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lunes, 23 de enero de 2012

Estrategias, límites y potencialidades




Modernidad al máximo de su potencialidad: autonomía para el ejercicio de libertades y de derechos

La modernidad no cumplió con su promesa hacia las mujeres, si bien sus postulados siguen fijando el horizonte normativo de nuestras sociedades y han marcado las luchas emancipatorias de los últimos dos siglos. Se puede pedir por lo tanto a la vindicación moderna el máximo de sí, esto es, que cumpla su promesa en relación a las mujeres. 

Si bien las mujeres han ido adquiriendo derechos, no es menos cierto que estos constituyen fragmentos de una ciudadanía que aún es incompleta, en cuanto los supuestos y los derechos que la configuran también lo son para las mujeres. 
Uno de los supuestos de la noción de ciudadanía vinculada como está a la noción de derechos es la autonomía, en tanto atributo de la persona para diseñar e implementar los planes de vida de acuerdo a la libre elección de las opciones que la sociedad, a través del estado, pone a su disposición, en el marco de una convivencia pacífica y justa. Sin embargo, la autonomía en el caso de las mujeres se ve limitada producto del conjunto de tutelas que sobre ellas –y por tanto sobre sus cuerpos – se ejercen. Se trata de tutelas articuladas a partir de un orden social y normativo que se basa en la jerarquización sexual y que distingue modos de ser y hacer diferenciados entre hombres y mujeres que ubican a estas últimas en desventaja res‑pecto del acceso a bienes simbólicos y materiales. 

Si la soberanía y titularidad sobre el cuerpo habilita a las personas en su derecho a tener derechos independientemente de cuales de estos se reconozcan y protejan en la práctica, las mujeres aún no gozan de dicho status. Los hombres en cambio, cuentan con dicha titularidad y soberanía desde que nacen, se desarrollan en espacios que permiten la individuación y con ello las certezas de lo que pueden ser y llegar a hacer, y disfrutan de la autonomía porque las mujeres generan las condiciones de reproducción social y biológica que se requieren para ejercerla. En este sentido, la autonomía masculina y la forma en que esta se construye en nuestras culturas requieren de la sujeción y dominación de las mujeres. 

Los esclavos no tienen derechos o no tienen todos los derechos. De allí que el reconocimiento y la protección de los derechos humanos son un objetivo clave y necesario para avanzar hacia la plena autonomía de las mujeres. Sin embargo, no basta, se requiere desmontar los dispositivos y mecanismos que convierten a las mujeres en esclavas y/o en victimas de la amenaza a su integridad física; la invisibilidad de su presencia, la división sexual del trabajo y la violencia de género.


Autoras
PAULA SALVO DEL CANTO
MARIELA INFANTE ERAZ

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