Quienes amamos sumergirnos en el universo mágico de la tinta y el papel estamos de celebración, este 23 de abril nos ponemos de manteles largos por el Día Internacional del Libro, fecha que fue promovida por la UNESCO en 1988 con el propósito de fomentar el buen hábito de la lectura, apoyar a la industria editorial y a la protección de los derechos de autor.
Antes y durante dicho día se llevan a cabo alrededor del mundo innumerables actividades literarias: festivales, ferias, presentaciones, lectura de libros etc., y la comunidad universitaria en la Ciudad de México no es la excepción. desde el 2009 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realiza la Fiesta del Libro y la Rosa. Este 2024 se llevó a cabo en los espacios del Centro Cultural Universitario del 19 al 21 de abril vendiendo, comprando libros y regalando rosas en un ambiente de verdadero amor por la palabra escrita.
Hasta aquí todo va de maravilla y me parece muy bien, pero como lectora, escritora y feminista que soy, me es imposible no ver desde una perspectiva de género todo este asunto de los libros y las editoriales, además de unas cuantas cosas más derivadas de lo mismo.
Es una verdad universalmente reconocida (parafraseando a Jane Austen), que nunca antes había existido un número tan grande de mujeres dedicadas al honroso oficio de escribir, y este enorme auge femenino está directamente ligado al feminismo, al desarrollo de una conciencia crítica de género y a los espacios que el movimiento feminista a ido abriendo para nosotras las mujeres escritoras.
Estamos viendo hecha realidad la profecía literaria que Virginia Woolf vaticinó en 1929 desde el escritorio de su habitación propia, diciendo que si vivíamos cien años más (como humanidad), y si cada una de nosotras lográramos tener quinientas libras al año y una habitación propia (autonomía de pensamiento e independencia económica), habiéndonos para entonces acostumbrado a la libertad tendríamos el valor de escribir exactamente lo que pensamos, floreceríamos y poblaríamos con nuestra voz escrita los jardines del mundo.
Sin embargo, pese a lo mucho que hemos avanzado en el ámbito de las letras, aún nos queda muchísimo más por hacer y por lograr.
Actualmente las grandes editoriales siguen publicando más libros escritos por hombres que por mujeres, y continúa siendo mejor pagado el trabajo literario de ellos que de ellas, por otro lado las librerías (excepto las librerías feministas), muestran en sus estanterías más vistosas un mayor número de libros de autores que de autoras, y para rematar esta evidente desigualdad, los premios literarios se siguen otorgando más a escritores que a escritoras, este hecho definitivamente no tiene nada que ver con la calidad de los textos seleccionados, sino directamente con el criterio patriarcal que atraviesa el canon literario.
Algo más para mencionar o mejor dicho para criticar, es que en un acto estratégico de mercadotecnia a las principales editoriales les ha dado por publicar y publicitar a gran escala a escritoras del pasado consideradas clásicas hoy en día, un negocio muy lucrativo debido al enorme crecimiento de lectoras y escritoras feministas y no feministas a nivel mundial, y al interés de estas por reivindicar la vida y la obra de escritoras de épocas anteriores, mismas que en su momento o después, no fueron debidamente valoradas y que en su mayoría terminaron siendo olvidadas.
Este constante maratón de pioneras publicadas en lujosas ediciones conmemorativas, ediciones regulares y de bolsillo son en sí un acierto para la industria editorial y un disfrute para la comunidad lectora que gustamos de ellas, el problema radica en que las grandes editoriales apuestan a lo seguro publicando libros de autoras clásicas, y no se arriesgan publicando el prolífico trabajo literario que están haciendo nuevas autoras.
Existe otro tipo de desdén a la literatura escrita por mujeres que ha afectado y afecta lo mismo a autoras tanto de ayer como de hoy, , y es que históricamente los hombres han leído y leen a los hombres, las mujeres hemos leído y leemos a los hombres, sin embargo, el número de hombres que leyó en siglos anteriores a mujeres fue prácticamente nulo, salvo rarísimas excepciones, y en la actualidad ese número continúa siendo bastante minoritario. Quienes más leen el trabajo de las mujeres son las propias mujeres, y ese desequilibrio lector es algo de lo mucho que tenemos que cambiar desde el feminismo académico.
Todavía a finales del siglo pasado en los programas de educación básica, media y preparatoria, las pensadoras, filósofas y literatas eran inexistentes, en las clases de historia y literatura sólo se leía analizaba y se tomaba como única base de la enseñanza, a los grandes clásicos y a toda otra obra escrita por hombres, borrando del mapa histórico-literario el importante y por demás invaluable aporte de las mujeres al universo de las letras.
Gracias a las feministas es que hoy se está dando a conocer dentro y fuera de la academia, por ejemplo, que la primera obra literaria firmada de la que se tiene conocimiento fue escrita por una mujer: Enheduanna, poeta y escritora nacida en Mesopotamia 2286 siglos antes de la era cristiana. Y de ahí un desfile de grandes pensadoras, filósofas, escritoras y poetas rescatadas por los feminismos desde la remota antigüedad hasta la modernidad, Safo, Aspasia, Hipatia, Hildegarda, Christine de Pizan, Sor Juana, Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft, Virginia Woolf, y la lista continúa.
En definitiva, es un hecho que la lectura de buenos libros forma mentes, sana sociedades y abre un mundo de incontables y maravillosas posibilidades, la buena literatura es una fuente inagotable de sabiduría que hace al pasado presente y al futuro posible.
Este Día Internacional del Libro y en todo momento, recordemos que la excelencia de la palabra escrita no es exclusiva de ningún sexo, mujeres y hombres tenemos la misma capacidad literaria para dar vida a grandes obras, y debemos tener las mismas oportunidades de publicación, divulgación, expansión, valoración y reconocimiento de nuestro trabajo!
Galilea Libertad Fausto.
Créditos de la ilustración a quien corresponda.
Me gusta tu reflexión sobre los libros, las mujeres y los feminismos
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