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viernes, 31 de agosto de 2012

Mujeres en Túnez




Alguien, no se sabe quién, se adelantó al calificar las revueltas árabes de una nueva “primavera” política. Cuando los acontecimientos de la plaza Tahrir, en Egipto, muchos analistas, algunos incluso experimentados y conocedores de la región, creyeron ver en las manifestaciones públicas contra Mubarak, y sus exigencias de más democracia y libertad, un nuevo renacer político al estilo de Occidente.

Otros, más avezados, aunque los menos en el momento de mayor entusiasmo, advirtieron que esos jóvenes manifestantes eran una minoría en el conjunto del país y que una vez que cayera el régimen de Mubarak y se reacomodaran las fuerzas políticas saldría a la luz la verdadera composición ideológica. Algo parecido sucedió en Túnez: la caída de Ben Alí tras veintitrés años de dictadura en un país considerado el más laico de la región y que más había avanzado en la igualdad entre mujeres y hombres, hizo creer también que el único camino por delante era más democracia, más libertad y más igualdad. La realidad, hoy, es muy distinta.

Los turistas que visitaban Túnez hace unos años y han regresado en estos últimos meses se sorprenden, eso dicen, del cambio que ha experimentado el país. Ahora es común ver en la playa mujeres vestidas de negro y tapadas por entero salvo los ojos. Lo que antes era una excepción se ha convertido en algo frecuente. El tira y afloja en que se debate una parte de la sociedad tunecina, entre los islamistas más radicales y quienes desean preservar las conquistas logradas en cuanto a la igualdad de género, es parte de esos “nuevos tiempos” que prometían ser otra cosa. El lunes 13 de agosto una manifestación de alrededor seis mil personas, compuesta fundamentalmente por mujeres y sólo algunos hombres, protestaba por el artículo 28 de la nueva Constitución que, en fase de borrador ya aprobado por la comisión de derechos humanos y libertades de la Asamblea Constituyente, declara el papel de la mujer “bajo el principio de complementariedad de funciones con el hombre dentro de la familia.” Aunque el partido actualmente en el gobierno, Ennahda, prohibido hasta el derrocamiento de Ben Alí y calificado de islamista ”moderado”, ha asegurado en varias ocasiones su voluntad de preservar los derechos de libertad y autonomía de las mujeres, la realidad es que a su sombra han ido creciendo las agrupaciones de salafistas (islamistas radicales) que acosan y hostigan a los sectores más laicos y prooccidentales de la sociedad tunecina. La pasividad de un gobierno que les deja hacer, es lo que más preocupa a quienes ven que lo que ha traído la revolución de enero de 2011 no ha sido, precisamente, una primavera sino un invierno que promete ser muy largo, sobre todo para las mujeres.
Beatriz Martínez de Murguía
http://www.razon.com.mx/spip.php?page=columnista&id_article=135826

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