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jueves, 3 de mayo de 2018

La Violencia como diversión


Dice Marina Subirats que a los tres años  los niños ya perciben claramente la jerarquía de los sexos y rechazan los juguetes y las actividades asociadas a las niñas como  algo que devalúa el ser niño.
Ser niño, ya a los 3 años es ser más.

¿Cómo y dónde se aprende a ser niño?
En mi familia somos todas hermanas y mis hermanas tuvieros 3 niñas, y el cuarto fue varón. Sería aproximadamente a esa edad, a los 3 años, cuando jugando solo escuché a mi sobrino la expresión “ ¡ maldito capitán! “   Me sorprendió muchísimo, pues nunca en mi entorno de chicas había aparecido un personaje procedente de la jerarquía militar.
Después tuve a mi hijo, al que traté  de educar con criterios  feministas, no solo  no comprando juguetes bélicos sino  incorporando en sus juegos  actividades de cuidado como cocinar, tapar muñecas…;  en una ocasión mientras me servía un café en unas tacitas  dijo inopinadamente “¡a la cárcel!”;  me ató las manos con papel higiénico y  me llevo a otra silla que representaba la cárcel, y adiós café y conversaciones sobre su familia que era el tema con el que estábamos cuando súbitamente cambió el argumento del juego.
Analizando lo que el mercado ofrece a los niños desde la más tiernísima infancia para su ocio observamos que el late motiv es la violencia, en su forma de fuerza, de imposición, de agresividad, de ausencia de empatía …
Los juguetes   infantiles de los niños son héroes masculinos que se imponen sobre el resto, que vencen, que ganan siempre; y esos juguetes inspiran sus juegos, con idéntico fundamento: Ganar, imponerse .
Ni en  los juguetes ni en los juegos están presentes otras emociones  que no sean el orgullo, el alarde, la vanidad, la superioridad o el engreimiento.
Esa arrogancia del vencedor no va acompañada más que de laureles por el triunfo, nunca muestra los efectos devastadores de la contienda.
Nunca se ve al perdedor como digno de compasión, no muestra las consecuencias de la lucha, el dolor que generan sus heridas, la tristeza de sus familiares ante la muerte…
Como en la cancion, The Winner Takes It All .
Y en esa búsqueda de éxito, épica y reconocimiento los niños se hacen hombres.
La violencia les acompaña a lo largo de su vida como un ingrediente familiar, nada extraño y con el que se sienten muy cómodos, pues no en vano está relacionada con el ocio desde su propio origen.

A los hombres les gusta la violencia, les gusta en el cine, en la literatura, en los videojuegos, en el futbol , en el porno …
No sienten que la violencia sea algo que se deba desterrar, seguramente entienden que la tienen controlada, y que saben en qué dosis es satisfactoria y cuándo empieza a ser un problema.
Pero las mujeres no estamos construidas en base a la violencia como ingrediente básico de nuestro desarrollo, las mujeres percibimos la violencia como una amenaza, y nuestro ocio no tiene nada que ver con ella.
La violencia masculina mata más hombres que mujeres, pero se matan entre ellos, haciendo uso de un elemento que les es grato (asumiendo riesgos innecesarios, exceso de velocidad, consumo de drogas, peleas…)
La cuestión está en que en ese juego nosotras solo somos víctimas de un comportamiento ajeno e indeseado.
Hasta que la masculinidad no se cimiente al margen de la violencia nos seguirán violando, nos seguirán matando y continuarán viendo la relación de sexos como una relación jerárquica, en la que el masculino se impone siempre, porque no entienden otras relaciones que las de poder.
¿Y cómo erradicar algo tan grato si esto va  asociado con la diversión y el recreo sin consecuencia de daño alguno?

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