El hecho de que las mujeres sean invisibles para la atención sanitaria, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, incluso para su rehabilitación y programas de promoción de la salud, o que sus síntomas sean confusos, minimizados o no bien diagnosticados, y que sus quejas sean siempre relegadas a quejas psicológicas o psicosomáticas, hacen plantear los supuestos en que se ha basado la ciencia para reconocer los problemas de salud entre hombres y mujeres.
Todas las ciencias han nacido en un período histórico determinado aunque se creía que la ciencia era objetiva y neutra; desde Kuhn ya se inició un pensamiento crítico respecto a la pretendida «objetividad de la ciencia», en la que se pone de manifiesto que la ciencia es una construcción social, por tanto, influenciada por intereses políticos, económicos, ideológicos y sociales, externos e internos a la misma generación científica. Tampoco la ciencia no es ajena a las actitudes que tengan los investigadores hacia las mujeres y los hombres, y a los estereotipos mentales que han marcado su conducta. La ciencia médica precisamente ha nacido, fundamentalmente, de la concentración de pacientes en los hospitales, de los que empezó a acumular información para construir el cuerpo científico, el diagnóstico de las enfermedades, el detalle de los diagnósticos, y con ello comprobar la evolución de los tratamientos. Pero la mayoría de los hospitales atienden, sobre todo, patología masculina, si exceptuamos la relacionada con el parto, y la atención posparto; se trata predominantemente de enfermedades agudas, como neumonías, infartos de miocardio, úlceras de estómago, que tienen un predominio de incidencia en el sexo masculino (C. Valls-Llobet, 1996).
Además, reconociendo que la ciencia no es objetiva ni definitiva, sino un proceso social en construcción, se debería partir de la base que, cuando se estudiaba al hombre se estudiaba asimismo la mujer y, por tanto, quedaba implícito que hombres y mujeres eran iguales para la ciencia biomédica y el hecho de haber estudiado a uno ya permitía actuar sobre el otro sexo. No obstante, la ciencia médica ha nacido sesgada porque ha nacido androcéntrica y hará falta investigar en qué apartados y cómo ha conseguido invisibilizar a las mujeres o sesgar su aproximación diagnóstica y terapéutica.
Tomado de Aspectos biológicos y clínicos de las diferencias
Carme Valls Llobet
http://quark.prbb.org/27/027041.htm
Imagén de Maria Jesús Hernandez Sanchez
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