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viernes, 6 de junio de 2014

La jerarquía eclesiástica y su alejamiento de la realidad de la mujer (4 /4)


Importante resaltar la intromisión en la vida privada de las personas de la jerarquía eclesiástica siempre con una importante carga  de misogina :
A partir del siglo VIII se ordena a los confesores que pregunten expresamente por la contracepción. El decreto de (…) Burchardo de Worms nos ofrece el modelo más detallado de las preguntas que hacía el confesor. El decreto tuvo gran difusión. (…) Contiene muchas preguntas que «conciernen principalmente a las mujeres». Los puntos principales eran aborto y contracepción. En las preguntas que se hacía a los esposos, se pedía: «¿Te has acoplado con tu mujer o con otras por atrás como los perros? Si lo has hecho, entonces diez días de penitencia a agua y pan. Si te has unido a tu mujer durante la menstruación, entonces diez días de penitencia a agua y pan. Si tu mujer ha entrado en la iglesia después de dar a luz sin haberse purificado, entonces deberá  hacer una penitencia tan larga como el tiempo que tenía que haber estado alejada de la iglesia. Y si durante este tiempo te has unido a tu marido, entonces harás veinte días de penitencia a agua y pan. Si te has unido a tu esposa después de que el niño ha comenzado a moverse en su seno o durante los cuarenta días previos al parto, harás entonces veinte días de penitencia a agua y pan. Si te has unido a la mujer sabiendo que la concepción era segura, harás diez días de penitencia a agua y pan. Si te has unido a la esposa en el día del Señor, entonces tienes que hacer cuatro días de penitencia a agua y pan. ¿Te has ensuciado con tu mujer en el tiempo de ayuno? Entonces harás cuarenta días de penitencia a agua y pan. Si sucedió estando borracho, veinte días de penitencia a agua y pan.-Debes guardar ia castidad veinte días antes de la navidad, todos los domingos, los tiempos de ayuno determinados por la ley, en todas las fiestas de los apóstoles y en todas las grandes solemnidades. Si no observas esto, harás cuarenta días de penitencia a agua y pan» ( pág. 137 s )
 Traemos acá estas citas, para poner de relieve la tergiversación de valores que plantean los padres de la Iglesia, de los que deberían públicamente pedir perdón.
No se trata solamente de antiguas autoridades, desgraciadamente la doctrina de la iglesia sigue ahora mismo en esta línea:
Alfonso de Ligorio (f 1787) escribe que, según la opinión general, la cópula sólo por placer no está exenta de pecado, sino que es pecado venial. (…), el jesuita Ballerini (f 1881) opina: “la exclusión de la prole mediante el uso de métodos anticonceptivos, pues eso no sería pecado venial, sino mortal”
Juan Pablo II aceptó en los esposos un cierto afán de placer sexual al permitir en la Familiaris consortio (1981) la continencia periódica como método de control de la natalidad. (…) con esta concesión de placer sexual— el papa entra en contradicción flagrante con la condena que hizo Agustín del método de la elección de los tiempos calificándolo de «método de rufianes ». A pesar de todo, Juan Pablo II sigue dentro de la más pura línea agustiniana. (…) ha puesto realmente a punto el auténtico y subyacente dinamismo de la moral sexual agustiniana, es decir, la aversión al placer sexual ( pág. 256 y 257)
En su Fatniliaris consortio, el papa Juan Pablo II se rebela contra la «grave afrenta a la dignidad humana “ que se produce cuando los gobiernos «tratan de limitar la libertad de los esposos para decidir sobre la prole». Pero olvida decir que muchos esposos católicos ven en este modo pontificio de limitar la libertad de los esposos en este tema una no menos «grave afrenta a la dignidad humana». Además, consideran como una hipocresía que la Iglesia insista machaconamente en la libertad de los esposos frente a la contracepción al tiempo que maltrata la libertad de los esposos para optar por la contracepción, porque la Iglesia, en el fondo, no defiende la libertad de ninguna pareja de casados, sino que pretende tan sólo imponer su dictado moral sin tener en cuenta para nada el bien de los casados; un dictado que se orienta por la aversión al placer sexual, por el desprecio de los célibes al matrimonio y por la manía de la virginidad
La encíclica citada es de 1981, pero se siguen hoy día dando cursos para explicarla. Siguen en la actualidad pontificando en contra del placer sexual, dentro del matrimonio. ¿Cuáles serán las opiniones que se viertan sobre las parejas no casadas? ¿Cuál el criterio sobre el uso del sexo para resolver la vida económica?
En lo que se refiere a la búsqueda del placer individual los consejos de la iglesia han venido en la misma línea proponiendo aberraciones:
J. C. Debreyne, trapense y médico, describe, en un famoso artículo que publicó en 1842, las consecuencias del onanismo: «Palpitaciones, debilitamiento de la potencia visual, dolores de cabeza, movimientos epilépticos convulsivos, frecuentemente epilepsia auténtica, dolores generales en las articulaciones y en la región occipital, en la columna vertebral, en el pecho, en el estómago, gran debilidad de los ríñones, síntomas de paralización general» (Essai sur la théologie morale considerée dans ses rapports avec la pbysiologie et la medicine). El monje daba los siguientes consejos a los adictos al onanismo (…): para las muchachas, el padre Debreyne es partidario de que se sometan a la extirpación del clítoris, puesto que éste no es necesario para la procreación y sirve sólo para el placer sexual.
La mejor receta del siglo XIX para las chicas se llamaba eliminación del clítoris (clitoridectomía). El médico vienes Gustav Braun la recomendó en su Compendio de las enfermedades de la mujer (Viena, 1863). (p 289)
Pablo VI clama en 1975, en una Declaración sobre algunas cuestiones de ética sexual, contra el grave pecado del onanismo.
Nos encontramos, pues, con que el onanismo —olvidado hace ya bastante tiempo por médicos y pedagogos— sigue estando en manos de los teólogos. El que se masturba «es privado del amor de Dios», escribe el papa, y añade que la masturbación es una culpa grave, «aunque no se puede documentar con certeza que la Sagrada Escritura repruebe este pecado como tal». (p 291)
La violencia de la Iglesia hacia las mujeres no ha sido, sigue siendo y forma parte de nuestro ser. Romper con estos estigmas nos llevara tiempo.
Entre tanto agradecer el trabajo de mujeres como Uta Ranke Heinemann   que nos acercan a entender por qué pensamos lo que pensamos, que nos abre la puerta a cuestionarnos valores que nos han sido grabados a sangre y fuego, aunque ella lo plantee desde un cristianismo que nosotras no compartimos   y se ciña en gran medida en la influencia que todos los preceptos en los que nos han educado afectan al matrimonio y queden otras relaciones de la vida sin cuestionar.


1. Uta Ranke Heinemann  “Eunucos para el reino de los cielos”  de la Editorial Trotta . Madrid, 1994

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