.
40. El legado de normas consuetudinarias y discriminatorias sobre el divorcio, la
herencia y el patrimonio conyugal, así como las prácticas sociales que atribuyen la
vivienda a los hombres cabezas de familia y la pobreza resultante, privan a las mujeres
de la seguridad de la tenencia y las hacen particularmente vulnerables a la falta de
hogar . Cuando las mujeres enviudan, se separan o se divorcian , necesitan abandonar
familias violentas o huyen de situaciones de conflicto armado o desastres naturales, o
son expulsadas de sus hogares, corren un alto riesgo de quedarse sin hogar . Al
parecer, las mujeres divorciadas y viudas en Bangladesh y el Líbano, por ejemplo,
viven en chozas en ruinas en asentamientos informales peligrosos y las mujeres que
huyen de la violencia en Kirguistán y Papua Nueva Guinea tienen escasas opciones en
materia de vivienda .
41. La crisis económica mundial ha tenido un claro efecto en la falta de hogar de las
mujeres. En España, por ejemplo, muchas madres solteras estaban muy endeudadas
debido a la compra de vivienda. En muchos casos, las antiguas parejas o maridos que
compartían las hipotecas se negaron a negociar con los bancos la reestructuración, el
alivio o la cancelación de la deuda. Cuando se ejecutaron sus viviendas, se quedaron
con una deuda importante, a menudo en viviendas inseguras, con un alto riesgo de
falta de hogar .
42. Una vez sin hogar, las experiencias de las mujeres son graves. Están expuestas a
altos índices de violencia, incluida la violación. En su investigación sobre la situación
de las mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas en el Canadá, el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer reconoció la relación entre la
pobreza de las mujeres aborígenes, la falta de hogar y su desaparición y asesinato .
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