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domingo, 17 de junio de 2012

Representaciones de la belleza



En su libro "La mujer invisible"(i) los autores Correa, Guzmán y Aguaded tratan de explicar cómo, detrás de la enorme iconografía publicitaria femenina, la mujer auténtica -la verdadera- permanece escondida, invisible en su dimensión personal y humana.     
La  idea  de  "lo bello" se ha ido modificando según las épocas y las culturas. Es una categoría construida. Un buen ejemplo de esta aseveración lo constituye una serie de anuncios en donde pinturas famosas como "Las tres gracias"de Rubens, o los desnudos de Courbet, son comparadas con una estilizada silueta actual donde la superficie corporal es absolutamente impecable: ni un rollito, ni un solo pozo, nada de "piel de naranja", nada de carnes flojas. Por si el mensaje icónico no fuera suficientemente elocuente, el texto no nos deja dudar: "Los tiempos cambian, y los gustos también". El mismo tipo de aviso es útil para vender regímenes para adelgazar, productos para combatir la celulitis o cirugías que modelan tu cuerpo "como vos querés". ¿Estarán realmente convencidas las destinatarias de esos mensajes de que "esos" son los cuerpos que ellas quieren? ¿O sentirán, en cambio, que son los cuerpos que "deberían" tener para agradar, para ser queridas, para ser tenidas en cuenta, para ser "felices"?  
¡Qué atrás y qué lejos quedaron los tiempos en que la "pancita" de las mujeres era uno de los atributos más eróticos de la figura femenina! Las atrevidas "Evas" que pintaban Alberto Durero o Lucas Cranach en el Norte de la Europa renacentista, hoy son objeto de broma  para mis alumnas adolescentes, muchas de las cuales sufren y se sienten discriminadas por no poder encajar en el modelo de las "panzas planas".  
 Los amantes del cine clásico quizá recuerden una escena significativa de la película "Lo que el viento se llevó", donde la bellísima Vivian Leigh se aferra a los barrotes de su cama con dosel mientras la sirvienta negra le ajusta el corsé hasta la asfixia, para que su ama pueda deslumbrar en la fiesta con su "cintura de avispa". En estos tiempos, los martirizadores corsés han sido sustituidos por una agresión aún más terrible: algunas mujeres llegan hasta hacerse sacar las costillas inferiores para poder lucir una cintura más pequeña.  
 Si se observa por unos días la televisión argentina (o la española, por supuesto), La saturación informativa sobre qué se hizo quién y cuándo es casi surrealista. Palabras como "lipos" (lipoaspiraciones), "liftings", siliconas, "toquecitos", suenan tan naturales como si se hablara de distintos modelos de vestidos, o como si acudir al quirófano fuera lo mismo que ir a la peluquería. Así como los restauradores de obras de arte podrían ser considerados para algunos los verdaderos artistas de estos tiempos, muchos cirujanos plásticos se sienten los geniales "hacedores" de la belleza de hoy. Lamentablemente, a veces su tarea es más parecida a la del Dr. Frankenstein que a la de Pigmalión . Algunas de estas aventuras quirúrgicas no terminan bien y, aunque fueran exitosas, ¿se reconocen luego a sí mismas las dueñas de las nuevas caras transformadas "a la carta", con los labios parecidos a..., pómulos como los de..., pechos parecidos a… 
 No debe ser casualidad que en las últimas décadas haya aumentado de manera tan alarmante el número de mujeres (por lo general, adolescentes) que sufren trastornos alimentarios como la bulimia o la anorexia. Si bien las causas que las originan son variadas (cuestiones  familiares, genéticas, hábitos alimentarios, por ejemplo) no puede dejar de considerarse la presión social y cultural que esta "civilización de la imagen" ejerce, exigiendo un tipo físico femenino siempre delgado, siempre hermoso, siempre joven. Las adolescentes y las jóvenes que están tratando de encontrar su propia identidad, están entre la población más vulnerable a ese tipo de mensaje. Es de tal gravedad el nivel de los trastornos físicos que tanto la anorexia como la bulimia producen, que pueden llegar hasta la muerte. 
La belleza es la cualidad que más se valora en una mujer y, muchas veces, la única. Es de los pocos atributos que parece pertenecerle por entero, pero también uno de los pocos con el que debe conformarse. Una profesional de los medios -por ejemplo una periodista- que además de ser inteligente y talentosa necesita desprender uno o dos botones de su blusa, está acatando ese mandato. Es como si pidiera perdón por ocupar un lugar destacado diciendo con su actitud: …”¡Pero también puedo ser sexy!.” 
Como se dice que la publicidad no vende productos sino belleza, por ejemplo, las bellas posmodernas compran cabellos hermosos, siluetas perfectas, senos impecables y no champúes, productos diet o cirugías. ¿Estamos tan alejados de la "magia simpática" de las pinturas rupestres? Según esta teoría, las imágenes de los animales pintados en las cavernas cumplían con la finalidad de "atraer" simbólicamente a los animales que iban a ser cazados. ¿Ejercen un poder similar las imágenes publicitarias para vendernos el producto que, mágicamente, nos hará perfectos? 



Adaptado de “Sumisiones posmodernas” artículo de  María Rosa Díaz publicado en  Contexto Educativo. Revista de educación digital y nuevas tecnologías.
http://platea.pntic.mec.es/curso20/24_elcine-iniciacion/1.pdf

(i) La mujer invisible: una lectura disidente de los mensajes publicitarios. Ramón Correa, María Dolores Guzmán, J. Ignacio Aguaded. Grupo Comunicar Ediciones 

2 comentarios:

  1. Y lo peor es que está tan asumido en el incoscionte femenino que ni siquiera nosotras nos damos cuenta de esta sumisión a la "belleza" ideal, ni participamos en su creación ni luchamos por modificarla. La labor de visualizarnos está en sus comienzos. Pero el camino andado no tiene vuelta atrás

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    1. Perdona por no haberte respondido antes . Tienes toda la razón en tu comentario. Es por eso que seguimos trabajando para permitir que sea posible vernos con otros ojos, Nuestros ojos . abrazos Ana .

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