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jueves, 27 de septiembre de 2012

Asistimos a la intensificación de las desigualdades


Términos como “criadas de la globalización” (servants of globalisation) (Salazar Parreñas 2001), “cadenas globales de cuidado” (Hochschild 2000) o “fuga de cuidado” (care drain) (Hochschild 2000;
Bettio et al. 2006) han ido consolidando un corpus teórico que analiza la migración femenina como un fenómeno de “extracción” de cuidado, por parte de sociedades más ricas que “compran” a bajo coste el cuidado y afecto de las trabajadoras migrantes, desde relaciones mercantilizadas y a menudo gestionadas desde el ámbito privado. De acuerdo con la politóloga Mona Harrington (1999), asistimos a la intensificación de las desigualdades (hardening inequalities) entre mujeres, creadas y reproducidas por la reorganización global del trabajo de cuidado (Romero, 2002; Lutz, 2002; Uttal, 2002).
La concentración de una parte considerable de las mujeres migradas en segmentos laborales específicos (como por ejemplo el trabajo doméstico asalariado y otros servicios escasamente remunerados) no puede ser explicada solo a partir de las propias características o estrategias de estas trabajadoras. Es principalmente el resultado de una serie de procesos discriminatorios que tienen que ver con un complejo entramado de factores de desigualdad (género, clase social, grupo étnico, nacionalidad, etc.), que interactúan de forma simultánea a través de las normativas, las prácticas y los discursos (Parella, 2010). 

Son tres los principales elementos normativos que generan procesos de diferencia, desigualdad y subordinación en el mercado de trabajo para las mujeres migradas.
• En primer lugar, los principios rectores de una política migratoria y de control de flujos, de competencia estatal, que define el “campo de posibilidades” de las personas migradas en el espacio social y laboral
según clase, género, estatuto jurídico y lugar de procedencia (nacionalidad) (Cachón, 2009).
• En segundo lugar, la pseudoregulación o desregulación de algunas ocupaciones tradicionalmente feminizadas. De ese modo, la construcción de la ciudadanía en términos laborales utiliza estrategias de negación y subordinación de los trabajos de las mujeres, que ha supuesto la legitimación de la exclusión de las trabajadoras de hogar y de las trabajadoras sexuales (Mestre, 2005).
• Por último, aunque no menos importante, las coordenadas del modelo de organización social del cuidado de las personas dependientes y el tipo de respuesta política (Peterson, 2007).
Todos estos condicionantes mencionados operan y a la vez son legitimados a partir de la construcción simbólica. Es así que el vínculo entre mujeres migradas y determinadas ocupaciones se va consolidando,
a través de estereotipos de base etnocéntrica y a la vez androcéntrica que las excluyen de algunas ocupaciones y las convierte en objeto de selección preferente para otras. Por lo tanto, las desigualdades
múltiples que operan de forma interrelacionada en el acceso al empleo y en la promoción laboral de las mujeres migradas, son el resultado de condicionantes estructurales que se concretan a través de prejuicios y estereotipos que dan forma concreta a procesos discriminatorios en base al género, la extranjería y la categoría “inmigrante” como atributo social.


TRABAJADORAS DE ORIGEN MIGRANTE Y EMPLEO EN EL SECTOR DE LOS CUIDADOS: UNA APROXIMACIÓN AL CASO DE CATALUNYA
Sònia Parella y Mercedes Ferber
Departamento de Sociología / CER-Migracions, UAB

el ANUARIO 2012 de la Fundación 1 de Mayo



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