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lunes, 14 de octubre de 2024

El Día de las Escritoras, la defensa y el aplauso de las Brujas

 


Como feministas cualquier mes es bueno para leer, re-leer, reivindicar y recomendar a nuestras autoras y para salir en defensa de las brujas, sin embargo, octubre resulta especialmente propicio porque en él está la conmemoración del Día Internacional de Las Escritoras que en este año es el día 14, y la festividad del día de  Halloween con su respectiva fiesta de brujas.

En el marco de dicha celebración la popularidad  de las brujas aumenta, cosa que aprovechamos para la labor reivindicativa que de ellas hacemos desde los feminismos, la cual alrededor de esta fecha tiene mayores  probabilidades de difusión. Labor a la que definitivamente contribuye en gran manera la periodista, escritora y feminista francesa Mona Chollet con su magistral ensayo Brujas, publicado en 2019.

Es una obra fundamental para conocer el largo ancho y profundo de la desgarradora historia de la persecución y asesinato de las llamadas brujas, el larguísimo proceso de su metamorfosis conceptual, lo que representó en el pasado y lo que representa en el presente ser considerada “bruja”, los contextos patriarcales y conceptos estereotipados que a a nuestras ancestras y a nosotras nos unen. Merecidamente este texto ha sido calificado como una grandiosa metáfora feminista

Y es que por fortuna o mejor dicho por justicia, el feminismo y las escritoras feministas estamos cambiando el significado de muchas cosas y entre ellas está la connotación de la palabra “bruja”, actualmente dentro del movimiento de mujeres nos resulta un orgullo ser llamadas así, pues es sinónimo de inteligencia, sabiduría, conocimiento, éxito, independencia, autonomía, poder y fuerza, así como de madurez, ancianidad belleza y plenitud.

“Las brujas sabias son capaces de mirar hacia atrás sin rencor ni dolor, son atrevidas, confían en los presentimientos, meditan a su manera, defienden con firmeza lo que más les importa, deciden su camino con el corazón, escuchan su cuerpo, improvisan, no imploran, ríen juntas, y tienen los dedos verdes. Las brujas no se quejan porque son sabias, porque conocen el poder de la oración y de la meditación, conectan consigo mismas y agradecen sus bendiciones” (Las brujas no se quejan, Jean Shinoda Bolen).

Pero regresando a la defensa feminista de las “brujas”, la pionera que trajo a la luz el genocidio femenino que significó la caza de brujas y la primera además en autoproclamarse orgullosamente bruja,  fue la sufragista estadounidense Matilda Joslyn Gage (1826-1898), quien en 1893 escribió: 

«Cuando, en lugar de “brujas”, decidimos leer “mujeres”, comprendemos mejor las atrocidades cometidas por la Iglesia contra esa porción de la humanidad>> (Woman, Church and State).

Hoy en día es difícil de creer que el hecho de poseer milenarios saberes femeninos, atreverse a pensar y decidir por sí mismas saliéndose del orden patriarcalmente establecido, haya representado una condena de muerte para miles y miles de mujeres que fueron quemadas en la hoguera a partir del siglo XV y hasta el XVII.

“lLa palabra «bruja» había sido la peor de las marcas de infamia, la imputación mentirosa que había supuesto la tortura y la muerte de decenas de miles de mujeres”  (Brujas, Mona Chollet).

Unas de las víctimas de este acto infame de las que además proviene la estigmatizada y popular vestimenta brujesca, fueron las pequeñas empresarias productoras de cerveza. El sombrero negro de pico alto, el oscuro vestido largo, la escoba, el caldero y el gato, no eran más que ropa y herramientas de trabajo, protección de la materia prima, así como domésticas estrategias de publicidad y mercadotecnia. Fueron eliminadas por la competencia masculina que envidiosa de su secretos conocimientos de elaboración y del éxito comercial que ellas tenían, las acusaron de practicar la brujería.

Misma acusación hicieron a médicas herbolarias, perfumeras, parteras, científicas, astrónomas, matemáticas, filósofas, y literatas. De igual forma terminaron en la hoguera las que para un hombre en particular resultaban ya incómodas o peligrosas. <<Muchos aprovecharon la caza de “brujas”, para librarse de esposas o de amantes molestas, o para impedir la venganza de aquellas a las que habían seducido o violado>> (Silvia Federici, autora de Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria).

Corrían la misma trágica suerte las que eran calificadas como “inservibles” por su condición de estériles,  viudas, poco agraciadas, solteronas, enfermas, discapacitadas, y ancianas. <<Inmenso desperdicio de talento y de conocimientos>>, (Brujas, parteras y enfermeras, una historia de mujeres sanadoras, Barbara Ehrenreich y Deirdre English).

Actualmente las mujeres ya no somos condenadas a muerte por ser independientes, profesionistas, exitosas y/o solteras, ni por no ser madres, como tampoco por no encajar en los estándares de belleza y de la “normalidad física”, o por ser viejas; sin embargo, por pertenecer a cualquiera de estos grupos se nos sigue llamando negativa y despectivamente “brujas”. Mona Chollet desde su perspectiva feminista nos ofrece una extraordinaria analogía acerca de todo esto.

Retomando el tema de las brujas en el contexto de la celebración del día de Halloween, y desde mi experiencia de ser mexicana, puedo decir que las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas, sobre todo en la cultura popular latinoamericana. 

Ver a niñas y a mujeres de todas las edades disfrazadas de brujas, era algo impensable en las extremadamente católicas familias mexicanas durante los años sesenta, setenta y ochenta, no sólo por la demoníaca fama que tenían las brujas, sino también porque hasta principios de los años noventas en México no se celebraba Halloween, y los disfraces de bruja aún no estaban de moda. La tradición nos llegó de Estados Unidos, país en donde Halloween se festeja masivamente desde 1921.

De ahí mismo nos fueron llegando paulatinamente a través del cine y la televisión  Glinda la bruja buena del Mago de Oz, Grimilda la reina mala y bruja de Blancanieves, y Samantha la bruja buena y ama de casa que protagonizó en los sesentas la serie Hechizada. Por alguna extraña razón, la de mayor impacto y trascendencia era la malvada bruja de Blancanieves, de ahí que a las niñas de aquel entonces nunca se nos hubiera pasado por la mente querer vestirnos de brujas. 

Al sexo femenino en México (al igual que en muchos otros lados) nos habría venido de maravilla que de nuestro vecino país del norte, también nos llegara con mayor fuerza y capacidad expansiva el movimiento feminista tan en auge allá sobre todo a partir de los años sesenta. De habernos llegado por ejemplo: en el 63  La Mística de la Feminidad, de Betty Friedan, en el 69  el artículo  de Gloria Steinem: Después del poder negro la liberación de las mujeres, así como la noticia de la creación del grupo feminista WICH (BRUJAS) en el 68; se nos habría despertado mucho antes la conciencia de la opresión desigualdad y violencias de la que éramos objeto. También nuestro equivocado concepto de las brujas habría desaparecido hace décadas.

“La bruja encarna a la mujer liberada de todas las dominaciones, de todas las limitaciones; es un ideal hacia el que tender, ella muestra el camino” (Brujas, Mona Chollet).

Encuentro en la re-lectura y difusión de este enriquecedor libro, una magnífica manera de aportar a la conmemoración y celebración del Día de las Escritoras, a la vez que reitero mi defensa de nuestras antepasadas brujas y de nosotras las brujas actuales.

En conclusión, la obra de autoras como las que he citado aquí, es la prueba de que cuando el arte de escribir y el activismo feminista se unen, resulta una magia transformadora…y se escucha el aplauso de las brujas!!

Galilea Libertad Fausto.

Créditos de la ilustración: Ediciones Ed.

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miércoles, 2 de octubre de 2024

Kamala Harris: modelo de liderazgo y lucha dura contra el caos en EE.UU.

 


Nos separan unas cuantas semanas del 5 de noviembre, día de elecciones presidenciales en Estados Unidos, y no sólo sus habitantes, sino el mundo entero estamos a la expectativa con una sensación para muchos de estar caminando a gran altura sobre una cuerda floja. 

La diferencia de cordura, coeficiente intelectual,  ética, moral, intenciones, y planes de gobierno entre Kamala Harris (candidata del Partido Demócrata), y Donald Trump (candidato del partido Republicano) es abismal.

La enorme diferencia comienza desde su respectivo concepto de liderazgo político, mientras que para él, la valía y poder de un líder está en a cuántos contrarios ha derribado y aplastado, para ella está en el número de ellos que ha levantado salvado y guiado.

Y esta nación realmente necesita ser salvada de la posible reelección de un dirigente que durante su presidencia implementó una política de odio, violencia, racismo, clasismo, egocentrismo y misoginia. 

“En su primer mandato, la corrupción y la brutalidad de Trump fueron mitigadas por su ignorancia y pereza. En un segundo mandato, Trump llegaría con una comprensión mucho mejor de las vulnerabilidades del sistema, más cómplices dispuestos a seguirlo y un plan mucho más centrado en represalias contra sus adversarios e impunidad para sí mismo. Cuando la gente se pregunta qué podría deparar otro mandato de Trump, sus mentes subestiman el caos que se avecina”, (David Frum, proyecto The Atlantic, febrero 2024).

Y yo me pregunto, qué buen presente y futuro puede tener Estados Unidos con un personaje como Trump??, un individuo al que por cierto, un jurado recientemente encontró culpable de 34 delitos. 

Que alguien así sea candidato a la presidencia de este o de cualquier otro país,  francamente raya en lo inaceptable y ridículo!.

Estados Unidos necesita ser librado de esta amenaza de caos, que incluye también la violencia armada que dicho candidato promueve. Se necesita un alto a la prácticamente ilimitada venta de armas de fuego. En 2023 hubo en este país 650 tiroteos masivos, unos dos al día, en lo que supone el segundo peor dato desde 2014, según las estadísticas de Gun Violence Archive

En cuanto a la candidata demócrata hay mucha buena tela de donde cortar. Un artículo del  New York Times de 2008 que enumeró a las mujeres que reunían las capacidades necesarias para convertirse en presidentas de los Estados Unidos, incluyó precisamente a la actual Vicepresidenta y candidata presidencial Kamala Harris, diciendo que ella tenía una reputación de luchadora dura y no se equivocó.

En su biografía se lee que es una política progresista y abogada estadounidense, nacida el 20 de octubre de 1964 en Oakland California. Miembro del Partido Demócrata, es la 49.ª vicepresidente de los Estados Unidos desde el 20 de enero de 2021. Ella es la primera mujer y la primera persona afroamericana y de ascendencia india en ocupar la vicepresidencia y la funcionaria elegida de más alto rango en la historia de Estados Unidos, desde 2017 hasta 2021, fue la primera senadora indo-estadounidense de este país representando a California de 2017 a 2021. Antes de su elección al Senado, ejerció como fiscal general de California entre 2011 y 2017. 

Pero al sobresaliente bagaje académico y brillante desempeño político (que abarca mucho más que la anterior reseña)de Kamala Harris, se le suma la empatía y conexión que tiene con las minorías y los menos favorecidos dentro y fuera de su país.  Su labor en Centroamérica llevó a la creación de grupos de trabajo sobre corrupción y tráfico de seres humanos, un programa de empoderamiento para las mujeres, y fondos destinados a vivienda y negocios. 

Este compromiso político y humano seguramente es atribuible a su propia experiencia de ser hija de inmigrantes, de haberlos acompañado de pequeña a sus actividades en la defensa de los derechos civiles, de provenir de la clase media, de ser mujer y de ser afro-india.

Desde 1986  es miembro de Alpha Kappa Alpha (AKA), una sororidad de estudiantes afroamericanas fundada en 1908 en Howard University de Washington DC. 

“Como vicepresidenta, ha trabajado para unir a las personas con el fin de promover oportunidades, apoyar a las familias y proteger las libertades fundamentales en todo el país. Ha liderado la lucha por la libertad de las mujeres para tomar decisiones sobre su propio cuerpo, los derechos de la comunidad LGBT, la libertad para vivir a salvo de la violencia armada, la libertad de voto y la libertad para beber agua limpia y respirar aire limpio” (The White House).

Por otro lado, me resulta una real pérdida de tiempo mencionar aquí aspectos de la biografía del candidato republicano Donald Trump, baste mencionar lo que el mismo se encargado de dar a conocer: es un millonario estadounidense, caprichoso, inestable, vengativo, corrupto e incompetente políticamente hablando.

De ahí que a claras luces los fundamentos estadunidenses de libertad democracia y justicia corren un gran peligro si el  Partido Republicano llega de nuevo a La Casa Blanca, así también se esfumaría la posibilidad de una reforma migratoria en beneficio de los once millones de personas indocumentadas que viven en EE.UU., de igual forma se expandiría el retroceso de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en este país.

 Este riesgo se ha materializado desde que el pasado 8 de julio, el Partido Republicano  ha avalado ya un programa electoral en caso de que su candidato salga victorioso de los comicios presidenciales del 5 de noviembre. El documento incluye un plan de deportación masivo y la prohibición a nivel nacional del derecho al aborto.

Aunque hasta el momento los promedios de las diversas encuestas nacionales muestran que la actual vicepresidenta supera a su rival, el pasado 19 de septiembre la periodista y presentadora de televisión Oprah Winfrey, hizo un fuerte llamado a que voten por Kamala Harris todas aquellas personas que están cansadas de peleas, de insultos, aquellas que están agotadas por la locura, las historias inventadas y las “conspiraciones”.

Y yo hago un llamado a la recuperación del sentido común, de la ética, la moral y hasta del instinto de supervivencia, votar por Donald Trump sería darle  la oportunidad de ganar al fascismo, al supremacismo blanco, y al neonazismo!

Galilea Libertad Fausto.

Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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lunes, 16 de septiembre de 2024

El sentido de escribir y leer de las mujeres

 “Siempre me he sentido profundamente viva cuando escribo” Siri Hustvedt, autora estadounidense.

Cada amante de la escritura tiene su razón de serlo, su particular motivación y su propia fuente de inspiración, pero también su personal forma de realizar ese sublime acto de letras íntimo, solitario y placentero, con el que además del propio bien se terminan creando interculturales e intergeneracionales puentes de palabras.

Respecto al modo, la gran pensadora y escritora británica Virginia Woolf afirmaba: “Para escribir, una tiene que combinar la soledad con la inmersión directa en el mundo, la percepción y la recreación de todo lo que se ha percibido”.

A propósito de letras, motivos y métodos, el año pasado el proyecto  Escritoras Mexicanas lanzó una convocatoria invitando a que, escritoras tanto profesionales como aficionadas, expusiéramos el motivo que cada una teníamos para escribir. Fue un buen ejercicio de introspección y autorreflexión compartido.

Pensando en las primeras formas de escritura surgidas más de tres mil años antes de la era cristiana, imagino que nacieron por la misma necesidad humana que tenemos hoy en día de  materializar a través de la poética y la prosa nuestras ideas, sentimientos, emociones, vivencias negativas y positivas…propias y ajenas, pero también del deseo de dejar huella de nuestra presencia en este mundo.

“Les aseguro que alguien se acordará de nosotras en el futuro”, proféticas palabras dichas por la poeta griega Safo de Lesbos (610-580 a. C.) a sus discípulas en la Casa de las Musas. 

La causa, el inicio y el significado de las letras en nuestra vida es diferente para cada una, aunque en el leernos vamos sintiéndonos identificadas con algunas de las particularidades de las otras escritoras.

Para la periodista y autora española Rosa Montero la escritura es su forma no de enseñar, pero sí de aprender y de perderle el miedo a la muerte. 

Y otras entre las que me cuento yo, escribimos (además de por otras causas) para vivir…para seguir respirando porque cada palabra plasmada es el aire que oxigena nuestra existencia, y también para sobrevivir al sufrimiento y el dolor que eventual o permanentemente nos arremete con la fuerza de una gigantesca ola.

En abril de 1939 Virginia Woolf escribía: «Y así yo persisto en creer que el impacto doloroso de los conflictos es lo que hace de mí una escritora. Yo adelantaré a guisa de explicación que un conflicto, en mi caso, es inmediatamente después, seguido del deseo de explicarlo. Es el testimonio de una cosa real más allá de las apariencias, y yo la vuelvo real poniéndola en palabras. Es solamente poniéndola en palabras que le doy su completa realidad. Esta completa realidad significa que ha perdido su poder de herirme>>

Hace algunos años al leer esta experiencia de Virginia Woolf, fue que pude entender mejor el enorme alivio que sentí al terminar de redactar mis memorias de infancia y juventud, (Escribir para contar…Memorias de una Mariposa) que, aunque atenuadas por algunos tiempos felices, tuvieron una gran carga de dolor.

Siguiendo con el sentido individual del hacer literatura, vemos que en algunas escritoras el enojo producido por acontecimientos personales y familiares negativos, es el banderazo de salida de su carrera literaria, pienso por ejemplo en el caso de la periodista y autora francomarroquí Leila Slimani, quien afirma haber decidido escribir después del fallecimiento de su padre para reivindicarlo, pero también para vengarse de las injusticias que su familia y ella sufrieron.

Y es precisamente el enojo ante la injusticia, la rabia…el enfado que esta genera, lo que me lleva a los motivos detonantes que escritoras de artículos de opinión como la asesora jurídica, autora, activista y divulgadora feminista marroquí Noor Ammar Lamarty y yo misma, tuvimos y seguimos teniendo para hacer de nuestras letras, la  voz que se eleva en defensa de diversas causas sociales, de los derechos humanos y políticos de las mujeres y las niñas de todo el mundo, este sentido de humana hermandad es el origen, el porqué y para qué del activismo escrito que tenemos muchas articulistas, poetas, ensayistas, cuentistas, novelistas y dramaturgas.

En cuanto a la realidad ficcionada,, cito nuevamente a Leila Slimani: «Es jugar con el silencio, es confesar, de manera indirecta, unos secretos indecibles en la vida real.»

Ciertamente sería imposible mencionar en este ensayo, los motivos que cada una tenemos para dedicarnos con amoroso fervor al arte de escribir, sin embargo, soy una convencida de que todas desde el pasado hasta el presente compartimos dos cosas: 

La primera es lo que yo llamo “el gen enheduanno”, porque estoy segura de que en nuestro ADN está la herencia genética literata de Enheduanna , (2285-2250 a. C.),  la primera poeta de que se tiene conocimiento y la primera persona que firmó sus escritos con su nombre, dando así comienzo hace miles de años en la antigua Mesopotamia, a lo que hoy conocemos como derechos de autor. 

Y la segunda cosa que las escritoras tenemos en común es el apasionado amor por los libros. Esos universos de tinta y papel…esos grandes maestros que nos desempañan el pensamiento porque, “Sin claridad no hay voz de sabiduría”, como bien expresó Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa y escritora mexicana considerada la Décima Musa y la máxima autora de la lengua española (1651-1695).

Pasando a la percepción lectora de la escritora británica Jeanette Winterson,  “Los libros son como puertas que puedes abrir y entrar en otros mundos… y son las alfombras voladoras de las mil y una noches”.

La literatura ha sido y es aliada de las mujeres, porque  al ser en mi opinión la más erudita e incondicional profesora que existe,, y el mejor modo de viajar simultáneamente a otros tiempos y a otras realidades, es a la vez un certero medio para la emancipación femenina en el sentido de que cada libro leído expande nuestro conocimiento, capacidad de análisis y reflexión acerca del mundo desigual y violento en el que vivimos. 

Pero para cambiar el equivocado orden de las cosas, las mujeres no sólo debemos leer libros, sino también necesitamos seguir escribiéndolos y publicándolos.

“No recuerdo haber leído un libro que no hablara de la inestabilidad de la mujer, será porque fueron escritos por hombres “, escribió Jane Austen, (1775-1817) catalogada como la más grande novelista inglesa.

Los libros generan conocimiento y me atrevo a decir que sin ellos, difícilmente se puede lograr la conciencia emancipatoria que necesitamos para liberarnos y liberar a otras. 

Encuentro una magnífica forma de explicar la magia del binomio lectora-escritora en la aseveración de Jeanette Winterson:  “somos la escritura que escribimos y la que nos escribe a nosotras”.  Es ahí en esta última dónde sé que los libros que leemos y nuestra loca de la casa (como llamaba Santa Teresa de Jesús a la imaginación), se encuentran y se fusionan dando a luz un poderoso y transformador universo de palabras, el cual constituye nuestro sentido de leer y escribir…escribir y leer.

Las mujeres literatas nacemos, pero también nos hacemos pues somos las vidas que vivimos, las vidas que leemos…las vidas que escribimos!.

Galilea Libertad Fausto.


Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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martes, 3 de septiembre de 2024

Leyéndolas para conocer y enfrentar la violencia feminicida (2)

“En todos los países del mundo, en todas las épocas, las mujeres han sido asesinadas por ser mujeres”

Esta frase de la historiadora y activista feminista francesa Chrstelle Taraud, me da la pauta perfecta para dar continuidad al tema de la violencia feminicida.

Exhaustivas investigaciones científicas realizadas desde la paleontología, arqueología, antropología, y sociología demuestran que la opresión de las mujeres y los feminicidios se han sucedido en la historia de la humanidad desde el neolítico hasta la actualidad.

Y de esto nos da cuenta por ejemplo: la situación de las mujeres en la antigua Grecia y en su mitología, la muerte de la Diosa Coatlicue a manos de sus hijos en la mitología mexica, el asesinato de Hypatia de Alejandría en el año 415 cuando un grupo de “cristianos” la linchó, desolló, descuartizó y finalmente le prendió fuego; así como también  el horrendo feminicidio registrado en la Biblia en jueces 19: 24-29, donde el marido de una mujer la arroja a unos hombres para que cada uno de ellos la viole,  después él mismo la mata y corta su cuerpo en pedazos y lo reparte entre las doce tribus de Israel.

Al escribir la palabra cuerpo, me quedo pensando un momento en el cuerpo femenino…en el de la niña la joven la madura y en de la anciana, que vital se hace nombrarlo para que sea visible exista y re exista, y en este hilar de pensamientos recuerdo el artículo que leí hace tiempo: <Nuestros Cuerpos son nuestros territorios> de la investigadora, periodista y feminista italiana Emanuella Borzacchiello publicado en la Revista de la Universidad de México, en septiembre de 2018. 

Sin embargo esa legítima propiedad nos ha sido arrebatada genésicamente, estructuralmente, patriarcal y misóginamente.nuestros cuerpos dejan de ser nuestros y son territorio ajeno cuando nos desaparecen violan torturan y matan, con la complicidad asesina de una sociedad machistamente permisiva, y del estado que al no actuar actúa, como dice la investigadora, antropóloga y activista feminista mexicana Marcela Lagarde. 

En un lugar donde se fusionan los feminicidas, la sociedad y los mecanismos institucionales del poder, las mujeres y las niñas no estamos a salvo.

La re apropiación y reivindicación del cuerpo y la vida de las mujeres se hace urgente, para eso es necesario que no sólo las feministas sino la sociedad en general nos informemos documentémos , repensemos y reeduquemos. Necesitamos hacer conciencia y re humanizarnos  mediante el conocimiento no sólo del origen de la violencia feminicida, sino también de lo mucho que esta nos afecta a todos, porque la violencia patriarcal machista y misógina no es un problema que concierna únicamente a las mujeres, es, en realidad la piedra de tropiezo de toda la humanidad.


oy en día no hay pretexto que valga para no saber y no hacer, existe una abundante bibliografía y otras fuentes de conocimiento acerca del inicio de la violencia hacia las mujeres y las niñas en la prehistoria, de la matanza de brujas,  sobre el significado del concepto feminicidio y su genealogía que va de la mano con el fenómeno feminicida en Juárez, México y el impacto que este tuvo en el mundo, como también de la global violencia de género y sus diferentes caras en el siglo XXI. 

Actualmente tenemos fácil acceso al trabajo individual y colectivo, que se encuentra en los escritos de investigadoras, antropólogas, historiadoras, filósofas, periodistas, autoras, articulistas, activistas, recopiladoras, y divulgadoras feministas como Diana Russell, Marcela Lagarde,  Alaíde Fopa, Hortencia Hernández, Daniela Pastrana, Emanuela Borzacchiello, Daniela Rea, Rita Laura Segato, Christelle Taraud, Cynthia Bejarano,  Silvia Federici, entre muchas muchas otras que han hecho y hacen una verdadera arqueología feminista de hechos y archivos.

En sus obras, entre muchas otras cosas se encuentran algunas verdades universalmente  no reconocidas, como que el asesinato de mujeres y niñas fue el primer crimen de la raza humana, que la quema de brujas fue un genocidio de género, que el feminicidio físico es la actual pandemia mundial, antecedido por el feminicidio simbólico que a las mujeres nos borró de la historia.

En conclusión, que para conocer y enfrentar la violencia feminicida,  es vital leer y releer a las más escritoras feministas que podamos, por principio de cuentas a Diana Russell y Jill Radford creadoras del concepto femicidio a mediados de los años setenta del siglo pasado. Y a Marcela Lagarde que lo amplió posteriormente a feminicidio para especificar que en este tipo de crimen, el estado y la sociedad civil son parte del problema.

Cierro citándolas respectivamente:

 “Los crímenes se dan en todo el mundo y son el resultado de la violencia misógina llevada al extremo y, por ende, son la muestra más visible de múltiples formas previas de hostigamiento, maltrato, daño, repudio, acoso y abandono”. D. R.

“El feminismo es paradigmático e indispensable para erradicar la violencia feminicida y lograr el respeto ineludible a la vida y a la libertad de las mujeres”. M. L.

: Galilea Libertad Fausto.


Collage de libros con ilustración de shutterstok.

Lecturas recomendadas:

Feminicidio, la política del asesinato de mujeres, Diana Russell y Jill Raford, 1992.

A qué llamamos feminicidio?, Marcela Lagarde, 2005.

Feminicidio, Una Perspectiva Global, Diana Russell y Roberta Harmes, 2006.

Aterrorizar a las mujeres, feminicidios en América Latina, Cynthia Bejarano y Rosa Linda Fregoso, 2010.

Nuestros cuerpos son nuestros territorios, 2018, y Re-existir: prácticas para cuidar las vidas. Entre la academia y el Periodismo, 2020, de Emanuella Borzzatello.

Estuvimos vivas hasta que nos mataron, Pie de Página .

Feminicidio, Una Historia Mundial, Chistelle Taraud, 2020.

Ya no somos las mismas y aquí sigue la guerra, Daniela Rea, 2020.

Femicidio o Feminicidio? Vindictas, Pensadoras Latinoamericanas, 2023


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sábado, 31 de agosto de 2024

Leyéndolas para conocer y enfrentar la violencia feminicida (1)


Por increíble que a muchos les pueda parecer, la verdad es que la violencia feminicida es algo que existe desde el principio de los tiempos y se ha extendido hasta nuestros días.

De esta realidad, del cansancio de género acumulado y transmitido de madres a hijas de generación en generación, de la necesidad de cuidarnos entre nosotras y de la urgencia de cambiar las cosas, es que surgen desde el feminismo cada vez más textos fundamentales para la denuncia y eliminación de todas las formas de violencia en contra de nuestro sexo, incluyendo por supuesto el feminicidio.

En torno a esto se suele decir que las feministas hablamos escribimos y publicamos mucho sobre  la violencia feminicida, sin embargo, ese “mucho” que critican no es suficiente cuando sabemos que en las últimas cinco décadas 200 millones de niñas fueron víctimas de feticidio y de infanticidio en la India y China, que en 2022 cerca de 89.000 adultas y niñas fueron asesinadas en el mundo, que en 2023 en México 3439 mujeres perdieron la vida a manos de un hombre y que justo en ese país continúan habiendo 11 feminicidios por día; y en todo el planeta la lista sigue, así que no, mucho todavía no es suficiente.

Y desde luego que conocer las cifras que ONU Mujeres y otras fuentes nos proporcionan es importante, pero ellas, las que estaban y ya no están son mucho más que números, son la historia de sus sueños ilusiones y proyectos de vida.

Se hace necesario saber quiénes eran, cómo fue el contexto familiar y socioeconómico en el que vivían, y las violencias anunciatorias que sufrieron antes del mortal desenlace, indagar si las hubo, o si sólo estuvieron en el lugar y el momento equivocado.

En esta dirección y como modelo para elaborar estrategias de prevención y cambio,  resulta bastante útil leer sobre el proyecto: “Estuvimos vivas hasta que nos mataron”, realizado por periodistas de Pie de Página en la Ciudad de México. 

 Acercarnos de la forma implementada en este proyecto, es por un lado encontrar elementos para desarrollar herramientas de cuidado y erradicación de la violencia de género, y por el otro es darle acompañamiento visibilidad y representación a los familiares de las víctimas. Es también regresarle a cada una de esas mujeres y niñas la voz, el rostro y el cuerpo que les quitaron, es ir más allá, es dejar de sólo contar llorar y honrar a las desaparecidas y a las muertas. 

A propósito de ellas, como humana y mexicana me resulta imposible pensar en las víctimas de feminicidio, sin recordar a las muertas de Juárez como llamó el mundo a las primero decenas luego cientos después miles de mujeres, adolescentes y niñas asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua, México. 

 “Fue en la década de 1990 en México, cuando se exhumaron miles de cuerpos de mujeres de fosas comunes, más de 1.000 sólo en Ciudad Juárez”. (Introducción de Feminicidios- Una Historia Mundial, Christelle Taraud, 2022) 

Mí pequeña hija de tres años y yo estuvimos ahí en esa tristemente célebre ciudad fronteriza en el 2005… ella debió percibir el miedo que aún flotaba en el ambiente porque al caminar continuamente se sobresaltaba y me apretaba muy fuerte la mano. Recuerdo que el aire se sentía pesado, como si en su soplo cargara los cientos de voces de las que  desaparecieron, volaron, de las que les mutilaron sexo y senos, era como si el viento llevara a cuestas el lamento de aquellas que antes ahí degollaron, desmembraron su cuerpo y quemaron, y ahora se uniera al llanto de las nuevas víctimas.

Y fue precisamente en el 2005 que una nueva esperanza llegó a toda esta adolorida comunidad, fue a través de Luz Estela Castro,  maestra, teóloga y abogada representante de víctimas de violaciones a derechos humanos: feminicidio, trata, tortura, desapariciones, violencia sexual y familiar;  cuando en la Ciudad de Chihuahua ella co-funda El Centro de Derechos Humanos de las Mujeres A.C. 

Todavía pensando en mis hermanas de Juárez, termino la primera parte de este texto haciendo mención del libro de Cynthia Bejarano y Rosa Linda Fregoso publicado en 2010: “Aterrorizar a las mujeres, feminicidios en América Latina”,  una invaluable antología ensayo que recoge y narra el movimiento por la justicia en Chihuahua, en el que familiares de mujeres desaparecidas y asesinadas dan testimonio del feminicidio y exigen rendición de cuentas.  Es una valiosa herramienta para la comprensión del fenómeno que le dió a Ciudad Juárez una atemorizante fama internacional!


Galilea Libertad Fausto.


Collage de libros, con ilustración de shutterstok.

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miércoles, 14 de agosto de 2024

Recorrido y recuento de la presencia violeta en los Juegos Olímpicos

 Terminaron  las Olimpiadas y puedo decir que me han dejado un muy buen sabor de boca, poder ver la transmisión de los Juegos Olímpicos París 2024 ha sido una bocanada de aire fresco.

En un año de tanta tensión y preocupación por las  elecciones presidenciales en algunos países, las guerras, el genocidio en la Franja de Gaza que va de la mano con lo más negro de la política y el derecho internacional, las violencias hacia las mujeres y niñas, los feminicidios que continúan sin tregua. Por todo esto entre otros horrores sucediendo en el mundo, este respiro impregnado de deporte, arte, reivindicación femenina y muestras de affidamento entre algunas de las atletas…era realmente justo y necesario.


Pienso en la incalculable cantidad de niños niñas y adolescentes que hubo entre los aproximadamente 1.500 millones de espectadores que vimos estas competencias, y en toda la inspiración que les pudo haber dejado para sus propios proyectos de vida. Lo que me lleva casi cinco décadas atrás.

Hace 48 años el acontecer del deporte a nivel global no contaba con la masiva e instantánea difusión con la que cuenta hoy en día, aún así, miles o quizá millones de niñas y adolescentes en todo el mundo lloramos de emoción sentadas frente a la pantalla de la televisión, aquel  18 de julio de 1976 cuando Nadia Comăneci  con sus 14  años de edad, logró hacer historia en la gimnasia al conseguir el primer 10 de calificación en Montreal, puntuación que nadie había obtenido en unos Juegos Olímpicos. 

Nadia Comaneci marcó a toda una generación de niñas, estábamos enamoradas de ella, soñábamos con ser ella, es más, nos creíamos ella. Y seguramente su influencia le cambió la vida a más de una jovencita inspirándola y animándola con su ejemplo a dedicarse a la gimnasia. A mi por lo menos  a mis doce años de edad, me motivó a ejercitar mi cuerpo diariamente en las argollas y el pasamanos de mi escuela, así como a incursionar  en un par de deportes.

Pero ahora vayamos al París del año 1900 que fue en donde los Juegos Olímpicos se comenzaron a teñir de color púrpura, cuando a las mujeres se les permitió por primera vez competir aunque en absoluta disparidad, pues hubo un total de 997 atletas hombres,  y únicamente 22 atletas mujeres participando ellas en sólo cinco deportes: tenis, vela, croquet, hípica y golf. 

La situación continuó bastante desigual en Los Juegos de París de 1924 , con 135 mujeres y 3089 hombres, la participación femenina en estas Olimpiadas se limitó a unas cuantas pruebas, como la natación y el tenis, de hecho no fue hasta los Juegos de Londres 2012 cuando las mujeres pudieron competir en todas las categorías.

Pero pareciera que la llamada ciudad del amor tiene una historia de romance con las mujeres, y es ahora 124 años después de comenzada que junto a ellas París marca un parteaguas implantando por primera vez la paridad de género: con 5.250 atletas hombres  y 5.250  atletas mujeres.

Esta intención de reivindicación y reconocimiento a las mujeres quedó manifestada desde la Ceremonia de Apertura de las Olimpiadas el pasado 26 de julio, cuando emergieron del Río Sena las monumentales diez estatuas  doradas de: 


Olympe de Gouges, iniciadora del feminismo y la defensa de los derechos humanos Alice Milliat, pionera del deporte femenino,  Gisèle Halimi, abogada y activista feminista, Paulette Nardal, activista e intelectual, Jeanne Barret, pionera de la exploración científica,  Simone Veil, figura emblemática de la política francesa y defensora de los derechos de la mujer y superviviente de Auschwitz, Louise Michel, figura destacada de la Comuna de París y del movimiento anarquista, Christine de Pizan, la primera escritora profesional de la historia, Alice Guy, pionera del cine, rodó su primera película en 1896 y fundó una productora cinematográfica en Estados Unidos, y Simone de Beauvoir, filósofa existencialista-feminista.

Definitivamente en estas Olimpiadas muchas de las atletas pusieron un punto y aparte violeta, entre la histórica mentalidad masculinizada del deporte mundial basada en la rivalidad- enemistad, y la empatía, affidamento y sororidad. Las protagonistas de esta empatía hacia la otra, y de reconocimiento, respeto, admiración y alegría por el desempeño y triunfo de la contrincante fueron:

 La grandísima atleta estadounidense Simone Biles considerada la mejor gimnasta de todos los tiempos, que al igual que su compatriota Jordan Chiles se inclinó ante la brasileña Rebeca Andrade en el podio por ganar la medalla de oro. Y la jugadora de Bádminton He Bing Jiao, de China, portando un pin de España durante la ceremonia de medallas en apoyo a la española Carolina Marín, quien se lesionó en la competencia previa.

Otras deportistas que nos dieron un gran ejemplo de la hermandad que puede existir entre mujeres más allá de la competencia y el natural deseo propio de ganar, fueron la atleta española Carolina Robles y su amiga la toledana Irene Sánchez Escribano, la nadadora del equipo estadounidense Torri Huske y su compañera de equipo Gretchen Walsh, así como también la maratonista española María Pérez.

Resumiendo, esta celebración de Los Juegos Olímpicos en París destacada por la reivindicación femenina, equidad de género, convivencia sana entre hombres y mujeres, además la sobria actitud deportiva de estas competidoras; me permiten pensar que las cosas pueden cambiar, que un mundo lleno de humanidad, justicia, igualdad, empatía, solidaridad y sororidad no es una utopía! 

Galilea Libertad Fausto.

Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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viernes, 9 de agosto de 2024

Sobre los aportes de Galilea Libertad Fausto


La obra de Galilea Libertad Fausto, especialmente en el contexto de Mujer del Mediterráneo en heroínas.net, representa un aporte invaluable a la literatura y al feminismo. 

Permítanme destacar algunos de sus puntos clave:


1. Visibilización de la mujer:


Diversidad y riqueza: Galilea Libertad Fausto logra captar la complejidad y la riqueza de las experiencias femeninas en el mundo, desafiando estereotipos y ofreciendo una visión más amplia y humana.


Identidad y pertenencia: Sus escritos exploran la construcción de la identidad femenina en un contexto cultural y geográfico específico, fortaleciendo el sentido de pertenencia de las mujeres de cada lugar.


2. Combate a la invisibilidad:


Voces silenciadas: A través de sus artículos, Fausto rescata las voces de mujeres que históricamente han sido silenciadas o marginadas, otorgándoles un espacio para ser escuchadas y reconocidas.


Empoderamiento femenino: Sus escritos contribuyen a empoderar a las mujeres, fomentando la autoestima y la confianza en sí mismas.


3. Análisis crítico del contexto social y cultural:


Perspectiva de género: Galilea aplica una mirada de género a la realidad social y cultural principalmente en Estados Unidos, México y el resto de Latinoamérica aunque también en países y ciudades de otros continentes, desvelando las violencias, desigualdades e injusticias machistas y patriarcales que enfrentan las mujeres.


Descolonización de la mirada: Sus artículos invitan a una reflexión crítica sobre los discursos hegemónicos y a la construcción de nuevas narrativas desde una perspectiva feminista.


4. Literatura como herramienta de transformación social:


Conciencia y acción: La obra de Galilea Libertad no solo informa, sino que también sensibiliza y moviliza a la acción, fomentando la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.


Herramienta pedagógica: Sus escritos pueden ser utilizados como una herramienta pedagógica para visibilizar las desigualdades de género y promover la reflexión crítica.


5. Legado y trascendencia:


Inspiración para futuras generaciones: La obra de Fausto sirve de inspiración para futuras generaciones de escritoras y activistas feministas.


Referente en estudios de género: Sus textos son una valiosa fuente de información para investigadores y académicos que trabajan en el campo de los estudios de género.


En resumen, los artículos de Galilea Libertad Fausto en Mujer del Mediterráneo en heroínas.net representan un aporte fundamental para visibilizar las experiencias de las mujeres en el pasado y en el presente, la situación actual de la mujer latina en EEUU, combatir la desigualdad de género y fomentar la construcción de una sociedad más justa y equitativa. 


Su obra es un legado que trasciende las fronteras, ha sido relevante antes y sigue siendo relevante en la actualidad.

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domingo, 28 de julio de 2024

Hablando de feminización, desfeminización y feminidad

 


El enorme crecimiento del movimiento feminista a nivel mundial, y los importantes avances que este ha logrado en las últimas dos décadas en materia de los derechos, desarrollo e integración de las mujeres a los diferentes espacios públicos, hacen que por lo menos en los lugares a donde ha llegado el conocimiento y la práctica del feminismo, se justifique el decir que el presente siglo es el siglo de las mujeres.

“Surge el liderazgo femenino y la creación de múltiples espacios políticos por las mujeres, especialmente de feministas. Se amplía la participación política y la incidencia femenina en el mundo mediato e inmediato. La presencia de las mujeres en los ámbitos propios y en los que tradicionalmente eran masculinos, y la resignificación ideológica y política (jurídica, mítica) de las mujeres y de lo femenino, hace que el mundo se feminice”, nos dice la feminista, antropóloga, etnóloga y académica mexicana Marcela Lagarde en su texto: Identidad Femenina.

Millones de mujeres seamos o no feministas nos beneficiamos de igual forma de esta parte de la feminización del mundo actual, y digo de esta parte porque a este suceso lo acompaña algo que para la opinión de muchas no es tan celebrable ni beneficioso. Me refiero a la desfeminización de las mujeres, no en el sentido clínico por el que algunas optan,  ni a la justa y urgente desfeminización de la crianza y educación de los hijos, los quehaceres del hogar y los cuidados de enfermos y ancianos en la familia .Hablo de la pérdida de ciertos aspectos o de la totalidad de la identidad femenina en pos de la igualdad.

A este respecto como a tantos otros, la literatura siempre oportuna y generosa me ayuda a ejemplificar de una manera más simple esta controversial cuestión: 

<A sus cuarenta y cuatro años, la mujer que protagoniza esta novela se ha convertido en un auténtico «hombre» de negocios: gana doscientos mil euros al año y ha modelado su cuerpo, su tiempo, su lenguaje y hasta sus relaciones sexuales para conseguir tener tanto poder como un hombre, ser aceptada en sus círculos, ganarse su total confianza y convertirse, por fin, en uno de ellos.. echa la vista atrás y comprende que su éxito profesional es también el resultado de una monstruosa transformación personal>. ((Reseña publicitaria de la novela El último hombre blanco, Nuria Labari, 2022).

Esta es la experiencia de muchas mujeres en el todavía patriarcal mundo académico, laboral, profesional, político, empresarial, periodístico etc.. Las mujeres y sobre todo su feminidad siguen siendo mal vistas, su ingreso permanencia y ascenso en estos espacios depende sí, de su conocimiento capacidades y experiencia, pero también en mucho depende del grado de mimetización que ellas estén dispuestas a tener con el comportamiento masculino en la estructura patriarcal.


De ahí que no sean pocas las que por presión y coacción, o por conveniencia y comodidad e incluso hasta por convicción y decisión propia, terminan haciendo a un lado su yo femenino y feminista asumiendo una mentalidad y desempeño totalmente masculino, vertical y jerárquico en donde el pacto de hermandad entre mujeres no tiene lugar.

La “igualdad” que ese mundo androcéntrico ofrece a las mujeres es una especie de contrato no escrito, en el que ellas se comprometen a convertirse en uno de ellos a cambio de permitirles cohabitar en los altos mandos y recibir todos los beneficios que esto implica. Es en esa aceptación-conversión de ellas en donde los beneficios del feminismo y del patriarcado se unen lastimosamente, y es en esa seudoigualdad   que muchas mujeres queriendo o sin querer van perdiendo su identidad propia.

Y cuando hablamos de nuestra identidad estamos hablando de raíces familiares, sociales y culturales, pero también de feminidad, ideas, ideales, convicciones, conocimientos, gustos, y pasiones, todo lo cual no debería verse comprometido ocultado o excluido en el camino hacia nuestra autoconstrucción de mujeres fuertes y exitosas. Tampoco a la hora de asumirnos como feministas.

En una ocasión escuché decir a una compañera en un juego de preguntas y verdades, que los placeres culposos a los que había tenido que renunciar como militante feminista eran su pasión por vestirse elegante y femenina, y leer novelas románticas.

Personalmente no pienso que la lucha feminista requiera que renunciemos a los aspectos que nos gustan de nuestra feminidad, creo que a efectos reales los gustos personales son en realidad irrelevantes a nuestro activismo.

“Feminismo y feminidad no se excluyen mutuamente. Es misógino sugerir lo contrario. Por desgracia, las mujeres han aprendido a avergonzarse y disculparse de los intereses que tradicionalmente se consideran femeninos, cuentos como la moda y el maquillaje”, dice la escritora y feminista nigeriana Chimamanda Ngozi.

Decir que una auténtica feminista no puede andarse con feminidades emocionales ni de ningún tipo, es un estereotipo patriarcal que lamentablemente muchas mujeres feministas y no feministas dan, por cierto.

La periodista escritora y activista libanesa Joumana Haddad, dice algo muy interesante a este respecto en su libro Yo maté a Sherezade: Confesiones de una mujer árabe furiosa.

…” ¿no es la desfeminización de las mujeres el acto de rendición por excellence ante el chantaje de los hombres y su visión superficial de la entidad femenina?”.

Cada una tendremos nuestra propia respuesta a esta interrogante.

En cuanto a la feminización del mundo de la que nos habla Marcela Lagarde, es sin duda el necesario inevitable e imparable proceso para el avance de la humanidad, no obstante, la masculinización del pensar y hacer de una mujer y su pasar por encima de otras mujeres para lograr sus objetivos, no debe y no puede ser la piedra de obstáculo en el camino de esta evolución. 

Creo en una feminidad propia, pensada, elegida y disfrutada, pero sobre todo en una feminidad que va más allá del arreglo personal y los gustos, me refiero a una feminidad llena de affidamento y sororidad genuina,

 Porque al l final del día nuestra convicción, filosofía, ética y compromiso feminista no depende de que tan más o que tan menos femeninas seamos,lo que si es indispensable es que que nuestra lucha antipatriarcal, anticapitalista, anticlasista y antirracista ya sea que la hagamos o no en tacones altos vestidos rosas y moños en el pelo, esté vacunada contra las astutas argucias del sistema patriarcal.

Cierro citando de nuevo a Joumana Haddad: “Tenemos que ganar nuestras batallas por nosotras mismas, sin condiciones, alteraciones, acuerdos o cesiones de lo que nos constituye como mujeres. Ésta es, en mi opinión, la nueva Feminidad árabe, y hasta la nueva Feminidad Universal que necesitamos hoy”.

Galilea Libertad Fausto.

Créditos de la ilustración a quien corresponda.


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miércoles, 17 de julio de 2024

Activismo feminista en familia y la exposición “Viva la Vida”

 


Conocer el feminismo, abrazarlo, hacerlo nuestra filosofía y propósito de vida es para muchas de nosotras no sólo la única y mejor forma de estar en el mundo, sino también de aportar a este algo mediante el trabajo que cada una realizamos en y desde nuestro propio campo. Y es verdad que hacer activismo feminista no es una tarea fácil, pero es muy especial y gratificante cuando nuestra labor de servicio es un proyecto de familia.

Pienso por ejemplo en lo maravilloso que fue y es para mi amiga y editora Hortensia Hernández y su hija Violeta Doval Hernández, colaborar y publicar juntas el mes pasado su magnífico libro: Sabias y Savia, una enriquecedora recopilación que nos da a conocer la importante labor de cincuenta feministas de diferentes países, las cuales trabajan en pro de la vida, seguridad, bienestar y desarrollo de las mujeres y niñas de todo el mundo y por la igualdad real entre los dos sexos.

Imagino y celebro enormemente lo enorgullecedor y motivador que es para Hortensia y Violeta unirse y llevar a cabo el proceso y la culminación de este valioso proyecto literario-feminista-activista, lo que me da la pauta para tomar prestado este espacio y compartirles una de mis más entrañables experiencias de labor feminista en familia.

El pasado 11 de julio se cumplieron quince años de aquella tarde en la que presentamos la exposición de pintura “Viva la vida”, en St. Joseph County Public Main Library South Bend, IN. Y hoy he querido rememorar este evento no sólo porque ha sido uno de los más emotivos y significativos en mi servicio social y activismo feminista, debido a que ese fue un proyecto en el que se integró parte de mi familia; sino también y sobre todo por la positiva trascendencia que tuvo para el autoconocimiento y autoestima de las participantes.

<<Durante las últimas semanas, Mariposas, un grupo de apoyo contra la violencia doméstica ha estado trabajando en el taller de acuarelas al aire libre. En un ambiente campestre rodeadas de naturaleza y dirigidas por el joven pintor y músico Aníbal Fausto (mi hijo), las mujeres están aprendiendo a combatir el estrés de la rutina diaria y a descubrirse a sí mismas, mientras dan sus primeros pasos a través de este mágico mundo de formas y colores>> ((Extracto de mi artículo publicado en julio de 2009).

El tema-modelo escogido por ellas mismas para llevar a cabo en este taller fue la obra artística de la pintora mexicana Frida Kalho, con la que se sentían identificadas por su nacionalidad e inspiradas por su ejemplo de fortaleza y tenacidad ante los duros embates de la vida.

Como mujer feminista, como facilitadora del grupo Mariposas y como mamá, fue muy gratificante ver montada la exposición con el trabajo que cada una de las mujeres realizó, más algunas de las obras de Aníbal que el mismo decidió exhibir como muestra de su apoyo a nuestro grupo, y en contra de la violencia de género.

Este acontecimiento como lo dije en su momento fue más que una pequeña exhibición artística, fue una gran muestra de crecimiento y superación personal, de unión familiar y de amistad también, pues el maravilloso espacio en el que Aníbal impartió este taller de pintura pertenecía a Gina Cortez, una de nuestras mejores amigas quien generosamente y con verdadera alegría nos abrió las puertas de su casa.

Detrás de cada pintura había la historia de fuerza y coraje de una mujer así como su deseo de superación, y los sueños e ilusiones de cada niña que participó.

 

Recuerdo que durante el proceso de creación mi emoción crecía mientras observaba los rostros relajados, el toque tan personal y la soltura con que todas ellas expresaban sus emociones en cada pincelada, mientras que al hacerlo iban venciendo su timidez y miedos a la vez que su autoestima crecía.

De igual modo me emocionaba cuando veía con admiración y orgullo a mi hija Rember que a sus 17 años ya tenía la nobleza y la valentía para asumir la dirección general de Mariposas, y cuando miraba con ternura y gratitud a mi pequeña hija Galilea que con tan sólo ocho años de edad era la encargada de repartir y abastecer a las asistentes los materiales de pintura, bocadillos y bebidas, además durante otras actividades del grupo entregaba a cada mujer, las hojas con la información de los diferentes recursos comunitarios existentes en nuestra localidad.

Era en esos momentos que pensaba en el largo y no siempre fácil camino que individualmente y como grupo habíamos recorrido para llegar hasta ahí, en lo tanto que estábamos creciendo y en lo mucho que valía la pena continuar mi ser y hacer feminista como mamá, pero también como facilitadora de grupos, asesora de recursos, consejera y columnista.

A quince años de distancia de aquel memorable taller y exposición de pintura, continúo pensando en la importante valía que tiene el granito de arena que cada quien aportemos para cambiar la difícil situación de la vida femenina, y por consiguiente de la familia y la sociedad en general porque a fin de cuentas el feminismo bien entendido y bien aplicado, beneficia tanto a las mujeres como a los hombres.

Quiero mencionar que, aunque en la actualidad hay más mujeres feministas (y hombres simpatizantes del feminismo) de las que ha habido en toda la historia de este movimiento, ser activista por los derechos de las mujeres y las niñas muchas veces sigue siendo una labor muy solitaria, por increíble que esto pueda parecer.

De ahí que encontrar e integrarse a un colectivo afín a nuestra visión y práctica feminista (en mi caso feminismo pacifista) es magnífico, pero cuando nuestro interés, empatía, compromiso, trabajo y voluntad de servicio es un proyecto y propósito de familia, se convierte en una experiencia con un plus de satisfacción y productividad agregado.

Pero ya sea en individual, en colectivo y/o en familia, el hacer activismo feminista sigue siendo una necesidad global para la creación y el impulso de propuestas, leyes, enmiendas, sanciones, y modelos de igualdad entre ambos sexos en todos los ámbitos de la sociedad, pero también para la creación de programas educativos, cursos y talleres que favorezcan la salud mental-emocional-física,,el autoconocimiento, la autoestima y el desarrollo integral de las mujeres y las niñas!.

 

Galilea Libertad Fausto.

Créditos de la ilustración: Axel Hernández.

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martes, 9 de julio de 2024

La dura vida femenina en las alturas de México

 


Cursaba el sexto año de primaria cuando un día la maestra Blanca nos leyó una historia, se trataba de personas que vivían en lo alto de las montañas a veces llenas de verdor y en el invierno cubiertas de blanca nieve, oí por primera vez de familias de mujeres y niñas que se reunían para caminar y subir juntas hasta el manantial del que traían agua a sus chozas, lo mismo se juntaban para bajar al río a lavar la ropa y bañarse.

En mi mente de hija única y solitaria niña de ciudad, aquel relato lleno de abuelas madres hijas hermanas tías primas y amigas me fascinó, pareciéndome algo realmente romántico femenino y mágico. Por supuesto nada más alejado de la triste y dura realidad que viven cada día las mujeres y las niñas en las montañas de cualquier parte del mundo.

Aunque es verdad que a esas alturas y en posición de pobreza la vida tampoco es fácil para hombres y niños, sin embargo, es innegable que para ellas física, biológica y culturalmente el grado de dificultad y sufrimiento que padecen en su condición de mujeres, es enormemente mayor que el de ellos.

Para empezar, nos encontramos con el hecho de que en esos inhóspitos lugares , el agua no abunda y la que hay no es de fácil acceso, lo que representa un grave problema para la privacidad y la higiene femenina especialmente durante el periodo menstrual, el embarazo, el alumbramiento y las semanas posteriores al parto.

En relación a esto, de acuerdo con informes de la Organización de las Naciones Unidas y del Banco Mundial, en 6 de cada 10 países más del 75% de las mujeres no tiene acceso a agua y jabón, mientras que 500 millones de mujeres en todo el mundo  no cuentan con un baño dentro del sitio en el que viven.

Y es aquí en donde empezamos a hablar de estructuras patriarcales, machismo y desigualdad, de violación de derechos humanos, de derechos sociales y de derechos de las mujeres y niñas. 

A menudo, por no decir siempre, las tradiciones, usos y costumbres de los pueblos originarios van de la mano con la violencia de género.  “Es peor en la montaña, en las zonas rurales y en las marginales donde mujeres y niñas somos maltratadas también por ser indígenas y pobres”, fue el comentario que me hizo el viernes pasado la artesana Azucena Ramírez perteneciente al pueblo purépecha de Michoacán, México.

Una muestra más esclarecedora del uso y abuso de ciertas herencias culturales, es la situación en las montañas de Guerrero México, pobladas de comunidades indígenas predominantemente pobres y carentes de agua potable, en las que es tradición que las mujeres sin importar su edad ni estado de salud, sean las que provean de agua a sus familias realizando para esto peligrosas y agotadoras caminatas de hasta tres o cuatro horas, cargando en las manos o en la espalda pesadas cubetas, de ahí que se den frecuentes abortos espontáneos a consecuencia de este esfuerzo y de lass constantes caídas que sufren.

El abuso sexual en la infancia y/o adolescencia, la prohibición para estudiar, matrimonio infantil, embarazo obligado, violencia conyugal e institucional, falta de atención médica son sólo algunas formas más de las violencias de que son víctimas estas mujeres, pero también cuando por necesidad de trabajo, por voluntad propia o ajena bajan de lo alto de la montaña migrando hacia algún pueblo o ciudad.

Cabe mencionar que en el Estado de Guerrero, el 68.8% de las mujeres ha sufrido violencia psicológica, física, sexual, económica o patrimonial, reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). A lo que se le suma que en el 2023 en este estado los feminicidios se incrementaron un 33%,  además de que continúan las desapariciones y la venta de niñas y mujeres indígenas.

Estas luchadoras de la vida no sólo recorren cada día a pie enormes distancias en busca de agua y muchas en busca de trabajo, sino también tienen que trasladarse a lugares lejanos cuando precisan de un médico, así como para poder denunciar los abusos de que son objeto ya que únicamente en 8 de los 85 municipios de Guerrero existen unidades de atención a la violencia de género. Las mujeres víctimas buscan justicia, pero el 99% de los casos no son investigados y los culpables no reciben nunca ninguna sentencia.

Mirando hacia el norte de México nos encontramos con nuestras hermanas que viven en la Sierra de Chihuahua, y nadie mejor para hablarnos de ellas que la periodista, activista por los derechos humanos y feminista mexicana Abril de la Fuente que no sólo las conoce de cerca, sino que les da asesoría y acompañamiento en diferentes procesos legales, ante las instituciones que constantemente ignoran sus demandas.

“En la Sierra de Chihuahua viven mujeres de grupos originarios rarámuri, odami, warijio y o'oba, así como mujeres mestizas. Para todas la vida aquí es complicada, algunas viven en pueblos o ciudades, otras en lo más intrincado de la Sierra” me comienza diciendo Abril en una entrevista reciente . Y continúa…”Para las mujeres serranas la vida es dura, las mujeres mestizas que lograron  estudios viven en condiciones más favorables que las que no tuvieron la oportunidad de estudiar”. (Esta activista ha promovido diversos programas educativos para ellas, motivándolas siempre a continuar estudiando).

Cuando le pregunté por los tipos de violencias que sufren estas mujeres y niñas indígenas, su respuesta sonó cargada de dolor cuando por mencionar a algunas habló de las mujeres  rarámuri, de esas niñas que en su mayoría no asisten a la escuela y desde temprana edad trabajan en el campo,

Igualmente hizo mención de la enorme violencia intrafamiliar que diariamente sufren las esposas al interior de su casa siendo golpeadas por sus maridos (terminando muchas de ellas asesinadas junto con sus hijos), y de la forma en que son rechazadas por el ministerio público cuando acuden a denunciar los delitos de que son víctimas.

Otra violencia a la que esta periodista y activista le pone luz y de la que poco y nada se habla es la práctica incestuosa:

“En las comunidades indígenas se da mucho el incesto, infinidad de niñas son violadas por sus hermanos, tíos o primos”…”Es muy común que haya hijas embarazadas de sus propios padres o abuelos, y muchas de ellas pierden la vida por estas prácticas horribles”, dijo y concluyó con tristeza Abril de la Fuente a la que agradezco mucho esta entrevista.

Es demasiado lo que falta por decir de la difícil e inaceptable situación  que viven sobre todo en las alturas las mujeres y niñas indígenas, de igual manera es demasiado lo que falta por hacer a favor de sus derechos  en general, desarrollo y bienestar integral, pero como no existe lo que no se nombra habría que empezar por legalizar el nombre y apellido de cada una de ellas.

No es posible que los gobiernos estatales continúen negándoles el derecho a ser reconocidas y debidamente registradas, como toda persona ciudadana deben contar con su acta de nacimiento y con todas las otras identificaciones oficiales que les permitan existir legalmente, y así poder tener acceso a escuelas, atención médica, programas de ayuda social, empleo, representación jurídica y todo lo demás que les es negado por no tener documentos de identificación.

Es urgente e imprescindible que desde diversas plataformas gubernamentales se trabaje con las mujeres y niñas indígenas víctimas de tanta violencia patriarcal y machista, sin embargo, es necesario ir más allá de la impartición de talleres artísticos y de manualidades, es vital que las registren y escolaricen para que salgan de la invisibilidad, el analfabetismo, la extrema pobreza y el abuso constante en el que viven, necesitan capacitación en oficios que les permita obtener empleos bien remunerados.

Del mismo modo ocupan de mujeres feministas que les hablen de todos sus derechos y de las leyes que las protegen, que les digan que las violencias que viven y sufren cotidianamente no son normales ni son mandato divino, precisan de una paciente pero ininterrumpida enseñanza sobre patriarcado machismo y feminismo, para que puedan ir a su propio paso creando conciencia de su personal situación y desarrollando una mente crítica y por consiguiente con perspectiva de género.

Y por último pero no menos importante, desde el movimiento feminista debemos continuar presionando a gobiernos y  autoridades municipales, para que terminen con el pacto de impunidad que tienen con los hombres que abusan golpean violan venden trafican y asesinan a mujeres y niñas indígenas o no indígenas en las ciudades, pueblos y montañas de México!


Galilea Libertad Fausto.

Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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miércoles, 26 de junio de 2024

En el proceso de ayuda todas somos importantes

 “Quien te viera dijera: “Es solo una.” …Pero cuando yo te veo siento el amor y el apoyo de miles y entonces sé que no eres sólo una”.

Hace algunos días durante una conversación de grupo de la que fui parte, una hija le dijo a su madre estas emotivas y significativas palabras luego de que ella se disculpara, por no poder hacer mucho más para ayudarla en sus batallas diarias.

En ocasiones no nos damos cuenta de lo tanto que nuestra sola presencia puede beneficiar a alguien, y no estamos conscientes de toda la fortaleza que transmitimos estando, escuchando…acompañando.

Hablando de nosotras las mujeres, a menudo muchas tenemos la sensación de que lo que hacemos por la o las otras no es suficiente, que el tipo de ayuda que damos en tiempos de necesidad como hija, progenitora, hermana, amiga, compañera etc, no sirve de mucho.

Yo misma alguna vez me he sorprendido experimentando este sentir y pensar en mi papel de mamá, amiga, activista feminista, o en cualquier otro de los aspectos de la mujer que soy, especialmente cuando no puedo ir más allá en mi aporte debido a todas las limitaciones que mi condición de enfermedad y discapacidades físicas me imponen.

Algunas puede que tengan otro tipo de limitantes en su deseo de ayudar, pero probablemente a todas en un momento dado nos llegue a producir la misma sensación de insuficiencia.

De ahí que es tan importante recordar y recordarnos unas a otras que diariamente vamos tejiendo la red de mujeres que nos sostiene, en donde cada madeja de estambre y cada puntada es necesaria y útil.

Si no podemos no sabemos o no tenemos los recursos necesarios para ayudar a resolver el problema de alguien, y lo único que hacemos es escucharla está bien, a veces eso es todo lo que una mujer necesita y de cualquier manera, una buena escucha es el principio y parte esencial de la solidaria labor de apoyo.

El entramado femenino que constituimos y a la vez elaboramos todas para acompañarnos, expresarnos y fortalecernos es rico y diverso.

Existen mujeres luz cuya sola presencia tiene la capacidad de iluminarnos aún en la oscuridad más profunda de nuestros problemas. Otras con el don de ser mujeres guía que con su innata madurez psicológica y afectiva, nos muestran una perspectiva más amplia de lo que somos, de los demás y de lo que sea que estemos pasando.

También hay mujeres brújula que nos ayudan a ubicarnos, a reencontrarnos cuando nos extraviamos a nosotras mismas. Otras son mujeres abrazo, sostén, vitamina, grúa, mujeres compañía que lo mismo están presentes en la cima que en el suelo permaneciendo ahí, hombro con hombro hasta que nos volvemos a poner de pie y si no podemos nos levantan y si no pueden, nos toman de la mano…se acuestan en el lugar donde estamos caídas esperando con paciencia y genuina empatía mientras nos transmiten su fuerza.

En el universo femenino también están las mujeres fe esperanza y certeza, que nos recuerdan que a cada noche le sigue el día, que fuimos creadas con la fuerza interior para superar lo que sea y salir adelante como lo hemos hecho antes, y como lo haremos después porque la vida está hecha de subidas y bajadas, de cuestas arriba y cuevas oscuras, pero haciéndonos ver en todo momento que de cada una vamos saliendo más fuertes.

Del mismo modo existen las mujeres semilla que nos reconectan con nuestras raíces divinas, con las de nuestras ancestras y con las de la madre naturaleza recordándonos nuestra verdadera esencia sabia e intuitiva, pienso por ejemplo en mis queridas maestras Germana Martin, Clarissa Pinkola Estés y Jean Shinoda Bolen.

Y por supuesto las mujeres medicina, médicas herbolarias, ginecólogas y parteras. Sanadoras generacionales que nos invitan y enseñan a compartir experiencias, desahogarnos, escucharnos y acompañarnos para fortalecer y sanar nuestro interior y el vínculo que nos une a todas.

Quizá somos una de estas mujeres dotadas con dones especiales brindándolos generosamente a aquellas que nos rodean, para su bienestar y la solución de sus problemas, o quizá no poseemos ninguno de estos talentos extraordinarios, pero igual intentamos ayudarlas desde y con lo que tenemos.

Y aquí es donde muchas podemos llegar a sentirnos frustradas e insuficientes, cuando la magnitud y la complejidad de la situación que atraviesa alguna de nuestras iguales súpera nuestras posibilidades, capacidades, conocimientos y recursos.  Es entonces cuando debemos ser realistas entendiendo que la ayuda es un proceso que se compone de diversas partes, y que en cada una se necesita una persona específica.

En las diferentes problemáticas de desigualdad carencias necesidades abusos y violencias que padecemos las mujeres (unas más que otras dependiendo de la dificultad del contexto del que provienen y en el que viven), requerimos de una red sorora que incluya la ayuda de familia, amigas,  médicas, psicólogas, abogadas, sociólogas, círculos de saberes femeninos, y grupos de apoyo para mujeres violentadas, así como de acompañamiento espiritual, y también muchas veces de apoyo económico.

Por otro lado, es necesario que quienes nos dedicamos al apoyo de mujeres en situaciones de vulnerabilidad y abuso, ya sea como trabajadoras sociales, facilitadoras, asesoras de recursos, terapeutas o consejeras tenemos la responsabilidad y el deber de estudiar, de tener la preparación académica y emocional debida para realizar eficazmente nuestra labor, en colaboración siempre con las demás profesionales que su caso requiera.

Es este conocimiento el que también nos permite tomar la distancia emocional y mental que necesitamos para no crear vínculos de apego y de dependencia, para saber cómo proceder o no proceder en cada situación. Capacitarnos y actualizarnos en el área transicional que desempeñamos en el proceso de apoyo, nos da el bagaje para proporcionar oportuna y acertadamente a nuestras mujeres las herramientas que realmente necesitan.

Así que si somos mujeres ayudando a mujeres ya sea como familia, amigas, activistas sociales, feministas y/o profesionales especializadas en determinadas áreas, etc., despojémonos de la errónea idea de no ser de suficiente ayuda y la culpa que a esto le sigue.

Recordemos que acompañar no es solucionar el problema en individual, es una labor colectiva en la que algunas aportamos de una forma y otras de otra manera, pero ninguna contribución es poca incluso un abrazo en silencio y un hombro en el que llorar, puede hacer la diferencia. ¡No minimicemos nuestro apoyo ni el de las demás, en el proceso de ayuda todas somos importantes!

Galilea Libertad Fausto.

Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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sábado, 15 de junio de 2024

El sí…pero no! al “llegamos todas” de Claudia Sheinbaum

 


Con la llegada de una mujer por primera vez a la presidencia de México se marca un antes y un después en la historia política mexicana, sin embargo, existen ciertas situaciones que no se pueden ver sentir y analizar desde un sólo ángulo, acontecimientos importantes que requieren de toda nuestra capacidad objetiva para poder separar una cosa de la otra. Y definitivamente el triunfo de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales del pasado 2 de junio en México y su frase “no llego sola, llegamos todas”, es para muchas uno de esos sucesos que suelen ponernos entre la espada y la pared, haciéndonos decir un si, ¡pero…no!

Por un lado está el hecho de que ganó un partido dirigido y controlado por un líder en el que ya no creemos aunque sea de izquierda, y por el otro lado está el que es una mujer la que ha sido electa, es un seentipensar agridulce que compartimos muchas mexicanas feministas partidarias de Xóchitl Gálvez como candidata independiente que fue, pero aún así no podemos no celebrar que tras doscientos años de “democracia” y décadas de lucha feminista por los derechos políticos de las mujeres, finalmente tendremos una presidenta, y festejamos que se haya cumplido la agenda feminista de 1916 como bien expresó nuestra gran maestra Marcela Lagarde. Y es maravilloso que a partir de ahora las niñas mexicanas podrán ver con otros ojos sus posibilidades futuras.

Definitivamente esto es algo trascendental e histórico para el género femenino y para el feminismo en México, sin embargo, no podemos enceguecernos en una celebración feminista irracional pensando que con una mujer al frente del poder ya el  bienestar, seguridad y desarrollo integral de las mujeres mexicanas está asegurado , porque como ya lo he dicho antes: una cosa es ser una mujer dedicada a la política, y otra cosa muy diferente es ser una mujer haciendo política anti patriarcal y por ende en pro de las mujeres y niñas/os. Creer que la presidenta electa por ser mujer será la hada madrina de todas las mexicanas, sería una total falta de madurez feminista.

Pero regresando al “No llego sola, llegamos todas” empiezo diciendo que inevitablemente me recordó al “Todos somos México” dicho por el nefasto ex presidente mexicano Enrique Peña Nieto, y a los “por el bien de todos… los pobres son primero”, “amor con amor se paga” y “yo soy el pueblo, yo soy la democracia!” frases tantas veces pronunciadas por el no menos nefasto actual presidente mexicano.

(No es de sorprender, en México cada partido político, cada candidatura y cada primer mandatario en cada sexenio (de derecha y de izquierda) tiene su lista de frases llegadoras para seducir las emociones del pueblo sensible y crédulo, que ignorante de la manipulación premeditada que hay detrás, y por el hambre de cambio que tiene sucumbe al esperanzador encanto de esas palabras).

En cuanto a la frase de Claudia Sheinbaum reconozco que para las mujeres puede sonar impactante, pero más allá de lo emotivo romántico femenino y hasta feminista que suenan estas cinco palabras, ¿¿es verdad que con ella llegamos todas??, mi respuesta es un absoluto no que va unido al no de incontables mexicanas feministas y no feministas.

Quienes me conocen y quienes me leen saben que no soy de la opinión de generalizar, y menos en el sentipensar político y electoral de un país como México que cuenta con cerca de 130 millones de habitantes, de los cuales el 52% son mujeres, más las mexicanas que radicamos en el extranjero y que también somos parte de la ciudadanía mexicana femenina.

En el triunfo electoral que Claudia obtuvo en las urnas no estamos el total de las mexicanas votantes, como tampoco están todas las mujeres de nuestro país, somos un incontable número que no le otorgamos nuestro voto (y no por dudar de la capacidad conocimiento y experiencia política que ella tiene, sino por no creer en el proyecto del partido al que representa, indeleblemente marcado con la firma de su fraudulento maestro), a nosotras se suman las abstencionistas y por supuesto las miles de mujeres indígenas zapatistas y de otros grupos que también son anti partidistas, todas las cuales pese a pertenecer al mismo sexo no nos sentimos representadas  políticamente por Claudia Sheinbaum, no por ahora, pero habrá que ver.

Sobre esta narrativa claudiana me parece muy interesante y acertada la opinión de la investigadora, doctora, periodista especializada en feminismo y ensayista italiana Emanuela Borzacchiello:

“No llegamos todas, tenemos la posibilidad de llegar todas, pero…creo que tenemos que preguntar a las que perdieron a sus hijas si llegaron, a las madres de Ayotzinapa que si sienten que llegaron también ellas…creo que tienen una respuesta diferente.  Tenemos que preguntar antes de crear una homologación que sigue no representándonos [a todas]. No podemos ser ingenuas y decir que somos todas en un mismo proyecto político, pero sí que estamos todas juntas en contra de un escenario que tiene que preocuparnos”.

Hay feministas con diferentes preferencias partidistas y otras a favor del anti partidismo, pero en pos de un mismo objetivo que es el bienestar integral y seguridad de las mujeres y las niñas, a todas nos haría bien escuchar a la antropóloga, académica, feminista y querida maestra Marcela Lagarde, que desde su abierto apoyo a Claudia Sheinbaum nos dijo el pasado marzo:

"Yo quisiera que las feministas nos propusiéramos ser territorios neutros para poder analizar, para poder confrontar, en confianza, de una manera dialógica, y poder cargarnos las pilas, que no las dejemos solas”… “Asumamos que viene un tiempo de mucho trabajo para nosotras, tenemos que ser bondadosas para hacer política democrática y no dejar pasar la ocasión, diría Sor Juana, de analizar en la práctica si hay una especificidad que haga la diferencia entre lo democrático feminista y lo que no lo es”.

Por mi parte, como mujer como feminista y por la eliminación de toda forma de violencia en contra de las mujeres y las niñas en México, realmente deseo que el suyo sea un gobierno con perspectiva de género y por consiguiente anti patriarcal, que ninguna mexicana tenga que barrer, agacharse y andar de rodillas recogiendo los pedazos del techo de cristal qué están rompiendo Claudia Sheinbaum y las otras mujeres de su partido con su llegada al poder.

 Es muy pronto para saber si la decisión de los 35 millones que votaron por ella fue acertada o no, tuvieron la oportunidad de apostar por algo diferente y se decantaron por lo mismo, no obstante, esta historia apenas está por comenzar, y habrá que darle el beneficio de la duda aunque para eso muchos y muchas tengan que echar mano de toda la fe partidista e institucional tan escasa (nula en mi caso) en estos días.

Reitero que no pongo en tela de juicio el conocimiento académico, experiencia política  y capacidad para gobernar de Claudia, pero si (como lo he dicho antes) soy muy escéptica en cuanto a la veracidad de su compromiso con el movimiento feminista en México, y desconfío totalmente de la autonomía y poder de decisión que ella tendrá en su gobierno, habrá que ver si quiere, si puede o si la dejan, cortar el cordón umbilical que hasta ahora la mantiene atada a la voluntad  falsamente democrática del Presidente López Obrador,  quien al igual que sus antecesores tanto ha desangrado  a nuestro país aunque él, suministrándole inteligentemente cuidados paliativos en forma de míseras ayudas sociales.

En este sexenio que está a punto de comenzar, veremos si es verdadero o falso aquello de que el postular en su partido a una mujer para competir por la presidencia de México, fue otra de las jugadas maestras del actual presidente, a razón de que la oposición más fuerte de su gobierno no ha sido la derecha, sino el movimiento feminista en nuestro país, y que estratégicamente optó por hacer caso al dicho que dice: ¡si no puedes con tu enemigo…únete a él!

 

Galilea Libertad Fausto.

 

Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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