Las desventajas que enfrentan mujeres y niñas son una gran fuente de desigualdad. Con frecuencia, son discriminadas en salud, educación y en el mercado laboral, con las consiguientes repercusiones negativas en el ejercicio de sus libertades.
La desigualdad de género varía ampliamente: la pérdida de logros que causa fluctúa entre 17% y 85%. Este indicador no es comparable directamente con la pérdida total debido a la desigualdad ya que se utilizan variables distintas.
Los países cuya distribución del desarrollo humano es desigual también muestran una alta desigualdad entre hombres y mujeres y viceversa.
El Índice de Desigualdad de Género (IDG) refleja la desventaja de las mujeres en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral, para tantos países como datos de calidad razonable se dispongan. El índice muestra la pérdida de desarrollo humano causada por la desigual existente entre los logros de mujeres y varones en estas dimensiones. Varía entre el 0, que indica que mujeres y varones presentan un desarrollo igual, y el 1, que supone que las mujeres registran el peor desarrollo posible en todas las dimensiones medidas.
No existe ningún país con una igualdad de género perfecta, dicho de otra manera, todos los países sufren de cierta pérdida en los resultados obtenidos en el IDH desde el momento en el que se tiene en cuenta la desigualdad de género, a través del uso del método del IDG. El Índice de Desigualdad de Género es similar en cuanto a método al Índice de Desarrollo Humano ajustado por la Desigualdad (IDH-D), consúltese la Nota Técnica 3 para obtener más información. Puede ser interpretada como una pérdida porcentual del potencial de desarrollo humano debido a las carencias en las dimensiones incluidas. Dado que el Índice de Desigualdad de Género engloba diferentes dimensiones a las recogidas en el IDH, no se puede interpretar como una pérdida en el IDH en sí. Al contrario que el IDH, una valor mayor en el IDG indica una peor actuación.
La puntuación media global en el GII es 0,492, lo que refleja una pérdida porcentual en los avances obtenidos en las tres dimensiones a causa de la desigualdad de género, que es del 49,2%. Las medias regionales van desde el 31% de Europa y Asia Central, hasta el 61% del África subsahariana. A nivel de país, las pérdidas atribuibles a la desigualdad de género oscilan entre el 4,9% de Suecia y el 76,9% de Yemen. El África subsahariana, el Sur de Asia y los Estados Árabes sufren las mayores pérdidas por cuestiones de desigualdad de género (61%, 60,1% y 56,3%, respectivamente) . Los patrones regionales muestran que la salud reproductiva es la principal causante de la desigualdad de género en todo el mundo. Las mujeres que viven en el África subsahariana, con una brutal pérdida del 73%, se ven afectadas principalmente en esta dimensión, seguido por las habitantes del Sur de Asia (65,9%), y los Estados Árabes y América Latina y el Caribe (ambas con una pérdida del 62,5%). Los Estados Árabes y el Sur de Asia están también caracterizados por un relativamente débil empoderamiento femenino.
El Índice de Desigualdad de Género padece de importantes limitaciones de datos, lo que limita la elección de indicadores. Por ejemplo, utilizamos la representación parlamentaria nacional, que excluye la participación a nivel de gobiernos locales y en otros ámbitos de la vida comunitaria y pública. La dimensión del mercado laboral no cuenta con suficiente información sobre ingresos, empleo y trabajo no remunerado realizado por mujeres. El Índice no incluye otras dimensiones importantes, como el uso del tiempo: el hecho de que muchas mujeres tienen la carga adicional de los cuidados y las tareas domésticas, que se descuentan del tiempo de ocio, y aumentan el estrés y el cansancio físico. La propiedad de bienes, la violencia de género y la participación en la toma de decisiones comunitarias tampoco se reflejan en el Índice, principalmente debido a la disponibilidad limitada de datos.
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