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martes, 2 de diciembre de 2025

La gestación subrogada presentada con discursos engañosos


La supuesta bondad de las mujeres

La supuesta generosidad de las mujeres que se involucran en la gestación subrogada «por altruismo» es un estereotipo profundamente misógino. Este discurso sirve para legitimar la explotación del cuerpo de las mujeres y de sus capacidades reproductivas. Refuerza la socialización hacia la sumisión, encerrando a las mujeres en la idea de que deben plegarse a los deseos de los demás en nombre del altruismo o la solidaridad y alimentando la percepción de las mujeres como cuerpos-objetos, en lugar de cuerpos-sujetos.


El mito del consentimiento

El Protocolo de Palermo (2000) es claro: en la trata de seres humanos, el consentimiento es jurídicamente irrelevante. Sin embargo, la gestación subrogada cumple los criterios de la trata: reclutamiento de madres subrogadas con engaño y coacción, abusando de su vulnerabilidad -sobre todo económica y/o psicológica-, con fines de explotación reproductiva.

¿Y si, a pesar de todo, se invoca el consentimiento? ¿Se puede realmente hablar de elección informada cuando las mujeres no dominan ni la jerga jurídica de los contratos ni las consecuencias médicas y psicológicas? ¿Se puede hablar de elección libre cuando la decisión se ve influida por la promesa de una remuneración o de ventajas económicas? ¿Se puede hablar de libertad en una sociedad patriarcal en la que las mujeres están socializadas para sacrificarse por los deseos de los demás?

El consentimiento era una herramienta feminista: decir no a la violación, decir sí al aborto. Hoy en día, este principio es desvirtuado por las lógicas neoliberales y libertarias, que lo utilizan para legitimar la explotación reproductiva de las mujeres a través de la gestación subrogada. Esta inversión del significado del consentimiento, vaciado de toda reflexión sobre la dominación y lo colectivo, conduce a naturalizar la explotación bajo el pretexto de la libertad individual.


Un aura médica engañosa y peligrosa

La gestación subrogada se presenta a menudo como una técnica de reproducción asistida, un simple acto médico. Esto es falso. El embarazo afecta a todo el cuerpo de la mujer, con importantes riesgos físicos y psicológicos. Las madres subrogadas tienen un mayor riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, preeclampsia, etc. Desde el punto de vista psicológico, las mujeres sufren una presión moral con discursos de «amor» y «solidaridad» para empujarlas a aceptar, pero sobre todo pueden enfrentarse a un verdadero trauma relacionado con la ruptura brutal del vínculo madre-hijo, lo que provoca un choque hormonal y emocional (el 33 % corre el riesgo de sufrir estrés postraumático o ansiedad).


El espejismo del derecho al niño

El derecho a tener hijos no existe. Un convenio sobre la gestación subrogada equivaldría a legalizar la venta de niños y niñas, ya que asignar un niño o una niña a un tercero antes de su nacimiento se ajusta al criterio fundamental de venta de niños que fue definido por el Convenio de La Haya en 1993. Si la misma Haya que ahora, en total contradicción con aquel convenio de 1993, se afana en elaborar un convenio internacional de filiación en contextos de gestación subrogada.

Las niñas y los niños quedan así reducidos a meros objetos de contrato, considerados únicamente como medios para satisfacer los deseos reproductivos de los adultos, sin tener en cuenta la violencia física y psicológica que sufren: mayor riesgo de explotación sexual y racista, partos prematuros, bajo peso al nacer y consecuencias a largo plazo para la salud (obesidad, diabetes, hipertensión). También sufren un trauma emocional y de identidad. Al enfrentarse a conflictos de lealtad hacia los mal llamados “padres intencionales", estos niños y niñas tienen dificultades para acceder a sus orígenes. Sin embargo, todo ser humano tiene derecho a saber de dónde viene, no sólo porque así lo establece el derecho internacional, sino sobre todo porque es esencial para su desarrollo. El desconocimiento de sus orígenes genera un trauma de abandono, además de una búsqueda insostenible de identidad.

Además, esta lógica desvía y debilita las leyes sobre la adopción, dejando obsoletos los mecanismos que protegen al menor: control de los antecedentes de los padres, respeto de sus derechos y su seguridad. Una niña o un niño no es un derecho. Es una persona con derechos.


El déficit democrático y ético de la Conferencia de la Haya 

El proyecto de convenio de la HCCH revela profundas limitaciones democráticas, técnicas y éticas

En sus inicios, este proyecto legislativo se basó en una investigación parcial que se centró exclusivamente en los “padres intencionales” y los actores económicos de la industria de la subrogación, lo que la propia HCCH reconoce como un mercado globalizado (“a global business”). Las «personas más afectadas», -las mujeres y sus hijas e hijos-, fueron descuidadas y las organizaciones que las representan ignoradas. 

A esto se suma un problema de representación: algunos miembros de los grupos de trabajo de La Haya, por mandato de sus gobiernos, defienden posiciones a favor de la gestación subrogada que en ocasiones son contrarias a las de sus países. El ministro de Asuntos Exteriores, responsable de nombrar al representante de España en La Haya, nunca ha respondido sobre qué posiciones defiende allí la representante española. 

Ratificado o no, un convenio de este tipo legitimaría la gestación subrogada y alimentaría un mercado que, por su propia naturaleza, es perjudicial para las mujeres y los niños que nacen de él.

Desde 2015, la CIAMS, junto con las organizaciones feministas y de defensa de los derechos humanos que la componen, alertamos cada año a la HCCH, a sus grupos de expertos y a sus Estados miembros sobre las consecuencias humanas de estos trabajos, llevados a cabo con la mayor discreción y opacidad. También trabajamos para informar al público en general sobre el alcance de este proyecto.

Ante la proximidad de la decisión final de la Asamblea General de los Estados miembros de la HCCH (a principios de 2026), os animamos encarecidamente a que interpeléis a los representantes de vuestro Estado.

En la votación final, la representante de España deberá elegir:

  1. alinearse con los intereses de las clases privilegiadas que recurren a la gestación subrogada;
  2. o defender a las mujeres más vulnerables, en su gran mayoría contratadas como madres subrogadas.
  3. También deberá elegir entre contribuir -o no- a la normalización de la compra y venta de niñas y niños recién nacidos.

Regular la filiación, uno de los aspectos de una práctica que se basa en la deshumanización de las mujeres y la transformación de la infancia en objeto de contrato, no protege ni a los menores ni a las mujeres, sino que debilita los derechos humanos de todos y todas en beneficio del mercado. La esclavitud no se regula, sólo puede ser abolida.

La unificación del derecho internacional privado debe realizarse respetando la dignidad humana, y no en respuesta a los intereses de un mercado cuya capacidad de acaparamiento de mujeres y criaturas se ve respaldada por su intensa presión política.

Os invitamos a expresar claramente vuestro desacuerdo con el alcance de estos trabajos y con la implicación de vuestro país

Información de la Coalición Internacional para la Abolición de la Gestación Subrogada

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