Te será familiar la campaña “Doce meses, doce causas”
que ya hace tiempo inició una cadena de televisión. Aprovechando este formato y bajo el lema “12 causas
feministas para un 2013 menos machista” cada mes, asociaciones, instituciones y
personas de todo el mundo difundiremos a la vez información sobre un tema
importante para la erradicación de las violencias contra las mujeres. Y es que para que se produzca la violencia que, en algunos casos, llega al
asesinato de mujeres,
por el hecho de serlo, es necesario que haya un caldo de cultivo aceptado por la
sociedad. Por eso el primer mes, enero, comenzamos hablando de la violencia
simbólica.
¿No
es violencia acaso desear ponerme prótesis mamarias si no estoy
en el mundo con la talla de moda? ¿No es violencia no atreverme a dejar crecer
mis canas o no ser capaz de asomarme al mundo sin las pinturas de guerra? ¿No lo es que la publicidad día tras día, a
todas horas, presente mi cuerpo como un conjunto de imperfecciones que hay que
corregir? ¿O qué la belleza sea una característica mucho más necesaria para ser
mujer que para ser hombre? ¿No es violencia que en muchos casos sea nuestra
madre quien nos inicie en estos ritos?
Porque la
violencia simbólica arranca sumisiones que no se perciben como tales; tan bien
nos han “educado” que muchas veces hasta nos gusta. Y en esto es curioso como
las occidentales reaccionamos cuando vemos algo que nos espanta de otras
culturas. El otro día, hablando de la tradición que durante siglos se realizó
en China mediante la cual se vendaba los pies de las mujeres para reducirlos de
tamaño y que fueran más atractivas para la mirada del hombre yo lo comparaba
con nuestros tacones; el objetivo que se persigue es el mismo. Una amiga me
respondía que había una gran diferencia y es que a las chinas se les obligaba y
nosotras de los tacones nos podemos bajar cuando queramos ¿estás de acuerdo? ¿ realmente
es voluntario? Porque, si es así, ya estamos tardando, y es que por cada hombre con juanetes hay
diez mujeres que los padecen. Esto sin contar los problemas de espalda, de
rodillas,… o que nos hacen ir más lentas. Pero se me olvidaba: “Nosotras es que
queremos gustarnos a nosotras mismas”. ¿Qué mujer en su sano juicio, y sin
embarazo de por medio, estaría orgullosa de su barriga? Ellos son mucho más libres.
¿No te
parece violento que llamemos parto
natural al que es con dolor, o que a nuestras mejores actrices o presentadoras de televisión al
llegar a la madurez no les permitan tener arrugas? Dirás que qué cosas digo, si
se operan es porque quieren. Pues no, aprende el nombre, se llama violencia
simbólica y la sociedad, toda, la práctica contra ti.
Diario Jaén el 22 de enero de 2013
Pilar de la Paz
Experta en género e igualdad
Experta en género e igualdad
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