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domingo, 7 de diciembre de 2025

Una carta a Jane

 

Queridísima Jane,

Hoy, en la cuenta regresiva para el cumplimiento de los dos siglos y medio de tu nacimiento, me atrevo a escribirte estas líneas que seguramente jamás imaginaste recibir. No puedo evitar sentir que te hablo muy de cerca, casi al oído, con la mezcla de respeto y cariño que se reserva sólo para quienes han marcado nuestra vida de un modo que las palabras apenas alcanzan a expresar.

He recorrido tus novelas como quien camina por una casa luminosa, cada habitación revelaba matices nuevos, gestos pequeños que escondían mundos, ironías que acariciaban la inteligencia sin llegar a herir nunca. De ti aprendí que la elegancia literaria no es artificio sino precisión afectuosa; que la sensatez y la sensibilidad así como el orgullo y el prejuicio conviven dentro de cada ser humano esperando a ser pulidos; que la ironía puede ser una forma de conciliación, que la observación atenta  y la valoración de las  cosas pequeñas y simples de la vida cotidiana, son actos de verdadera sabiduría.

Tu obra ha sido para mí, una maestra silenciosa que me ha guiado en mi camino de escritura, ayudándome a encontrar y escuchar mi propia voz en medio del ruido. Pero también, me ha acompañado en momentos duros de mi existir. Tu resistencia ante el dolor, tu perseverancia pese a la enfermedad, tu firmeza al continuar escribiendo incluso cuando la sombra de la muerte se te acercaba… todo ello ha sido para mí un testimonio de dignidad, de valor y de presencia. 

Te conocí en el año que mi salud se quebró irreparablemente. Días antes de ser yo desahuciada llegaste tú con tu historia de vida y tus creaciones bajo el brazo, arribaste a mi mundo justo cuando tenías que hacerlo, ni antes…ni después, tal y como lo hacen siempre las personas y los libros que están destinados a transformar de alguna forma positiva nuestra vida.

Me enseñaste, sin pretenderlo, que la debilidad física también es fuerza, que se puede sentir pensar y crear desde y a pesar de la fragilidad corpórea.

Cuando leí por primera vez tus novelas, creí que me estabas enseñando sobre tus heroínas. Con los años comprendí que, en realidad, tú al igual que Virginia Woolf en sus escritos más íntimos, me estabas enseñando sobre mí misma, sobre la dignidad en medio del dolor, el humor, la ironía y la finura del lenguaje como resistencia ante el sufrimiento, y sobre todo,la importancia de seguir adelante incluso cuando el cuerpo se desmorona. Por algo ustedes dos son mis inclasificables y gozosamente necesarias presencias.

En tus últimos años, cuando la enfermedad se apoderó de tu cuerpo no dejaste de soñar. No dejaste de sostener la ilusión en el mismo puño donde también sostenías la certeza de tu final. No dejaste de sonreír ni de mirar el mundo con lucidez, y a la vida con enorme gratitud,  tal como lo hizo mi amadísimo padre siglos después de ti, y como espero poder hacerlo yo también.

Y ahora, en este 2025 que jamás podrías haber imaginado, quiero contarte algo hermoso: es una verdad universalmente reconocida (y no lo digo por jugar con las contundentes palabras con las que iniciaste tu genial obra Orgullo y Prejuicio, sino porque así es), que eres una de las autoras más grandes de toda la literatura inglesa y universal. 

Tus novelas se cuentan por millones de ejemplares vendidos, tus personajes recorren el mundo en todos los idiomas,tu obra completa sigue siendo estudiada desde distintas ramas del conocimiento, y tu fama no solo no se ha apagado, sino que crece año tras año, como si cada nueva generación te descubriera con la misma chispa de asombro que iluminó a la primera.

Has cruzado continentes, épocas, culturas y sigues viva en cada lector…en cada lectora que sonríe con Elizabeth Bennet, se indigna con la Señora Norris, se conmueve con Anne Elliot o se enamora, un poquito…a veces mucho de Mr. Darcy. Tu legado mi queridísima Jean Austen no sólo perdura…florece!.

Por todo ello, por tu obra inetiquetable, por tu espíritu, por la huella que dejaste en la literatura y en mi propia vida quiero darte las gracias. Gracias por escribir como escribiste, por mirar como miraste, por vivir como viviste. Gracias por haber sido y seguir siendo para mi, inspiración, compañía…refugio. Gracias por brindarme en cada re lectura de tus novelas, todo un banquete de serenidad, armonía y dulzura con sabor a familia…a hogar!!.

Con inmensa admiración, con gratitud profunda y con un cariño que atraviesa los siglos:

Galilea Libertad Fausto.


Créditos de la ilustración a quien corresponda.


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