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sábado, 20 de febrero de 2016

Ecuador: Salud mental de niñas madres con 14 años 3/4



 Estas niñas psicológicamente están desorientadas, sin entender lo que pasó, enfrentando un nuevo rol que ahora deben cumplir, adquiriendo abruptamente responsabilidades difíciles de asumir, cargando con culpas y sometidas a un entrenamiento violento para ser madres .

 Esta nueva realidad, en la mayoría de los casos, les produce depresión, confusión, ansiedad e indiferencia. En sus testimonios ellas transmiten con relación a sus embarazos, el parto y la maternidad sensaciones de espanto, fastidio, descuido, miedo, rabia, vergüenza, nervios, dolor, culpa, coraje, estrés, tristeza, enojo, molestia, susto, desesperación, frustración, angustia, depresión, exasperación. Algunas expresan resignación. Otras manifiestan alegría en ciertos momentos y dicen sentir amor por sus hijos e hijas

Es importante mencionar que en las historias clínicas revisadas se habla en la mayoría de los casos de trastornos adaptativos y depresión, que también las puede conducir a intentos de suicidio. De igual manera en los testimonios recogidos se evidencian intentos suicidas, productos de la angustia generada por un embarazo no deseado causado por violencia sexual y a tan corta edad.

Lo visto y percibido en estas niñas, madres tempranas, al parecer demuestra también que los embarazos producto de violación y/o violencia sexual, sus partos y las experiencias sensoriales, percepciones, dolores y vivencias dejan huellas que no necesariamente producen vínculos positivos con los hijos e hijas. Es decir, las víctimas del flagelo de la violación y embarazo posterior son dos, en este caso dos niños, la madre y el o la que ha nacido. 

Uno de los mecanismos de protección desarrollados por estas niñas es la negación, de la violencia, de su embarazo, de su dolor. En respuesta a esto desarrollan en algunos casos un sentimiento que las niñas describen como ese sentido del vivir que les ha dado tener un hijo o hija. Este nuevo sentido de la vida es otra vez un refugio, una estrategia de sobrevivencia, una forma de invisibilizarse ellas mismas e invisibilizar su dolor. Lograr sobrellevar sus vidas de maternidad forzada y sentir afecto por una persona indefensa (su hijo/a) no alivia ni la tristeza, ni la frustración, ni la desesperación, ni el estrés, ni la depresión. 

Adaptarse a una realidad no tiene nada que ver con desearla y mucho menos con construirla.

Estas niñas/madres no tienen mayores aspiraciones, no hablan de sus sueños, no profundizan sobre lo que sienten, solo están. Parecen haberse reducido a cuerpos orgánicos que sobreviven, mientras su esencia humana, sus propias individualidades, sujetas creativas, quedó relegada, precisamente a garantizar esa supervivencia.



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