La transformación de los patrones socioculturales que
colocan a la mujer en un nivel de inferioridad debe
ir acompañada con la eliminación de la concepción
de que la violencia de género es inevitable. La
adopción de medidas jurídicas no es suficiente para
erradicar la violencia de género. Se requiere que los
Estados tomen medidas integrales efectivas tanto
para eliminar los estereotipos como las actitudes
discriminatorias.
Esta obligación implica que todas
las ramas del poder público deben adoptar medidas
adecuadas para lograr la modificación de los patrones
socioculturales de conducta para lograr así que se
eliminen dichos prejuicios y prácticas en todos los
sectores de la sociedad.
Una medida esencial para lograr la modificación de
actitudes y creencias socioculturales que perpetúan la
violencia contra las mujeres es incidir en el sistema
educativo. En este sentido, el inciso se refiere al deber
del Estado de adoptar medidas eficaces para superar
estas actitudes y prácticas, introduciendo programas
de educación y de información que ayuden a suprimir
prejuicios que obstaculizan el logro de la igualdad de
la mujer.211
En las escuelas y colegios debe sensibilizarse sobre la
violencia contra las mujeres y promover su seguridad,
capacitando a docentes y estudiantes sobre la igualdad
entre los géneros y sobre derechos humanos. Más
aún, los programas de estudio y material educativo
deben ser revisados a fin de eliminar los estereotipos
de género y promover la eliminación de la violencia
contra las mujeres.212
Pero además, se requiere de intervenciones integrales
multisectoriales que involucren a líderes claves
(tradicionales, religiosos, comunitarios, políticos,
entre otros), quienes puedan influir en aquellas
actitudes perjudiciales, opiniones y prácticas que
mantengan un trato inequitativo de las mujeres y
hombres y que además perpetúen la violencia contra
las mujeres.
La Relatora Especial de Naciones Unidas sobre
la violencia contra las mujeres, sus causas y
consecuencias, al referirse a la transformación
sociocultural ha señalado que los Estados deben
adoptar un enfoque de “negociación cultural”, el
cual permite hacer frente a las causas profundas de
la violencia y aumentar la sensibilización sobre el
carácter opresivo de determinadas prácticas sociales.
Esa negociación cultural supone la identificación
y el cuestionamiento de la legitimidad de quienes
monopolizan el derecho de hablar en nombre de la
cultura y de la religión. No son la cultura o la religión
en sí mismas las que disponen que una mujer deba
ser golpeada, mutilada o asesinada, sino que esos
preceptos los dictan quienes monopolizan el derecho
a hablar en nombre de la cultura o de la religión.
En consecuencia, el compromiso del Estado con el
empoderamiento de la mujer y la transformación de
la sociedad es capital para propiciar el cambio de las
estructuras y prácticas patriarcales hegemónicas.213
https://www.oas.org/es/mesecvi/docs/BdP-GuiaAplicacion-Web-ES.pdf
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