En consecuencia, las contemporáneas anhelamos en la propia vida experiencias que emanan de la utopía moderna y de la construcción real de la modernidad: desarrollo personal como avance y complejidad, mejoría, bienestar y calidad de vida. En la conciencia de la mayoría de las contemporáneas están presentes la convicción y el anhelo del progreso de género entendido como el fin de las arbitrariedades e injusticias de género en la propia vida. El bienestar es imaginado por las mujeres como la superación de los obstáculos vitales y el logro de metas personales concordantes con la época en que vivimos. Eliminar la injusticia y los conflictos desgastantes, gozar y disfrutar de la vida, vivir en libertad, son los más caros anhelos de autoestima de más y más mujeres cada día.
Por ello, las marcas de la desigualdad, la inequidad y la falta de libertades impactan profundamente el desempeño de mujeres que en su modernidad aspiran a la realización personal ubicadas en un conjunto de experiencias, prácticas y relaciones ambivalentes, que en parte siguen siendo conservadoras y opresivas. El sincretismo de género nos obliga a movemos entre lo público y lo privado, entre la tradición y la modernidad, con algunos poderes y derechos limitados y, al mismo tiempo, con déficit y brechas sociales.
De acuerdo con la moral tradicional actualizada, todo esto debe ser vivido por las contemporáneas de manera simultánea y sin inmutamos. Las ideologías del siglo XX convierten en un valor y un deber ser la capacidad de las mujeres de compatibilizar estos antagonismos en nuestras vidas, y así ser felices y exitosas".
https://xenero.webs.uvigo.es/profesorado/marcela_lagarde/autoestima.pdf
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