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miércoles, 1 de junio de 2022

Las mujeres pacifistas y la I guerra mundial 3/3

 

Reflexiones sobre la guerra y el Congreso de La Haya de mujeres españolas

La Gran Guerra estaba muy presente en la sociedad española, dividida entre francófilos y germanófilos, dando lugar a polémicas encendidas, que podían darse por ser España un país neutral, al decir de un escrito de la época:  “Nuestra neutralidad ha sido política en el orden internacional. En cambio, literariamente, la lucha de ideales o de intereses no ha cesado en los periódicos, en las revistas y en los libros… Unos hablan del derecho y otros de la fuerza. Como no nos cohíbe la censura ni la misma neutralidad, España es donde más sinceramente se ha escrito acerca de la guerra europea.[13]

Mientras se está celebrando el Congreso de Mujeres de La Haya, el periódico ABC[14] se hace eco de él en una amplia noticia, donde dice que España está entre los países representados en el mismo. En realidad, la única asistente de aquí fue “Madame J.M. Gay”[15], de Barcelona, que lo hizo a título individual.

La Condesa Pardo Bazán no creía que los acuerdos del Congreso de La Haya fueran a alcanzar un resultado práctico; compartía el contenido de las resoluciones y la crítica a la locura de la guerra pero terminaba afirmando que la guerra iba a traer beneficios a las mujeres, porque están ejerciendo oficios que antes no hacían y “… porque la guerra es, ante todo, dinámica y para la mujer, lo peor es la estática[16]Sabemos que este argumento no acaba de sostenerse, que el supuesto avance de las mujeres en las guerras, su entrada en nuevas profesiones, por ejemplo, no siempre se consolidó tras la guerra, más bien cuando volvieron los hombres del frente las mujeres fueron empujadas de nuevo hacia las tareas domésticas.

A lo largo del XIX y principios del XX, distintas mujeres escribieron sobre la guerra en España. Josemi Lorenzo Arribas ha identificado algunas de ellas[17], destacando a Carmen de Burgos y María Lejárraga que, dice, aportaron “las reflexiones más sistematizadas sobre el tema”, la primera en Guerra a la guerra y la segunda en Feminismo, feminidad, españolismo y Cartas a las mujeres de España.[18]  En una de las publicaciones mencionadas, María Lejárraga[19] incluye varias crónicas del Congreso de La Haya, con fragmentos de los discursos que se dieron en él y de las lecciones aprendidas por las mujeres. A saber:

Los hombres tienen casi toda la culpa de la guerra; pero las mujeres tampoco estamos exentas de responsabilidad; hemos faltado a nuestro deber de dos maneras: Primera: Consintiendo que se eduque a nuestros hijos en una falsa idea del heroísmo y de deber patrio. Hasta ahora mismo se ha glorificado en las escuelas el valor militar, las hazañas de sangre, la injusticia de la conquista, el egoísmo colectivo; se ha hecho de la bandera un símbolo, no de patriotismo, sino de imperialismo… Segunda: Por temor al ridículo, hemos dejado de poner en nuestras reivindicaciones todo el empeño necesario. El día en que las mujeres intervengan en la gobernación de los pueblos en número igual al de los hombres, la guerra habrá concluido de una vez para siempre; esto lo sabemos y lo sentimos”.[20]

Para Lejárraga, el que llama Congreso de las mujeres pacifistas en La Haya, tal vez haya tenido poco impacto práctico pero

“Su significación moral es, sin embargo, interesante, porque afirma una vez más el decidido propósito de las mujeres de no consentir que sigan arreglándose los asuntos de interés general para la vida de los pueblos sin intervención suya, como representantes que son de más de la mitad del género humano. Una vez más las mujeres levantan la voz para pedir la paz…”.[21]

Carmen de Burgos y Sofía Pérez Casanova, nuestras primeras reporteras de guerra, que veían lo que sucedía en los frentes y en la retaguardia, el sufrimiento de la población civil, fueron abiertamente anti-guerra.[22]

Virginia Woolf plasmó sus reflexiones sobre la guerra desde las vidas de las mujeres en el imprescindible Tres Guineas. Sobre su pensamiento, escribió Elena Grau:

 “Virginia habla muy poco de la experiencia, de las consecuencias y del horror de la guerra porque parte de una idea, nunca la guerra, y no necesita argumentarla. Yo diría que ella pone la guerra como medida de todas las acciones humanas. Su esfuerzo es medir la acción humana, de mujeres y hombres, en presencia de este horizonte. Y al poner la guerra como medida, o como horizonte de nuestra acción, trasciende la idea de guerra como hecho bélico y se interesa por todo aquello que en nuestro hacer apunta en última instancia a sostener unas relaciones, una cultura y un mundo simbólico que albergan la violencia y conducen a la guerra”.[23]  

De modo diferente, escribe Josemi Lorenzo, que cita también el análisis de Elena Grau, las escritoras españolas pusieron el acento en el sufrimiento y el dolor que provocan las guerras.  Con todas las distancias, concluye, por la singularidad y brillantez de la inglesa, esto puede ser debido a que, en las distintas guerras que vivió España –con sus consiguientes levas y muertes de jóvenes varones- las españolas, a diferencia de la Woolf, la sufrieron en carne propia: “Las continuas sangrías humanas que supusieron las guerras a las que se aferraba el estamento militar y político, el injusto sistema de recluta, el dolor multiplicado en familiares y amistades de los soldados ... no podían dejar indiferentes a estas mujeres intelectuales…”.[24]

Núcleos del feminismo pacifista en España: su relación con WILPF

Los tres núcleos de mujeres organizadas que hemos podido identificar en relación con las mujeres del Congreso de La Haya y WILPF, se configuraron en Valencia, Barcelona y Madrid.

En Valencia, en el núcleo feminista pacifista destacaron las hermanas Ana y Amalia Carvia Bernal. Formaban parte de la Asociación General Femenina (AGF), que abogaba por un feminismo laicista y librepensador, defendía la importancia de la instrucción de las mujeres a todos los niveles y estaba al tanto de cómo se organizaban las feministas ‘en los países europeos más avanzados’.[25] En 1915, las hermanas Carvia fundaron la Asociación Concepción Arenal y la revista Redención que defendía el sufragio, la laicidad y el librepensamiento, presentándose como pacifista y feminista.  En el informe del Congreso de WILPF celebrado en Viena en 1921, en la sección de saludos recibidos se incluye uno de la Asociación Concepción Arenal en el que esta asociación muestra su adhesión a los acuerdos del congreso anterior, celebrado en Zurich, en 1919.[26]

En Barcelona, Carme Karr Alfonsetti (1865-1943), escritora, reformadora social y feminista, integrante del Comité Internacional de la Liga de los Países Neutrales, en octubre de 1915,  fundó el Comité Femení Pacifista de Catalunya (CFPC) que recibió la adhesión de personalidades y entidades y se propagó a otras ciudades de Catalunya. La idea había sido de la pintora Antonia Ferreras y su presentación se hizo en el Ateneo de Barcelona. El CFPC se proponía “recullir un a un aquells sentiments qui sens dubte bateguen en el cor de les dònes d’Espanya, sentiments de germanor per el dolor d’aquelles dònes espartanes (voluntaries ó nó) qui veuen desertes y enrunades les llars familials, morts ó matant, els esposos, els fills, ells germans… (uniéndose al anhelo de paz de) aquelles nombroses agrupacions femenines pacifistes de l’extranger, qui escampen pel món llurs manifests, y alhora a les dònes d’Espanya, ens demanem amargament el per què nostra veu no s’ha alçat ja demanant el fi de la tragedia, com si no existís en tota Espanya una sola dòna amant de la Pau…”.[27]

Entre las iniciativas que lanzó el CFPC destacó la campaña de la Postal de la Pau, una postal ilustrada por el dibujo que resultara premiado por un jurado, simbolizando los horrores de la guerra y conteniendo un pensamiento en los idiomas de los países beligerantes. La postal era para enviarla a los jefes de Estado y a personas que pudieran influir en poner fin a la guerra.[28] La revista Feminal (1907-1917) que dirigía Karr difundió esta y otras iniciativas y dio cabida a las polémicas que se fueron dando en relación con la paz.

En 1929, en Madrid, mujeres del Lyceum Club fundaron la Liga Femenina Española por la Paz,[29] que mantuvo lazos y colaboración con WILPF. Su presidenta, Isabel Oyarzábal, así como Clara Campoamor,   conocía a las mujeres de WILPF a través de su pertenencia común a la Alianza por el Sufragio. También a través de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias y de las reuniones de la Liga de las Naciones. 

En 1930, en Barcelona, se fundó la Lliga catalana per la pau i la llibertat. Presidida por Montserrat Graner, la Lliga fue una organización vinculada a WILPF, con la que colaboró de manera destacada en la campaña por el desarme de 1932. Su revista Evolució, en el corto periodo de su existencia, apenas un año, proclamó esa vinculación y difundió los objetivos de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad.  

 Epílogo

 

Las mujeres que se reunieron en el Congreso de La Haya constituyeron una voz disidente con voluntad de incidir en la política internacional. Fueron pioneras en muchos aspectos, también en su desempeño académico y profesional. Eran mujeres ideológicamente dispares, unidas por su rechazo a la guerra y la reclamación del voto. En la encrucijada de la guerra, eligieron seguir organizadas por la paz y la libertad, opción que dividió al movimiento sufragista. La división de las sufragistas ante la I Guerra Mundial puso de manifiesto, una vez más, que no todas las mujeres son pacifistas, que optar por la paz no es algo ‘natural’ en ellas. Como tampoco lo es la guerra o la violencia en los hombres. Tanto para mujeres como para hombres, optar por la paz es una opción libre.

Como movimiento de mujeres, el feminismo fue y es una fuerza importante contra la guerra y contra la violencia pero tampoco todos los feminismos son pacifistas. Existe consenso en el rechazo de la violencia contra las mujeres, pero el debate sobre la legitimidad o no del recurso a la fuerza sigue dentro del movimiento. Tampoco todos los feminismos se han expresado como defensa de intereses exclusivos de las mujeres como grupo excluido. El feminismo internacionalista pacifista del Congreso de La Haya es una expresión de que la política de las mujeres, como escribió Alexandra Bochetti, es la política.

Erosionar la idea de que es glorioso morir por la patria, que tan a menudo ha supuesto en la práctica morir para defender los intereses de las élites dominantes, costó muchas décadas. Pero aún hay culturas en las que los hombres se ven impulsados a inmolarse en defensa de algún paraíso prometido. En la nuestra, ya no es así. Es posible que morir por la patria se haya sustituido por vivir para consumir, pero el desapego del pedestal de la muerte es una resistencia que está afirmando que la muerte, ‘morir por’, ya no es un valor. Crece la convicción de que es mejor ‘vivir por’. La vida es lo que tenemos. Las mujeres conscientes, el feminismo pacifista, siempre han puesto la vida y su sostenibilidad, no la muerte ni bienes de otro rango, en el centro de los valores. La corriente feminista pacifista que nació en La Haya sigue empujando en esa dirección. En abril de 2015, en los mismos días que hace cien años, el mismo número de mujeres de todo el mundo, 1136, nos reuniremos de nuevo en un Congreso en La Haya: todavía no hemos logrado erradicar la guerra, en sus múltiples rostros.   

Carmen Magallón (2014) “Una voz disidente en la I Guerra Mundial: el Congreso de La Haya y WILPF”, Mientras tanto, Nº. 122-123, pp. 57-71.

13] Álvaro Alcalá Galeano (1916) España ante el conflicto europeo, 1914-19, Madrid, 1916, 4ª ed., pp. 212-213.

[14] “Por la Paz. El Congreso Internacional feminista”, ABC, 1º de mayo de 1915, p. 8.

[15] No conocemos datos de ella, sólo que vivía en Claris, 102 de Barcelona, dato recogido en el Informe del Congreso: http://www.ub.gu.se/kvinn/portaler/fred/samarbete/pdf/congores_varouwen.pdf, p. 11.

[16] La Condesa de Pardo Bazán (1915) “La vida contemporánea”, La Ilustración Artística, nº 1764, 18 de noviembre de 1915, p. 686.

[17]“Emilia Serrano, baronesa de Wilson; Concepción Arenal; Doñeva de Campos;…Carmen de Burgos, Colombine; Teresa de Escoriaza; María Lejárraga; Blanca de los Ríos y Sofía Pérez Casanova. Además de estos nombres propios,… aparecen mujeres puntuales anónimas, ya en prensa firmando artículos, ya participando en acciones de calle. Mujeres del pueblo, que nos aportan el contrapunto necesario para no confundir el sentir de las mujeres burguesas, que tienen acceso a los medios escritos, con el del común de sus congéneres que no tenían tal privilegio”. Cfr.: Lorenzo Arribas, Josemi (2007) “Tensiones militarismo/ antimilitarismo” en Asunción Bernárdez Rodal (Dir.) Escritoras y periodistas en Madrid (1876-1926), Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 125- 162, p. 135.

[18] Ibídem, p. 136.

[19] María Lejárraga firmaba casi siempre con el apellido del marido, Martínez Sierra, y a menudo también con su nombre, Gregorio.

[20]G. Martínez Sierra (1917) “Lecciones de la guerra. Opiniones de algunas de las feministas que han concurrido al Congreso de La Haya en favor de la paz” en la publicación de la misma autora Feminismo, feminidad y españolismo, Madrid, Renacimiento, 181-192, p. 182. La cursiva está en el original.

[21] G. Martínez Sierra (1917 “El Congreso de las mujeres pacifistas en La Haya”, en la publicación de la misma autora Feminismo, feminidad y españolismo, Madrid, Renacimiento, 231-240, p. 233-234.

[22] Carmen de Burgos ya cubrió la guerra de Marruecos y en ese tiempo, entre otros escritos, escribió la novela En la guerra (1909). Sobre Casanova, véase: Bernárdez Rodal, Asunción (2013) “Sofía Casanova en la I Guerra Mundial: una reportera en busca de la paz de la guerra”, Historia y Comunicación Social, Vol. 18 (2013), 207-221.

[23] Elena Grau (2000) “Sentada en mi lado del abismo. Sobre Tres Guineas de Virginia Woolf”, En pie de paz, nº 52, 40-47, p. 43. Cita incluida en Carmen Magallón (2006) Mujeres en pie de paz, Madrid, Siglo XXI, pp. 215-216.

[24] Josemi Lorenzo Arribas, Op. Cit., p. 158.

[25] Luz Sanfeliu (2011) “Instrucción y militancia femenina en el republicanismo blasquista (1896-1933)”, en Ana M. Aguado, Teresa María Ortega López (coords.) Feminismos y antifeminismos: culturas políticas e identidades de género en la España del siglo XX, Valencia, PUV, 45-70, p. 64.

[26] “The Society "Arenal", Barcelona (sic), wrote accepting with enthusiasm the resolutions adopted by the Congress (at Zurich) which expressed their aspirations as well as those of the whole feminist movement. In Valencia, Barcelona and Madrid, which are the centres of Spanish feminism, the society is zealously working to reform the laws that depress the condition of the women of Spain, and to obtain the vote. In working for universal peace they wish to give an example of the civic virtues, to promote the welfare of the Women's International League and to secure universal disarmament.” WILPF, Vienna Congress Report, 1921, pp. 155-156.
 

[27] “La dona y la pau. El Comité Femení Pacifista de Catalunya”, Feminal, 103, 31 octubre 1915, pp. XVI-XVII.

[28] Colombine (1915) “Femeninas. Cosas de actualidad”, 29 noviembre 1915, p. 1.

[29] Sobre la Liga Femenina Española por la Paz y el feminismo pacifista: Carmen Magallón (2012) Contar en el mundo. Una mirada sobre las Relaciones Internacionales desde las vidas de las mujeres, Madrid, horas y Horas.

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martes, 31 de mayo de 2022

Las mujeres pacifistas y la I guerra mundial 2/3

 


Las Resoluciones del Congreso La Haya, 1915 [8]

El resultado de los debates se plasmó en 20 resoluciones, agrupadas en torno a siete apartados: 

I. Las mujeres y la guerra; 

II. Acciones hacia la paz; 

III. Principios de una paz permanente; 

IV. Cooperación internacional; 

V. Educación de los niños y niñas; 

VI. Las mujeres y la Conferencia de paz y 

VII. Acciones a tomar. Incluyo un extracto de las mismas.


En primer lugar, la protesta: “Nosotras, las mujeres reunidas en este congreso internacional… protestamos contra la locura y el horror de la guerra, que lleva consigo un sacrificio irresponsable de la vida humana y la destrucción de tantas cosas que la humanidad ha tardado siglos en construir (Resolución 1)…protestamos contra las odiosas agresiones de que son objeto las mujeres en tiempo de guerra, especialmente contra la violación, presente en toda guerra” (Resolución 2).

El llamamiento a poner fin a la matanza: “Este Congreso Internacional de mujeres de diferentes naciones, clases, creencias y partidos… expresa su simpatía con el sufrimiento de todos… ( y puesto que la mayoría piensa) que están luchando, no como agresores sino en defensa propia y de la existencia de su país, no puede haber diferencias irreconciliables entre ellos, y sus ideales comunes proporcionan una base sobre la que puede construirse una paz magnánima y honorable. El Congreso, por consiguiente, urge a los Gobiernos del mundo a que pongan fin a este baño de sangre y empiecen negociaciones de paz. Demandan que la paz sea permanente y por tanto basada en principios de justicia, incluidos los establecidos en las resoluciones adoptadas por este congreso… (Resolución 3) 

La demanda de poner en marcha una mediación: “Este Congreso resuelve pedir a los países neutrales que den pasos de manera inmediata para crear una conferencia de naciones neutrales que debería, sin demora,  ofrecer una mediación permanente” (Resolución 4).

Los principios para el logro de una paz permanente, que a su entender son: El reconocimiento del derecho de los pueblos al autogobierno, la integridad territorial, la autonomía y  un parlamento democrático (Resolución 5); la urgencia de que  los gobiernos de todas las naciones acuerden someter las futuras disputas internacionales a la conciliación y el arbitraje  (Resolución 6) y (acuerden también) unirse para ejercer presión social, moral y económica sobre cualquier país que recurra a las armas (Resolución 7); que la Política Exterior se someta a control democrático ya que la guerra no responde a la voluntad de la mayoría sino a intereses particulares y (teniendo en cuenta que) sólo se puede reconocer como democrático un sistema que incluya una representación igualitaria entre hombres y mujeres… que se otorgue el voto a las mujeres (Resoluciones 8 y 9). Este último principio, que une el sufragio femenino a una paz permanente, es expresado así:

“puesto que la influencia combinada de mujeres de todos los países es una de las fuerzas más potentes para prevenir la guerra, y puesto que las mujeres sólo podrán tener plena responsabilidad y una influencia efectiva cuando tengan iguales derechos políticos que los hombres, este Congreso Internacional de Mujeres reclama su derecho al voto.” (Resolución 9).

Hay un llamamiento a la cooperación internacional, entendida como continuidad de los trabajos de las anteriores conferencias de paz gubernamentales,  instando a que “tras la guerra, se convoque de manera inmediata la tercera Conferencia de La Haya” (Resolución 10); a que las naciones sigan construyendo una arquitectura internacional sobre la base de una paz constructiva, para lo que se propone: a) Como un desarrollo de la Corte de Arbitraje de La Haya, la creación de una Corte Permanente de Justicia Internacional, “para plantear cuestiones o diferencias de carácter justiciable, tales como las que surgen en la interpretación de los derechos de los tratados o de las leyes de las naciones; b)  Como un desarrollo del trabajo de la Conferencia de La Haya, la creación de “una Conferencia Internacional permanente que tenga reuniones regulares, en las que las mujeres deben tomar parte, para tratar no las reglas de la guerra sino propuestas prácticas para una Cooperación más extensa entre los Estados…formular y hacer cumplir aquellos principios de justicia, equidad y buena voluntad … ajustados gradualmente por una opinión pública internacional ilustrada. Esta Conferencia Internacional designará: un Consejo permanente de Investigación y Conciliación para la resolución de las diferencias internacionales que surjan de la competición económica, la expansión del comercio, el aumento de la población y los cambios de los estándares políticos y sociales.” (Resolución 11)

La reclamación del desarme universal, que sólo se puede asegurar mediante un acuerdo internacional, por lo que se urge a los países a terminar con la producción de armas y municiones de guerra y a controlar el tráfico internacional de las mismas, ya que “en los beneficios privados derivados de las grandes fábricas de armamento anida un obstáculo poderoso para la abolición de la guerra.” (Resolución 12).  

 La libertad de comercio, mares y rutas de comercio abiertas en condiciones de igualdad a los cargamentos de todas las naciones, y  “dado que la inversión por parte de los capitalistas de un país en los recursos de otro y las reclamaciones que surgen de ahí son una fuente fértil de complicaciones internacionales…  insta a (que se imponga el principio de) que tales inversiones se hagan a riesgo del inversor, sin reclamar la protección oficial de su gobierno.” (Resolución 13).

 El Congreso Internacional de Mujeres aboga por la transparencia, que los tratados secretos sean declarados nulos y que para la ratificación de los futuros  se exija la participación de, al menos, el poder legislativo de cada gobierno. Así mismo, recomienda que se creen Conferencias Internacionales y Comisiones Nacionales para el estudio científico y la elaboración de los principios y condiciones de una paz permanente, lo que podría contribuir al desarrollo de una Federación internacional (Resolución 14).

Por supuesto, el congreso “declara que es esencial poner en práctica nacional e internacionalmente el principio de que las mujeres deben compartir todas las responsabilidades y derechos civiles y políticos, en las mismas condiciones que los hombres (Resolución 15), así como “la necesidad de que se oriente la educación de los niños y niñas para que sus pensamientos y deseos se dirijan hacia el ideal de construir la paz” (Resolución 16).  

La reclamación del voto y la participación de las mujeres en todos los niveles del Acuerdo de Paz, “Para los intereses de la civilización y una paz duradera la Conferencia que estructure el acuerdo de paz después de la guerra habrá de aprobar una resolución afirmando la necesidad de que todos los países extiendan el voto a las mujeres” (Resolución 17);  además en la conferencia de paz habrán de tomar parte los representantes del pueblo, con las mujeres incluidas en ellos (Resolución 18).[9]

Entre las acciones a tomar, se propuso una que ha sido una norma de actuación en WILPF y que distintos movimientos sociales pusieron en práctica mucho más tarde: la organización de cumbres paralelas a las gubernamentales para incidir en las mismas: “Este Congreso Internacional de Mujeres resuelve que se organice un encuentro internacional de mujeres en el mismo lugar y al mismo tiempo que la Conferencia de las potencias que ha de estructurar los términos del acuerdo de paz después de la guerra, con objeto de presentar propuestas prácticas a la Conferencia” (Resolución 19).  

Y finalmente, tras un largo debate, se aprobó la propuesta de Rosika Schwimer de enviar delegaciones a los gobernantes de las naciones beligerantes y neutrales de Europa y al Presidente de los Estados Unidos, con objeto de comunicarles las Resoluciones del Congreso e instarles por esta vía personal a llevarlas a la práctica (Resolución 20).

Se decidió también crear una estructura organizativa que en el futuro siguiera trabajando por los objetivos acordados. El nombre de la nueva organización daba cuenta del principal, pues se llamó Comité Internacional de Mujeres por una Paz Permanente. Sería en 1919, al acabar la guerra, en el segundo congreso celebrado en Zurich, cuando la organización que nació en La Haya pasaría a llamarse Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF en sus siglas en inglés)[10].

Para cumplir lo acordado, dos delegaciones del congreso recorrieron Europa, visitando tanto los países neutrales como los beligerantes, de modo que estas mujeres que no podían votar, en la práctica ejercieron de embajadoras de la paz, siendo recibidas y escuchadas por los líderes de catorce capitales, Primeros Ministros y Ministros de Asuntos Exteriores, entre ellos, el Rey de Noruega, el Papa y el Presidente de los EEUU. Jane Addams, Emily G. Balch y Alice Hamilton, que habían formado parte de las delegaciones a los gobiernos, escribieron una crónica de estas visitas[11]. El informe de las delegaciones fue más optimista de lo que la realidad posterior mostró. [12] La influencia que tuvieron las mujeres de La Haya, por otra parte difícil de calibrar, no llegaría de manera inmediata.  Su apuesta más decisiva para terminar con la guerra, la puesta en marcha de una mediación inmediata -que ellas proponían que fuera llevada a cabo mediante una diplomacia no convencional, involucrando a personas de prestigio con experiencia internacional: científicos, economistas e intelectuales de las letras y las artes- no llegaría a realizarse: los países neutrales, que tendrían que haber organizado la Conferencia, no llegaron a convocarla.

Entre julio y diciembre de 2015, con el ánimo de empujarle a que liderara la mediación, Jane Addams visitó a Woodrow Wilson hasta seis veces. No consiguió su propósito. Pero estas entrevistas, en las que conversaron no sólo sobre la mediación sino del resto de acuerdos de La Haya, dejaron un poso en el presidente. Nueve de sus famosos catorce puntos fueron tomados de las resoluciones del congreso internacional de mujeres. También la creación de la Liga de las Naciones supuso avanzar en la línea de construir un entramado legal internacional que permitiera resolver de otro modo las disputas entre países.

El informe final del Congreso de La Haya incluía las intervenciones de las madres fundadoras, el relato del desarrollo y las resoluciones consensuadas, el nombre de todas las delegadas participantes, así como las adhesiones enviadas por organizaciones de todo el mundo. Fue redactado en los tres idiomas oficiales y por deseo de las congresistas se envió a los gobiernos de los países europeos que se posicionaron contra la guerra y a favor de la reconstrucción de Europa, así como a las bibliotecas de los Estados Unidos de América y Europa, por lo que tuvo repercusión mediática internacional.

 Tomado del articulo de Carmen Magallón (2014) “Una voz disidente en la I Guerra Mundial: el Congreso de La Haya y WILPF”, Mientras tanto, Nº. 122-123, pp. 57-71.

[8]La versión original, en inglés, de estas resoluciones puede leerse en la página de WILPF Internacional: http://www.wilpfinternational.org/wp-content/uploads/2012/08/WILPF_triennial_congress_1915.pdf

[9] Esta resolución es precursora de la que muchos años después, en el 2000, aprobaría el Consejo de Seguridad: la resolución 1325 sobre Mujeres, paz y seguridad, una importante herramienta para potenciar la voz de las mujeres en los procesos y negociaciones de paz.

[10] Sobre la historia de WILPF: Gertrude Bussey and Margaret Tims (1980) Pioneers for Peace. Women’s International League for Peace and Freedom 1915-1965, Oxford, Alden Press; y Catherine Foster (1989) Women for All Seasons: The Story of the Women's International League for Peace and Freedom, Athens, The University of Georgia Press.

[11]Jane Addams, Emily G. Balch & Alice Hamilton (1915) Women at The Hague. The International Congress of Women and Its Results (Introduction by Harriet Hyman Alonso). Urbana and Chicago, University of Illinois Press, 2003;.

[12] El comunicado oficial de las delegadas, tras sus visitas, “Manifesto issued by Envoys of the International Congress of Women at The Hague to Governments of Europe and the President of the Unites States”, puede leerse en Bussey and Tims, Op. Cit., pp .22-24

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domingo, 29 de mayo de 2022

Las mujeres pacifistas y la I guerra mundial 1/3

 


Traemos este maginifico articulo de Carmen Magallón publicado en la revista Mientras tanto, Barcelona,  en 2014. que nos invita a reflexionar sobre como nuestras antecesoras trabajaron por la Paz . Su titulo es "Una voz disidente en la I Guerra Mundial: el Congreso de La Haya y WILPF"[1]


Introducción

En 2014 se cumplieron cien años del comienzo de la I Guerra Mundial, la llamada Gran Guerra.  En sentido estricto, la guerra no afectó al mundo en su totalidad, por lo que llamarla ‘mundial’ no deja de ser una expresión más del etnocentrismo de europeos y norteamericanos acostumbrados a considerarse el ombligo del mundo, pero sí fue un inmenso desastre que produjo millones de muertos. En medio de la catástrofe, un grupo de mujeres se opuso a la barbarie. Cuando todavía sus países no les reconocían el derecho a voto, más de mil mujeres se reunieron en La Haya para pedir el fin de la guerra, la mediación de los países neutrales y la creación de un foro internacional en el que pudieran dirimirse los conflictos entre países sin recurrir a las armas. Fue a finales de abril de 1915. Mientras las efemérides de la oficialidad académica de hoy, salvo honrosas excepciones, apenas se dan por enteradas de estas disidencias, en muchas de nosotras crece la convicción de la importancia de su recuperación para la historia transmitida.

Dos Conferencias Internacionales de Paz, gubernamentales, se habían celebrado en La Haya, en 1899 y 1907, pero la I Guerra Mundial se llevó por delante muchos de los acuerdos adoptados. Hace cien años,  los líderes  seguían con inercia la locura histórica de resolver los conflictos a garrotazos, cada vez con garrotes más sofisticados. La mayoría de  muchachos llamados a los frentes como carne de cañón todavía consideraban glorioso lo que se había acuñado como ‘morir por la patria’: habían sido socializados para incluir en su identidad la respuesta a la llamada guerrera. Por su parte, las mujeres, también las feministas, se dividieron ante la guerra. Fueron muchas las que colaboraron en tareas de apoyo y animaron a los hombres a pelear. Pero también fueron muchas las que rechazaron la guerra, generando una voz disidente.  La distinta socialización y marginación del ámbito público proporcionaba a las mujeres una base para pensar diferente. Todavía sin derecho a voto y por tanto sin responsabilidad en la toma de decisiones, ajenas al viejo paradigma del poder político, no se sentían responsables de la línea de acción decidida por los líderes: disponían de libertad para pensar de otro modo, sus prioridades arraigaban en otro paradigma. Esta libertad de pensamiento y acción tuvo una brillante plasmación en la voz que surgió en el Congreso de La Haya. Y aunque no todas conformaron esta voz disidente, porque ni los hombres son un bloque ni lo son las mujeres, las que acudieron a La Haya en 1915  representaban a una parte significativa del sufragismo organizado mundialmente.

Este artículo habla sobre ese episodio, subraya la voluntad y decisión del grupo que fundó la Women’s International League for Peace and Freedom de incidir y transformar la política internacional. Un empeño que, cien años más tarde, aún sigue vivo. Apunta también algunos ecos y reacciones de mujeres españolas.

El Congreso Internacional de Mujeres, La Haya, 1915

Era abril de 1915. A 167 Kilómetros hacia el Norte, en Ypres, se estaba librando una batalla, la segunda en la zona. Fue en esa ciudad donde se utilizaron por primera vez diversos gases químicos como arma de guerra (clorina, gas mostaza), armas inhumanas donde las haya por los innecesarios sufrimientos que provocan antes de producir la muerte y cuya utilización fue prohibida por la comunidad internacional[2]. La imagen de soldados con máscaras antigás nos traslada inevitablemente a los escenarios y sufrimientos de aquella guerra. Más de 100.000 fueron los muertos. En medio de las obvias dificultades para viajar en tiempos de guerra, representantes de distintas organizaciones y mujeres individuales de 12 países, se pusieron en camino y lograron llegar a La Haya.

En 1914, la International Woman Suffrage Alliance (IWSA), en nombre de doce millones de mujeres de 26 países, había lanzado un manifiesto llamando a la conciliación y el arbitraje pero más tarde suspendió la reunión que tenía previsto realizar en Berlín, en Junio de 1915, negándose su presidenta, Carrie Chapman Catt, a convocar ninguna otra. Fue Aletta Jacobs,  presidenta de la organización sufragista holandesa y primera doctora en Medicina de su país quien ejerció de impulsora principal del Congreso de La Haya. En sus memorias,  Jacobs cuenta cómo su primera reacción ante la guerra había sido organizar ayuda para la subsistencia de la gente, ayuda humanitaria, y cómo en un momento se preguntó: “Si aliviamos las consecuencias de la guerra, ¿no estamos contribuyendo a su continuación, al horror y la degradación que causa?”[3]. Dispuesta a iniciar otra línea de acción, escribió a la Junta y a las presidentas de las organizaciones afiliadas a la IWSA en todo el mundo, proponiendo la realización de un congreso internacional de mujeres en un país neutral, porque “en estos tiempos de guerra y odio creciente entre naciones, nosotras las mujeres tenemos que mostrar que, al menos, somos capaces de mantener nuestra mutua amistad y solidaridad”[4]. La mayoría de la Junta de la Alianza consideró la propuesta un disparate y sugirió esperar a que la guerra acabara.  Finalmente, la IWSA, como organización, no apoyó la realización del congreso. 

Pese a todo, el Congreso de la Haya puede considerarse fruto del sufragismo, tanto por quienes fueron sus organizadoras como por su contenido. En febrero de 1915, Jacobs se reunió en Amsterdam con cuatro belgas, cuatro alemanas y cinco británicas, mujeres destacadas dentro de la IWSA, tanto de países en guerra como neutrales; un grupo organizador que contó también con Mia Boissevain, Rosa Manus, Jeanne Van Lanschot Hubrecht, Cor Ramondt Hirschmann y Hanna van Biema-Heymans de Holanda. Según Jacobs: “El talento y la energía de estas mujeres hizo posible que, a pesar de todas las dificultades, los retrasos del correo, las cartas confiscadas, censuradas o perdidas, en apenas dos meses organizáramos una conferencia internacional …”[5].

El aliento sufragista fue patente también en las condiciones requeridas para participar en el congreso. Había que estar de acuerdo con dos puntos previos: uno, que las disputas internacionales deben gestionarse por vías pacíficas y dos, que el voto había de extenderse a las mujeres. En estos puntos latía la convicción de que el voto de las mujeres conduciría a una paz permanente.

Finalmente, fueron 1136 mujeres procedentes de doce países, las representantes de distintas organizaciones que participaron en el congreso. Había sufragistas y sindicalistas de varios países, laboristas británicas, mujeres de organizaciones tan diversas como las Trabajadoras Agrícolas de Hungría, la Liga para la protección de los Intereses de los Niños de Holanda o la Asociación de Mujeres Abogadas de Estados Unidos.[6] Viajar en medio de la guerra no fue fácil. El barco con las cuarenta y siete delegadas de los Estados Unidos, el Noordam,  fue detenido en Denver y casi no llega a la apertura. En él viajaban Jane Addams la reformadora social que en 1931 recibiría en Nobel de la Paz; la profesora de Economía en Wellesley, Emily Green Balch, premiada también con el Nobel de la Paz en 1946, y Alice Hamilton, pionera de la medicina industrial.  De Inglaterra, 180 mujeres estaban preparadas para asistir pero el Gobierno inglés sólo había dado permiso a 25. Finalmente el tráfico en el Mar del Norte se cerró y ninguna de ellas pudo llegar.  La escocesa Chrystall MacMillan y la inglesa Kathleen Courtney, que estaban ya en Holanda, junto a Emmeline Pethick-Lawrence que venía de los Estados Unidos con el grupo del Noordam representaron a aquél país. El informe final cuenta que se vivió con emoción la llegada de las delegadas belgas, que habían recibido un permiso del Gobernador alemán en Bélgica, un viaje penoso pues el último  tramo tuvieron que hacerlo a pie. Además de Estados Unidos e Inglaterra, los otros diez países que enviaron representantes de organizaciones varias fueron: Alemania (28 delegadas), Austria (6), Bélgica (5), Canadá (2), Dinamarca (6), Hungría (10), Italia (1), Noruega (12), Suecia (16) y Holanda (alrededor de un millar). Hubo hombres y mujeres, observadores y visitantes, hasta alcanzar 1500 participantes. Así mismo, se recibieron más de 300 mensajes de apoyo, individuales y de organizaciones, de Argentina, India, Brasil, Bulgaria, Finlandia, Francia, Portugal, Polonia, Serbia, Rumania, Rusia, Suiza, Sudáfrica y también de España.

El Congreso se realizó del 28 de abril al 1 de mayo de 1915, presidido por Jane Addams.  La ceremonia de apertura tuvo lugar en el  Gran Salón del Dierentium del Jardín Botánico de La Haya, con mayor cabida que el Palacio de la Paz, y las tres lenguas oficiales fueron el inglés, el francés y el alemán. Para el debate se especificó que no se entraría en las responsabilidades nacionales de la guerra en marcha ni en cómo debería regularse la guerra en el futuro. Este último punto significaba un desmarque de las conferencias de paz gubernamentales celebradas en 1899 y 1907, que se habían enfocado en gran medida a ‘humanizar’ la guerra. Ahora, las convocantes de La Haya subrayaban así su crítica radical a las confrontaciones armadas, negándose a entrar en disquisiciones regulatorias.

El distanciamiento del paradigma de la política al uso, que según Clausewitz incluía la guerra como la política por otros medios, se fue plasmando a lo largo del Congreso. Como ejemplo, las intervenciones de Jane Addams mostraron que es posible concebir y vivir de otro modo valores y nociones que han conducido a los pueblos a la confrontación armada. Addams habló de las que habían viajado y atravesado fronteras de países en guerra, calificando su actitud y decisión de heroísmo –otro tipo de heroísmo-, habló del conflicto innecesario entre patriotismo e internacionalismo –otro tipo de patriotismo- y de la importancia, para el logro de unas relaciones internacionales más justas, de aportaciones que pueden parecer menores, como la protesta de este congreso, o más lentas, como las debidas a juristas, filósofos y escritores –Grotius, Kant, Tolstoi…-, todos ellos tachados en su tiempo, dijo, de cobardes y soñadores, por poner la ley por delante de la fuerza.[7]


Carmen Magallón (2014) “Una voz disidente en la I Guerra Mundial: el Congreso de La Haya y WILPF”, Mientras tanto, Nº. 122-123, pp. 57-71.



[1] WILPF son las siglas de Women’s International League for Peace and Freedom, la organización que nació en el Congreso de La Haya, aunque hasta 1919 no tomó este nombre. Inicialmente se llamó International Committee of Women for Permanent Peace (ICWPP).

[2] El uso de las armas químicas se prohibió tras esa guerra (Protocolo de Ginebra, 1925). Previamente, en la I Conferencia Internacional de Paz de La Haya, convocada por el Zar Nicolás II en 1899, se había aprobado la “Declaration on the Use of Projectiles the Object of Which is the Diffusion of Asphyxiating or Deleterious Gases”. Bastante más tarde, en 1993, se firmó el tratado internacional que prohíbe no sólo el uso de armas químicas sino también su desarrollo, producción y almacenaje. El tratado entró en vigor el 29 de abril de 1997.

[3] Aletta Jacobs (1996) Memories. My Life as an International Leader in Health, Suffrage, and Peace. The Feminist Press at the City of New York (edited by Harriet Feinberg), p. 81. Mi traducción.

[4] Ibíd., p. 82.

[5] Ibíd., p. 83.

[6] Mary Nash (2004) Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos. Madrid, Alianza.

[7]Report of the International Congress of Women, The Hague, 1915. Accesible en http://archive.org/stream/berichtrapportre45wome/berichtrapportre45wome_djvu.txt


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domingo, 22 de mayo de 2022

Crudas realidades de mujeres, madres e hijas en la literatura contemporánea

 


Existe una literatura que logra tocar las fibras más sensibles de nuestra alma, lecturas que nos atrapan de principio a fin llevándonos en una montaña rusa de emociones conocidas o tal vez desconocidas por nosotras hasta entonces, libros que al leer la última línea y cerrarlos nos dejan inmóviles con los sentimientos a flor de piel, en una maraña de encuentros desencuentros y reflexiones, en este nivel de sensibilidad fuerza actualidad y cruda realidad se encuentra la contemporánea narrativa femenina, obras salidas magistralmente de la pluma de autoras que escriben de lo que saben, porque quién mejor que las mujeres para hablar de las propias mujeres?



Entre las páginas de los libros se encuentran las más grandes verdades de la existencia humana, reflejo fiel de nuestro interior y de la fracturada sociedad en la que vivimos, Cometierra de Dolores Reyes ( 2019) y El Eterno Verano de Liliana de Cristina Rivera Garza 2021) son de esas lecturas que denuncian, que nos impactan y nos estremecen haciéndonos sentir el infernal dolor del rechazo, la discriminación, el abandono, las desapariciones y los feminicidios; pero también la indignación ante la impunidad a la vez que son generadoras de conciencia, solidaridad, sororidad y lucha.

“Del dolor nace la obra y el arte es una herida hecha luz” nos recuerda a menudo la escritora española Rosa Montero, históricamente las mujeres hemos tenido el rostro, el cuerpo y la vida atravesada por el sufrimiento de la opresión, la desigualdad y la violencia.

Hace años una amiga mía y editora del periódico para el que yo escribía en ese entonces, me dijo que mis palabras escritas eran mi voz más fuerte, y tenía razón!, hoy más que nunca nuestras letras hablan por nosotras, nos representan, nos definen, nos defienden, nos liberan.

Además de la violencia de género que a todas en general tanto nos lastima, existe otra triste realidad que pincha que corta que duele y que marca la vida de algunas mujeres, y es la compleja y en ocasiones devastadora relación materno filial.

Es verdad que no todas las mujeres somos madres, pero sí, todas somos hijas, y aunque la madre es el primer contacto humano y el primer vínculo afectivo que se tiene, la relación con ella en un desconocimiento e incomprensión mutua puede llegar a ser muy complicada para muchas.

De este complejo tema y de los claroscuros de las diversas maternidades, nos hablan escritoras geniales en obras como La Solterona, Madres e Hijas, Como Agua para Chocolate, Apegos Feroces, Casas Vacías, La Hija Oscura, y próximamente Las Abandonadoras; en estas y en otras más se muestra la maternidad misma vista, sentida, gozada y sufrida expresándose sin filtros desde las propias vivencias de las mujeres.

Existe un dolor de ida y vuelta entre madres e hijas que en algún punto del camino en más de un sentido se separan, perdiendo lo sublime del amor que alguna vez las unió,….“mi madre mi enemigo declarado, mi primer amor” nos dice y nos impacta Kate Zambreno, autora de Mi Libro Madre Mi Libro Monstruo, donde cuestiona la domesticidad de su madre presente-ausente, y reflexiona sobre la capacidad de acompañamiento que tiene la escritura,la fotografía y la memoria.

Irónica, difícil y dolorosa es la situación de las hijas que en las vueltas de la vida como bien dice Marcela Lagarde, terminan siendo madres de sus madres, y lo es peor cuando existe un profundo desamor recíproco, …“Ahora me parece que esto de que se le olviden las cosas le conviene, que no quiere acordarse de las cosas que ha dicho y hecho. Me parece injusto que pueda quitarse el pasado de la cabeza mientras que yo la tengo a rebosar de pasado todo el tiempo”…dice Antara hija de una madre con alzheimer en la novela Azúcar Quemado de Avni Doshi ¿Cómo se atiende a una persona que te relegó a los márgenes? ¿Cómo te haces cargo de alguien que nunca se ocupó de ti?

Por un lado, el maltrato, el acoso, el terrorismo de pqreja como lo nombra Cristina Rivera Garza, los feminicidios y muchas otras dolencias nos aquejan; por el otro, la figura de nuestra madre está presente para bien o para mal a lo largo de la vida, y la literatura en su generosa dualidad nos ofrece la posibilidad de escribir y de leer para recordar o para olvidar, cada una decide.

Como amantes de las letras las mujeres podemos disfrutar de una buena literatura escrita por hombres, sin embargo, leer a nuestras iguales, es como asomarnos a la cristalina agua de una laguna y encontrar nuestro reflejo acompañado por el de muchas otras, es saber que nuestros miedos, deseos, sufrimientos y goces siempre han estado y están acompañados!

“Escribid mujeres escribid, porque durante muchos siglos se nos fue prohibido”
Virginia Woolf

Galilea Libertad Fausto
Créditos de la fotografía: Ana Regina García
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domingo, 15 de mayo de 2022

Dile a Estados Unidos que ponga fin a las prohibiciones del aborto y proteja los derechos de las mujeres



Nos unimos a la campaña de Amnistía Internacional y te pedimos la apoyes con tu firma . Es claro que los derechos de las mujeres estan en riesgo : 

EE. UU. DEBE PROTEGER EL DERECHO AL ABORTO

Estados Unidos puede acabar con la protección constitucional al aborto en breve. Una filtración del Tribunal Supremo ha dejado claro que esta es una posibilidad muy real, y supone un retroceso de derechos humanos de décadas dejando en manos de los estados si permiten o no abortar.

Esto supone que las tasas de aborto seguro probablemente disminuirán y las tasas de aborto inseguro probablemente aumentarán, y también las tasas de mortalidad materna. Este nuevo panorama afectará de forma desproporcionada a las mujeres, niñas y personas de color y las que tienen menos recursos. Los efectos a largo plazo incluyen un aumento de la desigualdad de género, una menor participación en la fuerza de trabajo y un aumento de las tasas de pobreza.


El acceso al aborto es un derecho humano. El derecho internacional lo deja claro: toda persona tiene derecho  a la salud y a no sufrir violencia, discriminación ni tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. Obligar a alguien a continuar con un embarazo en contra de su voluntad - por la razón que sea- es una violación de estos derechos. El aborto debe ser legal, seguro y accesible para todas las personas.


Dile a Estados Unidos que ponga fin a las prohibiciones del aborto y proteja el derecho a la atención del aborto.


¡FIRMA!

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viernes, 8 de abril de 2022

De la rivalidad a la sororidad

 

De la rivalidad a la sororidad


La solidaridad indeleble entre nosotras las mujeres no es algo que se dé natural y automáticamente tan sólo por pertenecer al mismo sexo, sino que por el contrario, existe una arraigada construcción social y cultural  en el inconsciente femenino que nos predispone entre sí  a la rivalidad desde la temprana infancia.


Si hablamos con honestidad, la simpatía y la colaboración incondicional entre mujeres no siempre es permanente y en muchos casos suele terminar de forma abrupta, en cuanto los intereses de una se ven amenazados por los de la otra.


Tal comportamiento no es parte de una genética  envidiosa con la que nazcamos, en otras palabras no es un defecto de fabrica sino que más bien, es el resultado de un contexto opresivo que nos ha relegado, discriminado y enemistado con nuestras iguales obligándonos a competir por la supervivencia y el éxito.


Si bien es cierto que las mujeres a lo largo de la historia nos hemos acompañado, alimentando, sanado y cuidado; también lo es que en ciertas situaciones nos hemos detestado, rechazado y metido el pie unas a otras.


Sin embargo, a pesar de nuestros encuentros y desencuentros nos hemos solidarizado y organizado creando el feminismo,  logrando mediante este avances muy importantes en los espacios públicos y privados, no obstante, las oportunidades de desarrollo han sido y siguen siendo reducidas en comparación con las del sexo opuesto, e insuficientes para satisfacer todas las necesidades de quienes integramos más de la mitad de la población mundial.


De esta desigualdad, del grado de dificultad de acceso y de ascenso en la sociedad, de una formación cultural de dominación y discriminación en la que además desde siempre el atractivo físico femenino ha sido un factor importante a la hora de lograr la aceptación y el éxito, es que se deriva en gran medida la rivalidad y la competencia no sana entre mujeres.


Y me atrevo a decir que en gran medida porque en este asunto como en tantos otros no deberíamos generalizar, ya que existen excepciones  en las que la actitud negativa y el comportamiento malintencionado de una mujer hacia otra, tiene que ver más con el tipo de sentimientos la moral y la ética de la persona, y no  o no solamente con el modelo patriarcal, pero ese es tema para otro análisis.


Volviendo al asunto de nuestros afectos y desafectos, las mujeres a lo largo de la historia viviendo y sufriendo dentro de un milenario sistema androcéntrico, hemos tenido que ir abriéndonos brecha a base de grandes esfuerzos, sacrificios y luchas teniendo a veces y aún sin quererlo, que masculinizar nuestras acciones y pasar por encima de nuestras compañeras como actos de subsistencia.


A este respecto el feminismo como un organismo vivo y consciente de esta dolorosa problemática, nos plantea la sororidad como un pacto entre mujeres de pensamiento crítico autónomo e independiente que nos compromete a trabajar en colectivo a pesar de nuestras múltiples diferencias, para la estructuración de una metodología que nos permita la desarticulación del sistema patriarcal, la eliminación progresiva de la desigualdad y la violencia de género, así  también la sororidad como alternativa para eliminar la enemistad misógina que muchas veces existe entre nosotras consciente o inconscientemente.


En este sentido nos es importante recordar que el término sororidad proviene de la palabra soror que en latín significa hermana, y que la antropóloga académica escritora y feminista  mexicana Marcela Lagarde, fue quien desarrolló un significado más amplio y profundo estableciéndola como una hermandad entre mujeres.


La filosofía sórica nos requiere en primer lugar un conocimiento amplio de la historia de las mujeres en un mundo ancestralmente dominado por hombres, que nos lleve a una conciencia más clara del porqué y el para qué de los feminismos actuales, y de las necesidades  que individualmente y como género seguimos teniendo.


 En esta concientización hay que tomar en cuenta la realidad social, económica, educativa, política y cultural partiendo del entendido de que no es lo mismo ser mujer en las grandes ciudades que en las zonas marginales, en las comunidades rurales, campesinas, o indígenas; ya que las carencias varían dependiendo de la posición socioeconómica, el nivel académico, la ubicación geográfica de los lugares en dónde se vive, el grupo étnico al que se pertenece, estado civil, prácticas religiosas, usos y costumbres, etc.


Haciendo un análisis con perspectiva de género de las necesidades y daños que cada grupo social tiene en su actualidad y contexto, podemos ir estableciendo intereses comunes desde la diversidad y sentar las bases para el desarrollo de políticas que promuevan la seguridad, el bienestar y el empoderamiento de todas por igual, creando redes de apoyo que generen un verdadero cambio el interior de cada una,  en la agenda feminista y en la sociedad.


Sororidad es una forma de relación femenina con ética y estética feminista que busca crear espacios, condiciones y herramientas de unión en una alianza existencial y política que nos permita deconstruir dentro del mismo feminismo, la enorme desintificacion entre contemporáneas e intergerenacional que existe, y busca también generar puentes de diálogo que eliminen el gran abismo que hay entre las mujeres y las mujeres feministas.


Sororidad no tiene que ser una relación amorosa  a prueba de fuego entre nosotras, pero sí debe ser una convivencia con objetivos feministas que sea positiva y productiva basada en la empatía, la solidaridad, la admiración, el reconocimiento y el respeto mutuo.


Galilea Libertad Fausto 


Créditos de la foto a quien corresponda


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martes, 5 de abril de 2022

Mujeres activistas de los paises MENA víctimas del software espía Pegasus




 Las activistas de MENA (Mediterraneo y norte de África )  han sido algunas de las más afectadas por el uso del spyware Pegasus, que amenaza su reputación personal y profesional. Ahora, están exigiendo responsabilidad.

Pegasus es el software de piratería, o software espía, desarrollado, comercializado y autorizado para gobiernos de todo el mundo por la empresa israelí NSO Group. Tiene la capacidad de infectar miles de millones de teléfonos con sistemas operativos iOS o Android.

Hala al-Ahed se alarmó cuando recibió un mensaje de Apple. El gigante de las telecomunicaciones le estaba notificando que podría haber sido pirateada usando el software Pegasus, el spyware israelí que brinda a su usuario acceso completo a un teléfono y su contenido.

Preocupada, al-Ahed envió su teléfono para que Frontline Defenders, una ONG que se especializa en proteger a los activistas, lo probara. El análisis forense digital confirmó sus temores: un gobierno no especificado había pagado más de un millón de dólares para espiarla usando Pegasus.

La primera preocupación de Al-Ahed, como abogada de derechos humanos en el Foro Nacional Jordano para la Defensa de la Libertad, eran sus clientes y asociados.

Al-Ahed está en la primera línea de la lucha por los derechos humanos en Jordania y trabaja en estrecha colaboración con otros activistas que han sido presionados por las autoridades. En un país donde compartir cierto contenido a través de WhatsApp puede llevarte a prisión, la privacidad de los activistas es primordial.

"Al-Ahed y otras mujeres activistas de derechos humanos y periodistas en la región enfrentan presiones únicas que sus colegas masculinos no enfrentan"

“Es muy perturbador. Todos los que trabajan en la esfera pública esperan que sus actividades tengan un precio. Sin embargo, este es un precio increíblemente alto. Cuando alguien compromete su privacidad, compromete la privacidad de todas las personas con las que trata”, dijo al-Ahed a The New Arab.

Quien haya encargado el hackeo del teléfono de al-Ahed ahora tenía acceso a cada conversación, contacto, archivo e imagen en su dispositivo, todo sin su conocimiento.

Sin embargo, el riesgo del hackeo se extendió mucho más allá de su carrera profesional. Al-Ahed y otras mujeres activistas de derechos humanos y periodistas en la región enfrentan presiones únicas que sus colegas masculinos no enfrentan.

“Todo el mundo dice que no tiene nada que ocultar, pero hay muchas cosas que comparto con mis amigos que no quiero compartir con los demás. Sobre todo porque estamos en una sociedad conservadora y la reputación de la mujer es muy importante”, dijo.

Una intrusión en su dispositivo significaba que cualquier cosa de su vida privada podría exponerse al mundo según el capricho del gobierno que la atacara.

Como activista social y de derechos humanos, usar esta información para iniciar un rumor, aunque sea falso, podría ser muy perjudicial para su vida profesional y personal.


Mujeres en primera línea


A pesar de las barreras a la participación femenina en la vida pública en muchos países de Oriente Medio, las activistas lideran las luchas por la libertad y contra los abusos de los derechos humanos.

Ya sea convirtiéndose en un ícono de su poesía revolucionaria durante las protestas de Sudán o dando un golpe literal a las fuerzas de seguridad del Líbano durante las manifestaciones de octubre de 2019, las mujeres se han convertido con frecuencia en símbolos revolucionarios en la región.

"Sin embargo, para las mujeres activistas de derechos humanos, esto significa que la privacidad de toda la red en la que operan podría haberse visto potencialmente comprometida".

Esto ha significado que a menudo hayan pagado el precio más alto por su activismo.

Con la llegada de la vigilancia y el software espía como Pegasus, donde las víctimas pueden ser pirateadas sin siquiera hacer clic en un enlace, las defensoras de los derechos humanos enfrentan peligros incluso en su vida privada.

“Para algunas mujeres, asumir estos roles en la vida pública ya es una batalla en sus familias y comunidades. Ya están luchando contra las normas patriarcales para poder hacer su trabajo”, dijo a The New Arab Lama Fakih, directora de Human Rights Watch en Oriente Medio y África del Norte, que también fue blanco de Pegasus.

“Estos datos que se recopilan se utilizan para socavar su reputación, hacer que no parezcan creíbles y que les resulte mucho más difícil continuar haciendo su trabajo”, dijo Fakih.

“Cuando se revelan fotos de [una mujer] o detalles de su vida personal, esto puede socavarla de formas a las que los hombres no son tan susceptibles”, agregó.

Los rumores o las fotos filtradas, muchas veces manipuladas a través de software como Photoshop, pueden causar un daño irreparable a cualquier mujer. Esto es cierto en la mayoría de los países, pero especialmente en los más conservadores como Jordania o Siria, donde las mujeres suelen llevar la carga de defender el “honor” de la familia.

En julio, una mujer fue asesinada en Siria por su familiar después de que una foto de ella sin un pañuelo en la cabeza comenzara a circular en Telegram, una aplicación de mensajería similar a WhatsApp.

Sin embargo, para las mujeres activistas de derechos humanos, esto significa que la privacidad de toda la red en la que operan podría verse comprometida.

Las mujeres defensoras a menudo manejan asuntos que sus colegas masculinos no manejan, como ayudar a sobrevivientes de violencia sexual o de género.

El manejo de estos problemas requiere la máxima sensibilidad para garantizar la privacidad de los sobrevivientes. Los sobrevivientes también necesitan saber que pueden contar con los defensores de los derechos humanos y las organizaciones que representan para protegerlos cuando se presenten.

Si los sobrevivientes de abusos contra los derechos humanos piensan que la información que comparten con las organizaciones de derechos humanos podría ser monitoreada, esto podría hacerlos reacios a buscar ayuda o hablar.

“Lo primero que pensé cuando descubrí que era un objetivo fue: ‘¿Cómo afecta esto a las personas por las que defiendo en mi red?’. Pensar que este activismo se ha utilizado para socavar sus derechos es realmente indignante”, dijo Fakih.

“[Sobrevivientes de] violencia sexual, violencia doméstica y... trabajadoras domésticas migrantes: estas personas confían en nosotros para mantener sus identidades seguras, pero quieren hablar para que estos abusos en su contra se detengan. Esto es muy escalofriante para las víctimas y para nosotros como defensores”, agregó.


Además de afectar negativamente a las víctimas de abusos contra los derechos humanos, el software espía también puede producir un efecto escalofriante entre otras activistas.

“Esto es una especie de doble golpe para nosotros, porque estamos trabajando en política en una sociedad conservadora y en cuanto a nuestra privacidad personal, que debe protegerse”, dijo Dima Tahboub, ex parlamentaria en Jordania y portavoz de la Hermandad Musulmana afiliada. Frente Islámico, dijo a The New Arab sobre su experiencia de ser atacada por Pegasus.


“Esto es desalentador para las mujeres que quieren trabajar en política… ver amenazada su privacidad personal es algo importante”, agregó Tahboub.


"A pesar de la protesta mundial y las sanciones estadounidenses impuestas a NSO Group, la empresa israelí que produjo el spyware, se ha hecho poco para lograr la rendición de cuentas o poner límites a la floreciente industria de la vigilancia".


Una industria de la vigilancia, sin supervisión

En agosto, un consorcio de periodistas reveló que gobiernos como India, Arabia Saudita y China utilizaron potencialmente Pegasus para apuntar a 50,000 personas en todo el mundo.

A pesar de la protesta mundial y las sanciones estadounidenses impuestas a NSO Group, la empresa israelí que produjo el spyware, se ha hecho poco para lograr la rendición de cuentas o poner límites a la floreciente industria de la vigilancia.

Mientras tanto, muchas víctimas de los ataques de Pegasus todavía no tienen idea de quién o por qué sus dispositivos personales fueron pirateados.

En Jordania, cuando al-Ahed exigió una investigación sobre cómo ella y otros jordanos fueron atacados por Pegasus, se encontró con el silencio. El gobierno jordano aún no ha tomado ninguna medida formal para investigar el uso de Pegasus contra sus propios ciudadanos.

Según los informes, Jordan estaba en conversaciones para comprar Pegasus en abril de 2021, pero se desconoce si alguna vez compró el software.

Al-Ahed dijo que planea presentar una demanda contra el grupo NSO en un tribunal internacional si no se hace nada para lograr la rendición de cuentas en Jordania.

El Grupo NSO niega haber atacado alguna vez a activistas de derechos humanos como Lama Fakih. En cambio, afirmó que “cualquier llamado a suspender estas tecnologías que salvan vidas… hasta que exista una estructura [regulatoria] es ingenuo y solo beneficia a los terroristas, pedófilos y criminales empedernidos que evadirán la vigilancia y la detención”.

Los activistas dicen que, contrariamente a las afirmaciones del Grupo NSO, los regímenes represivos suelen utilizar la tecnología de vigilancia contra los activistas. Para combatir esto, ha habido demandas crecientes para regular la industria de la vigilancia.

“Pedimos que se suspenda el comercio y la tecnología de vigilancia hasta que se pueda establecer un marco que respete los derechos. Al igual que otras industrias, como la industria armamentista, requiere regulación”, dijo Fakih.

“La gente está empezando a apreciar lo nefastas que son estas tecnologías. Estas tecnologías son increíblemente poderosas y los gobiernos pueden, sin supervisión alguna, atacar el teléfono de cualquiera”, agregó. 

Traducido del articulo de  William Christou


http://www.wunrn.com

 

What is Pegasus Spyware and how does it hack phones – ARTICLE: https://www.theguardian.com/news/2021/jul/18/what-is-pegasus-spyware-and-how-does-it-hack-phones

 

MENA – Middle East & North Africa

MENA's women activists are Pegasus spyware's biggest victims (alaraby.co.uk)

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