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lunes, 24 de noviembre de 2014

Me nombro Gloria, todas somos Glorias



No tenía opción, era el único transporte…

Mujer de 32 años, obrera de una plantación de verduras de exportación, no tiene afiliación a la seguridad social. Esta separada de su esposo, tiene tres hijos y vive “arrimada” en la casa de su hermana soltera sin hijos. Cree en dios, es católica, y no pertenece a ningún partido político y/o organización o movimiento. Fue violada cuando usó una camioneta que realiza transporte a su barrio que todavía no tiene cerca el transporte público. El violador luego la quiso matar, pero ella lucho y le suplicó que le perdone la vida.

Zaida Betancourt*


Despierto de esta pesadilla, me repito mentalmente “no tenía opción, era el único transporte… no tenía opción era el único transporte…” y de pronto me digo: también tengo que explicar el carro que tomo para sobrevivir mi vida. Y quien me explica a mi, la mía, quien rinde cuentas de las ausencias y falencias que enfrentó cotidianamente.
¿Quien repara el último daño que sufrí?, esta vejación que desdibuja mi cuerpo, mi primer territorio, que quiere llenar de maleza, mi interior, mi alma y quiere dejarme signada, violada. La profundidad de mi ser se remueve como intentando dar un grito y decir ¡basta ¡
¿Será que esto tiene que ver con los derechos? , con esa nueva constitución que armaron en el 2008, cuya bulla no alcanza a mi cuerpo. Parece que los derechos, la constitución y todo el alboroto se relaciona con mi vida, no solo con las falencias, sino con la posibilidad de sentirme persona, con el derecho a tener derechos, de participar dice la María, de reunirnos para construir una sociedad mas justa. Sociedad justa¡¡ esto pide mis entrañas, justicia¡¡
No se, pero nunca me han gustado esas reuniones de mujeres, nunca he participado en ninguna de ellas, eso sí, nunca falto a la misa del domingo y ahí el cura decía que esta constitución es inmoral, abortiva, que quiere destruir la familia y otras cosas…
Ahora, intento desde mi remolino afectivo, mental y espiritual; recorrer mi vida hasta este punto. ¿Cómo llegue aquí?
Cumplí 32 años, todavía recuerdo la farra a propósito de que el Pepe, vine a Quito. Lo feo fue cuando llegue a la casa de mi hermana, en donde vivo; y sus reproches por mi salida.

En el trabajo no me va mal, fumigo en la plantación de verduras que luego mandan a Italia dicen; pero no tengo afiliación y tengo susto reclamar, porque si pierdo mi trabajo que me hago con mi hija. Seguro que mi hermana me bota de la casa ¡¡
Mi monótona vida resumida, vivo en la casa de mi hermana -“arrimada” me grita ella cada vez que se enoja-, desde que me separe de mi marido y se fue a trabajar en el oriente, y voy del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Mi jornal diario para sacarle adelante a mi hija, para que pueda estudiar y tenga mejor vida que la mía.
Hasta que me violaron ¡¡
Regresaba del trabajo en una camioneta, porque no hay buses donde vivo. Todos se bajaron y me quedé sola con chofer, quien se desvío del camino y en un lugar solitario me violó y hasta me quiso matar. Le rogué que no me mate, que tengo hijos, le supliqué y me dejó hecha una lástima, porque me pegó. Cuando me vieron así, en mi casa me preguntaron ¿qué pasó? Mi hijita se asustó. Les conté. Mi hermana me acompañó a poner la denuncia en la fiscalía y luego me vio el médico en la Morgue de la policía y sólo me dieron un papel para la denuncia. Dicen que hay una pastilla, ni se como le llaman, la PAE o la del día después, esa pastilla evita que una se quede encinta; pero no me dieron. Esta pastilla disque esta en la constitución, Cómo también será? A mi no me dieron.
Tenía miedo de encontrarme con ese tipo (violador), de que le haga algo a mi hija o a mi familia. Miedo de quedarme embarazada y de que mi marido se entere, estábamos “poniéndonos de a buenas”, él quiere que me vaya al oriente, pero a mi no me gusta. Mi mala suerte, pensé. Me quedé encinta. Lloré mucho, no quería comer, no le atendía a mi hija. Le dije a mi hermana que no quería este hijo, que es de violación y ella me dijo que si me “sacaba” la guagua, me mandaba de la casa, que eso es pecado. Ella no tiene hijos, y podía cuidarlo; pero como iba a tenerlo y luego regalarlo. Eso, no puedo¡¡
Yo estaba muy mal. Sentía que no podía “sacarme”, que estaba mal, pero al mismo tiempo,tenía muchas iras. ¿Cómo iba a mantener otro hijo?, y ahora que estaba volviendo con mi marido. No quería
¡No quería tener otro hijo y peor de violación. Ese hombre me obligó y casi me mata. ¿Por qué tenía que tener un hijo así? No era justo, era terrible y decidí abortar aunque sentía remordimiento y pena.
Fui con una primera doctora, me cobró 150 dólares y me dio dos tabletas -una para que me tome y otra para que me ponga en la vagina -; pero no sentí nada y encima me maltrato, me dijo que no se hacía responsable, que si no me hizo efecto que ella no tenía la culpa. Me quedé endeudada y no me sirvió de nada.
Pasaba el tiempo y no sabia que hacer, tenía unos estragos horribles. Luego fui a otra dirección y si me atendieron me oyeron todo lo que tenía adentro, lloré mucho y me tuvieron paciencia. Allí sí me ayudaron. Recuerdo que fue un lugar bonito y limpio. Ellas me dijeron que un aborto no es malo, que malo era seguir con algo que no quería, y que me apoyarían en cualquier decisión mía.
Sentí algo extraño a mí, me respetaban, me entendían y mi valor no era lo que podía pagar. ¿Será esto el derecho? Me sentí grata.
Cuando me dieron las pastillas y empecé a sangrar, una sensación de alivio y tranquilidad recorrió mi cuerpo. Era como soltar algo contenido, tal fue así que hasta el cólico toleré, tomaba otra fuerza y hasta me daba alegría sentir el dolor, porque me daba miedo que no me haga efecto. Lo peor fue pensar que no me iba hacer efecto la pastilla y que tenía que seguir embarazada.
Cuando terminaron de limpiarme, me dieron una taza de te caliente, me arroparon y me dejaron descansar. Ahora mi cuerpo se llenaba de mi propio calor. No podía creer, ya no tenía el problema, y era como si por primera vez mi cuerpo estaba ocupado por mi misma. De pronto, ya no tuve más miedo. Que me importa, me dije, estoy libre de nuevo, y le llamé a mi marido, le conté, pero me fue mal… no me creyó¡¡
No me arrepiento de nada, menos de haber abortado. Estoy agradecida de haber encontrado una ayuda, pienso que tuve suerte.
Al final de este relato, algo ha pasado en mi, siento que no soy la misma, y me atrevo a pensar otras cosas, que antes ni me imaginaba. Es como ese famoso foro que dicen que es mundial, otro mundo es posible. Construyo para mí, con todas las Glorias ese otro mundo posible, porque:
Ha sido bueno juntarme con mujeres que igual que yo fueron violadas y se quedaron embarazadas y sabemos profundamente que no fue nuestra culpa, y ya no nos queremos quedar signadas con el signo de la violación. Sé, que hubiera sido distinto, si siquiera me hubieran ofrecido la Píldora de Anticoncepción de Emergencia, no hubiera llevada en mi cuerpo un fruto no deseado. Que tal que el cura de mi barrio, en vez de decir que la constitución es abortiva, nos haya dicho que la PAE
hay que tomarse en caso de relaciones inseguras¡¡
Creo que el aborto no es malo, me parece que es un derecho pues a mi me alivio mi dolor y mis problemas. El aborto debe ser legal, para que las mujeres no caigamos con falsos profesionales que nos engañan y se roban nuestro dinero¡¡
Espero que el cura de mi barrio, se movilice para sancionarle al violador ¡¡ pero que va, como se va esperar esto, si la iglesia esta metida en algunos líos de curas corruptos y además sus consejos no tienen nada que ver con la realidad¡¡
Todavía tengo la esperanza que la justicia, establezca acciones para apresarle al violador. Porqué será tan difícil si es un hombre público y conocido. Ya no me importa que mi marido me crea o no me crea. Mi cuerpo es mío,solo mío y no le pertenece a nadie más, ni a mi marido, peor al violador, ni a mi hermana. Nunca mas mi cuerpo será de alguien que quiera ocupar mi territorio y decirme como hacer y actuar¡¡
Seguiré trabajando, cuidando a mis hijos-as, pero de pronto me surgen las ganas de estudiar. Sí voy a estudiar,será que puedo ser abogada para enseñarles a las mujeres de los derechos de nuestro cuerpo, para enseñarle a mi hija. Estoy convencida ahora¡¡ No estoy sola¡¡ Habemos muchas Glorias buscando, encontrándonos y ayudándonos en nuestros caminos de libertad y igualdad.
Debemos gritar nuestras verdades aunque sean dolorosas. Ahora sé. Mi cuerpo sabe. Todas tenemos derechos. El primero soñar que otro mundo es posible para nosotras las mujeres¡¡


*Médica, salubrista, feminista, activista por los derechos humanos de las mujeres. Actual
coordinadora de ALAMES-Ecuador e integrante del Consejo Directivo de la RSMLC

http://www.fundaciondesafio-ec.org/
http://www.fundaciondesafio-ec.org/pdf/Libro%20decisiones%20cotidianas%20ARTS.pdf

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