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lunes, 14 de diciembre de 2015

Violencia Tolerada.


Este año la ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección integral contra la Violencia de género cumple 10 años .
Nos dotamos de esta norma  pero a la norma no la hemos dotamos de recursos  para  que su efectividad fuera real ; y nos encontramos, 10 años después , con que  el amplio catálogo de medidas de prevención que contenía  en los ejes de educación formal, medios de comunicación y publicidad , son papel mojado.
Y ya sabemos que el aspecto coercitivo no es suficiente, que sin una pedagogía social  continúa imponiéndose  el paradigma de la mujer como ser subordinado, y su imagen erotizada utilizada como reclamo comercial de cualquier producto puesto a la venta.

Estamos hablando de la violencia simbólica, violencia tolerada e invisible, Violencia que no se ve pero que se padece.
Aquélla que repugna y se rechaza es la que provoca heridas o la muerte, pero la violencia simbólica es la que marca el camino.

¿Y cuál es el recorrido para llegar a ese nivel de violencia visible e intolerable?
Comienza   en el momento de nacer, con la filiación, que en lugar de otorgarse directamente a la madre por ese indiscutible vínculo biológico que es el parto, se sigue atribuyendo al padre, haciéndose invisible a la única persona de cuya filiación hay certeza, la madre.
Esto seguramente se produce por parte de las mujeres  por rutina, por temor al conflicto o por tolerancia a que nos subordinen; y por arte de ellos por mantener un privilegio histórico.

La repercusión del nacimiento sobre el cuerpo de los hombres es cero. Ni controles ni medicación, ni cuidados  ni renuncia al alcohol y a la carne , ni deformaciones en su cuerpo, ni pruebas dolorosas , ni reposos absolutos por embarazo de riesgo… ; y esto, así de entrada, otorgaría mejor derecho a las mujeres.
A los pocos días de semejante concesión, se produce otro hecho normalizado y tolerado, pero no por eso  menos brutal:    taladrar las orejitas de un ser recién nacido  para preparar ese cuerpo a su destino último, agradar a los hombres.
Ahí ya no hay confusión.
Si como dice Simone de Beauvoir no se nace mujer, aquí ya está puesto en marcha el proceso de fabricación   que consiste en tolerar la violencia sobre nosotras hasta un grado indeterminado, que cada hombre concretará según su propio baremo
La construcción del género femenino pasa por naturalizar, justificar, ejercer y aceptar distintos grados de violencia según el momento de nuestras vidas.
Violencia tolerada es naturalizar el piropo como algo aceptable, cuando no deja de ser un derecho de los hombres a evaluar nuestra imagen.
Violencia tolerada es dedicar más tiempo que los hombres a a la actividad doméstica sin contraprestación ni reconocimiento personal ni social alguno.
Violencia tolerada es una jornada reducida para cuidar a nuestra prole, en apoyo de la carrera profesional de él y en detrimento de la nuestra. 
Violencia tolerada es tener la certeza de estar  siempre nosotras más cerca de la pobreza.

Violencia tolerada es infravalorar nuestras aficiones, y nuestros intereses mientras las de ellos se imponen     con megaconstrucciones de campos de futbol o plazas de toros a los que las mujeres solo acudimos como espectadoras para admirar a los hombres
Violencia tolerada es la exigencia de un rol maternal alienante lleno de obligaciones, socialmente ensalzado en el plano teórico y devaluado y sojuzgado en la práctica, y al que se atribuyen   unos niveles de sacrificio y renuncia en nada comparables a los del padre.
Violencia tolerada es que recaiga la sospecha de la culpa de la provocación sobre nosotras, en todos aquellos procesos en que siempre somos víctimas y ellos agresores.
Violencia tolerada es la hipersexualización de todo      como si fuera un interés compartido y aceptado por nosotras.
Violencia tolerada es fabricar y prescribir solo a mujeres los tratamientos anticonceptivos, y llamar a ese atiborrarnos de hormonas liberación sexual femenina; o la hipermedicalización generalizada de la menopausia, también es violencia tolerada

Violencia tolerada es tener   en cuenta la opinión de un hombre por el hecho de serlo, respetar sus valores como dignos de tal e infravalorar los nuestros como cuestiones banales, secundarias o frívolas.
Violencia tolerada es asumir como cierto que es más importante el dinero que la vida, la economía que los cuidados.
Violencia tolerada es estudiar unos textos en los que las mujeres y su historia han sido borradas.
Es que nuestras calles y plazas tengan nombres de hombres con valores de hombres por méritos de hombres.
Violencia tolerada es la cosificación de las mujeres, utilizadas como parte de la decoración, como reclamo comercial, como ser “al servicio de”, como carne mercantilizada y carente de emociones.
Violencia tolerada es crear un género, el nuestro, el de las mujeres, con menos valor, y no repararlo a pesar de las evidencias y de las leyes que nos protegen.

Quizá después de todo esto, y muchas cosas más que no menciono,  podamos entender como se ha naturalizado e  invisibilizado esa violencia que hasta nosotras aceptamos sin ser conscientes de ella.
Y ¿qué pasa si un hombre sintiéndose socialmente    avalado para violentar a una mujer   sobrepasa esos niveles convencionales de violencia tolerada?
Pues pasa que no tiene muy claro si puede permitírselo 
¿Y qué le pasa a ella? Que no tiene muy claro si ese nivel debe tolerarlo
Porque, antes de las agresiones físicas y de las vejaciones psicológicas más brutales, hay unos escalones que son tierra de nadie, y que a nosotras nos duelen sin estar segura de que podamos quejarnos.
El control, el aislamiento, el dirigir nuestra vida…,qué nivel de toda esta violencia es aconsejable  tolerar?
¿En qué momento    es ya alarmante, y entonces nos culpabilizan   por haberlo soportado?
Esa violencia velada, soterrada, invisible y callada, esa violencia de la que la sociedad es cómplice muda, a la que el poder público no hace frente, y permite, y apuntala  con normas que    no nos igualan , o nos presentan como menores incapaces de decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, es la causa de la otra, de la visible , de la insoportable, de la que despachan acusándonos de no haber denunciado.
Creo que después de esta reflexión, la conclusión es inequívoca, no pueden pasar otros 10 años sin que se cumplan las medidas preventivas que establece la ley1/2004: Prevención en los ejes de la educación formal, los medios de comunicación y la publicidad.
 Para que no haya violencia visible e intolerable , la tolerancia de   la violencia  sobre las mujeres tiene que ser cero, porque cuando se ha recorrido tanto, se ha permitido tanto, socialmente se ha ninguneado tanto el dolor de las mujeres, es muy fácil recorrer otro pasito más, hasta quizá matarnos.
Rosalía Hernández Sánchez 

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