Según la Organización Mundial de la Salud OMS, se define a la salud como
el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades. Es decir, la salud integral incluye
las dimensiones física, mental y social de todas las personas y el equilibrio o
desequilibrio entre todas éstas determinará el estado de bienestar en el que
se encuentran. En este sentido, las relaciones de desigualdad marcadas por el
sexo, género, edad, etnia y clase social, definirán la forma en que cada persona
goza de su salud integral y esto rebasa los principios de la biomedicina.
Esta investigación parte desde la compresión de que las adolescentes madres
menores de 14 años atraviesan por una situación que vulnera su derecho
a gozar de un estado de bienestar completo, ya que sus maternidades han
sido producto de violencia y han tenido severas consecuencias en su salud
integral. Esto incluso se evidencia en el marco legal ya que en Ecuador la ley
sostiene que todo embarazo en niñas y adolescentes menores de 14 años es
producto de una violación (Art. 171 del Código Penal, entró en vigor el 10 de
Agosto de 2014). A pesar de la normativa, “todas estas niñas y adolescentes
sobrevivientes de violencia sexual, hayan o no denunciado la violación, se
ven obligadas a continuar con este embarazo forzado, dado que en Ecuador
el aborto por violación solo es permitido cuando el embarazo se produce en
una mujer con discapacidad mental, lo que involucra únicamente al 1% de
mujeres en edad fértil (FEDDSYDR, 2013), recayendo en una continuidad de
la violación y en un segundo acto de violencia”
En varios de los testimonios de las niñas madres se evidencia su dificultad
para aceptar este embarazo precoz, causado por una relación sexual forzada,
y el cual ellas no querían, pero debieron continuar porque no tuvieron más
opciones.
Esta situación de doble violencia, violación más embarazo y maternidadforzada, impacta de múltiples maneras en las vidas de las niñas menores de 14 años, y consecuentemente en las de sus hijas e hijos.
La edad de estas niñas, sumada a su género y a su condición de clase, las pone en una especial situación de vulnerabilidad, ya que las sociedades en las que habitan están marcadas por el adultocentrismo y patriarcado, patrones que “naturalizan“ la realidad violenta de estas adolescentes y enfocan su atención institucional en “enseñarles a ser madres” o maternizarlas, obviando los otros aspectos de sus vidas
La edad de estas niñas, sumada a su género y a su condición de clase, las pone en una especial situación de vulnerabilidad, ya que las sociedades en las que habitan están marcadas por el adultocentrismo y patriarcado, patrones que “naturalizan“ la realidad violenta de estas adolescentes y enfocan su atención institucional en “enseñarles a ser madres” o maternizarlas, obviando los otros aspectos de sus vidas
Pero no solo la sociedad naturaliza estas violencias, sino que estas niñas menores de 14 años también lo hacen, sintiéndose responsables y culpables de la realidad que les toca enfrentar, justificando las relaciones sexuales forzadas, aceptando estos embarazos no deseados y negándose a denunciar estos hechos. Ellas depositan en sus hijos e hijas sus propias vidas, en un acto de sobrevivencia que les exige distanciarse de sí mismas para poder lidiar con una vida que no desean, con una vida que no les pertenece y que sin duda no escogieron.
http://media.wix.com/ugd/8313b8_5d3d813fe76542959cef9af2a17b3e43.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario