Y sin libertad de expresión, sin la capacidad para hacerse oír, es muy difícil defender los demás derechos humanos.
Miles de activistas, periodistas, manifestantes pacíficos, sindicalistas, miembros de minorías religiosas o étnicas, etc. siguen siendo perseguidos, amenazados, encarcelados, torturados o asesinados por el mero hecho de disentir. Según los datos de Amnistía Internacional, en 2011 se produjeron ataques contra la libertad de expresión en, al menos, 91 países. En algunos lugares del mundo esta represión ha aumentado de manera brutal en la calle, como se ha podido apreciar en las revueltas en Oriente Próximo y el norte de África, donde a pesar del riesgo, miles de personas no han aceptado ser silenciadas. En otros lugares, como en China, —uno de los países donde más en peligro se encuentra la libertad de expresión—, los Gobiernos se han aplicado a fondo para poner límites a las nuevas vías de expresión que posibilitan los avances tecnológicos.
A pesar de ello, Internet se usa cada día más para alzar la voz contra el poder y para ejercer presión por un mayor respeto a los derechos humanos. En muy diversas partes del mundo, se está librando una batalla crucial por el control del acceso a la información, los medios de comunicación y la tecnología de redes, mientras las redes sociales alimentan un nuevo activismo que los Gobiernos luchan por controlar. Sin embargo, los intentos de los Gobiernos por bloquear el acceso a Internet o
cortar las redes de telefonía móvil no están consiguiendo acabar con las voces de protesta de quienes están peleando por que se respeten sus derechos humanos. Puede que la represión aumente, pero parece que cada vez las personas tienen menos miedo a expresarse con libertad.
Fuente : Amnistia Internacional.
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