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viernes, 18 de julio de 2014

La menopausia construcción cultural limitante para las mujeres


Si bien la menopausia es un evento biológico, el significado atribuido a ésta es cultural. Nuestras percepciones de la menopausia están ligadas a asunciones culturales más amplias sobre la feminidad, envejecimiento, y concepciones médicas en general. En este sentido, tanto la menopausia, como el género, pueden ser entendidos como construcciones culturales que reflejan y refuerzan valores y asunciones culturales más amplios (Webster, 1993, 243).

En torno a los 45 años comencé con las irregularidades finales en la menstruación, que en mi caso siempre fue irregular. Lejos de sentirme feliz por comenzar una etapa en la que no tener que estar usando métodos anticonceptivos, parecía que llegaba una fase tenebrosa en la que quedaban palpables todas las carencias.

Justamente ese año murió mi amiga y cuñada de un cáncer de mama.  Frente a esta situación aún no alcancé a pensar que el modelo medico hegemónico[1]   que impone el patriarcado no ofrece la adecuada respuesta a los procesos de degeneración humana y por otra parte en muchas ocasiones a las mujeres no nos permite ser conscientes de cómo está afectada la relación salud / enfermedad/ atención por el género enfrentado la enfermedad sin cuestionarnos ni sus orígenes, ni su tratamiento ni como plantarle cara.
 Por ejemplo: Supe con posteridad que para la detección del cáncer de próstata en los hombres, las investigaciones al respecto han hecho que se conozcan unos marcadores tumorales que se pueden ver en un simple análisis de sangre. La falta de estudios sobre los cánceres de mama no ha permitido obtener marcadores análogos y hace que las mujeres sigamos padeciendo los terribles efectos de todo el mundo
 Es claro como el cuerpo de la mujer ha sido planteado como el otro, el raro, el débil, el enfermizo, el necesitado de medicamentos, pero sobre el que no se ha estudiado ni investigado a fondo por comodidad para las farmacéuticas y por entender que lo que valía para el hombre habría de valer para la mujer.
El Patriarcado que ha identifica como órgano exclusivo de mujer el útero (ὑστέρα en griego),   ha identificado a este con la histeria. [2]  Y hoy día se denomina histerectomía [3] a la extirpación de todo el útero o parte de él
En la época de Hipócrates, se creía que el útero era un órgano móvil, que deambula por el cuerpo de la mujer, causando enfermedades a la víctima cuando llega al pecho. A este desplazamiento se le atribuían los trastornos sintomáticos, esto es, la sofocación o las convulsiones.
La etimología de la palabra recoge, por tanto, esa idea: la histeria como una enfermedad del útero y, por lo tanto, propia de la mujer, que causa trastorno en el comportamiento psicológico.
Desde antiguo se conocía el mal suponiendo que todo partía de lo que los griegos llamaron útero ardiente debido a la ansiedad de las mujeres, su estado de irritabilidad, las fantasías sexuales y, sobre todo, una excesiva lubricación vaginal. Lo achacaban al estado de frustración en que se encontraban.
La biomedicina en su construcción castradora iba identificando la histeria como el resultado de un estado de frustración pero no iba a la raíz de la causa del problema. Las vidas de las mujeres a las que se negaba el acceso a la cultura, se colocaba permanentemente en situación subalterna, no se la permitía salir de un círculo de obligaciones en el que no se realizaban ni desarrollaban ni las hacían estar satisfecha negándole el control sobres sus vidas debían ser felices y si no lo eran estaban enfermas.
En lugar de ser visto como cuna de la vida, el útero se identificaba como un órgano generador de enfermedad. Que decir de la consideración de las distintas aportaciones de la mujer y el hombre al desarrollo de la vida. El papel de la mujer en la procreación era estimado como pasivo y secundario, pues sólo el semen del hombre contenía el principio vital de ahí su nombre, que significa “semilla”. El hombre aportaba la forma, el alma y la mujer, la materia, considerada inferior.
La construcción del cuerpo desde la biomedicina en tanto modelo explicativo y constructor de realidad, se caracteriza por partir del cuerpo masculino como modelo de cuerpo humano. Esta idea se ha logrado a partir de construir primero un cuerpo isomorfo, es decir, un cuerpo único, mientras que se mantenía la idea de la inferioridad del cuerpo de la mujer. El siglo XVII trajo consigo el inicio del largo y lento proceso de sexualización del cuerpo y el establecimiento de un dimorfismo sexual que tuvo como uno de sus primeros rasgos distintivos resaltar la perfección del cuerpo de la mujer dentro de la idea de la diferencia entre los sexos (Ortiz: 2002:35).
Este proceso comenzó por considerar el útero como el órgano a partir del cual construirla diferencia entre los cuerpos. Este órgano sirvió para ensalzar las diferencias yconstruir una idea positiva de la maternidad, apoyando las políticas demográficas del momento que buscaban altas tasas de natalidad. Posteriormente, la sexualización de los cuerpos, es decir, la construcción de los mismos como diferentes a partir de las ‘marcas sexuales de sexo’, fue más allá del útero y, alcanzó al cuerpo en todas sus partes, anatómicas primero, funcional y mental después. La construcción de la imagen de inferioridad física y social de las mujeres fue apareciendo como parte de este proceso.
La ciencia para Teresa Ortiz llegó a:
(…) oponer inteligencia y feminidad y establecía una ecuación según la cual, aun admitiendo los beneficios de la educación para el desarrollo intelectual, detectaba una incompatibilidad entre la instrucción y la capacidad de procrear (Ortiz, 2002:36)
Tras enfrentar esta realidad no nos queda otra que cuestionarnos con Foucault cuales han sido los productores ‘de verdad’ en nuestra sociedad, es decir, los constructores de esta manera específica de ver la realidad, que ha sido creada por un colectivo e impuesta al resto de la sociedad. Y lo primero a lo que nos induce es a preguntarnos:
¿Cuál es el estatuto de los individuos que tienen – y sólo ellos – el derecho reglamentario o tradicional, jurídicamente definido o espontáneamente aceptado, de pronunciar semejante discurso? (Michel Foucault, 2002: 82)
Este autor destaca en los últimos siglos el papel de la biomedicina como creadora de conceptos y realidades en nuestra sociedad. Este modelo explicativo de la realidad se basa y esta interrelacionado con el modelo religioso y el jurídico, los cuales impusieron su manera de explicar y afrontar el mundo.
Del modelo religioso y su visión sobre la mujer es interesante destacar el hecho de que la religión católica anteponga la virginidad de la madre de Dios a su propia maternidad y así esta es llamada Virgen María. La perversión sexual de los padres de la iglesia se ha aposentado en el Patriarcado ayudando a construir un modelo medico hegemónico lleno de prejuicios.
Se requiere un proceso de toma de conciencia y empoderamiento para enfrentar el modelo explicativo y constructor de la realidad que impone la Biomedicina, En mi caso este cuestionamiento surgió porque me sentí estafada por la clase médica pues tanto mi amiga como yo seguíamos regularmente las pautas marcadas para la detección de tumores por lo que no se entendía que no se lo hubieran detectado a tiempo y actuado salvando su vida.
Este proceso me ayudo a reflexionar sobre la necesidad de ser feliz para querer vivir más, sobre la relación cuerpo mente y me plantee analizar las aportaciones que desde otras culturas se habían hecho para enfrentar diversos tipos de dolencias, introduciendo la acupuntura, la quiropráctica e incluso la ingesta de determinadas raíces conforme a la medicina China.
  En los pocos contactos que tenía con el modelo medico hegemónico (MMH) más me lo cuestionaba por los procesos de medicalización que promovía, la falta de prevención, la falta de relación entre la vida diaria, las relaciones sociales, alimentación, situación emocional y sus prescripciones
 En uno de los casos que me acerque al MMH frente a los desarreglos en la menstruación, tome estrógenos. Debía hacerlo en las noches y notaba una gran sensación de vértigo al moverme. Un día olvide tomar la pastilla y la tome en el día, estuve mal y decidí dejarla. En ningún caso me pregunte si ese medicamento estaba sufrientemente testado y cuáles serían los efectos secundarios. Asumía las reglas de la Biomedicina sin cuestionarla, dejaba su poder actuar sobre mí sin reflexionar.
En torno a los 50 años  la Comunidad de Madrid nos invitó a una conferencia sobre la menopausia, la cuestión no podía ser más deprimente, entrabamos en una fase que quedaba fuera de nuestro control, nada podíamos hacer más que aceptar el deterioro físico o tomar productos  farmacéuticos con  estrógenos . Sin duda el doctor que nos dio la conferencia era de una empresa farmacéutica e insistía en patologizar un proceso natural de la vida para beneficio de su empresa.
Y es que la menopausia si observamos la definición[4] de la Real Academia de la Lengua, como no podía ser de otra forma reforzando al Patriarcado  nos remite finalmente a la desaparición de la función genital. Parece contarnos el diccionario que la función de los genitales es exclusivamente la reproducción, lo cual demostradamente no es verdad. Los seres humanos tenemos relaciones en las que usamos los genitales en las que la procreación representa un mínimo porcentaje. El afecto, la ternura, la pasión pasan por vías genitales sin pedir un retoño como respuesta y sin tener límite de edad tanto en hombres como en mujeres.
Pero para la RAE nuestros genitales dejan según su definición de funcionar en el momento en que no somos fértiles. Este es el mensaje. Somos seres incompletos negados a una vida plena.
Las mujeres que solo éramos validas en esta sociedad patriarcal por ser madres, con la menopausia dejamos de tener ese potencial, perdiendo lo que nos hacía valiosas.
Es complicado para muchas personas entender que esto es una mentira que forma parte del biopoder que nos quiere controlar, dirigir y limitar.  Todas sabemos que de los óvulos que la función genital nos proveyó, en mi caso solo use hasta último término dos.  Es absurdo cuantificar el funcionamiento de los genitales solo por el número de hijas o hijos tenidos. Es preciso entender a la persona humana de forma más holística como nos enseñan visones de otras culturas y entender la vida como formada por distintas etapas en las que el cuerpo modifica la intensidad de comportamiento de sus órganos
Poco a poco entendí que debía utilizar mis conocimientos y no dejarme guiar como una persona ciega por unas prescripciones médicas a las que mi cuerpo no respondía como se esperaba, sino que más bien rechazaba. Traté de escucharme a mí misma y ver el efecto que sobre mi hacían distintos cambios vitales. Intenté buscar sustitutos a la carencia de mis propios estrógenos con  estrógenos de origen  vegetal, busqué alimentos que de forma natural incluidos en mi dieta aumentaran mi capacidad autoinmune como  determinadas setas que comencé a introducir en la dieta, aparte de controlar la alimentación entendiendo que no daba igual comer cualquier cosa, pues las consecuencias las estaba viendo en una incipiente artrosis en los dedos de las manos a las que el modelo medico hegemónico solo daba medicamentos eternos como respuesta.   Reduje  el azúcar y la leche a límites mínimos cambiando por un  aporte de calcio vía frutos secos. Fui a acupuntura y comencé a hacer ejercicio de forma regular y a caminar sustituyendo lo que podía el metro y el autobús. A estos cambios mi cuerpo respondió muy positivamente reduciéndose mi artrosis y mejorando mi calidad de vida.
En cuanto al deterioro fisiológico de la vida es común en hombres y mujeres pero apenas se habla de la andropausia, aunque sí y mucho de Viagra. Los problemas de envejecimiento de los hombres se tapan inmediatamente con esa pastilla, pareciera que sus tejidos no se ven afectados por los cambios hormonales y que sus trastornos se limitan a los de la erección. El biopoder actúa en la dirección que encuentra necesaria e, inserto desde el patriarcado, sigue exigiendo a los hombres conforme a los estereotipos de género, una potencia permanente que a veces los mata.
En el caso de las mujeres, tras el éxito económico de Viagra han intentado las industrias farmacéuticas resolvernos un problema que no teníamos y están trabajando por conseguir una píldora similar así como ha estado a pesar de nuestra salud proponiéndonos los Tratamientos hormonales sustitutorios que han matado a más mujeres de las que han mejorado su vida.
 Frente a este poder dirigido por las farmacéuticas el libro LOS CRÍMENES DE LAS GRANDES COMPAÑÍAS FARMACÉUTICAS de Teresa Forcades i Vila, nos pone de relieve la necesidad de ser cuidaos@s con nuestras vidas en relación a ellas. Sus deseos de beneficios pueden claramente atentar contra nuestra salud.
Traemos el desarrollo de la gestación de un proyecto que podría ser muy lucrativo para ellas a espaldas a los intereses reales de las mujeres:
En el año 1997 –pocos meses antes de que Viagra apareciera en el mercado– ya había tenido lugar en Cape Cod (Nueva York) el primer encuentro de especialistas médicos para determinar el perfil clínico de la “disfunción sexual femenina”. La iniciativa, organización y financiación del encuentro corrieron a cargo de 9 compañías farmacéuticas muy preocupadas por el hecho de que no existiera una definición de este trastorno compatible con un potencial tratamiento farmacológico.
Los promotores de tal encuentro eligieron entre sus colaboradores directos las personas que debían asistir al mismo. El objetivo de la reunión era diseñar la estrategia adecuada para crear una nueva patología en función de los intereses económicos de la industria farmacéutica. Un año y medio más tarde, en octubre de 1998, se celebró en Boston la primera conferencia internacional para la elaboración de un consenso clínico sobre la disfunción sexual femenina  8 compañías farmacéuticas financiaron esta conferencia y 18 de los 19 autores de la nueva definición “consensuada internacionalmente” admitieron tener intereses económicos directos con estas u otras compañías.
Un año más tarde, en 1999, apareció un artículo en la revista JAMA titulado “Disfunción sexual en EEUU: prevalencia y variables predictivas”, en el que se afirmaba, supuestamente con objetividad científica, que un 43% de la población femenina de EEUU sufría la “nueva enfermedad” definida según los intereses de la industria farmacéutica.
Los pasos seguidos para identificar a la “población enferma” fueron los siguientes:
1) se elaboró una lista de “problemas” considerados cada uno de ellos de suficiente peso como para justificar el diagnóstico de la nueva enfermedad si una mujer los había presentado durante dos meses o más en el último año;
2) se pasó el cuestionario a una muestra de 1.500 mujeres;
3) se evaluaron los resultados de forma que responder “Sí” a uno solo de los ítems se consideró criterio suficiente para identificarla enfermedad.
Uno de los 7 ítems era la ausencia de deseo sexual. Es decir, que las mujeres que respondieron que no habían tenido deseo sexual durante dos meses o más en el último año, automáticamente –independientemente de si estaban de luto por la muerte de un ser querido, preocupadas por falta o por exceso de trabajo, atrapadas en una relación insatisfactoria o gozando de una etapa de plenitud interior–, quedaron etiquetadas de “disfuncionales” y pasaron a engrosar el porcentaje de candidatas potenciales para el tratamiento que la industria farmacéutica confiaba poder desarrollar en breve. Dos de los tres autores del citado artículo tenían vínculos económicos con laboratorios farmacéuticos.
El mismo año, en octubre de 1999, tuvo lugar un tercer encuentro sobre el tema, organizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, pero promovido y financiado por 16 compañías farmacéuticas. El 50% de los asistentes admitieron tener intereses en la industria farmacéutica. Del encuentro surgió el Fórum para la Función Sexual Femenina, que celebró dos conferencias más en los años 2000 y 2001 en Boston gracias a la financiación de 20 compañías farmacéuticas, lideradas por Pfizer.
En el año 2003, esta manipulación de los criterios médicos en función de los intereses comerciales fue denunciada por Ray Moynihan en una de las revistas médicas de mayor prestigio, el British Medical Journal. Los editores de la revista recibieron en 6 semanas un total de 70 respuestas y comentarios con relación al artículo de Moynihan. 2/3 de las respuestas fueron de apoyo y confirmaron la indignación de los profesionales de la medicina ante dicha manipulación aunque, como deja bien claro una de las respuestas, sin ellos no podríaproducirse. Si los médicos no colaborásemos con los abusos de las compañías farmacéuticas, esos abusos no acontecerían.
En diciembre de 2004, la agencia reguladora de los medicamentos en EEUU impidió que se comercializara el primer medicamento destinado a sanar la “disfunción sexual femenina” (el parche de testosterona de los laboratorios Proctor y Gamble). Los responsables de los estudios clínicos –todos financiados y supervisados por Proctor y Gamble– habían presentado sus resultados de forma sesgada, de modo que lo que eran unos beneficios dudosos y unos más que probables efectos secundarios peligrosos (cáncer de pecho y enfermedad cardiaca) se anunciaban como beneficios claros y riesgos negligibles. De momento aún no ha sido desarrollado ningún otro medicamento para la disfunción sexual femenina, entre otras cosas debido a una creciente conciencia por parte de todos los agentes implicados de los efectos nocivos del exceso de influencia de las compañías farmacéuticas en el ejercicio de la medicina.
La disfunción sexual femenina (como cualquier otra enfermedad) tendría que ser estudiada en función de los intereses médicos de las mujeres afectadas y no en función de los intereses económicos de algunas de las empresas más ricas del planeta.
Otro campo trabajado por las Farmacéuticas ha sido la Terapia Hormonal Sustitutiva (THS) para paliar los problemas ocasionados por la menopausia.
Los intereses económicos junto con el patriarcado son las únicas razones que nos pueden ayudar a entender que se aplique el THS que aunque pueda disminuir el riesgo de fracturas, aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular, eventos tromboembólicos, enfermedad de la vesícula biliar e incontinencia urinaria además de otros efectos adversos, y que sigamos encontrando información que se empeña en entender que es necesaria para el 80 % de las mujeres:
La Terapia Hormonal Sustitutiva (THS) es muy efectiva en el tratamiento de los síntomas menopáusicos. Un gran número de estudios ha demostrado una mejoría de los sofocos, de las alteraciones psicológicas y otros síntomas generales.
Hay evidencias de que el tratamiento hormonal sustitutivo es también más eficaz que el placebo en la atrofia vaginal y en las alteraciones urinarias dificultades del vaciamiento, de la frecuencia y de la urgencia urinaria.
Numerosos estudios sugieren que la THS disminuye los factores de riesgo cardiovascular y el reinfarto de miocardio, mejora la densidad mineral ósea y la atrofia urogenital, y, posiblemente, disminuye el riesgo de ictus. Además, y debido a recientes investigaciones, la enfermedad de Alzheimer es menos frecuente en mujeres que usan THS, hecho que sugiere que el tratamiento hormonal disminuye el riesgo de padecer esta enfermedad.
 Queda según lo expuesto claras las palabras de Lahitte y Fitte : “la mujer se representa a partir de lo que el conocimiento médico predica sobre ella. Es decir, se representa la sumatoria de síntomas que dan cuenta de la menopausia como proceso patológico. La construcción biomédica de la menopausia se contrapone a otras concepciones de este proceso surgidas por un lado en diferentes investigaciones antropológicas y, por otro, desde las críticas del movimiento feminista. Desde estas perspectivas se propone que la experiencia de la menopausia es un proceso construido culturalmente, dependiente del contexto socio-histórico en que se desarrolla y que el carácter patológico que se le asigna en las sociedades occidentales es también una construcción socio-cultural”.
Seguimos constatando la indefensión de la que nos habla Carme Valls en su libro Mujeres invisibles y la necesidad de enfrentarnos al biopoder patriarcal.



Bibliografia :
Barber Webster, Joy. 1998    Meno-Boomers and Moral Guardians. An: Exploration of the Cultural Construction of Menopause. En: The Politics of Women’s Bodies Sexuality, Appearance and Behavior. Rose Wietz, ed. Oxford University Press. 1998.
Blass Lahitte Héctor, Fitte Ana Leticia 2007 . Antropología y construcciones de género: publicidades gráficas y menopausia
Butler, Judith  1990    El género en disputa. México: Paidós.
Forcades i Vila Teresa, LOS CRÍMENES DE LAS GRANDES COMPAÑÍAS FARMACÉUTICAS de http://www.alames.org/documentos/crimenesfarma.pdf
Foucault, Michel, Microfísica del Poder. Madrid: La Piqueta, 1992, pp. 191-193(2002): La arqueología del saber, Siglo XIX Editores, Argentina(2003) Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión; Siglo XXI Edit, Buenos Aires.
Ortiz Gómez, Teresa, “El papel del género en la construcción histórica del conocimiento científico sobre la mujer”, en La salud de las mujeres: hacia la igualdad de género en salud, Elvira Ramos (ed.) Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales-Instituto de la Mujer, 2002, pp. 29-42 http://www.ugr.es/~tortiz/Genero%20y%20androcentrismo.PDF.

Palacios Gil-Antuñano Santiago, Terapia Hormonal Sustitutiva (THS)  http://www.seme.org/area_pro/textos_articulo.php?id=13
Valls Carme 2006, Mujeres Invisibles  http://heroinas.blogspot.com.es/2011/06/carme-valls-llobet.html ((última visita, 8 de abril de 2014)
“Aspectos biológicos y clínicos de las diferencias”; en http://quark.prbb.org/27/027041.htm (última visita, 8 de abril de 2014)




[1]              Denominamos al modelo médico hegemónico o biomedicina, a lo que en Occidente denominamos
Medicina. La ciencia de la salud/enfermedad que se creó y desarrolló en Occidente a partir de la ciencia
griega y que se estudia en las facultades en la actualidad.

[2]              http://es.wikipedia.org/wiki/Histeria
[3]       http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/002915.htm
[4] menopausia.
(Del gr. μήν, μηνός, mes, y παῦσις, cesación).
1. f. Climaterio femenino.
2. f. Época de la vida de la mujer en que experimenta el climaterio.
3. f. Biol. Cesación natural de la menstruación.

climaterio.
(Del gr. κλιμακτήρ, escalón).
m. Biol. Período de la vida que precede y sigue a la extinción de la función genital.

genital.
(Del lat. genitālis).
1. adj. Que sirve para la generación.
2. m. pl. Órganos sexuales externos.

Función.
(Del lat. functĭo, -ōnis).
1. f. Capacidad de actuar propia de los seres vivos y de sus órganos, y de las máquinas o instrumentos.
2. f. Tarea que corresponde realizar a una institución o entidad, o a sus órganos o personas.
3. f. Acto solemne, especialmente el religioso.
4. f. Representación de una obra teatral, o proyección de una película.
5. f. Obra teatral representada o filme proyectado.
6. f. Representación o realización de un espectáculo.
7. f. Fiesta mayor de un pueblo o festejo particular de ella.
8. f. Convite obligado de los mozos.
9. f. Escándalo o alboroto que se produce en una reunión.
10. f. Ling. Papel relacional que, en la estructura gramatical de la oración, desempeña un elemento fónico, morfológico, léxico o sintagmático.
11. f. Ling. Relación que los elementos de una estructura gramatical mantienen entre sí.
12. f. Ling. Cada uno de los usos del lenguaje para representar la realidad, expresar los sentimientos del hablante, incitar la actuación del oyente o referirse metalingüísticamente a sí mismo.
13. f. Mat. Relación entre dos conjuntos que asigna a cada elemento del primero un elemento del segundo o ninguno.
14. f. Mil. Acción de guerra

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