples rostros.   

Carmen Magallón (2014) “Una voz disidente en la I Guerra Mundial: el Congreso de La Haya y WILPF”, Mientras tanto, Nº. 122-123, pp. 57-71.

13] Álvaro Alcalá Galeano (1916) España ante el conflicto europeo, 1914-19, Madrid, 1916, 4ª ed., pp. 212-213.

[14] “Por la Paz. El Congreso Internacional feminista”, ABC, 1º de mayo de 1915, p. 8.

[15] No conocemos datos de ella, sólo que vivía en Claris, 102 de Barcelona, dato recogido en el Informe del Congreso: http://www.ub.gu.se/kvinn/portaler/fred/samarbete/pdf/congores_varouwen.pdf, p. 11.

[16] La Condesa de Pardo Bazán (1915) “La vida contemporánea”, La Ilustración Artística, nº 1764, 18 de noviembre de 1915, p. 686.

[17]“Emilia Serrano, baronesa de Wilson; Concepción Arenal; Doñeva de Campos;…Carmen de Burgos, Colombine; Teresa de Escoriaza; María Lejárraga; Blanca de los Ríos y Sofía Pérez Casanova. Además de estos nombres propios,… aparecen mujeres puntuales anónimas, ya en prensa firmando artículos, ya participando en acciones de calle. Mujeres del pueblo, que nos aportan el contrapunto necesario para no confundir el sentir de las mujeres burguesas, que tienen acceso a los medios escritos, con el del común de sus congéneres que no tenían tal privilegio”. Cfr.: Lorenzo Arribas, Josemi (2007) “Tensiones militarismo/ antimilitarismo” en Asunción Bernárdez Rodal (Dir.) Escritoras y periodistas en Madrid (1876-1926), Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 125- 162, p. 135.

[18] Ibídem, p. 136.

[19] María Lejárraga firmaba casi siempre con el apellido del marido, Martínez Sierra, y a menudo también con su nombre, Gregorio.

[20]G. Martínez Sierra (1917) “Lecciones de la guerra. Opiniones de algunas de las feministas que han concurrido al Congreso de La Haya en favor de la paz” en la publicación de la misma autora Feminismo, feminidad y españolismo, Madrid, Renacimiento, 181-192, p. 182. La cursiva está en el original.

[21] G. Martínez Sierra (1917 “El Congreso de las mujeres pacifistas en La Haya”, en la publicación de la misma autora Feminismo, feminidad y españolismo, Madrid, Renacimiento, 231-240, p. 233-234.

[22] Carmen de Burgos ya cubrió la guerra de Marruecos y en ese tiempo, entre otros escritos, escribió la novela En la guerra (1909). Sobre Casanova, véase: Bernárdez Rodal, Asunción (2013) “Sofía Casanova en la I Guerra Mundial: una reportera en busca de la paz de la guerra”, Historia y Comunicación Social, Vol. 18 (2013), 207-221.

[23] Elena Grau (2000) “Sentada en mi lado del abismo. Sobre Tres Guineas de Virginia Woolf”, En pie de paz, nº 52, 40-47, p. 43. Cita incluida en Carmen Magallón (2006) Mujeres en pie de paz, Madrid, Siglo XXI, pp. 215-216.

[24] Josemi Lorenzo Arribas, Op. Cit., p. 158.

[25] Luz Sanfeliu (2011) “Instrucción y militancia femenina en el republicanismo blasquista (1896-1933)”, en Ana M. Aguado, Teresa María Ortega López (coords.) Feminismos y antifeminismos: culturas políticas e identidades de género en la España del siglo XX, Valencia, PUV, 45-70, p. 64.

[26] “The Society "Arenal", Barcelona (sic), wrote accepting with enthusiasm the resolutions adopted by the Congress (at Zurich) which expressed their aspirations as well as those of the whole feminist movement. In Valencia, Barcelona and Madrid, which are the centres of Spanish feminism, the society is zealously working to reform the laws that depress the condition of the women of Spain, and to obtain the vote. In working for universal peace they wish to give an example of the civic virtues, to promote the welfare of the Women's International League and to secure universal disarmament.” WILPF, Vienna Congress Report, 1921, pp. 155-156.
 

[27] “La dona y la pau. El Comité Femení Pacifista de Catalunya”, Feminal, 103, 31 octubre 1915, pp. XVI-XVII.

[28] Colombine (1915) “Femeninas. Cosas de actualidad”, 29 noviembre 1915, p. 1.

[29] Sobre la Liga Femenina Española por la Paz y el feminismo pacifista: Carmen Magallón (2012) Contar en el mundo. Una mirada sobre las Relaciones Internacionales desde las vidas de las mujeres, Madrid, horas y Horas.

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