En la proximidad de la celebración de la Noche de Brujas y del Día de Muertos (as), me parece interesante seguir explorando los vínculos tan poderosos que hay entre brujas, historia, cultura y lucha.
Durante Halloween, las brujas de fantasía suelen aparecer como figuras caricaturescas con sombreros puntiagudos, escobas y poderes mágicos, símbolos de misterio y oscuridad. Sin embargo, esta imagen simplificada oculta una historia profunda de persecución, violencia y muerte de mujeres que fueron tildadas de brujas por desafiar las normas patriarcales, por tener y poner en práctica sus conocimientos sobre la elaboración de cerveza, hierbas, medicina general, y ginecología, o simplemente por ser independientes.
En las últimas décadas, el término ha sido resignificado por movimientos feministas como símbolo de empoderamiento, sabiduría y resistencia. Llamarse bruja hoy puede ser un acto de afirmación identitaria frente a un sistema religioso y político que históricamente silenció a las mujeres. Así, la figura de la bruja transita del miedo a la fuerza, de lo oculto a lo revelado, y Halloween, sin proponérselo, mantiene viva una figura que ahora representa conocimiento, belleza, plenitud y libertad!
La literatura por su parte también hace lo propio para esta vivificación reivindicada, y lo hace de la mano de autoras feministas. Tenemos por ejemplo, cuatro libros que en este sentido han aportado mucho al pensamiento feminista contemporáneo.
Se trata de Brujas, parteras y enfermeras de Barbara Ehrenreich y Deirdre English, Calibán y la bruja de Silvia Federici, Brujas de Mona Chollet y Brujas literarias, una obra colectiva que recupera figuras femeninas históricas desde la pluma, el mito y la realidad.
En un claro diálogo de pensamiento y pluma, Brujas, parteras y enfermeras, toma la palabra y con una voz firme nos narra cómo durante siglos el conocimiento médico de las mujeres fue criminalizado y desplazado por una medicina institucional, masculina y jerárquica. En sus páginas se escucha la voz firme de estas sabias diciendo: no éramos solo "curanderas”, éramos científicas, sanadoras y guardianas del cuerpo femenino. La caza de brujas fue también una campaña contra su autonomía profesional.
Calibán y la bruja, en esta misma línea responde analizando y exponiendo la forma en que la caza de brujas fue el brazo armado del capitalismo naciente. No solo se persiguió a las mujeres sabias, sino que se rompió el vínculo colectivo entre mujeres, se disciplinó el cuerpo femenino y se instauró la reproducción como función económica. Las brujas fueron las primeras rebeldes contra ese orden. Esta obra describe cómo este proceso fue esencial para el desarrollo del sistema moderno.
Brujas, de Mona Chollet, se incorpora a este diálogo evidenciando que esa ruptura y esa instauración sigue teniendo efectos. Hoy, las mujeres que deciden no tener hijos, que viven solas, que envejecen sin pedir disculpas, son vistas como "anormales". La figura de la bruja sigue siendo una herramienta para cuestionar la domesticación del deseo femenino y también, para reivindicar nuevas formas de libertad.
Brujas literarias, envuelta en un halo artístico se integra a la conversación recuperando la figura de la bruja en su forma más simbólica y creativa. Nombrando luminarias de la talla de Virginia Woolf, Sylvia Plath, Mary Shelley... mujeres que fueron tachadas de locas o raras, pero que transformaron el mundo con su pluma. Cada una de ellas encontró en la escritura una forma de hechicería, un acto de poder recordándonos que lo literario también es político.
Estos cuatro libros han viajado por siglos, por cuerpos, por fogatas encendidas y palabras prohibidas, además de memoria son espejo. En sus páginas están las historias silenciadas, las resistencias invisibles, las luchas que aún continúan.
La lectura conjunta de estos libros revela una red de significados profundos: la bruja no es solo una figura del pasado, sino una metáfora poderosa del presente. Representa a la mujer que desafía los mandatos sociales, que protege su cuerpo y su saber, que no teme envejecer ni estar sola, que transforma la palabra en fuego y la rebeldía en sanación.
En una época en que los derechos de las mujeres siguen siendo vulnerados en muchas partes del mundo, este cuarteto de obras nos devuelve una genealogía de resistencia. Nos enseña que la autonomía, la solidaridad y la memoria son formas de brujería, y que leer, escribir, cuidar (se), sanar (se) son actos políticos, y al final, ser bruja en este sentido es también atreverse a ser libre y volar con escoba propia!.
Galilea Libertad Fausto
Créditos de la ilustración a quien corresponda
 













