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jueves, 5 de junio de 2014

La jerarquía eclesiástica y su alejamiento de la realidad de la mujer (III /4)


El desconocimiento y desconcierto de la  jerarquía eclesiástica y su alejamiento de la realidad de la mujer se mantiene a la sangre del parto teniendo como consecuencia la exclusión de las mujeres de la iglesia y hasta de los cementerios católicos incluso si morían en parto. Los padres de la iglesia al ver una mujer embarazada han visto el pecado de impureza, del que ella siempre tenía que ser perdonada:
El placer, según Agustín, tiene casi siempre (…) una connotación pecaminosa. El sínodo de Tréveris del año 1227 (c. 8) habla de la necesidad que la puérpera tiene de una «nueva reconciliación con la Iglesia». Sólo después de tal reconciliación podrá entrar en la iglesia.
No es, pues, de extrañar que a las puérperas que morían sin haberse reconciliado con la Iglesia se les negase frecuentemente la sepultura en el cementerio cristiano
Lutero, en un escrito que dirigió en 1530 (...) refiere que en la iglesia papista «a las mujeres que mueren de parto también se las entierra con una ceremonia especial». El féretro no se colocaba, como en los demás casos, en el centro de la iglesia, sino a la puerta (Briefwechsel 7, Calw/Stuttgart, 1897, p. 258).
Puedo constatar que en 1967, en España, a mi madre no se la permitió asistir al bautizo de mi hermana porque ella aún no estaba "bendecida”. Ella se escandaliza de la doble moral que se daba: se sabía de muchos sacerdotes con amantes, que seguían ejerciendo su papel, mientras se las hacia asistir para pedir la bendición tras un parto. Me dice que debía ir acompañada de un familiar, lo que para ella era complicado pues se había mudado a una ciudad de donde conocía poca gente. Su enfado por el menosprecio de la iglesia a la mujer es muy grande, añadiendo en su discurso los muchísimos casos de pedofilia que han sido constantes en la iglesia.
Recuerdo que en torno a 1964, mi madre me hizo unos pantalones y el cura al verme entrar en la iglesia se dirigió hacia mí, con su vestido de ceremonia, llevándome fuera y explicándole a mi madre que así no podía entrar en el templo.
Desde sus mentes enfermas y calenturientas nos han estado rigiendo e infundiendo valores. Santo Tomás de Aquino, al que los religiosos acuden cuando se sienten perdidos en cuestiones de doctrina, dijo: "Si el sacerdote fuera mujer, los fieles se excitarían al verla".1 
La discusión con varias mujeres sobre lo inadecuado de que una mujer tuviese la capacidad de confesión la he tenido hace unos años, sosteniendo mis interlocutoras que las mujeres somos cotillas y chismosas lo que nos hace inadecuadas para el cargo. La violencia simbólica sigue instaurada en millones de mujeres en nuestra sociedad.  Encontrándose ellas a sí mismas inferiores, asumiendo todas las reglas impuestas por la iglesia, ¿cómo van a ver a una mujer que decide disfrutar del sexo y usarlo como medio de resolver su vida?
 Seguimos revisando las aportaciones de Uta en su libro   sobre las mujeres y la forma en la que nos han querido ir educando:
Mientras en el contrato matrimonial civil del derecho romano (…) no figura cláusula alguna concerniente a la subordinación de la mujer al hombre (cf. Kari ElisabethBorresen, Subordination et equivalence, 1968, p. 82 ss.), Agustín remite al contrato matrimonial de los cristianos, suscrito por el obispo y en el cual se subraya la subordinación de la mujer al varón (Serm. 37,6,7 y 332,4). Agustín tenía a disposición un ejemplo patente de esposa-esclava, producto de la moral cristiana: su madre, santa Mónica. Escribe así: «Cuando cumplió la edad requerida para casarse, fue entregada a un hombre, a quien ella sirvió como a su señor... Soportó, asimismo, su infidelidad matrimonial de tal manera que nunca tuvo con su marido ningún conflicto por este motivo... Cuando muchas mujeres, que tenían maridos menos violentos que el suyo, mostraban en sus rostros señales de haber sido golpeadas y, hablando con sus amigas, éstas culpaban a sus maridos, Mónica no les daba la razón, Mónica veía la culpa en ellas porque no habían sabido callarse. Ella les recordaba entre bromas, pero en serio, que deberían ser conscientes de que se habían convertido en esclavas desde el momento de la lectura del contrato matrimonial. Y que si recordasen su situación, no se sublevarían contra sus señores». Prosigue Agustín contando que el hecho de ver que Mónica no fue golpeada nunca por Patricio, su colérico marido (y padre de Agustín), animó a muchas mujeres a seguir su ejemplo. «Las mujeres que siguieron su ejemplo se lo agradecieron Las que no lo siguieron, continuaron recibiendo malos tratos» (Confesiones IX,9). La afirmación de que la religión cristiana significó una liberación para la mujer tiene tanta falsedad como años (pág. 91 )
Nos dejan claro el modelo a seguir y cuál es nuestro único camino de salvación.
Las normas sobre las mujeres llegan hasta su vida privada. Las Constituciones apostólicas les advierten que no deben lavarse frecuentemente: «Además ella |la mujer] no debe lavarse muy frecuentemente, tampoco a medio día, no todos los días. Como hora más conveniente para que se bañe se determina que son las diez» (1,9). Clemente de Alejandría se preocupó del deporte de la mujer. Mientras reclama campos de deportes para los jóvenes (…), dice de las mujeres jóvenes: «Pero tampoco se debe excluir a las mujeres de la formación física. No se las puede pedir que luchen o que corran, sino que deben ejercitarse en hilar, en tejer y ayudar a cocer el pan si es necesario. Además, las mujeres deben ir a la despensa a coger las cosas que nosotros necesitamos» (Ibid. 49,2). Crisóstomo (t 407) lanza un piadoso suspiro acongojado sobre las mujeres en su totalidad: «El sexo femenino todo entero es débil y ligero» {Homilía 9 sobre 1 Tim 2,15). Pero él sabe que hay una posibilidad de salvación para ellas: « ¿Cómo, pues? ¿No hay para ellas salvación alguna?
¡Sí! ¿Cuál? La salvación a través de los hijos» (Ibid.). Ambrosio (t 397), La subordinación de la mujer al varón es un postulado de los teólogos que se ha mantenido a lo largo de toda la historia de la Iglesia y que la Iglesia machista de hoy todavía lo dogmatiza como la voluntad de Dios. (pág121)
La idea de controlar la natalidad supuso el repudio más absoluto para los padres de la iglesia. Está claro que no se concibe el acto sexual como unión placentera de dos seres en su intimidad.
Se estiman actos contraceptivos (…) modos diversos de evitar la procreación: coitus interruptus, relación anal u oral. Las penitencias que la Iglesia imponía en estos tres casos eran enormes. El rigor de la penitencia varía de un penitencial a otro, pero llama la atención que la relación anal y oral (el coitus interruptus se menciona poco) se castigaba frecuentemente con más severidad que el aborto, más, incluso, que un asesinato premeditado. Los autores de los libros penitenciales consideraban, evidentemente, que ciertas prácticas sexuales eran más condenables que el asesinato de un hombre. No es un azar que la Iglesia católica haya puesto, hasta hoy, mayor empeño en la lucha contra los pecados del ámbito sexual, a veces solamente pecados supuestos, que contra los crímenes que se cometen contra la vida humana en la guerra, en los genocidios y en la pena de muerte.
El libro penitencial anglosajón, compuesto entre los años 690-710 por Teodoro, monje griego procedente de la misma ciudad de Pablo, Tarso, que llegó a ser arzobispo de Canterbury y al que se considera como el verdadero organizador de la Iglesia inglesa, establece, por la relación oral, una penitencia de siete o quince años o de toda una vida de duración; por el aborto, una penitencia de tres veces cuarenta días, y por el asesinato premeditado, siete años.

El penitencial del Pseudo-Egbert (hacia el 800) determina una penitencia durante siete años o toda la vida por la relación oral; diez años por la anal; por el aborto, siete o diez años, y por el asesinato premeditado, siete años

Nos quedamos sin palabras  ! .



 Uta Ranke Heinemann  “Eunucos para el reino de los cielos”  de la Editorial Trotta . Madrid, 1994
 1-http://elpais.com/diario/2010/09/03/sociedad/1283464801_850215.html ( visto el 09/05/2014 )

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