El punto de ruptura del feminismo con la modernidad es el patriarcado. La crítica política feminista trastoca las relaciones genéricas y asume cambios en la condición de las mujeres, las estructuras sociales, las relaciones y las prácticas sociales, las instituciones y las relaciones de poder, así como en las concepciones y valores y en el sentido del mundo y de la vida.
El feminismo surge como una revolución personal y social marcada por la disidencia con los otros y con el mundo. Se convierte en una sintonía compleja y contradictoria entre mujeres diversas y sus acciones y repercusiones dan lugar a una revolución radical que no irrumpe, sino que sucede, y no usa la violencia como recurso de transformación. Es en sí mismo un nuevo paradigma en desarrollo.
La génesis paradigmática ha echado a andar con la rebeldía e insumisión de millones de mujeres que han llevado a vivir y producir cambios discontinuos que impactan y benefician también a mujeres y hombres que no coinciden con su sentido.
La gran alternativa feminista se dirige a eliminar la opresión de género, basada en el sexo y, a la vez, a construir alternativas de vida social basadas en una sexualidad no opresiva y relaciones de género no opresivas. Busca hacer posible una vida social que potencie a las mujeres y haga accesibles para las mujeres los avances de la modernidad.
Texto de Marcela Lagarde y de los Ríos
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