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jueves, 18 de enero de 2018

¿El miedo cambia de bando?


Despedíamos el año con la triste noticia de la aparición del cuerpo de Diana Quer. No tengo la menor duda de que la joven fue asesinada - y  las pruebas realizadas a sus restos me dan la razón - por mucho que se empeñe su presunto asesino en negarlo. Diana es una de las víctimas de este machismo que nos invade, que nos aterroriza y nos hace prisioneras en una jaula cuyos barrotes nos impiden escapar
Ha sido un año duro, muy duro. El patriarcado y sus secuaces  están cada día más envalentonados. Violencia, acoso, abuso, violaciones, asesinatos…forman parte del  entramado criminal en el que estos individuos se desenvuelven. Si hace un tiempo podían sentirse avergonzados de sus actos, ahora se presentan como las víctimas de un feminismo que, no dudan en afirmar, les arrebata todos aquellos “derechos” (véase la ironía) de los que antes disfrutaban. Y claro, hasta ahí podíamos llegar. Ellas, que se han puesto la armadura para aguantar los golpes, no dejan de ser unas pobres mujeres e ilusas mujeres –pobres porque no saben a lo que se enfrentan e ilusas porque creen que pueden ganar-  que se han atrevido a cuestionar un orden y unas normas establecidas que pretenden derribar, aunque les vaya la vida en ello
Y eso, el patriarcado no lo entiende. En un principio estaba asustado, el movimiento feminista   conquistaba espacios que antes eran de su propiedad, pero ahora es el miedo el que les domina: miedo a perder sus privilegios, a perder protagonismo y convertirse en espectadores mudos ante una nueva realidad, a perder el poder y la palabra, a compartir ….Y es ese miedo, el que les convierte en delincuentes dispuestos a proteger su zona de confort  aunque para ello tengan que llevarse por delante las vidas de ellas e incluso, de sus criaturas
Toda acción conlleva una reacción. Nuestras acciones, las que día a día realizamos las mujeres, están sujetas a la reacción del patriarcado. “No sin respuesta”, podría ser su lema, una respuesta que debería sonrojar a quienes les protegen y les defienden, a quienes utilizan  su misma artillería  para difundir mentiras e intentar cubrir de fango a las víctimas y  a quienes con su silencio se convierten en cómplices necesarios del terror y la crueldad.
Sus reacciones, ante nuestros avances, son cada vez más terribles. Su nivel de respuesta supone un peligro real para nosotras; pero, aun así, no vamos a parar.  2017 ha sido el año del despertar, porque por primera vez en muchos años, hemos visto como se unían a nuestra lucha algunos medios de comunicación y periodistas que, por primera vez, ponen el foco sobre el agresor, y personas destacadas del ámbito cultural y artístico de este país.  Que la violencia machista abra los informativos de las tv o que ocupe las primeras páginas de los diarios, que en las tertulias y debates se comience a alzar la voz contra quienes tienen la obligación de proteger a las víctimas y que haya nacido una corriente crítica que anima a las mujeres a derribar la barrera que les impide señalar a sus agresores, significa que algo está cambiando

Es necesario que todos y todas nos sumemos  a esta corriente,  por eso os animo a  formar parte activa en esta lucha que pretende convertirse en una gran ola que arrastre, hasta lo más hondo, la violencia que sufrimos las mujeres.

Aurora Valdés Suárez

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