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domingo, 30 de noviembre de 2014

Celeste : No me quedo de otra….


El mundo de las diferencias
Celeste tiene dos hijos, una parejita, esta casada. Tiene 28 años y ya no quiere tener más hijos. Ella quiso trabajar hace cinco años, y puso carpetas, habló con amistades que le podían ayudar y empezó la búsqueda. Había decidido trabajar porque la plata no le alcanzaba, y lo que su marido ganaba no alcanzaba. Al fin le llamaron a una entrevista y le fue bien, pero solo hubo un detalle que le faltó, le pidieron un certificado de estarligada, de estar usando algo para no embarazarse y un examen de sangre que demuestre que no estaba embarazada.No hay problema dijo, el Carlos viene cadames,se queda una semana y solo ahítenemos relaciones y me cuido esa semana. Pero justo para este trabajo la suerte no estuvo de su parte, el examen le salió positivo, estaba embarazada. No podía ser verdad…. Justo ahora cuando la cosa iba por buen camino


...”Yo no tenía idea de que estaba embarazada, fue por pura casualidad, yo estaba buscando trabajo y me pidieron certificados de todo, y entre esos me pidieron uno de que estaba ligada y que no estaba embarazada. Lo que pasa es que mi marido trabaja en el Oriente y esta allá tres semanas y una semana se queda acá. Yo soy bien regular y francamente me había ido bien cuidándome con la fecha. A veces usábamos preservativos, pero en general no. Creo que a mi marido le daba un poco de inseguridad que use un método mas seguro, porque usted sabe, el por allá y yo por acá…
Yo tenía 23 años, dos hijos, y teníamos una parejita, ya no queríamos más. Yo soy casada, solo que me case jovencita. Mi marido trabaja en el Oriente hasta ahora y en ese tiempo yo no usaba nada de anticonceptivos.
Lo que pasó es que mis hijos ya estaban grandecitos y yo quería trabajar, para ayudarle a él. Empecé a poner bocas para que me avisen de algún trabajo y también veía en el periódico, así fue que puse algunas carpetas. Entonces me llamaron de una empresa a una entrevista, me dijeron que lleve algunos papeles, cartas de recomendación. Yo fui, me hicieron la entrevista y me fue bien, pero al final ya para salir me dijeron que casi estaba aceptada y que solo me faltaban unos papeles, que no me habían dicho, un examen de sangre para embarazo que diga negativo, o un certificado de estar ligada, una de dos.
Yo ni me preocupé, me fui a hacerme el examen y cual es mi sorpresa me sale positivo.
No se para que piden esos exámenes, creo que es que era para asegurarse de que las mujeres que entraban a trabajar allí no iban a pedir permiso de maternidad, o por los permisos para los chequeos, todo lo que a una le pasa cuando se queda encinta….

los estragos, el permiso de lactancia, no les gusta contratar a mujeres por eso.
Cuando vi el resultado me quede helada, estaba tan tranquila, nunca me he de olvidar cuando salí del laboratorio, abrí el sobre después de un rato, súper confiada casi voy con ese resultado a la empresa, imagínese… Yo no lo pensé dos veces, yo me hago un abort dije, aunque no fuera por el trabajo, ¡¡no iba a tener otro hijo, no!! Y peor ahora que quería trabajar. A veces no tenía plata, tenía que fiar hasta que mi marido regrese, a veces pasaba necesidades...
No, yo no quería otro hijo. Claro que necesitaba trabajar pero independiente de eso, yo no quería otro hijo. Ya lo del trabajo pasó a segundo plano.
Entonces, con una amiga me fui a un consultorio, allí me dieron unas pastillas y rapidito sangré. Al otro día me hicieron otra cosa que no me acuerdo como se llamaba, pero eso fue todo. Mi marido ni se enteró, yo nunca le avisé porque hubiera creído que estuve embarazada de otro. Solo mi amiga que me acompañó sabe.
No pude conseguir el trabajo porque no pude entregar el certificado de no estar embarazada, y había que entregarlo rápido. Me hizo no se que, ir a esa empresa luego, porque tanta cosa que le pedían, no me dio confianza. Después conseguí otro trabajo, pero antes de eso ya con calma, le dije a mi marido que me quería ligar.
La experiencia del aborto no fue gran cosa, fue rápido, me dolió un poco pero nada más. Mi marido ni cuenta se dio. No le avisé a él porque me dio inseguridad, un compañero de trabajo de él, le paso algo parecido y al hombre se le metió que la mujer le traicionó y casi se divorcian. Esta señora le avisa y el otro hace cuentas y no se que……y le dice que el no podía ser el papá. Fue un problemón y casi le cuesta el matrimonio.
Durante el proceso del aborto una amiga me acompañó, ella incluso me dio la dirección y si me atendieron bien. Me dieron información de la ligadura. Ahí donde me atendieron fueron bien buenas, y mi amiga me ayudó, me acompaño cuando me tome las pastillas.
Todo salió bien gracias a dios. No tenía miedo, porque me atendieron bien, me sentía segura. Más bien quería que sea rápido, pensaba que mi marido iba a venir por algo y se iba a dar cuenta. No se, pero se me metió que iba a aparecer. Cuando ya pasó todo, sentí alivió, nadie se daría cuenta. Me pareció bueno y estoy agradecida porque me ayudaron
para la ligadura. Apenas se terminó el tratamiento, me preguntaron si quería una inyección para que este protegida hasta que me hagan la ligadura. Yo me hice poner no más la inyección, porque me quedo terror de tener relaciones sin nada, luego me ayudaron para la ligadura y ahora si estoy tranquila por ese lado.
Ahora estoy preocupada porque mi marido trabaja en el Oriente, siempre solos tres semanas ¿que harán? Una vez si me contagió unos bichos. Ahora el problema es que no le gusta usar preservativo.
La vida sigue, no pienso en eso, no me acuerdo….entre el trabajo, los guaguas, la casa, no tengo tiempo para nada.


Ma. Fernanda Porras
Psicóloga Clínica, feminista, activista por los derechos humanos de las mujeres y la erradicación de la violencia de género, Directora Nacional de Género del Ministerio del Interio


Esta es una de las historias que cruza muchas de las vidas de las mujeres del mundo, situaciones que marcan nuestras vidas, sensaciones que nos dejan un mal sabor en el alma, decisiones que cargamos solas, secretos que guardamos entre todas.
Desde que recuerdo, el mundo en el que vivimos ha creado diferencias entre hombres y mujeres, los discursos másrepresentativos como el religioso, político, institucional, familiar, entre otros; han intentado controlar el cuerpo de las mujeres y además hemos sido responsabilizadas por el cuidado, de los hijos e hijas, de las personas enfermas, de los familiares adultos mayores, de las personas que necesitan asistencia especial, en fin; de todas las actividades que están relacionadas con la tarea de la reproducción social.
Me pregunto entonces en este tema de las diferencias ¿qué pasa con los hombres en esta parte de la historia de la humanidad? Pues es socialmente aceptable que ellos no aparezcan, que no asuman, que no quieran y no deban asumir estas responsabilidades, pues han sido beneficiados de éstas creadas socialmente y muchas veces consideradas como normales. La construcción de estos estereotipos culturales que ponen a las mujeres en desventaja frente a los hombres se viven a diario, se escuchan, se miran, se sienten, se huelen y duelen.
Estas diferencias originan situaciones violentas, donde el que agrede lo hace porque sabe que puede hacerlo, y donde la agredida acepta porque así le enseñaron que debe ser. En nuestras sociedades las agresiones contra las mujeres van desde “la sutileza” de solicitar un examen de embarazo negativo o una certificación de haberse hecho la ligadura para ser calificada y aceptada en un nuevo trabajo hasta la muerte de las mismas por el simple hecho de ser mujeres, como ocurre en los femicidios.
El caso de Celeste nos enfrenta a una realidad común para las mujeres, donde estas diferencias han hecho que la maternidad, lactancia, los hijos e hijas, la sexualidad, muchas veces sean vividos con culpa, incertidumbre y malestar.
Celeste muestra cómo para muchas personas el tema de la maternidad y la lactancia son consideradas en el ámbito de lo laboral, como falta de eficacia, desperdicio, mala inversión, un problema que se debe evitar y que además solo le compete a las mujeres; y bueno biológicamente hemos sido creadas para reproducir pero socialmente hemos sido obligadas a ser las únicas responsables de estas actividades.
Adicionalmente, esta historia nos enfrenta a otra de lasrealidades de nuestra sociedad, donde los curas, maridos, padres, hermanos, abuelos, padrastros, legisladores, gobernantes y más, intentan controlar el cuerpo de las mujeres, y son ellos quienes deciden cuándo se debe acceder al “placer”, cómo se debe actuar, qué usosse le puede dar, cómo y en qué circunstanciasse deben cuidar, hasta en ciertos casos como en éste, para garantizar la “no” traición cuando
se está lejos.
En este mundo de las diferencias es evidente como en la psique de las mujeres se construye en base al deseo de “un otro”, que nos ha hecho creer que dependemos de ellos, que no podemos solas, que somos vulnerables, que debemos sentir miedo, por lo tanto tendemos a la compulsión de la repetición de actos que nos someten en nuestras vidas cotidianas.
En este caso, la posibilidad de poder decidir sobre el número de hijos/as que se quiera tener, planificar el futuro que se quiere empezar, es una decisión que debería poder ser tomada sin ningún remordimiento ni miedo, en esta historia, la decisión de practicarse un aborto no deja de provocar culpa, miedo y desesperación, en la vida de esta mujer se evidencian como las diferencias marcan y separan, en estas circunstancias es urgente y necesario replantearnos el mundo de las diferencias en el que vivimos y construir sociedades iguales para todas sus habitantes






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sábado, 29 de noviembre de 2014

Las mujeres en Japón


Japón valora a las mujeres menos - a medida que los necesita más


A pesar de las leyes antidiscriminatorias y un número cada vez mayor de mujeres empleadas, Japón se está quedando atrás del resto del mundo en materia de igualdad de género.La discriminación generalizada persiste, y  ha crecido más sutilmente en los últimos años.

Japón es uno de los países más industrializados del mundo, pero siempre se ha mantenido fiel a sus antiguas tradiciones. De la misma manera, los roles de género tradicionales siempre han sido una fuente de desigualdad en la tercera mayor economía del mundo.
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Japón  se ha clasificado como el más desigual de los países más ricos del mundo.
Y la brecha parece estar ampliándose: en octubre pasado el informe anual del Foro Económico Mundial sobre las brechas de género degrado  el rango de Japón de 99 a 101 ( dato de 2012 en 2014 esta en el puesto 104 ), junto a Tayikistán y Gambia en términos de igualdad política y social. 
Para Yuko Ogasawara, profesora de sociología en la Universidad Nihon de Tokio, la descalificación  de Japón no significa   una sorpresa. "En este país todavía es imposible combinar el trabajo y la familia.", Dice a IPS. "Esa es la razón principal detrás de la desigualdad. Las personas, sean hombres o mujeres, tienen que trabajar hasta las diez  todos los días. Si desea formar una familia esto es  un obstáculo evidente ".
Hace quince años- mujeres  y hombres asalariados de oficinas de Ogasawara publicaron  un libro que describe el espacio de oficina típico japonés, donde las mujeres tenían que manejar el trabajo de oficina y servir el té, mientras que los hombres podían ascender en la escala ejecutiva.

70% de las mujeres abandonan la fuerza laboral después de tener primer bebé

"Mucho ha cambiado desde entonces", dijo a IPS Ogasawara. "Hay más mujeres ejecutivas ahora, las mujeres se les da más oportunidades. Pero aún  permanece un  problema: el 70 por ciento de las mujeres abandonan la fuerza laboral después de tener su primer bebé ".
"Después de la crianza de sus hijos, es muy difícil para muchas mujeres a volver", dice Kathy Matsui, una economista de  uno de los mayores bancos de Japón, que ha estado estudiando el empleo de las mujeres japonesas desde 1999.
"Muchas veces el problema se encuentra dentro de las organizaciones y sus sistemas de evaluación", dijo a IPS. "La mayoría de los departamentos de recursos humanos rechazan a las mujeres cuando tienen un espacio en blanco de diez años en su plan de estudios. Para ellos,  deben haber olvidado todo lo que han aprendido y por lo tanto no son adecuadas para la contratación. Eso es una discriminación sutil ".
"Las mujeres que quieren relanzar su carrera sólo  pueden obtener  puestos de trabajo  a tiempo parcial con un salario bajo", Yuko Ogasawara añade. "Estos  trabajos son muy poco remunerados en comparación con trabajadores a tiempo completo, por lo que muchas empresas quieren mantener el sistema tal como esta. Consigen  mano de obra barata.

La discriminación está profundamente arraigada

La discriminación está profundamente arraigada en las instituciones del país."Japón tiene numerosas leyes contra la discriminación", dijo Yoshiyuki Takeuchi, profesor de economía en la Universidad de Osaka, "pero aún así el regimen  fiscal, de pensiones,  y de seguridad social y seguro de salud se basan en el modelo de una familia de cuatro personas con un  padre  trabajador y una madre y ama de casa.
"En Japón, las empresas pagan a los hombres un salario más alto si sus mujeres  se quedan en casa. Las mujeres que reinician un trabajo a  tiempo parcial sólo puede ganar una cantidad de dinero limitada. Estas son las reglas y regulaciones que se desarrollaron durante los años setenta sobre la base de la realidad económica de la época que  apenas han cambiado desde entonces. Hoy en día se retiene a las mujeres que  tratan de reiniciar una carrera ".
Al mismo tiempo, la realidad económica de Japón está cambiando muy rápidamente. El país está profundamente preocupado por el estancamiento económico que se inició hace 20 años. La población está envejeciendo muy rápidamente, la tasa de natalidad está disminuyendo y la población del país se prevé una contracción en torno al 30 por ciento en 2055.

No hay apertura  a la inmigración

"La fuerza laboral se está reduciendo y Japón no esta muy abierto a la inmigración," Kathy Matsui  dijo a IPS. "No hay otra solución que utilizar más a la población existente. Las mujeres constituyen el 50 por ciento de la población japonesa, estan  muy  bien formadas , pero dejan de trabajar a una edad determinada. No hay otra opción que tomar medidas para tratar de mantener a las mujeres en el ambito  laboral . Este no es un punto de vista feminista, es el resultado de un  análisis objetivo de un economista ".
Sin embargo, la sociedad japonesa no parece muy dispuesto a aceptar la idea. Una encuesta llevada a cabo por el gobierno japonés en diciembre mostró que el 51 por ciento de la población cree que las mujeres deben quedarse en casa y cuidar de la familia, mientras sus maridos trabajan.
Este dato representa  un 10,3 por ciento más que el resultado de una encuesta similar realizada en 2009. El aumento fue especialmente notable en la categoría de edad de 20 a 30.
"La generación joven de hoy sabe lo que significa crecer con una madre trabajadora", dice Suzanne Akieda, una arqueóloga belga que ha estado viviendo y enseñando en Japón por más de 40 años.
"En los últimos años  montones de mujeres japonesas han tratado de dejar de lado su vida personal para seguir una carrera. Ahora muchas empiezan a reconsiderar si eso era lo correcto. Esta es la reacción ".
Fuente: IPS | Daan Bauwens
http://www.asafeworldforwomen.org/womens-rights/wr-asia-pacific/wr-japan/3660-gender-discrimination-in-japan.html
http://frenopaticoo.blogspot.com/2011/10/sayaka-kajita-ganz-magia-en-sus-manos.html
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viernes, 28 de noviembre de 2014

Reflexionando sobre las intromisiones en nuestras vidas


“El tema del aborto es tratado de una forma curiosa por decirlo menos: se entiende que la vida que esta dentro del vientre materno es un asunto público (siendo un tema estrictamente privado), pero una vez nacida la criatura, se convierte en un tema privado (siendo que es un asunto público). Por esto, el costo económico y la energía necesaria para criar un hijo o hija los debe solventar la madre biológica, sin que el estado le de un solo peso en ayudas económicas, educación, salud. ¡Y al mismo tiempo, la mujer no puede decidir sobre su propia biología!”

Disidencia Sexual
Revista digital de la CUDS. Editorial 3/04/2008
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jueves, 27 de noviembre de 2014

La Violencia En La Televisión y El Cine Es Perjudicial Para Los Niños



Cuarenta años de investigación  han llegado a la conclusión de que la exposición repetida a niveles altos de violencia en los medios de comunicación les enseña a algunos niños y adolescentes a resolver los conflictos interpersonales con violencia, y, a muchos otros, a ser diferentes a esa solución. Bajo la tutela de los medios de comunicación y a una edad cada vez más temprana, los niños están recurriendo a la violencia, no como último sino como primer recurso para resolver los conflictos.
En publicaciones profesionales que no suelen llegar al público general, hay miles de artículos que documentan los efectos negativos de los medios de comunicación en la juventud, particularmente los efectos de violencia que muestran. Los niños que ven televisión durante más horas son más agresivos y pesimistas, menos imaginativos y empáticos, tienden a ser más obesos y no son tan buenos estudiantes como los niños que ven menos televisión. Cada vez es mayor la preocupación por el hecho de que se ha mantenido oculta la "historia real" de la violencia en los medios de comunicación y sus efectos en los niños.
Es entonces donde entramos en la Teoría de la Aguja Hipodérmica (Laswell, 1920), la cual nos menciona que los medios de comunicación nos “inyectan” la información que ellos desean, y nosotros como espectadores la tomamos como verídica sin necesidad de comprobarla, además, legitima la capacidad de éstos para moldear conductas y estimular a las masas para que éstas respondan como a un grupo sin criterio que puede ser manipulado por los medios, los cuales, a su vez, son instrumentos de los poderes públicos y privados.
Al dirigirse al Comité Senatorial de los Estados Unidos para asuntos gubernamentales, Leonard Eron, autoridad en el tema de la influencia de los medios de comunicación en los niños dijo: “el actual nivel de violencia interpersonal se ha visto verdaderamente disparado por el efecto a largo plazo producido por la exposición de muchas personas a un dieta intensiva de violencia televisiva cuando eran niños”

Ángela Treviño Martínez…
http://www.buenastareas.com/ensayos/La-Violencia-En-La-Televisi%C3%B3n-y/2537040.html

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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Ines : ¿Quién se responsabiliza por la vida de las mujeres?


“Ha sido de tocarse esos hilos de la T”

Inés era una mujer joven, tenía 23 años, y una hija de 6, era soltera. No quería más hijos, había tenido a su niña muy joven y no quería más responsabilida des. Tenía un novio y su vida sexual era placentera. Necesitaba un método anticonceptivo seguro. Alguna vez uso anticonceptivos hormonales y no le gustó, se sintió mal, y busco otra opción en esta ocasión.
Pidió una consulta en un servicio de salud y luego de una consejería decidió ponerse un dispositivo intrauterino llamado T de Cobre. Se lo pusieron durante la menstruación sin ningún problema, y le indicaron que vuelva el siguiente mes para un control. Le advirtieron de un aumento en su flujo menstrual, y de dolor tipo cólico. Situación que efectivamente sucedió. La convocaron luego de un mes para revisar la T. Cuando fue al control, le informaron que no encontraron el hilo del dispositivo en el examen que le hicieron, y que si ella había revisado la presencia del hilo en su vagina. Nadie le dijo que tenía que hacer eso. La T no estaba, el hilo no aparecía y en la ecografía que le realizaron confirmaron que probablemente la expulsó. Su menstruación no llegó y cuando se hizo un examen de embarazo resulto positivo...Ese embarazo no fue una decisión mía, fue que no me dijeron que me tenía que tocar los hilos de la T que me pusieron porque se me podía caer o algo así. Cuando me fui al control ya no estaba la T y por eso me quedé embarazada. Fue por eso. Yo estaba desesperada, madre soltera, con un trabajo que ganaba poco, como iba a tener otro hijo.
Nadie me dijo nada de los hilos, y por eso me dio unas “iras” yo lesvreclame, y me dijeron si me han de haber dicho, pero que yo no me debo haber acordado.
Eso es mentira, a mi nadie me dijo nada, yo no hubiera tenido relaciones si me hubiera dado cuenta que la T se me había caído. Eso fue culpa de ellos.
Cuando me dijeron que estaba embarazada fue terrible, porque yo estaba puesta la T, y de repente saber que no sirvió para nada y que ahora si estaba embarazada, no sabía que hacer “le juro”….primero pensé le voy a decir a él a ver que me dice, pero después dije no, no, él no era un novio estable, recién nos habíamos conocido y de repente tenervya un hijo con él, “ni muerta”. Dije yo esto lo que tengo arreglar, no se como pero no Económicamente yo estaba con las “justas” apenas me alcanzaba para mí y mi hija. Vivía con mi mamá que me ayudaba con la guagua, imagínese si yo me asomaba con otro guagua, me mandaba de la casa.
Entonces, yo decidí abortar, pregunte a mis amigas, y por ahí me dijeron que me pusiera unas pastillas en la vagina que con eso era efectivo. Sangré, me salieron coágulos grandes y luego me fue parando el sangrado, pero nunca me paró del todo. Entonces fui a la maternidad, me internaron, me hicieron un curetaje con anestesia general y me dieron de alta. Estuve casi un día y medio.
Yo aborte porque no tenía pensado otro embarazo, otro hijo, porque yo trabajo, y no tengo mucho tiempo. Además, vivía con mi mamá, mi mamá me mataba, si iba con otro guagua, y lo principal es que no me alcanza la plata y ¿acaso que el papá se iba a hacer cargo? Que va!! Y es duro criar sola, eso que me ayuda mi mami. Y además porque yo no tuve la culpa, yo estaba con la T, y me falló.
Mi familia nunca supo, yo no les dije nada, Pero mi mamá creo que si se dio cuenta pero no me dijo nada. Lo que pasa es me dieron unos estragos masvfeos….me puse pálida, ojerosa, vomitaba.
Las pastillaslas compré yo con mi plata. A mi nadie me apoyó, yo solita me aguante todo. Solo le veía a mijita y decía por ella hago esto. Finalmente todo salió bien. Yo no sabía que había pastillas para abortar. El tratamiento duró como unos diez días. Tenía susto de que seguía sangrando pero no me dolía. Lo que pasa es que nadie le explica a una que le va a pasar. Porque todo lo que me pasó ha sido así mismo.
Ahora que recuerdo lo que paso no me arrepiento de lo que hice, no fue como me habían dicho, que una se puede morir, que se “va una en sangre” mas es el susto que nada. Por lo menos a mi me fue bien.
Yo no sufro, ¿porqué? Yo después me enoje de ese hombre y ahora tengo otra pareja, pero tampoco quiero hijos por ahora. Pero ahora si me cuido bien, uso mesigyna y si me ha “sentado” bien. No he tenido problemas, es que me quede con miedo de la T.
Las mujeres debemos preguntar todo, cuando usemos algo para no quedarnos en encinta, porque a veces pasan cosas como la que a mi me pasó. Yo que iba a pensar que se me iba a caer la T.
Yo creo que una debería poder abortar sin estar escondiéndose, imagínese que una cree que esta cuidándose y resulta que no. Entonces si deberían ayudar a la mujer.


María Rosa Cevallos
Antropóloga, mujer...feminista

Art. 32.- La salud es un derecho que garantiza el Estado, cuya realización se vincula al ejercicio de otros derechos, entre ellos el derecho al agua, la alimentación, la educación, la cultura física, el trabajo, la seguridad social, los ambientes sanos y otros que sus tentan el buen vivir.
El Estado garantizará este derecho mediante políticas económicas,sociales, culturales, educativas y ambientales; y el acceso permanente, oportuno y sin exclusión a programas, acciones y servicios de promoción y atención integral de salud,salud sexual y salud reproductiva. La prestación de losservicios de salud se regirá por los principios de equidad, universalidad, solidaridad, interculturalidad, calidad, eficiencia, eficacia, precaución y bioética, con enfoque de género y generacional. (Constitución República del Ecuador 2008)

“La historia de Inés…necesariamente lleva a cuestionarse hasta dónde el derecho a la salud sexual y la salud reproductiva se cumple, cuando la información que se les presta a las usuarias es incompleta.
Inés pretendió tener el control sobre su salud reproductiva y tomar decisionessobre su cuerpo y sus deseos de no volver a ser madre. Sin embargo, la información incompleta que recibió del sistema de salud, provocó un embarazo no deseado. Sobre el que nadie salvo ella misma se responsabilizó, tomando la decisión de interrumpirlo.
El embarazo no deseado de Inés, se debió a la falta de información oportuna y de hecho la responsabilidad o “culpa”, como ella dice, debería haber recaído en el personal que no informó y atendió oportunamente la necesidad de esta joven mujer de poder controlar y prevenir una nueva maternidad.
Ante la rabia de Inés, nadie da respuesta, el embarazo sucede en su cuerpo y evidentemente las consecuencias recaen sobre ella y sobre las mujeres que la rodean, una hija pequeña que apenas puede mantener y una madre que no está dispuesta a criar otra nieta. Es decir, este embarazo no deseado es otra historia de mujeres, que apenas tienen el derecho a controlar su propio cuerpo.
El personal de salud no se responsabiliza y finalmente aparecería como si el error fuera de esta mujer, que puso su confianza en un sistema poco consciente de la importancia de brindar información correcta y oportuna a sus usuarias.
Frente al silencio institucional ante el error cometido, serán las redes de mujeres cercanas quienes brinden respuestas al derecho de esta mujer de decir, cuándo y cuántos hijos o hijas tener. Un aborto clandestino y riesgoso, un aborto en soledad y sumergido en el miedo de no saber exactamente qué es lo que está sucediendo en el cuerpo. Más allá del sangrado y los dolores, el cuerpo de esta mujer es el espacio de su identidad, es el mapa en dónde se inscribe su historia,… y en ese espacio de su piel el aborto se inscribió por la falta de responsabilidad médica, por la falta de un compromiso ético de quiénes, ignoraron los deseos de esta mujer y no le informaron correctamente… poniendo en riesgo su vida. Para terminar en un silencio cómplice expresado en el “raspado”, realizado como práctica común en la Sala de Abortos de la Maternidad.
Para quienes atienden esta sala es sólo un procedimiento más, un nuevo aborto que inicia en condiciones inseguras y riesgosas y termina en el silencio cómplice de quienes “limpian” los úteros muchas veces maltratados de las mujeres que no recibieron la atención o la información adecuada…
El caso de Inésseguramente no es excepcional, por el contrario es el reflejo de un sistema patriarcal que controla la sexualidad de las mujeres, irrespetando sus deseos y decisiones, y llevándolas a ponerse en riesgo, a vivir experiencias clandestinas que por su propia condición, criminalizan, culpabilizan y llenan de temor los cuerpos femeninos.
Lo sorprendente es que la mala práctica debida a la falta de información no tiene ningún castigo, el sistema patriarcal castiga a las mujeres llevándolas a tener que practicarse abortos en condiciones de riesgo, pero nadie castiga o al menos reprocha a quienes en realidad son responsables de ese embarazo no deseado. Al contrario existe una espacie de complicidad ya que el proceso se termina silenciosamente en la Maternidad, a la que cotidianamente acuden mujeres por las mismas razones que Inés, quienes además del temor y el dolor, deben inventar historias acerca de lo que les sucede, para no recibir castigos penales…
Quién se responsabiliza por la vida de mujeres como Inés, quién escucha su rabia y garantiza respuestas oportunas…nadie el sistema patriarcal enmudece y son las redes de mujeres cercanas las que brindarán la respuesta en la medida de sus posibilidades. A fin Inés sola, cada una de nosotras solas con nuestra piel y nuestro miedo, solas en sociedades donde nuestros deseos no son respetados y nuestros cuerpos/historia están marcados por el silencio, por la falta de garantías, por las clandestinidades compartidas”


http://www.fundaciondesafio-ec.org/pdf/Libro%20decisiones%20cotidianas%20ARTS.pdf


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martes, 25 de noviembre de 2014

No a la violencia de género


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lunes, 24 de noviembre de 2014

Me nombro Gloria, todas somos Glorias



No tenía opción, era el único transporte…

Mujer de 32 años, obrera de una plantación de verduras de exportación, no tiene afiliación a la seguridad social. Esta separada de su esposo, tiene tres hijos y vive “arrimada” en la casa de su hermana soltera sin hijos. Cree en dios, es católica, y no pertenece a ningún partido político y/o organización o movimiento. Fue violada cuando usó una camioneta que realiza transporte a su barrio que todavía no tiene cerca el transporte público. El violador luego la quiso matar, pero ella lucho y le suplicó que le perdone la vida.

Zaida Betancourt*


Despierto de esta pesadilla, me repito mentalmente “no tenía opción, era el único transporte… no tenía opción era el único transporte…” y de pronto me digo: también tengo que explicar el carro que tomo para sobrevivir mi vida. Y quien me explica a mi, la mía, quien rinde cuentas de las ausencias y falencias que enfrentó cotidianamente.
¿Quien repara el último daño que sufrí?, esta vejación que desdibuja mi cuerpo, mi primer territorio, que quiere llenar de maleza, mi interior, mi alma y quiere dejarme signada, violada. La profundidad de mi ser se remueve como intentando dar un grito y decir ¡basta ¡
¿Será que esto tiene que ver con los derechos? , con esa nueva constitución que armaron en el 2008, cuya bulla no alcanza a mi cuerpo. Parece que los derechos, la constitución y todo el alboroto se relaciona con mi vida, no solo con las falencias, sino con la posibilidad de sentirme persona, con el derecho a tener derechos, de participar dice la María, de reunirnos para construir una sociedad mas justa. Sociedad justa¡¡ esto pide mis entrañas, justicia¡¡
No se, pero nunca me han gustado esas reuniones de mujeres, nunca he participado en ninguna de ellas, eso sí, nunca falto a la misa del domingo y ahí el cura decía que esta constitución es inmoral, abortiva, que quiere destruir la familia y otras cosas…
Ahora, intento desde mi remolino afectivo, mental y espiritual; recorrer mi vida hasta este punto. ¿Cómo llegue aquí?
Cumplí 32 años, todavía recuerdo la farra a propósito de que el Pepe, vine a Quito. Lo feo fue cuando llegue a la casa de mi hermana, en donde vivo; y sus reproches por mi salida.

En el trabajo no me va mal, fumigo en la plantación de verduras que luego mandan a Italia dicen; pero no tengo afiliación y tengo susto reclamar, porque si pierdo mi trabajo que me hago con mi hija. Seguro que mi hermana me bota de la casa ¡¡
Mi monótona vida resumida, vivo en la casa de mi hermana -“arrimada” me grita ella cada vez que se enoja-, desde que me separe de mi marido y se fue a trabajar en el oriente, y voy del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Mi jornal diario para sacarle adelante a mi hija, para que pueda estudiar y tenga mejor vida que la mía.
Hasta que me violaron ¡¡
Regresaba del trabajo en una camioneta, porque no hay buses donde vivo. Todos se bajaron y me quedé sola con chofer, quien se desvío del camino y en un lugar solitario me violó y hasta me quiso matar. Le rogué que no me mate, que tengo hijos, le supliqué y me dejó hecha una lástima, porque me pegó. Cuando me vieron así, en mi casa me preguntaron ¿qué pasó? Mi hijita se asustó. Les conté. Mi hermana me acompañó a poner la denuncia en la fiscalía y luego me vio el médico en la Morgue de la policía y sólo me dieron un papel para la denuncia. Dicen que hay una pastilla, ni se como le llaman, la PAE o la del día después, esa pastilla evita que una se quede encinta; pero no me dieron. Esta pastilla disque esta en la constitución, Cómo también será? A mi no me dieron.
Tenía miedo de encontrarme con ese tipo (violador), de que le haga algo a mi hija o a mi familia. Miedo de quedarme embarazada y de que mi marido se entere, estábamos “poniéndonos de a buenas”, él quiere que me vaya al oriente, pero a mi no me gusta. Mi mala suerte, pensé. Me quedé encinta. Lloré mucho, no quería comer, no le atendía a mi hija. Le dije a mi hermana que no quería este hijo, que es de violación y ella me dijo que si me “sacaba” la guagua, me mandaba de la casa, que eso es pecado. Ella no tiene hijos, y podía cuidarlo; pero como iba a tenerlo y luego regalarlo. Eso, no puedo¡¡
Yo estaba muy mal. Sentía que no podía “sacarme”, que estaba mal, pero al mismo tiempo,tenía muchas iras. ¿Cómo iba a mantener otro hijo?, y ahora que estaba volviendo con mi marido. No quería
¡No quería tener otro hijo y peor de violación. Ese hombre me obligó y casi me mata. ¿Por qué tenía que tener un hijo así? No era justo, era terrible y decidí abortar aunque sentía remordimiento y pena.
Fui con una primera doctora, me cobró 150 dólares y me dio dos tabletas -una para que me tome y otra para que me ponga en la vagina -; pero no sentí nada y encima me maltrato, me dijo que no se hacía responsable, que si no me hizo efecto que ella no tenía la culpa. Me quedé endeudada y no me sirvió de nada.
Pasaba el tiempo y no sabia que hacer, tenía unos estragos horribles. Luego fui a otra dirección y si me atendieron me oyeron todo lo que tenía adentro, lloré mucho y me tuvieron paciencia. Allí sí me ayudaron. Recuerdo que fue un lugar bonito y limpio. Ellas me dijeron que un aborto no es malo, que malo era seguir con algo que no quería, y que me apoyarían en cualquier decisión mía.
Sentí algo extraño a mí, me respetaban, me entendían y mi valor no era lo que podía pagar. ¿Será esto el derecho? Me sentí grata.
Cuando me dieron las pastillas y empecé a sangrar, una sensación de alivio y tranquilidad recorrió mi cuerpo. Era como soltar algo contenido, tal fue así que hasta el cólico toleré, tomaba otra fuerza y hasta me daba alegría sentir el dolor, porque me daba miedo que no me haga efecto. Lo peor fue pensar que no me iba hacer efecto la pastilla y que tenía que seguir embarazada.
Cuando terminaron de limpiarme, me dieron una taza de te caliente, me arroparon y me dejaron descansar. Ahora mi cuerpo se llenaba de mi propio calor. No podía creer, ya no tenía el problema, y era como si por primera vez mi cuerpo estaba ocupado por mi misma. De pronto, ya no tuve más miedo. Que me importa, me dije, estoy libre de nuevo, y le llamé a mi marido, le conté, pero me fue mal… no me creyó¡¡
No me arrepiento de nada, menos de haber abortado. Estoy agradecida de haber encontrado una ayuda, pienso que tuve suerte.
Al final de este relato, algo ha pasado en mi, siento que no soy la misma, y me atrevo a pensar otras cosas, que antes ni me imaginaba. Es como ese famoso foro que dicen que es mundial, otro mundo es posible. Construyo para mí, con todas las Glorias ese otro mundo posible, porque:
Ha sido bueno juntarme con mujeres que igual que yo fueron violadas y se quedaron embarazadas y sabemos profundamente que no fue nuestra culpa, y ya no nos queremos quedar signadas con el signo de la violación. Sé, que hubiera sido distinto, si siquiera me hubieran ofrecido la Píldora de Anticoncepción de Emergencia, no hubiera llevada en mi cuerpo un fruto no deseado. Que tal que el cura de mi barrio, en vez de decir que la constitución es abortiva, nos haya dicho que la PAE
hay que tomarse en caso de relaciones inseguras¡¡
Creo que el aborto no es malo, me parece que es un derecho pues a mi me alivio mi dolor y mis problemas. El aborto debe ser legal, para que las mujeres no caigamos con falsos profesionales que nos engañan y se roban nuestro dinero¡¡
Espero que el cura de mi barrio, se movilice para sancionarle al violador ¡¡ pero que va, como se va esperar esto, si la iglesia esta metida en algunos líos de curas corruptos y además sus consejos no tienen nada que ver con la realidad¡¡
Todavía tengo la esperanza que la justicia, establezca acciones para apresarle al violador. Porqué será tan difícil si es un hombre público y conocido. Ya no me importa que mi marido me crea o no me crea. Mi cuerpo es mío,solo mío y no le pertenece a nadie más, ni a mi marido, peor al violador, ni a mi hermana. Nunca mas mi cuerpo será de alguien que quiera ocupar mi territorio y decirme como hacer y actuar¡¡
Seguiré trabajando, cuidando a mis hijos-as, pero de pronto me surgen las ganas de estudiar. Sí voy a estudiar,será que puedo ser abogada para enseñarles a las mujeres de los derechos de nuestro cuerpo, para enseñarle a mi hija. Estoy convencida ahora¡¡ No estoy sola¡¡ Habemos muchas Glorias buscando, encontrándonos y ayudándonos en nuestros caminos de libertad y igualdad.
Debemos gritar nuestras verdades aunque sean dolorosas. Ahora sé. Mi cuerpo sabe. Todas tenemos derechos. El primero soñar que otro mundo es posible para nosotras las mujeres¡¡


*Médica, salubrista, feminista, activista por los derechos humanos de las mujeres. Actual
coordinadora de ALAMES-Ecuador e integrante del Consejo Directivo de la RSMLC

http://www.fundaciondesafio-ec.org/
http://www.fundaciondesafio-ec.org/pdf/Libro%20decisiones%20cotidianas%20ARTS.pdf
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domingo, 23 de noviembre de 2014

Primeiro Ministro de Portugal: Exigimos serviços especializados para sobreviventes de violência sexual




Os resultados do inquérito aplicado pela Agência Fundamental para os Direitos da União Europeia [FRA, Violence against women survey, 2012] estimam que 3,7 milhões de mulheres na EU foram vítimas de violência sexual em 2011. Para Portugal seriam 41.542 mulheres e raparigas que, em 2011, teriam ter sido vítimas de violência sexual por parceiros e não parceiros.
Nos últimos 14 anos foram registados em Portugal (INE), pelas autoridades policiais, 5.088 crimes de violação, o que corresponde a uma média de 391 violações por ano, 33 violações por mês - isto é, 1 violação por dia.
A violação é internacionalmente reconhecida como uma das formas mais devastadoras de violência baseada no género e um atentado à integridade física, psicológica e sexual de raparigas e de mulheres e uma violação dos seus direitos humanos. A verdade é que esta continua a ser considerada um tabu e permanece envolta em silêncio. A grande maioria dos crimes sexuais contra mulheres não é revelada e a violência sexual continua subestimada (EIGE 2013).

IndignAção!
A Convenção do Conselho da Europa para a Prevenção e o Combate à Violência contra as Mulheres e a Violência Doméstica vincula Portugal a disponibilizar apoio às vítimas de violência sexual, nomeadamente a “adotar as medidas legislativas ou outras que se revelem necessárias à criação de centros de crise adequados, de acesso fácil e em número suficiente” (Artigo 25.º).
Exige:
Um Centro Especializado no apoio a Sobreviventes de Violação por cada 200.000 mulheres (requisitos mínimos do CoE); A observância das convenções e tratados internacionais ratificados pelo Estado Português por parte de parlamentares, decisores/as políticos/as e governos que garantam o cabal cumprimento dos direitos humanos das mulheres; A definição de procedimentos de intervenção em casos de violação e de violência sexual contra as mulheres e jovens (raparigas e rapazes), em rede, para que, em tempo útil, de forma integrada e coerente, se protejam as mulheres, jovens e crianças; A responsabilização dos agressores; Formação específica dirigida a profissionais da justiça, forças de segurança, saúde e apoio social centrada no apoio especializado a vítimas e no combate aos estereótipos relativos à violência sexual; A definição e implementação de estratégias, eficazes e sustentáveis, de prevenção dirigida a diferentes grupos (desde campanhas de sensibilização dirigidas ao público em geral, a programas educativos dirigidos a crianças e jovens nas escolas, linhas de orientação para os media, etc.); Um maior conhecimento (estatísticas e estudos) sobre a violência sexual e a violação em Portugal. Só conhecendo se consegue intervir adequadamente.
INDIGNAÇÃO
contra a Violência Sexual
Se estas são também as tuas exigências, indigna-te agindo
ASSINA ESTA PETIÇÃO!

http://www.avaaz.org/en/petition/Primeiro_Ministro_de_Portugal_Exigimos_servicos_especializados_para_sobreviventes_de_violencia_sexual/?tfzHobb
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sábado, 22 de noviembre de 2014

Patricia

La realidad del aborto en el Ecuador es cotidiana, los casos están allí, esperando ser conocidos en una suerte de revictimización para las mujeres que los cuentan, pero que en todo caso sirve para sensibilizar y no olvidar. 


A continuación un  testimonio real, vigente y revelador de la situación ecuatoriana:

“-No abuelito, no otra vez, me haga eso…
Patricia era una niña de 14 años, de pronto dejó de hablar y sus tías no pudieron arrancarle una palabra. Sospecharon que estaba embarazada, pues había dejado de menstruar.
Sus tías, se habían hecho cargo de esta niña y de sus dos hermanos, sus padres estaban en España.
Patricia estaba embarazada y había que hacer algo. Le hicieron un aborto en un sitio clandestino, y al despertar de la anestesia general que le pusieron, dijo: No abuelito, no otra vez, no me haga eso, quiero a mi mami, quiero a mi mami…”
La crueldad de la migración ha dejado sin protección a miles de niñas/os y adolescentes que quedaron en manos de familiares, vecinos, etc., que en muchas ocasiones no los respetaron y abusaron de ellas/os. “En el Ecuador en el año 2008 se presentaron 10.672 denuncias por delitos sexuales en la Fiscalía, de ellos aproximadamente 300 casos tuvieron sentencias.
Un 21% de niños, niñas y adolescentes del Ecuador han sufrido alguna vez abuso sexual.”

La sospecha sobre la sexualidad femenina: causas de la culpa, el silencio y la vulnerabilidad sexual de las niñas Nancy Carrión S*

Ante los síntomas de Patricia, lo primero que piensa su familia es un embarazo causado a partir de una sexualidad activa. La sospecha (duda) familiar sobre su capacidad para conducirse correctamente y dar cuenta de sus actos, les lleva a solucionar el problema con un aborto provocado sin diálogo con ella. Sin pasar necesariamente por una experiencia como la de Patricia, cotidianamente mujeres, niñas, jóvenes y adultas, estamos expuestas a una permanente sospecha y (pre)juicio social que dice de nosotras ser incapaces de conducirnos correctamente, mirándonos como un peligro, provocadoras de desorden y caos en el mundo de la sexualidad humana.
En otros casos, “puta”, “zorra”, “loca”, son epítetos comunes para referir a una mujer en atención a su sexualidad, cuando es activa. Cuando no es así, fácilmente podemos encontrar cualquier calificativo que denote una pasividad cómplice de la mujer. En todo caso, el supuesto es el mismo: los hombres no saben controlar su sexualidad y, por lo tanto, somos las mujeres las responsables de cuidar el orden sexual del mundo, la reproducción humana y el correcto comportamiento de ellos. Si   somos acosadas, violadas o agredidas sexualmente, no faltará alguien que de algún modo nos señale como culpables o cómplices. La desconfianza sobre nuestra sensatez y buena conducta (sexual o no) atraviesa también las relaciones entre nosotras: mujeres que dudamos de nuestras amigas, compañeras, hermanas, sobrinas, madres o hijas.
En nuestro país, al menos el 49% de violaciones en menores de edad (de las cuales el 90% son mujeres) son cometidas por familiares o personas cercanas a la víctima1. Sin embargo, en el caso de Patricia, como en muchos otros, sobre el violador no hubo sospecha alguna. Sobre ella sí. Pocas niñas pueden tener la valentía de hablar de una experiencia de violencia sexual si implica acusar a alguien con quien han tenido algún vínculo de afecto, con más razón si saben que al hacerlo serán señaladas, criticadas y culpadas, mientras el agresorserá defendido o justificado. La cercanía física y afectiva del agresor, sumadas a esta generalizada sospecha y desconfianza social sobre la sexualidad femenina (también aprendido por las niñas), aumentan su vulnerabilidad al máximo.
La sobrecarga de responsabilidad otorgada a las mujeressobre el orden y correcto funcionamiento de la sexualidad humana es una de las columnas másfuertes que sostiene el patriarcado. Atraviesa la intimidad de nuestras casas y las calles que recorremos o habitamos todos los días; la sensibilidad de nuestros cuerpos sexuados tanto como la cultura que construimos. Liberar de responsabilidad a los hombres, mientras construimossospechas que pre-juzgan la sexualidad de cada mujer como “provocadora” de la brutal violencia sexual o cualquier otro comportamiento masculino, es concederles a ellos la posibilidad de violentarnos mientras destruyen el proyecto vital de una de nosotras y los vínculos de afecto o entrañamientos políticos entre todas. Asíse construye y legitima el Patriarcado.

Vigilando nuestros cuerpos:
sujetas a la sexualidad patriarcal

Cuando la madre de Patricia migró a España, pidió a su hermana “chequear” a la niña que ya estaba menstruando, puesto que podía quedar embarazada. Para la familia, esto significaba una gran responsabilidad. Otro episodio común en la vida de las mujeres: la preocupación de otros por nuestro crecimiento y maduración sexualse centra en nuestra capacidad reproductiva, cuando la sexualidad —lo sabemos todos- es mucho más amplia. Para las mujeres, entrar en la adolescencia es, entre otras cosas, convertirnos en objeto preciado (carne fresca, apetecida por muchos) y a la vez de peligro (ingenua y vulnerable frente a la sexualidad compulsiva y violenta de otros)
que la gente, todavía responsable de nosotras, debe vigilar. Cuidar a una niña en la edad de Patricia significa en gran medida ver que no tenga relaciones sexuales con nadie, puesto que difícilmente podría mantener el control de la situación y sus consecuencias. Madres, padres y familiares en general cuidan de este modo a las jóvenes con la mejor intención, incluso por la conciencia cierta de un mundo violento con las mujeres.

Pero, ¿de qué modo y en qué momento de la vida se supone debe aprender una mujer sobre las complejas relaciones de poder que implica la sexualidad heteronormada? ¿Sola?, ¿cuando haya tenido suficientes experiencias propias, así como tropiezos, para aprender de ellas? En la historia de Patricia nadie tuvo la capacidad y sensibilidad suficiente para dialogar con ella sobre sus síntomas y el malestar que manifestaba en silencio. En la historia de muchas otras tampoco hubo nadie que, en la curiosidad y confusión de la adolescencia, nos haya hablado de la vida en las complejas dimensiones de la sexualidad: el placer, el erotismo, el amor.
Lo que sí nos han dicho son advertencias que muestran a la sexualidad como algo de lo que debemostemer: “los hombressólo buscan a las mujeres para satisfacerse sexualmente”, “si te acuestas con un hombre y te embaraza, no esperes a que se haga responsable de tu hijo”, “cada mujer conquistada es un trofeo que prueba la hombría del varón”, etc. Y aunque hay mucho de cierto en esto, por la estructura machista que atraviesa a los hombres, las prevenciones generalmente no abordan las enormes posibilidades de que seamos agredidas sexualmente por un familiar o persona cercana, cosa que como ya hemos visto es bastante común. De esta manera, mujeres y hombres aprendemos que el lugar de nosotras en la sexualidad es el de un objeto, sujetas a la sexualidad patriarcal. Hay muchos ejemplos que confirman esto. Hombres de mi generación (y también algunas mujeres), aprendiendo de anteriores, han formado su erotismo en base a la pornografía. El modelo se reproduce ahora mismo en la socialización de los más jóvenes a través de música como el regaeton, la publicidad sexista y otros medios. En éste se combina la violencia masculina y la sumisión femenina con el placer sexual de ambos.
Concebida así, la sexualidad se convierte en un impedimento cultural para que las mujeres podamos construirnos como sujetos plenos, ya no solo en la sexualidad. La experiencia erótica es, como dice Audre Lorde, una fuente de información y poder transformador y liberador, asentado en un plano profundamente femenino y espiritual, que nos permite vivir a plenitud la vida en todas sus dimensiones. Romper el sistema de violencia estructural hacia las mujeres nos exige una atención de la sexualidad femenina, en cualquiera de sus etapas, desde la posibilidad erótica de construcción como sujetos. Para hacerlo posible, nuestra sexualidad no debe ser chequeada, sino acompañada, dialogada con otras, madres, hermanas, tías, abuelas, amigas, compañeras todas en la difícil construcción de las posibilidades de liberación de este esquema patriarcal de sexualidad.

Engaños que matan: a los hombres agresores se protege
para no causar daño a las mujeres de su entorno.

Cuando descubren que el embarazo de Patricia era causa de de violaciones recurrentes de su abuelo, la primera respuesta familiar fue: “mentira”, “cómo va a ser mi papá violador”. Y acuerdan guardar silencio para evitar sufrimiento a la abuela, esposa del violador, e incluso a la madre de Patricia.
Aunque todas y todos sepamos que la violencia sexual contra niñas y niños se ejerce por personas cercanas a la víctima, a cualquiera le cuesta aceptar que su abuelo, padre, hermano, amigo, compañero, novio, esposo, hijo, nieto o sobrinos, cualquiera de los hombres que amamos, pueda violar a una mujer, más aún si se trata de una niña ¿Pero por qué nos parece tan raro, si el erotismo porno que prima en nuestra sociedad es lo más cercano a una violación?, ¿no hemos naturalizado culturalmente la violencia sexual de los hombres sobre las mujeres, a tal punto que cuando se presenta no sabemos cómo responder y preferimos callar, en un acto de condescendencia cómplice?
Tal vez el silencio de la familia de Patricia y de la sociedad en general frente a estos casos se deba al sentimiento/conciencia de haber sido reproductor(a) del patrón del que sale: la sexualidad heteronormada en el erotismo porno.
No sería raro que alguien tenga la astucia de decir “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, intentando disolver la necesaria discusión de los disímiles niveles y formas de responsabilidad de unos y otras. Quien viola a una mujer o –en una situación menos desigual y grave de poder- la acosa tiene una responsabilidad mayor, desde cualquier punto de vista que la de ella.
El que la sexualidad masculina se construya como relación de dominación y violencia sobre las mujeres, nos implica, por supuesto, pero no con el mismo nivel de responsabilidad.
Que su capacidad de placer radique en la posibilidad de vulnerarnos y que debamos además hacernos cargo del resultado (un embarazo no deseado o malestares físicos y emocionales, incluso la culpa por lo sucedido) es una situación de injusticia que debemos transformar.
Proteger con el silencio o de otras maneras a un violador no cuida a las mujeres de su entorno de ser lastimadas, sino que nos vulnera a todas, disolviendo la necesidad imperiosa de construir y alimentar entre nosotras vínculos de solidaridad que puedan funcionar como estrategia de autodefensa compartida o acompañada entre mujeres y erradicación de la violencia sexual. Por eso, la relación entre nosotras es un asunto urgente que debemos asumir.
Terminar con la costumbre de abandonarnos unas a otras o traicionarnos a nosotras mismas por proteger o justificar a los hombres que amamos, es un asunto de sobrevivencia. Enfrentar la desconfianza que ha colocado entre nosotras ese esquema patriarcal de sexualidad es, por lo menos, desestabilizar ese sistema construido sobre nuestra dominación y opresión. ¿Qué rol queremos jugar las mujeres en este escenario?, ¿el de objetos de una historia perpetuada de dominación sexual?
Desde la esperanza de la praxis feminista, preferimos una sexualidad liberada de los esquemas sexuales de los patriarcados porno. Si los patriarcados aparecen en casa, tejamos el feminismoahí, con la confianza y amor entre mujeres”



*Socióloga, integrante de la Casa Feminista de Rosa y la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador.
file:///C:/Users/t2003/Downloads/derechos-reproductivos.pdf
http://www.fundaciondesafio-ec.org/pdf/Libro%20decisiones%20cotidianas%20ARTS.pdf

https://www.fundaciondesafio-ec.org/_files/ugd/8313b8_1712bd4f29e14cc8a7b6d3724dabe78c.pdf
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viernes, 21 de noviembre de 2014

Charo



Rosario (Charo) es una mujer de 25 años, profesional, casada desde hace tres diagnosticada de una grave enfermedad incurable, crónica, y que requiere de tratamientos intensos, desde hace 8 años. Se agrava varias veces al año, sufre mucho en estas crisis, Tiene mucho dolor y los medicamentos que toma son extremadamente fuertes y tóxicos. Tiene restricción absoluta para embarazarse, su ginecólogo le ha dicho que no puede. Ella sabe que no puede, pero tiene una vida sexual y su esposo acepta esta realidad en la relación con su esposa. Charo sufre mucho por causa de su enfermedad. Quiere por lo menos disfrutar su sexualidad y usar un método anticonceptivos seguro,su ginecólogo le ha dicho que no puede usar ningún método hormonal debido a su problema, el preservativo le causa alergia, ardor y molesta. El método del ritmo recomendado por su médico le falló, se quedó embarazada y se hizo un aborto.

...Yo no lo planifiqué, pero me demore en tomar la decisión de abortar ,no se en que estaba pensando.Creo que en el fondo quería cotinuar. Pero yo tengo esta enfermedad maldita, y los medicamentos que tomo son tóxicos, fuertisimos y era imposible.¿Como iba a salir ese feto? Lo que pasa es que varias veces le pedía mi ginecólogo, que me diera un anticonceptivo seguro y siempre me decía que en mi caso solo podía usar preservativo y el método el ritmo, pero tengo alergia al preservativo y el método del ritmo me falló.

Yo le pedí varias veces a mi médico que me ayude, que me recete algo, que me ponga una T, hasta hablamos de una ligadura, y me dijo que en mi caso no era posible nada.

Que cualquier tratamiento era muy peligroso. Entonces yo le dije ¿Y quien piensa en mí? Yo tengo una vida...¿Porque no piensan en mí?

La verdad es que no le tenía confianza a mi medico para hablar con él de mi vida sexual, y creí todo lo que él me dijo. Hablar de la intimidad es otra cosa, una mujer no se abre a un hombre, le da vergüenza. No busque otro medico porque él ya sabía mi caso, yo no quería ir a otro sitio a contarle a otra persona lo mío. Total no me había embaraza do en tres años, pensaba que estaba bien.

No disfruto mi vida sexual, sufro mucho en ese aspecto, porque…… ¿que culpa tiene mi marido? La enferma soy yo, y el sufre en ese aspecto por mi culpa. Y yo con esta enfermedad, ¿porque a mi? Tanto dolor, tanto dolor que he soportado, tengo tanto miedo del testimonios dolor, estoy tan cansada de que me duela. Tenemos una relación sexual al mes, es muy espaciado. Yo tenía mucho miedo de quedar embarazada y por eso casi no tenemos relaciones. No estaba a gusto, porque siempre tenía la inseguridad de que me podía quedar embarazada, hasta que pasó.
Cuando nos enteramos del embarazo al comienzo estuvimos contentos, pensamos que tal vez si se podía, también estuvimos sorprendidos, porque otra cosa que me habían dicho, es que era casi imposible que me quede embarazada. Que esos medicamentos eran tan fuertes que era imposible.
Mi marido al comienzo estuvo muy enojado con el médico, porque yo le reclamé cuando me salió positivo el examen de sangre. El médico me dijo que le daba mucha pena, pero que en mi caso no se podía hacer nada, que si ya estoy embarazada lo tenía que tener, aunque me salga mal, porque el no iba a ser cómplice de un aborto. Que si lo iba a abortar era solo mi responsabilidad, no de él.
Pero luego nos dio miedo, terror, lo primero que le dicen a una es que va a salir mal, malformado… con alguna deficiencia o discapacidad. Nadie quiere traer al mundo un hijo así,
para que sufra y nosotros también. Pero lo otro que me mataba era que yo me podía morir, con esta enfermedad es así. Imagínese yo lo tengo y luego me muero, que horror, no. O que me vea sufrir con mis dolores, no, no estaba bien… entonces decidimos abortar…
No nos quedo más que esa opción. Imagínese en medio embarazo, que me de una crisis, que tenga que ponerme esa medicación tan terrible. Él, mi marido estuvo de acuerdo y estuvo conmigo siempre. Él me acompaño y me apoyó.
A mi familia cuando les dije que tenía que hacerlo porque había muchos riesgos, me apoyaron. Respetaron lo que íbamos hacer y nunca preguntaron nada.

Ya en el consultorio de la médica que me atendió me desahogue por primera vez, lloré y lloré y la doctora me escuchó. No me dijo nada, solo me dejó. Tenía mucha rabia y pena.
Esos momentos fueron de alivio. No me compadecieron, solo me dejaron que llore.

Todo el proceso fue difícil, tenía miedo al dolor. Pero ahora hay un tratamiento solo con medicamentos y como era algo riesgoso hacer otro procedimiento, me dieron medicamentos.

Fueron algunos días, hasta que me dijeron que había terminado. Cuando tuve el sangrado me tranquilicé y pensé que ya todo terminó. Pero no era así. Tuvieron que hacerme un seguimiento hasta que todo estuvo bien. En el consultorio me dieron el tratamiento, el resto del proceso lo viví en mi casa, en el trabajo. Cuando tenía alguna duda llamaba y me calmaban contestando todas mis preguntas e indicándome que es lo que tenía que hacer.

Yo hice lo correcto, o hicimos lo correcto. Yo siempre había pensado que no podía tener hijos nunca, y con esto que me pasó lo comprobé. Luego me hicieron una ligadura y si se pudo. Ahora estoy tranquila y mejoró mucho mi vida sexual.

Creo que las mujeres que tenemos enfermedades como la mía u otras deben asesorarse bien, buscar varias opiniones médicas, que no se con-en de un solo médico.

“Creo que el aborto debería ser legal en situaciones como la mía. Esta experiencia es personal, no se si yo podría ayudar a otra mujer...”


 Reflexión sobre el caso 

de Gayne Villagómez Weir


Abogada, especialista en temas de género y derechos humanos de las mujeres y militante del movimiento de mujeres

“Del testimonio de Judith se colige una relación de poder médico‐paciente jerárquica, autoritaria y de insensibilidad hacia las necesidades específicas de la paciente. Principalmente se detectan los siguientes aspectos de esta relación:

El médico no ofreció a Judith otras posibilidades de métodos de anticoncepción, ni siquiera lo intentó, sabiendo que por su enfermedad era sumamente peligroso que se quedara embarazada.
Conocía que el condón le producía molestias por la alergia que había desarrollado al mismo, sin embargo insistió en que era el único método posible.
El método del ritmo también le fue propuesto, pero lo consideró de poca efectividad y ligado sobre todo a creencias religiosas, puesto que habiendo tanto métodos científicos efectivos y comprobados, ¿porqué arriesgarse como paciente, y porque recomendarlo como médico/a?
El médico nunca consideró importante buscar medios anticonceptivos que pudieran mejorar la vida sexual de Judith, conociendo que el miedo al embarazo – comprensible desde todo punto de vista‐ impedía que ella disfrutara de las relaciones sexuales con su marido; debió haber tomado en cuenta que esta situación inclusive ponía en peligro su relación afectiva: a su edad y teniendo una vida conyugal, era evidente que tenía o quería tener una vida sexual, pero el doctor nunca exploró otras alternativas porque no consideró importante el caso se Judith y no lo abord como un verdadero profesional.
La relación médico‐paciente estaba marcada por la falta de confianza hacia el doctor, lo cual impedía que Judith pudiera comunicar de mejor forma sus preocupaciones e inquietudes respecto a su salud sexual y reproductiva.
Lo más sorprendente del caso es la reacción adversa del médico ante el embarazo no deseado de Judith, situación que él mismo provocó y que luego se negó en asumir su interrupción.

A más de que nunca se preocupó por aconsejarle un método adecuado para su caso y enfermedad, demostró una total falta de ética, de sensibilidad y de humanidad al conocer del embarazo y de la decisión de Judith de abortar debido a las consecuencias que ésta produciría en el feto y en la vida de la madre.

Prueba de que sí existían otros métodos de anticoncepción accesibles para la paciente, es que luego del procedimiento del aborto, Judith se hizo la ligadura, y como ella misma manifiesta, ahora se siente tranquila y mejoró su vida sexual pues no corre el riesgo de quedarse embarazada.

En el contexto de la vida personal del Judith, hay de por sí una falta de autoestima y empoderamiento de su vida sexual, quizás en parte causada por su propia enfermedad, lo cual le impidió buscar otra/o profesional al ver que su médico tratante no respondía a sus necesidades.

Fuera de la relación médico‐paciente, sería interesante reflexionar e indagar cómo los médicos ginecólogos varones, se constituyen en facilitadores o inhibidores de la vida sexual y de la vida reproductiva de las mujeres. Como en todas las acciones humanas, en la consulta médica está presente la idiosincrasia, concepción, prejuicios y mitos del médico o médica, en la cual se puede establecer fácilmente una relación de poder desigual, especialmente si es médico varón
Como pacientes, y más aún como mujeres, debemos analizar cómo vivimos esta interacción con los y las médicas que cuidan de nuestra salud sexual y salud reproductiva.

¿Quién toma las decisiones? Nos sentimos libres para expresar nuestras ideas, inquietudes o ¿nos dejamos imponer y callamos? Inclusive cabe preguntarnos cómo vivimos nuestra sexualidad, con todos los problemas de salud que podamos tener, con nuestros prejuicios y pudores, cómo vivimos nuestro cuerpo? ¿Cuáles son nuestros erotismos? ¿Nos sentimos en libertad para hablar de eso?

Para finalizar puede concluir diciendo que nadie nos va a “dar” a las mujeres la libertad de vivir, hablar y compartir sobre nuestra sexualidad, es algo que tenemos que auto‐atribuirnos y ejercer para ser libres.

¿Cuánto de ese arrebato de nuestros derechos y libertades es también responsabilidad de nuestra falta de acción, de empoderamiento y de asumir ser actoras de nuestras vidas?”


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jueves, 20 de noviembre de 2014

Enfrentando la violencia sexual


La edad es un factor importante al momento de enfrentar la violencia sexual, de esta manera, las personas que atraviesan por esta experiencia en la adolescencia les cuesta más enfrentar este tipo de problemas. Esto también está relacionado con el entorno familiar, el siguiente testimonio muestra cómo la falta de confianza y apoyo de los padres afecta psicológicamente a las personas: 

“Yo no tenía la confianza como para decirles nada, mis padres nunca me hablaron de sexualidad, tampoco teníamos, ni tenemos buena comunicación, sentía como que les hubiera defraudado,  porque mis hermanas siempre tan correctas y tan buenas alumnas, como se dice “niñas de casa” y yo sentía como que yo fui la que me arriesgué a irme con los hombres en la noche, lo mas contradictorio es que mi mami es médica y trabaja en campañas para hacer que la gente use métodos anticonceptivos y nunca fue capaz de hablar con nosotros de sexo, entonces para mí el sexo era algo malo, porque así me enseñaron en el colegio que las mujeres son las que se embarazan y son las que se tienen que cuidar, a los hombres no les dan una responsabilidad de su sexualidad, y las mujeres son las que corren peligro, es decir juzgan mucho desde sus prejuicios, para mí era terrible tener que contarle a mi mamá que me había pasado eso, porque me sentía culpable, y además sentía que ella no me iba a apoyar, más bien iba a culparme también. Hubo un momento en el que yo borracha les conté a mis papás lo que me había pasado, pero nunca se volvió a hablar del tema, ellos nunca me preguntaron nada ni se preocuparon de lo legal y de mi estado emocional, solo me seguían comprando las pastillas que me mandaba el psiquiatra y cada vez que llegaba borracha mi mamá me decía que no hay cosa más fea que una mujer borracha pero nunca les interesó afrontar el tema ni en entender el por qué yo me emborrachaba ni por qué me sentía tan mal.”

“Yo no tenía a nadie en quien confiar, ni siquiera mi amiga con la que viví la experiencia porque ella “se hizo la loca”, y además me hizo prometer confidencialidad, me sentía sola e insegura y con una carga pesada y nadie sabía lo que me pasaba, solo el psiquiatra y el nunca le dio importancia a esa parte, solo me daba pastillas y me dijo que no denuncie por que el proceso es muy largo y yo no estoy en condición de afrontar eso.”

“En un primer momento perdió las ganas de estudiar, no quiera hacer nada en su vida, pues cuando contó lo que sucedió a su madre lo primero que hizo fue llevarle al sicólogo del cuartel militar (el padrastro era militar) aduciendo que “estaba loca”. Cuando la sicóloga le confirmó a su madre que era cierto lo que ella decía, las cosas cambiaron para Karina pues ya tuvo el apoyo de su madre, y ella volvió a pensar en cumplir sus sueños, no cree que le afecta para poder relacionarse con otros hombres.”

“Sufrimiento, me acordaba de las cosas y no puedo vivir en paz porque eso se quedó en mi cabeza. 
Siempre, cuando estoy con mi esposo lo recuerdo y a veces me las aguanto porque soy casada y tengo que dejar eso aparte y ver mi vida como estoy ahorita.”

“Mi familia de parte de mi mamá dice que la culpa es mía, que lo que él hizo esta bien, que yo tengo la culpa de todo.”

“Mi tío se enteró porque la persona que lo hizo fue mi primo, yo tenía 5 y el tenía 11 o 12 años. 
Usaba el método de la amenaza, me pegaba, me decía que nadie me iba a creer, y de verdad yo era una niña bien inocente, entonces no sabía ni siquiera lo que estaba haciendo, no sabía lo que estaba mal y lo que estaba bien. Hasta que un día, en algún momento lo vi en la televisión, y me dije “Eso me lo están haciendo a mi, me están violando”…entonces yo quise (piensa y busca 
las palabras para expresar una sensación de la infancia que es confusa) Siempre supe de alguna manera que estaba mal, pero me culpaba a mi misma y no podía ver lo que me hacía mi primo y además esto que él me decía que nadie me iba a creer, que él me iba a pegar. Entonces un día un tío…un tío, nos encontró. Entonces mi primera reacción fue a abrazar a mi tío como pidiéndole ayuda, pero solamente le retó y se fue. Entonces, otra vez dije: No! entonces ¿está bien? Tenía una confusión muy grande, pero si él lo sabía, él obviamente sabía que estaba mal y yo lo abracé buscando apoyo y no hubo ninguna reacción…y la familia. Bueno mi familia es de la sierra y es más conservadora, entonces tapan todo por las apariencias o siempre el hombre tiene la razón. 
Yo nunca se lo dije a mi madre porque me da mucha vergüenza y él tampoco le debe querer decir porque le debe dar vergüenza admitir que él no hizo nada (Refiriéndose al tío)”

“No quiero tener problemas con él, entonces les dije que no lo metan preso porque él se va a vengar, yo tengo miedo que regrese cuando nazca la niña y nos haga algo.”


Informe de entrevistas a mujeres sobre la vulneración de sus Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos
Ecuador
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